miércoles, 21 de marzo de 2018

CABILDO Nº22/3era. EPOCA-MIRANDO PASAR LOS HECHOS por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ-ASI NO HAY DESTINO

  MIRANDO PASAR LOS HECHOS
 por Víctor Eduardo ORDÓÑEZ
  ASI NO HAY DESTINO

LA SEGUNDA REPÚBLICA
 
QUIZÁ lo peor de todo sea que el gobierno de Duhalde fue perdiendo poder a medida que pasaban los días y se fue transformando en el escenario de las más sangrientas disputas de los distintos factores y actores que se empeñaban en quedarse o en volver. Bancos contra bancos, deudores e inversores grandes contra deudores e inversores chicos, pequeños y medianos ahorristas contra poderosos financistas, antiguos privilegiados contra nuevos beneficiarios, capitalistas que quieren seguir ganando contra aquellos que no quieren perder más, especuladores contra productores y, en fin, ricos contra ricos que son los que, al final, encuentran su modo de inserción en los niveles de decisión. Porque mientras los operadores de la nueva democracia -la que sale a la calle a golpear cacerolas y a perseguir políticos- se desgañitan en protestas y reclamos tan legítimos como inútiles, los oligarcas que rodean el trono saben encontrar el pasadizo discreto para alcanzar lo que buscan sin escándalos hasta el punto de lograr ocupar cargos ministeriales como Blejer. hombre que es del BM, y Mendiburu, aperturista y protección forma sucesiva según sus intereses de empresario aventurero.


En este ámbito de entrechoque de los más variados y opuestos intereses el elenco justicialista-radical que comparte el poder formal e informal y en el que conviven ortodoxos y transgresores, muesta su debilidad constitutiva que no consiste, como parece creer Duhalde (que no es más que un De la Rúa remozado) en satisfacer a todos, en conciliar lo inconciliable ni en ponerse delante de los hechos no para orientarlos o corregirlos sino para adaptarse a ellos. Así no habrá soluciones ni salidas siquiera de emergencia y el estado -o lo que queda de él- será también un juguete más de los acontecimientos y una secuencia más de una dinámica que nadie se propone dominar. Falta voluntad política, sentido del bien común, claridad en las ideas a aplicar y en los objetivos a perseguir. O sea vocación ordenadora. Hay más temor que idoneidad y más picardía que prudencia. Por eso el  gobierno se enreda en sus propias falacias y dudas e incurre en las más atroces contradicciones en cuestión de horas. Aquí reside su debilidad notoria que lo incapacita para hacerse cargo del rumbo puesto que no tiene ninguno. De aquí la idea de una "segunda república" no habiendo dada por finalizada la primera de la que el actual gobierno no hace sino prolongar su agonía y postergar su extinción que debería producirse cuanto antes para bien de la nación. Este proyecto de segunda república es absolutamente necesario e impostergable, pero no se llevar a cabo simplemente retocando la primera ni, menos, conservando sus equipos, con su obtura y sus vicios. Así, esta segunda república -no siendo más que una continuación timidamente reformada de la que nació en Caseros- no pasa de ser un operativo mediático, un apaciguador de los anhelos pendientes, un morigerador de las protestas imparables. En síntesis, un reformistas conformista, no una audacia ano sino travesura.
El gobierno debe comprender que, en situaciones críticamente límites como la actual, no hay mas remedio que desafiar y lesionar intereses, aunque le sean próximos, e imponer la ley superior del bien público. No es el momento de concordar sino de implantar una jerarquía de bienes y fines, no desconociendo pero sí sometiendo los poderes privados genéricamente opuestos al bien estar común. En este mismo sentido tampoco es el momento de sumar sino de unificar para lo cual habrá que hallar la argamasa de una mística impulsora y de nada programática comprensiva de todas las fuerzas sociales y económicas que hoy se despedazan preocurando la supremacía de cada una de ellas sobre las otras. Y hay que señalar con alarma que esta nueva alarma surgida de los deshechos del peronismo y del radicalismo conserva, actualiza y potencia los más perversos y definitorios defectos de la partidocracia su inclinación a la su egoísmo intrínco-su su tendencia al disfrute Desbordado, su indiferencia de fonda su visión coyuntural de los sucesos (lo que le impide comprenderlos debidamente), su ineptitud para renovarse, su resistencia al renunciamiento. Nada ha cambiado ni puede cambiar; De la Rúa es el único personaje al que arrastró la tormenta (su expulsión de la UCR es, apenas un gesto entre histriónico y desesperado para lanzar lastre que produjo alivió en sus correligionarios que, como Alfonsín y Storani, se apresuraron a rodear a Duhalde que, al fin y al cabo, es el nuevo titular del poder. En estas condiciones -sucediéndose los unos a los otros como si nada hubiere ocurrido- no hay destino.

