El fabuloso negocio de los recién paridos CAP-7º –
por María Poumier
La
Doctora María Poumier (ex-profesora en la Universidad de París VIII)
nos hace el inmenso favor de publicar en nuestro sitio su libro sobre
los vientres de alquiler (gestación subrogada), que es de una actualidad
ardiente. Aquí el septimo capitulo.
RI
El fabuloso negocio de los recién paridos – parteVII
por maria Poumier
Francia, actualización de nuestra información
Lo último: En Francia, para octubre
de 2019, los diputados se preparan a votar la ley que va a permitir a
cualquier mujer hacerse una inseminación artificial con semen anónimo,
de manera a tener un hijo sin rendirle cuenta a ningún padre. Y la idea
es que esta operación le salga gratis a la mujer, quien tendrá todo
derecho a declarar a otra mujer la mamá número dos del niño, pues entró
en la práctica legal en 2013 lo del matrimonio entre dos hombres o dos
mujeres. Así pues, la medicina dejará oficialmente de servir para
prevenir o curar enfermedades, para convertirse en una bio-industria,
enteramente sometida a la demanda de los clientes. Ya los tratamientos y
operaciones para convertirse en mujer en el caso de los hombres, y en
hombre en el caso de las mujeres son legales, y las paga la Seguridad
Social nacional, a la cual todos tienen derecho en Francia, financiada
por trabajadores y patrones. Estamos ante la abolición legal de la
paternidad y de la filiación.
La polémica se volvió a incendiar,
están previstas grandes manifestaciones para el 5 y el 6 de octubre.
Pero ya el viejo líder nacionalista Jean-Marie le Pen dijo que se
alegraba de la nueva ley, pues esto puede compensar la desnatalidad
actual de los franceses nativos, mientras los inmigrantes están ganado
la batalla demográfica e inculcando a sus numerosos hijos que serán los
próximos amos del país. Sea en serio o en broma, esta declaración de Le
Pen hace visible un razonamiento que se extiende, entre la gente de
derechas.
Ya el entusiasmo por los métodos artificiales de procreación
no es sólo un tema de izquierdistas provocadores. Entre otros fanáticos,
se destacan los transgéneros, que protestan porque el proyecto de ley
no contempla sur caprichos propios: una mujer legalmente convertida en
hombre conserva su útero, y por lo tanto, puede concebir y parir, aunque
no sin ayuda tecnológica, obviamente. Tal ex-mujer exige ser declarada
no obstante “padre” de la criatura. La “nueva civilización ” pretende
ser una abolición de la realidad natural, es un negacionismo extremo. De
paso, nos enteramos a través de esta reivindicación de que en Francia
se practican legalmente las transformaciones de niños impúberes en
niñas, y a la inversa. Pero antes de la “transición” hormonal seguida de
las debidas cirugías, les extraen sus gametos (es decir óvulos o
espermatozoides, según el caso) pues ya sus cuerpecitos los tienen
formados; se les extraen y conservan de modo que, cuando sean mayores,
puedan tener hijos. Todo esto podría calificarse de abuso sobre menores,
pero tiene lugar legalmente, como obra del respeto a la libertad
individual (de los padres, de los experimentadores, o de los
propagandistas?) y devoción al culto de la bio-tecnología todo poderosa.
El paso siguiente será, con el
pretexto de la igualdad entre hombres y mujeres, que el hombre también
se pueda comprar un hijo sin tener que rendirle cuentas a ninguna madre,
y que dos hombres se puedan declarar papá del mismo niño, como
pretenden en cada país. Es tan violento el “cambio de civilización” que
se nos viene imponiendo, que faltan las palabras. El único argumento de
los que se entusiasman con este nuevo paso en la robotización del ser
humano es el siguiente: esto va a beneficiar una franja muy marginal de
la sociedad, no cambiará nada para las parejas normales, que seguirán
concibiendo y criando hijos al estilo ancestral, nadie los está
perjudicando.
Pero esta supuesta inocuidad de la
nueva legislación proyectada es una mentira. Es una simple capitulación
ante el poder médico, corrupto y corruptor, que busca crecer porque está
convencido de que puede aumentar sus beneficios. Se suele criticar a
“Big Pharma”, el lobby de los laboratorios. Pero el cuerpo de los
médicos no es más desinteresado, se deja arrastrar a esta lógica
empresarial desenfrenada, por mucho que protesten algunas figuras
destacadas.
