viernes, 21 de agosto de 2020

P. FELIX SARDA Y SALVANY





P. Felix Sarda y Salvany- A los fieles se les permite y se les ordena resistir la mala doctrina


Influenciados por la idea progresista de que nadie puede juzgar a nadie, una idea tan extendida en Estados Unidos que se está convirtiendo casi en una paranoia, muchos católicos tradicionales se vuelven inseguros al decir que una doctrina o una persona está equivocada y que va en contra. la enseñanza pasada de la Iglesia.

En el texto a continuación, el P. Sarda y Salvany aclara que el laico no solo tiene el derecho sino el deber de emitir juicios de peso sobre importantes asuntos de fe basados ​​en la razón humana debidamente iluminada por Dios.

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Sí, la razón humana, como dicen los teólogos, tiene cabida en materia de religión. La fe domina la razón, que debe subordinarse a la fe en todo. Pero es completamente falso pretender que la razón no puede hacer nada, que no tiene ninguna función en materia de fe. Es falso pretender que la luz inferior del entendimiento humano iluminada por Dios no puede brillar en absoluto porque no brilla con tanta fuerza o claridad como la luz superior de la fe.
Sí, a los fieles se les permite e incluso se les ordena usar la razón para servir a su fe, para extraer sus consecuencias, para hacer aplicaciones de ella, para deducir paralelos y analogías de ella.Por tanto, utilizando su razón, los fieles pueden sospechar o medir la ortodoxia de cualquier doctrina nueva que se les presente, comparándola con una doctrina ya definida. Si no está de acuerdo, pueden combatirlo como malo y estigmatizar con justicia como malo el libro o la revista que lo sustenta.
Por supuesto, no pueden definirlo ex cathedra , pero pueden legítimamente considerarlo perverso y declararlo así, advertir a otros contra él, dar el grito de alarma y dar el primer golpe en su contra. El laico fiel puede hacer todo esto, y lo ha hecho en todo momento con el aplauso de la Iglesia.
Ni al hacerlo así se convierte en pastor del rebaño, ni siquiera en su más humilde asistente; simplemente lo sirve como un perro guardián que da la alarma. Bastones Oportet allatrare. “A los perros guardianes les corresponde ladrar”, dijo muy oportunamente un gran obispo español en referencia a tales ocasiones.