MANOS ARRIBA

La Corte se encuentra jaqueada y contragolpea con las armas que puede. Es que no es sólo corrupta sino que, sencillamente, no es libre. Desde el advenimiento de la democracia se mostró disciplinada en extremo y dispuesta a atender y, llegado el caso, a satisfacer las necesidades y requerimientos del poder político. Producto del Pacto de Olivos, nunca se mostró preocupada por parecer independiente y su grado de sumisión no retrocedió ante el mínimo sentido del pudor. Ahora, con su sonado fallo sobre el "corralito", tampoco se muestra independiente sino que actúa por reacción y condicionada por su necesidad de supervivencia. Quiere quedarse pero las cosas llegaron a tal límite que empezaron a escapársele de las manos. Se ve ella también encerrada en otro corralito que se extiende desde la bronca popular -que la sindica como órgano e instrumento de intereses más o menos ocultos- hasta las urgencias de un gobierno desplomado en el caos económico y social. Tuvo que optar y, contrariando su postura habitual de legitimar todo lo que el Poder Ejecutivo quiera y apartándose de una doctrina que contempla las exigencias extrajurídicas con preferencia a las jurídicas, se decidió a romper lanzas y eligió... el derecho. Porque sentenció en una forma impecable si nos ajustamos a la letra de nuestras leyes. Pero ¿por qué lo hizo? ¿Acaso un golpe de tardía pero bienvenida honestidad intelectual o rectitud moral conmovió de repente a estos jueces tan traídos y llevados dentro y fuera del Poder Judicial? ¡Cómo quisiéramos creerlo así! Pero acaece que el contexto concreto en que se produce esta sana reacción no da para optimismo semejante. Por lo pronto el que decidió el voto declarando inconstitucionales las limitaciones para el retiro de los fondos bancarios, fue el elenco menemista (cuya filiación ni ellos se ocuparon en desmentir) y sabido es que Menem -contact man de las empresas de servicio público privarizadas y extranjerizadas-presiona para que el país se dolarice y que la moneda norteamericana vuele lo más posible.
Porque, en definitiva, en este caso como en otros anteriores en que se resolvió exactamente lo contrario, lo que está en juego es la capacidad del Estado -de un Estado de derecho- en apartarse del orden legal invocando circunstancias especiales extraordinarias. Es pmdencia adoptar un criterio más o menos flexible por lo que corresponde en cada caso concreto determinar la gravedad de la situación que el poder político procura resolver para aceptar o no la lesión o el desconocimiento de lo que las reglas -algunas básicas disponen al respecto. En el caso presente nada menos que el derecho de propiedad. Y no es adjetivo señalar que el cruel sistema liberal se inauguró a comienzos de la década del 90 con una rapiña indiscriminadaa de todos los depósitos particulares, por mano del entonces ministro González y con la bendición de Alsogaray. Ahora culmina con otro despojo similar pero menos discriminado (se salvaron los bien informados antes del tendido del corralito) Aparte de la aparente incongruencia de un ordenamiento liberal que empieza y termina por destruir el derecho de propiedad, no deja de ser sospechosa la preocupación de esta misma Corte que venía avalando sin disenso los decretos de necesidad y urgencia en cuya virtud todos los derechos de los ciudadanos eran avasallados o condicionados de tal manera que sólo muy equívoca y oblicuamente se podía hablar de una leal vigencia de la constitución. Así, por ejemplo, la admisión del recorte de los salarios y jubilaciones de estatales para no contar la libertad que le regalaron a su mandante Menem en el caso armas ni la indelicadeza con que su presidente Nazareno se votó a sí mismo. Finalmente memoremos el caso Perarlta, paradigmático ejemplo de lo que un conjunto de jueces sometidos hasta la desvergüenza avaló y