martes, 17 de julio de 2018
Proyecto Democracia
ABOMINABLE
“Hay que desagringar la moda - Desarraigar con la poda todo lo gringo
importau - Llevar el gaucho en el alma - Argentina la mollera - Que por dentro
y que por juera se viva argentinizau”
(“Vivir lo Nuestro” - Martín Castro)
Nos
repetía Alfonsín, sin compasión, que con la democracia se hace casi todo: se
come, bueno, sí, pero no todos, ni todos los días; se cura, pero no a los bebés
aún no nacidos, ni a los ancianos, consumidores no productores, a los que hay
que matar. Queda en pie, sí, que se puede mentir y traicionar, y salir casi
siempre impune. También decía que se puede educar y, aquí sí, la educación es
la niña mimada del sistema: baste recordar que el masón Juanmacé fundó en 1886
la Liga de la Enseñanza, propulsora del laicismo escolar en Francia, decía que,
quien tiene por suya la educación lo tiene todo; y que entre nosotros, tan
alabado como gran educador, Domingo F. Sarmiento, fue, de 1882 a 1886, Gran
Maestre de la Masonería (Aníbal A. Rotjer: “La Masonería en la Argentina y en
el Mundo”).
Y así
Alfonsín intentó implantar la educación sexual para niños de primera infancia,
lo que por suerte no prosperó en ese momento, pero, actualmente se promueve con
más entusiasmo la implantación del método conocido como “Las Imágenes Cambiantes
del Hombre”, que consiste en la adaptación gradual a las condiciones morales en
progresivo deterioro, desarrollado por el Stanford Research Institute, eslabón
de la cadena del Instituto Tavistock de Londres en EEUU; cuya misión es la
manipulación de la conducta individual y colectiva. Dicho método incluye la
ideología de género, la promoción del aborto y la homosexualidad, etc. En
definitiva, estos institutos tienen una sola meta: dañar la fuerza psicológica
del individuo y la fuerza cultural de la Nación para dejarlos inermes para
oponerse a los dictadores del Nuevo
Orden Mundial. Y toda técnica que ayuda a dañar la unidad familiar y sus
miembros, inculcada sobre principios de religión, patriotismo, y hábito sexual,
es usada por los científicos de Tavistock como arma de control de muchedumbre.
Bien, el
mismo vocablo democracia ha sufrido una evolución interesante a fuerza de ser
repetido indiscriminada e incesantemente, y así, de su original significado
etimológico de gobierno del pueblo pasa a ser, para los que la divinizan,
sinónimo de libertad, siendo que ésta es una idea magna, que implica no estar
sometido a ningún control abusivo, y enaltece la condición humana, y la primera
es sólo un sistema político en el que únicamente tienen acceso al gobierno un
limitado número de politiqueros profesionales, subordinados para mantener bajo
una ficción democrática, una dictadura financiera y un modelo de endeudamiento
basado en una dictadura tipo escuela de Chicago (Martínez de Hoz - Macri), de
liberalismo anglosajón, y una división casi insalvable entre los adeptos a los
respectivos partidos, que asegura la gobernabilidad y la formación de pactos
bastardos (tipo Alfonsín-Menem) que permitió al segundo tal como lo mencionara
el primero en su discurso de resignación anticipada a su cargo para que el
segundo pudiera acelerar su plan de gobierno, que consistió en el regalo de
todo nuestro patrimonio a los ingleses por la Ley 23.696 de “Reforma del
Estado” antes de los 2 meses de haber usurpado su cargo, en inobservancia de la
Ley de Acefalía y en violación del artículo 29 de la Constitución Nacional. De
tal manera que la tan cacareada democracia resulta ser en rigor una oligarquía, y al pueblo solo le queda
el papel de aceptar sin derecho al pataleo lo que esa oligarquía determine.
¿Y desde
cuándo se infiltra esta influencia psicológica y anticultural entre nosotros?