Breve recordatorio: como lo hemos
visto en los capítulos anteriores, lo que simulan ignorar los promotores
de la nueva ley, es que la esterilización de la humanidad entera se
viene ampliando a un ritmo acelerado, sin que nadie sepa cómo
combatirla. Cada día hay más abortos espontáneos y niños malformados o
con enfermedades graves, de nacimiento. No hay estadísticas públicas,
por supuesto, pero se sabe, se padece, y se sufre. La promesa de los
inseminadores es la siguiente: sólo inseminamos con semen de alta
calidad, de hombres seleccionados por su lozanía, su excelente salud y
su alto cociente intelectual. Se olvidan decir que son hombres también
de vanidad y cinismo descomunal, ya que se embriagan con el proyecto de
tener cientos de descendientes sin tener que reconocerlos jamás, al
simple costo de una masturbación rentable, en una probeta de
laboratorio. Si esta ausencia de sentido moral también se transmite
genéticamente, pobres la madres eventuales que anhelan parir semejantes
monstruos, por mucho premio Nobel que pregonen las agencias. Así pues,
la industria de los recién paridos ya está especulando sobre una
infertilidad galopante, y una desconfianza general de la procreación
natural, pues busca extender sus actividades hasta sustituir la
procreación natural, “espontánea”, como dicen los ganaderos, quienes
procuran evitarla a toda costa.
Otra circunstancia que nos ocultan
los traficantes en el mercado de los recién nacidos: la voluntad general
de reducir la población africana, en primer lugar, y de los países
pobres en general (ver http://redinternacional.net/2019/06/14/el-fabuloso-negocio-de-los-recien-paridos-quinto-capitulo-el-bioterrorismo-de-estado-por-maria-poumier/).
Confían en este proyecto de las élites occidentales para que se
difundan los venenos ideológicos capaces de reducir cada población:
contracepción, aborto masivo, desapego entre hombres y mujeres,
maternidad lo más tardía y reducida posible. La desertificación del
instinto familiar abre el camino a la compra de recién nacidos, porque
no desaparece la angustia vital que genera el individualismo extremo
(ver http://redinternacional.net/2018/11/05/el-fabuloso-negocio-de-los-recien-paridos-segundo-capitulo-por-maria-poumier/)
Una buena noticia para terminar esta
actualización de nuestra información: en España la agencia Subrogalia
ha perdido varios juicios, tras demandas de parejas que se consideraron
extorsionadas, y su presidente Dídac Sánchez está buscando dedicarse a
otras actividades menos arriesgadas. Lo que hace falta es formarle
juicio a cada agencia, en cada país, por tráfico de seres humanos y
esclavización de mujeres, a escala internacional: es responsabilidad de
las organizaciones que luchan por la familia y los derechos humanos. Y a
continuación, volvamos a nuestros argumentos de espectro más
específico, y de tono más desapasionado, lo conveniente cuando se
procura impactar en algún debate de horizonte limitado a lo que ocurre
en el presente.
Algunos efectos secundarios, o daños colaterales, de la industria de los vientres de alquiler
Agencias y laboratorios nos ocultan
cuidadosamente las nuevas enfermedades que ostentan los seres humanos
engendrados por extracción, descongelación e injerto por violación a
través de una jeringuilla, seres extremadamente frágiles, que crecen
forzados por la ciencia a partir de embriones seleccionados entre otros
muchos sacrificados, o sobrevivientes de abortos provocados en el caso
muy frecuente de gestación múltiple.
La próxima generación es la que
descubrirá los estragos de la bioquímica destrabada de cualquier
referencia a la moral natural. Pero ya están llegado de EEUU noticias de
cánceres y muertes por eclampsia de mujeres que se prestan a poner
óvulos frenéticamente como ranas, o si se prefiere huevos como gallinas,
o a gestar embriones ajenos, implantados a la fuerza, que su cuerpo
rechaza.
El Occidente capitalista venció en los
años 1990 al bloque socialista con sus promesas atractivas de acabar con
la represión de las exigencias populares. Al cabo de treinta años, no
es la libertad la que ha ganado la batalla, es el imperio hipnótico de
la propaganda comercial lo que ha triunfado en la juventud, incluso en
el manejo de su propia vitalidad. Además las promesas de la sociedad
hedonista son ilusorias. Si no tenemos datos estadísticos sobre los
desajustes de los niños artificiales, sí los tenemos para las mujeres
que abortan. Los efectos secundarios mentales pueden surgir con veinte o
treinta años de retraso, pero son generales e imposibles de evadir; los
siquiatras, sicoanalistas y sicólogos los observan constantemente: el
aborto genera neurosis profundas, aun entre las mujeres que no lo
confiesan; es el primer factor común entre las que se suicidan. No
soportan rememorarse una decisión tomada precipitadamente en la
juventud, para resolver con una medida de emergencia una situación que
las abrumaba. En su momento, el argumento fue el derecho de la mujer
sobre su propio cuerpo. Más tarde, se dan cuenta que cedieron a la
presión de su entorno, y a la facilidad ofrecida por los servicios
médicos legales. Pero después descubren que el mundo de las normas
circundantes es el que las devoró a ellas, las hizo actuar en contra de
su conciencia soterrada, porque nunca quisieron convertirse en asesinas,
pero se ven a sí misma como tales, al final de la jornada.
