Hemos resuelto colgar a nuestro modesto blog, artículos que publicara la REVISTA CABILDO a comienzos de su TERCERA EPOCA. Comenzando con el Nº 10 por cuanto carecemos de los anteriores. En principios editaremos las secciónes de su "EDITORIAL" confeccionadas por su director Dr. ANTONIO CAPPONNETO y "MIRANDO PASAR LOS HECHOS" de VICTOR EDUARDO ORDOÑEZ, ambas reseñas pasadas de fines del siglo 20 y comienzos del presente. Además de traer recuerdos tristes y dolorosos, ya sufridos por nuestros muy olvidadizos compatriotas simplemente insistimos en tratar de evitar "nuevos tropiezos" con nuevos "CAMBIOS" prometidos e inocentemente creidos por un gran porcentaje de todo Argentino. Deseamos tambien recordar que "El LIBERALISMO ES PECADO" y en ellos se nutre nuestra formación tanto de civiles como militares que hayan sido nuestros gobernantes con posterioridad a 1852. Por demás estar decir el orgullo noble y patriota que sentimos ante el desempeño del gupo periodístico de la revista, (patriotas, que sin renta ninguna y esfuerzo providencial difunden la verdad), defendiendo de la tradición religiosa católica, pretendiendo mantener la patria en los fundamentos reales que originaron su principio, y la familia para cumplir con los fundamentos de toda auténtica y sana comunidad.
CABILDO Nº 10-SEPTIEMBRE 2000
CRÓNICA NACIONAL
MIRANDO PASAR LOS
HECHOS
LAS PENAS SON DE
NOSOTROS
por Víctor Eduardo
Ordóñez
Más pruebas de servilismo
El gobierno se ha
decidido a dar intervención a una suerte de supervisión extranjera en el
atentado contra la AMIA. Como no se atreve a abrir el caso a la justicia
internacional — incluso y en especial a los pesquisas israelíes— como serían su
deseo y su vocación, acepta que una comisión de la OEA venga a olfatear lo que
hicieron y no hicieron los jueces argentinos. Es un modo de ceder a la presión
pública y privada del embajador judío, que por otra parte acaba de terminar su
misión en el país y en su gesto postrero no tuvo mejor iniciativa que decirle
al presidente De la Rúa en la audiencia de despedida que "debía" (!)
esclarecer como sea el atentado contra la mutual, y lo amenazó con la
posibilidad de recibir una rechifla el próximo 18 de julio, como la propinada a
Menem en una conmemoración anterior.
Dejando de lado la insolencia tolerada con
tan poca dignidad, es de preguntarse qué más se puede hacer cuando todos 1
caminos de la investigación están cerrados después de agotadas las pistas. Se sabe
que el atentado no fue pensado aquí y que éste como el que voló a la embajada
de Israel forma parte de una guerra sin fronteras en la que la Argentina no es
parte protagonista. En todo caso sus autores y responsables tanto ideología
como materiales están lejos y fue de su competencia (a no ser que : recurra a
la doctrina Garzón). Pedir justicia a cualquier precio es venganza, una
venganza que no-vacila ante la eventualidad de condenar a inocentes para
satisfacer retóricamente una formalidad. Los dos detenido en esta causa parecen
ser a su vez víctimas de esos requerimientos insensatos y en circunstancias
ordinarias es muy posible que estuviesen en, libertad. Pero es tanta la presión
tanto el poder de los reclamantes que los jueces no se atreven a cumplir con su
deber dictando la sentencia tolerancia del gobierno español ante el terrorismo
de fe . Que corresponda y dando por terminada la investigación. Ahora De la Rúa
encontró esta alternativa miserable de someter a un magistrado nacional —con
todas las reservas que como individuo merece— a un contralor no previsto por
ningún tratado, es decir que es una transacción innecesaria. ¿Hasta cuando,
Fernando, abusarás de nuestra paciencia?