bendijo los peores atropellos del poder sobre los derechos de los individuos. Ahora, y justo en el momento en que el enfrentamiento entre Menem y Duhalde alcanza sus mayores virulencia y evidencia, este tribunal superior desafía las necesidades de un gobierno al borde del descalabro terminal. A lo que se ha de sumar otro hecho nada baladí, se están reuniendo antecedentes, que no son pocos, para iniciar el juicio político a estos magistrados, desprestigiados, sospechados y acusados como no hay memoria en la historia argentina. Pero si no sobran las suspicacias en torno al momento en que la Corte decidió pasar ai ataque y fastidiar, en plena crisis, al gobierno, tampoco están demás respecto al que el duhaldismo reacciona recién ahora cuando el tribunal se le rebela. Es que aquí nadie juega limpio y se puede afirmar que ni la Corte aspira a hacer justicia ni el poder ejecutivo a limpiar ni castigar a los jueces. Algo de fullerías recíprocas y de zancadillas mutuas constituyen un juego enredado que, por supuesto, finalizará con el desguace de la institucionalidad, algo cada vez más parecido a una cascara.
Le toca entrar en escena al poder restante, el legislativo ¿En qué condiciones, con que ánimo lo puede hacer? El fue el que dictó las leyes que ahora fueron declaradas inconstitucionales por el tribunal al que se apresta a juzgar: el que posibilitó, bajo distintas administraciones, la acumulación de facultades extraordinarias en los varios mesías con que el establisment económico nos regala cada tanto: el que cedía a cada exigencia de ese mismo estamento y el: que toleró sin pestañar los sucesivos avales con que la hoy repudiada corte solidificaba el sistema Iiberal aportándole el mínimo de legalidad preciso. Es el legislativo que, por una espúrea negociación que alguna vez deberá ser aclarada, cerró los ojos a lo innegable y le perdonó la vida y la carrera a, Oyarbide, hombre (¿) sospechado como el que más de los peores incumplimientos y de los más antinaturales comportamientos. ¿Qué; tragicomedia se ha ido trazando entre nosotros, que desquicio ético nos ha asaltado para que todo esto nos suceda, para que las apariencias se superpongan sobre los datos de la realidad, para que la política se haya transformado en una formidable exposición de cruda hipocresía en la que todos saben que el otro miente y engaña tanto como uno mismo? La Argentina con estos hombres de la decadencia, de la complicidad, del desapego, del pragmatismo sin principios, de la política sin valores, se diluye en la medida que no organice su reacción, contra tanta desaprensión, contra tanta lujuria apenas contenida, en que no sepa convocar a los mejores para su gobierno, en que siga aceptando cualquier camino de recuperación olvidando en que son poco menos de lo que supone.

PROCACIDAD

Carlos Ruckauf, prófugo de la provincia de Buenos Aires, en su denodado esfuerzo por saltar a la presidencia de la nación en el 2003, no pudo evitar mostrar su hilacha plebeya y concretar su papelón de turno. Fue en Barajas donde reaccionó frente al nuevo deporte argentino -mortificar políticos por considerarlos con toda lógica igualmente culpables y dolosos- gesticulando con una obscenidad natural en él y en los de su calaña ante los agravios que la de parte de los argentinos patriotas y víctimas suyas) aflí presentes. No pasa de lo anecdótico se nos dirá pero no deja de ser significativo que un hombre preocupado por mantener su magen de medido y probo caiga en esos excesos de mala educación ¿Cuál será el verdadero Ruckauf, el que se disfraza de político de alto vuelo que se propone fundar una segunda república o éste que se desnuda y se expone como un muchacho de barrio alterado por pullas que no eran de su agrado? No es una cuestión de poca monta averiguar a que índole pertenece nuestro canciller. ¿Es un diplomático o un procaz? •