El enemigo no tiene piedad, es cínico – La necesaria respuesta
Hace
siglos está en marcha la Revolución Mundial Anticristiana. Sus agentes
en todo el mundo actual, y sobre todo en Hispanoamérica, están
atravesados por un odio implacable. Ese furor los lleva a alentar todo
tipo de prácticas inhumanas, desde la pedofilia hasta el aborto, desde
la naturalización de las drogas hasta la eutanasia, pasando por la
manipulación de embriones. Una Ciencia sin conciencia que, lejos de ser
aliada del hombre, se ha vuelto contra el ser humano. Una propaganda
mundial en donde prevalece la desinformación, la distorsión, las
verdades a medias, las mentiras grotescas y los engaños masivos. En una
palabra, el progresismo cultural.
Sin
embargo, mucha gente que no comulga con estas nefastas ideas y prácticas
todavía no sabe que estos agentes odian. Muchos creen aún que todos o
al menos “la gran mayoría” de los periodistas, políticos, asesores,
intelectuales, etc. del bando progresista son personas de buena voluntad
“pero equivocadas”. Mucha gente salva, o intenta salvar, la
honorabilidad de estas personas, y no pueden detectar el enorme cinismo
de quienes –ya las cataloguemos como marxistas, progresistas o
globalistas– se dedican sistemáticamente a boicotear las rudas certezas
de un Orden Social Cristiano y, en los últimos años, hasta del mismo
sentido común
Hagamos un diagnóstico descarnado, para luego estar
en condiciones de formular una respuesta. ¿Quiénes son estos agentes?
¿Qué piensan? ¿Cómo actúan?
(MIGUEL AYUSO) el designio constituyente de la revolución es aniquilar la Cristiandad o la civilización cristiana.
(PIERRE
TROTIGNON) Rechazamos el mundo. Ya ni siquiera somos ‘traidores’,
porque eso implicaría una afinidad con lo que estamos traicionando.
Somos los vietcongs del pensamiento.
(PIERRE TROTIGNON) La
filosofía del mañana será terrorista, no una filosofía del terrorismo,
sino una filosofía terrorista aliada a una política activa de
terrorismo.
(HELLO, ERNEST) Satán es aquél que no ama,
decía Santa Teresa; y Santa Brígida oyó salir de la boca del maldito
esta confesión terrible. Satán, hablando a Jesucristo, le dijo estas
palabras: Oh Juez, soy la frialdad misma.
Frente a un
enemigo implacable, que tiene por objetivo la destrucción de la
Cristiandad, un enemigo que no ama nada –pues participa del odio
satánico– una resistencia de mínima, como “para cumplir”, es pura
ingenuidad.
La mentalidad de estos alfiles de la Revolución
Anticristiana, cuya meta no es otra que un Nuevo Orden Mundial, es la
misma que la de los inescrupulosos marxistas: no hay límites morales
para obtener sus objetivos.
(OUSSET) El verdadero marxista es un
hombre que no cree en la verdad de nada, pero a quien le interesan
únicamente la fuerza, la transformación, la puesta en acción de todo.
(OUSSET)
Hay que haber oído la risa de los verdaderos marxistas, cuando se
pretende que alguien ha “rebatido” el marxismo. “Puede ser, pero no nos
conmueve”, contestó Cogniot.
(OUSSET) Si toda la verdad y todo el bien residen en el futuro, se justifican los peores horrores del presente.
(CAMUS)
No siendo nada verdadero ni falso, bueno o malo, la regla será
mostrarse como el más eficaz, es decir como el más fuerte.
(WEBER, J.) Llamamos “bien” a aquello que ha triunfado.
(WEBER,
J.) El éxito, siempre que sea implacable y despiadado, siempre que el
vencido sea totalmente vencido, destruido, abolido sin esperanzas, el
éxito justifica todo.
(OUSSET) Si no hay verdad, si el verbo “ser”
no tiene realmente sentido, nada puede obligarme a nada pues es
materialmente imposible saber si hay un orden verdadero y, en
consecuencia, un ordenador justo. Ninguna persona tiene, pues, el
derecho de mandarme.
Se trata de nociones letales para la
convivencia humana y social, ideas que se difunden casi inadvertidamente
a través de programas de internet, de emisiones radiales, televisión,
películas, revistas, proyectos políticos, etc. Se va erosionando el
respeto debido a las cosas, a las personas, a las circunstancias. Y el
resultado es un mundo desencantado.
(OUSSET) Universo que ya no es
visto, pensado, juzgado en nociones de SER, en función de verdades por
conocer, respetar o servir, sino un universo visto, pensado, juzgado en
valores de FUERZA, valores de ACCIÓN, valores de EFICACIA, valores de
MOVIMIENTO, sin referencia a verdad alguna.
(OUSSET) No hay verdades, sino fuerzas.
(OUSSET) el marxista ve contradicciones por todas partes y hasta busca hacerlas estallar donde no se manifiestan.