Paleolíticas
Mientras los diarios
atronaban desde sus primeras páginas por un supuesto y, al parecer imaginario
avance de la "derecha extrema" (?) en Alemania, un poco más adelante
informaban con innegable regodeo diversas etnias indígenas en Brasil habían
cazado y retenido durante una semana a un grupo de turistas. En la negociación
para su rescate el Estado les reconoció a estos supervivientes de la edad de
piedra la calidad de "nación", en cuyos límites ejercerían una
especie de soberanía. Por más estética que sea esta declaración y por
impracticable que resulte, el hecho mismo de que se le reconozca a un grupo de
personas el derecho a agruparse en razón de su raza constituye una
contradicción de los postulados modernistas en cuyo nombre se destrozan
naciones y viejas uniones históricas como en Europa oriental. Nadie quiere advertir
tal contradicción porque hay que compatibilizar dos dogmas opuestos y, en
definitiva, inconciliables: la derecha —sea lo que fuere lo que se entienda por
tal— ha de ser condenada sin más. sin escucharla ni discutirla porque su
sentido nacional es condenable y no puede ser aceptado en un mundo globalizado
bajo los golpes de la socialdemocracia y del pancapitalismo; en tanto se
reconoce a un grupo de salvajes como entidad nacional —se supone que con las
prerrogativas correspondientes— en ejercicio de un derecho que, según los
indicios disponibles, sería natural. Se niega, entonces, a las viejas naciones
la posibilidad y el derecho de reconquistarse, en tanto se favorece a las
comunidades prehistóricas para que se constituyan en entidades activas de la historia.
La modernidad y la posmodernidad manejan a ésta con la misma discrecionalidad e
irresponsabilidad con que administran a la naturaleza y hacen desaparecer o
crecer a uno u otro factor según su voluntad y prejuicios, sin importar su
legitimidad, valor ni disvalor. Se puede ser un orgulloso caiapó de la selva
amazónica pero no un sensible germano de la Selva Negra.
Terrorismo etarra
La ETA lleva cobrada
en lo que va del año más de una víctima por mes mientras su expresión política
sigue jugando con la aceptación de todos los jugadores a la democracia. Acaba
de asesinar a un político más, esta vez un socialista de esos que creen que con
la democracia se come, se vive... todo menos, al parecer, se pelea. Lo que es
muy grave porque en el caso español se trata de una guerra en que se va todo;
no decimos sólo un orden jurídico ni un sistema político sino una forma de
convivencia, un modo de estar frente al otro civilizadamente, esto es, según
las reglas del buen vivir en la ciudad, alimenta de la concordia y dispuestos
al intercambio de funciones y prestaciones que es lo que hace la diferencia
entre la patria y la horda. Los terroristas vascos se muestran empeñados en
volver al estado de la tribu, a esa situación prepolítica de sumas de
individuos unidos por el espanto de la convivencia y el temor a la naturaleza
salvaje, y sujetos al horror de un poder sin límites. El Estado de Derecho de
Aznaju de Juan Carlos I ha devenido en democracia pura, cubierta y sostenida
por la prosperidad económica, que termina siendo un fin en si misma. Es decir
que el Estado de Derecho — conquista no del pensamiento liberal sino del
Occidente cristiano — se diluye en la democracia que se muestra tolerante hasta
la abulia y el suicidio, frente a la agresión constante y sistemática de su
izquierda que de a poco gana los espacios ideológicos que la democracia — más
una emoción y una estética que un ordenamiento — deja vacíos. Convendría que
los españoles se preguntaran acerca de la licitud y conveniencia de tanta
tolerancia y de cual es la responsabilidad de un Estado que no puede dominar un
terror que se extiende en su propio interior.