Para tomar conciencia a tiempo del
efecto boomerang de la decisión de abortar, cualquier mujer puede sacar
una cuenta elemental: como dice Lia Mills, si se trata de una mujer que
se creyó demasiado pobre para tener el hijo, el eliminarlo no la hizo
más rica. Si se trata de una mujer que se creyó demasiado sola para
criar a un hijo, el eliminarlo no le proporcionó ninguna compañía a
cambio. Si lo que quiso ocultar es un engaño al marido o al amante o al
novio, no va a recuperar ni su pureza, ni su marido, ni su amante, ni su
paz espiritual. Si se avergüenza de una relación, por diferencia de
edad, o de estatuto legal, el hijo, más tarde, le devolvería su nobleza a
esa hazaña azarosa. En general el aborto es una venganza, aumenta una
violencia e instaura la violación como ley subyacente bajo el pacto de
agresión entre dos culpables, un ex futuro padre, una madre tachada. Si
bien al principio, la legalización de contracepción y aborto se
contempló como un remedio al infanticidio y al abandono de recién
nacidos, ahora se extienden cada vez más los plazos para abortar, ya no
con la justificación de un problema de salud de la madre, sino solamente
por motivos de conveniencia. Para contrarrestar la presión y la tarea
educativa de los movimientos anti-aborto, hay ministerios de salud en
los países “desarrollados” que quieren establecer como norma que cada
hospital practique un aborto por cuatro nacimientos. En Francia, uno por
cinco ya es el promedio anual. La sociedad de consumo exige sangre
inocente, y nos consume a nosotros. Un reproche generacional empieza a
emerger en las sociedades más empeñadas en tratar a los niños por nacer
como un estorbo, y al embarazo como una enfermedad vergonzosa: los
jóvenes se sienten sobrevivientes de una matanza en su familia, y
reprochan a sus padres haberles privado de hermanos. En Francia, el
poderoso movimiento de Los Sobrevivientes obtiene resultados notables en
el cambio de las costumbres y el despejar de la conciencia,
especialmente entre los varones.
Descubren la socarronería reinante en
las normas medicinales imperantes. Así, la píldora del día siguiente,
gratuita para las menores y muy recomendada a las adolescentes, provoca
en realidad un aborto muy temprano; pero no se les dice a las chicas,
sino que se le llama “contracepción de emergencia”. Al no requerir
autorización de los padres, la toma de la pastilla mortífera la pueden
repetir varias veces, basta con cambiar de farmacia, sin que nadie se
entere, con daños irreparables para su propia salud. Los propios
inventores del artefacto se encuentran ahora en pugna con los inventores
de la píldora del segundo día después… Obviamente con esto se estimula
la irresponsabilidad en la juventud, y el abuso desenfrenado del sexo.
Las consecuencias a largo plazo todavía se nos tienen secretas en el
aspecto técnico; en el aspecto espiritual, los daños saltan a la vista.
En los países donde la hipocresía consumista alentada por el Estado hace
más estragos, no hay ninguna comisión del Ministerio de salud, ni
investigación universitaria, ni la menor preocupación sobre el
debilitamiento de la población por estas sangrías acumuladas de nuestra
vitalidad. Si la esterilidad fisiológica se viene solapadamente, en
estas últimas generaciones, con las parejas que tardan en estabilizarse,
las mujeres que no quieren parir antes de los 35 o 40 años y los
divorcios que de hecho limitan los nacimientos, se puede decir que la
esterilidad mental ya se ha adueñado de los países más ricos y
hedonistas.
Maria Poumier 2019
Publicado originalmente por Red Internacional
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Capítulos anteriores:
I El fabuloso negocio de los recién paridosI: cunde la esterilidad
II Hacia el exterminio de la raza humana por la contaminación: aquí hay gato encerrado
III Maltusianismo y eugenismo:
IV La responsabilidad israelí
V El bioterrorismo de Estado