(BRECHT,
BERTOLD) El que combate por el comunismo debe saber combatir y no
combatir; decir la verdad y no decirla; hacer un favor y no hacerlo;
mantener una promesa y no mantenerla; exponerse al peligro y evitarlo;
hacerse reconocer y esconderse. El que combate por el comunismo, de
todas las virtudes no posee sino una: la de combatir por el comunismo.
(BERIA,
LAVRENTI) Debemos ser como la enredadera sobre el árbol. Usaremos al
árbol para trepar y después, estrangulándolo, utilizaremos su savia para
nutrirnos y crecer.
(BERIA, LAVRENTI) Estamos luchando en América
desde principios de siglo para que desaparezca la influencia cristiana y
ya lo estamos consiguiendo.
Las distintas escaramuzas de los
últimos años (ley de aborto, eutanasia, “matrimonio homosexual”,
Educación Sexual, Ley de Identidad de Género, etc.) no son batallas
independientes. Son parte de una misma y gran estrategia:
(VEUILLOT)
Siempre quieren (los enemigos) el abandono total de la verdad, aún en
los momentos en que su política no ataca sino a una parte de ella.
(P.
EZCURRA) Es una guerra disfrazada: total y permanente, pero no
declarada. No respeta ninguna especie de pactos, convenios, leyes de
guerra o reglas de juego, conforme a la moral marxista, para la que
todos los medios son aceptables, supuesto que conduzcan al fin.
(P.
EZCURRA) Es una guerra permanente (Marx dice: ‘revolución permanente’,
‘estrategia sin tiempo’). Con avances y retrocesos tácticos, sólo se
detiene al llenar plenamente sus objetivos estratégicos, sin importar el
tiempo de duración, ni de pérdidas materiales y humanas.
(MAO TSÉ
TUNG) Algunos ironizan por nuestra cuenta tratándonos de partidarios de
la omnipotencia de la guerra. Pues bien, sí. Nosotros estamos por la
omnipotencia de la guerra revolucionaria.
El epicentro de la
batalla es la cultura, y esto en todo sentido: religioso, intelectual,
político e incluso psicológico. Comúnmente el adversario ataca a la
Iglesia, a la Historia Patria o a alguna institución natural, pero por
lo general hace algo mucho más inteligente: nos rodea, ocupa
silenciosamente lugares y puestos de poder, esperando el momento
indicado. Son fríos.
(LENIN) Dentro de cincuenta años los
ejércitos no tendrán mucho sentido, pues nosotros habremos podrido lo
suficientemente a nuestros enemigos antes de que estalle el conflicto,
como para que el aparato militar de que disponen no pueda ser utilizado a
la hora de la necesidad.
(FERNANDO GONZALO ELIZONDO) El éxito que
hasta aquí han alcanzado esos conspiradores, y particularmente la
masonería, se debe no sólo al hecho de que poseyeran una capacidad
incontestable de articularse y conspirar, sino también a su lúcido
conocimiento de lo que sea la esencia profunda de la Revolución, y de
cómo utilizar las leyes naturales –hablamos de las de la política, de la
sociología, de la psicología, del arte, de la economía, etc.– para
hacer progresar la realización de sus planes. En este sentido los
agentes del caos y la subversión hacen como el científico que, en vez de
actuar por sí solo, estudia y pone en acción las fuerzas, mil veces más
poderosas, de la naturaleza.
La clave de bóveda de esta guerra
cultural, ideológica –que ya es total e indisimulada– está en el
intelecto; en la inteligencia humana, que es (en palabras de Santo Tomás
de Aquino) “aquello que Dios más ama en el hombre”. Por eso hay que
barrer las clasificaciones, demonizar toda discriminación, abolir las
diferencias. Quien prenda la luz es un enemigo:
(FERNANDO GONZALO
ELIZONDO) Todo aquello que distingue, que define, que establece o
recuerda deberes, que reivindica los derechos de una Verdad absoluta, he
ahí en realidad el enemigo contra el cual se torna militante y feroz…
(CHESTERTON)
Hay gente que ha derribado la farola porque quería instalar luz
eléctrica; otros porque prefieren las viejas, de hierro; otros porque
desean que reine la oscuridad y poder, de ese modo, obrar mal.
En
última instancia, el objetivo final de los titulares del Nuevo Orden
Mundial no puede llevarse a cabo si la población –la de todos los
continentes– se despierta, y sólo puede despertarse si un mensaje
poderoso toca su inteligencia y su corazón. Aquellos que ya sienten en
sus entrañas este fuego sagrado no pueden –no podemos– darnos el lujo de
reacciones “conservadoras”, de defensas incompletas, de batallas a
medias, de discursos pacifistas. La magnitud del ataque exige una
respuesta del mismo calibre. Reaccionar menos de lo que se debería es,
finalmente, ser parte del problema y no de la solución. Dios nos asista.