Lopérfido al desnudo
Lopérfido, que además
de vocero del Presidente es nada menos que secretario de Cultura de la Nación,
decidió librar su propia batalla por la Libertad (así, con mayúscula) esta vez
amenazada en Santiago del Estero, donde un viejo y pícaro caudillo local había
negado el teatro oficial para que un actor se desnudara — su for posibilidad
de que algo así ocurriera en la Argentina de los radicales llenó de espanto a
este hombre delicado proveniente de la cultura del rock y posiblemente amasado
por las harinas de la FUBA. Sin detenerse mucho en eso del federalismo —la
democracia por sobre todo— ni en los recortes presupuestarios, financió la
presentación del nudista frente a los compatriotas provincianos que de suyo no
se habían alterado por la prohibición de su gobernador. Fue, pues, una reacción
del poder central y una inquietud de los "intelectuales" porteños lo
que permitió —como en otras épocas de nuestra historia— que la libertad, aún
como en este caso la de ser imbécil, se restaurara debidamente. Vale reconocer
el sacrificio del alto funcionario ya que una vez ordenado el interior y puesto
en caja el tiranuelo de turno volvió presto al puerto para acompañar a su amigo
"Aíto" De la Rúa en su lecho de dolor.
Alfoncinismo
Alfonsín volvió a
llamar desde Catamarca —tal como lo había hecho siendo presidente— a formar un
nuevo instrumento de poder porque "con la Alianza no basta". Antes
había dicho que con el partido no alcanza; en los dos casos tenía y tiene razón
porque ambos son organismos artificiales, incapaces de asegurar un sistema
democrático real y leal, y naturalmente corruptos y corrompibles, formados como
están en torno al principio del número y no al de la virtud. Pero por cierto no
es esto lo que le preocupa al ex presidente; él quiere contar con algo que le
permita afianzar y extender el totalitarismo de la socialdemocracia que domina
el Estado y ahora aspira a instalarse en la sociedad.
La nueva Carlota
La mesa de agasajo a
la princesa Madeleine Albright —secretaria de Estado del Imperio— deberá ser
tenida en consideración especial por los futuros historiadores para llevar la
cuenta de los agentes de esta Carlota del posindustrialismo. El infaltable
amanuense e infatigable bebedor de yogures, Adalberto Rodríguez Giavarini; su
antecesor en el cargo y en la obsecuencia Guido Di Telia: el inextinguible
Cañero, justicialistas. radicales, frepasistas. todo el arco de la
"política" y de la "cultura", se hicieron presentes en un
ágape que refleja —y no sólo simbólicamente— Á quiebre de la Argentina, una
nación prisionera de sus gobernantes, tributaria de sus mandones, esclava de sus
dirigentes. Esta lista de 70 comensales tiene para el investigador de mañana la
importancia de reunir lo más preclaro del protagonismo de la decadencia, de la
disolución, de la autonegación y de la entrega. Allí se encontrarán los
responsables a los que realizar el juicio de residencia de la posteridad.
La muerte de Favaloro
No queremos dejar de
decir alguna palabra ante un acontecimiento que con justo motivo conmovió al
país a fines de julio y que es probable que lo siga acosando. En cierto sentido
es bueno que la muerte del Dr. Favaloro haya calado hondo en la conciencia de
todos y de cada uno de los argentinos, si dejamos de lado su exagerada
utilización mediática, la presumible insinceridad de muchas manifestaciones que
rozaron lo convencional y hasta el mal gusto, y el penoso silencio de quienes
debieron aclarar que el suicidio no es una actitud ejemplar, cristianamente
hablando.
El suicidio de uno de
los médicos más reconocidos de la Argentina adquirió desde el principio el
valor y el alcance de un símbolo. Que después se deforme en mito es un
resultado que posiblemente no se pueda evitar, pero importa señalar que la
sensación que percibió la sociedad y que provocó una reacción espontánea de
dolor, de rabia y de quiebra, de reproche y de autorreproche es en un sentido
especial, positiva. El suicidio de un hombre que terminó fracasado después de
haber encarado una empresa dedicada al bien común, conmovió porque ese fracaso
era, buena medida, el del país que lo admiraba pero no lo comprendió y, por lo
tanto, no lo ayudó. Es decir, país mal administrado por un Estado que está, al
parecer, al servicio una clase —llamada partidocrática aliada a la alta
burocracia y a la plutocracia de cualquier pelaje— cuyos integrantes, ajustados
al cálculo mezquino e inmediatista. carentes todos ellos del altruismo
indispensable para conducir a la ciudad, no pueden hacerse los distraídos.