Veamos: fracasada la aventura militar de 1806/07 el imperialismo británico creó
su propia facción en Buenos Aires y desató una constante guerra ideológica
desde allí contra las provincias del interior. Y la propuesta no pasaba por una
forma organizada de gobierno sino por un principio comercial: el libre
comercio. Bien, los soldados ingleses se retiraron pero dejaron sus agentes en
la Primera Junta, y así Moreno, quien, antes de 1810 era abogado de los
intereses comerciales británicos en el Río de la Plata; fue incluido de puño y
letra en la lista de candidatos a nuestro primer Gobierno Patrio por Mr.
Alexander Mackinnon, presidente de la Comisión de Comercio de Londres en Buenos
Aires. Bien, así se aplicaron las llamadas “Guerras Políticas”, que son todas
las acciones no militares destinadas a dividir, engañar, desinformar y someter
al enemigo (entendiendo Inglaterra portales a los mercados potenciales). Bien,
así fue como los miembros de la Primera Junta se dividieron en dos bandos: unos
defensores de lo criollo y la tradición y profundamente católicos (saavedristas)
y otros de espíritu mercantilista, extranjerizante y ateos (morenistas, germen
de aquello que el Prof. Federico Daus en el “Subdesarrollo Sudamericano” llamó
“agentes crípticos”, claro que fueron evolucionando hasta la descarada
evidencia actual). Y con dos grupos bien definidos, uno de intoxicados de
enciclopedismo afrancesado, de liberalismo inglés, e influencia masónica, y
otro tradicionalista y católico es decir, uno de mercachifles, traidores, ateos
y apátridas, y otro de auténticos criollos y del predominio de uno u otro
dependerá la decadencia o la grandeza de la Patria.
¿Y de dónde
surgen estas desmesuras? Veamos: dice S.S. Pío XI en su encíclica “Quadragesimo
anno” de 1931. “A la libertad de mercado ha sucedido la hegemonía económica; a
la avaricia del lucro ha seguido la desenfrenada codicia del predominio: así
toda la economía ha llegado a ser horriblemente dura, inexorable, cruel,
determinando el servilismo de los poderes públicos a los intereses de grupo, y
desembocan en el imperialismo internacional del dinero”.
Desde otro
punto de vista, y apoyándose en su experiencia de veinte años como agente del
FBI, W. Cleon Skousen en “El Capitalista Desnudo” en uno de los capítulos dice:
“Pienso que la conspiración comunista es una rama de una conspiración mucho más
grande”. Y en otra parte: “El poder, cualquiera sea su origen genera una
apetencia insaciable de mayor poder. El poder que proviene de la riqueza,
anhela alcanzar el poder político y viceversa, era casi inevitable que los
súper-ricos pusieran su empeño en controlar no solo su propia riqueza, sino la
riqueza de todo el mundo. Para lograr ésto estaban dispuestos a nutrir la
ambición de conspiradores políticos, que estaban obligados a derrumbar todos
los gobiernos existentes y levantar una dictadura de alcance mundial según el
modelo socialista”. Esto aclara la relación entre los Rockefeller con radicales
e intelectuales izquierdistas.
Y así se
llegó a 1982, cuando el contubernio anglonorteamericano logro imponer el
conjunto de medidas conocido como “Proyecto Democracia”, anunciado por el ex
presidente Ronald Reagan como su política oficial el 8/6/82, cocinado en las
sentinas de la Comisión Trilateral
de los Rockefeller, secuela del proyecto conocido como informe final del “grupo
de trabajo sobre la gobernabilidad de las democracias” de la CT para organizar las redes
transnacionales que operando bajo el nombre de democracia pudiesen controlar el
Nuevo Orden previsto por los anglonorteamericanos. Lo que significa aceptar las
premisas ideológicas y políticas del Nuevo Orden Mundial, los dictados del FMI,
el fin de las soberanías, la promoción del malthusianismo y los Derechos Humanos.
Y a cualquier oposición se la tilda de fascista y a cualquier intento
nacionalista de nazi.
El Prof.
Daus decía en su obra ya citada que la única forma de salir del subdesarrollo
es erradicar hasta los últimos vestigios de intrusión extranjera (para él su causa),
y sus agentes locales.
Vicente Cadenas