Difícil situación
espiritual y anímica y, si se nos permite, social, la que sin duda, atravesó el
Dr. Favaloro cuando decidió su eliminación. Fueron, según nos dicen, cuatro meses
de preparativos y de minuciosidades extrañas y hasta repelentes; no fue pues,
como se comparó, la muerte estoica y desesperada de Lugones del hombre que se
ahoga cuando estaba tocando las orillas de la verdad tal cual señalaba
Castellani al comienzo del ensayo que le dedica. La suya, en cambio, fue la
entrega la rendición no de un desesperado anhelante de luz, sino más bien la de
alguien ganado por la desesperanza (que no es lo mismo), resignado vencido ante
la mediocridad de la sociedad que lo venía asfixiando desde hacía mucho tiempo.
La muerte de Favaloro
no es la cristiana, y no sólo eso sino que es peligrosa e inaceptable porque
¿qué esto de proponerse a sus sobrinos sus únicos descendientes— como ejemplo a
imitar?, cuando les dice que lleguen, como él, a los 77 con plenitud y que
luego hagan que quieran? ¿Los invita también al suicidio, invita a la sociedad
argentina a seguir también en esto sus pasos? No pudo dejar de pensar que se
estaba dirigiendo a la juventud, una juventud que cada día da más muestras de
indiferencia o de resignación. No quiso ceremonias religiosas ni civiles y
ordenó la cremación de sus restos; demasiado pagano todo, mucha carga
inmanentista como para que se lo ofrezca como un modelo de muerte a imitar, no
obstante haber sido en cierto sentido un modelo de vida, tanto porque quiso el
bien de sus semejantes como porque introdujo en nuestras prácticas
intelectuales y profesionales algo que le es cada vez mas lejano, el principio,
la obligación y el gusto por la excelencia. Pero —y cuánto nos duele
comprobarlo— la muerte tal como la encaró la produjo fue una deserción, un
hundirse en los límites, una irreflexión racionalista. Es de insistir: no se
desesperó sino que se desesperanzó, cayó en la tierra cuando ya ésta no le
podía dar más y fue incapaz de alzar el rostro al cielo.
Camdessus
El Papa Juan Pablo
acaba de dar uno de esos dolorosos pasos que empañan su pontificado. Designó a
uno de los piratas internacionales más crueles. Michel Camdessus, director
supremo durante años del Fondo Monetario Internacional —un verdadero símbolo de
la perversidad dineraria sobre la corteza terrestre— miembro de una de las
tantas academias vaticanas. No sabemos si se trata de una distinción que se le
quiso brindar al economista pero habrá que convenir que. en todo caso, no fue
merecida. Y que, además, es una contradicción, porque el organismo que hasta
hace muy poco comandaba Camdessus, junto con su paralelo el Banco Mundial,
inspiran, sostienen y financian políticas antinatulistas: es decir son actores
de la "cultura de la muerte", denunciada constantemente por el mismo
Papa. Al igual que la deuda externa que agobia a todos los países fuera del
norte industrializado. El Fondo impulsa estrategias y tácticas de endeudamiento
permanente, de transferencias de bienes al extranjero, propicia con sus
intervenciones la globalización de los mercados y la reducción de los más
pequeños. Es decir que practica una política esencialmente injusta, como
también y por otra parte Juan Pablo viene denunciando con energía. No se
comprende qué pasó aquí; la cuestión escapa a nuestra consideración pero, sin
duda, este será un buen tema para un futuro pedido de perdón... a los católicos
de mañana.