viernes, 7 de agosto de 2020

PENA DE MUERTE EN ARGENTINA






Pena de muerte en Argentina: militares ancianos con Covid-19

Como muchos de uds. saben, quien les escribe, es hijo de un militar argentino que, allá por los años ’70 cumplió con su deber luchando contra la subversión marxista. Pasados los años y con la débil asunción al poder del matrimonio Kirchner, «para ganar la calle», viendo que se debía aglutinar a la izquierda, hicieron surgir los «juicios de la venganza», como bien se los ha llamado.

Para ello, no quedó otra alternativa que destruir el estado de derecho, dejando de lado las famosas leyes de «Obediencia debida» y «Punto final», el Tratado de Roma, y varios principios jurídicos («irretroactividad de la ley penal», el «non bis in ídem», la «ley más benigna», y un largo etcétera que aburre mencionar). 
– «Usted era militar en la década del ’70 en Argentina, entonces es un represor… «.
Punto.
La condena en estas parodias de juicios ha sido siempre la misma: «cadena perpetua» que, para estos gerontes, a casi cincuenta años de esa defensa contra el terrorismo, es lo mismo que decirle: «nos vemos en la eternidad». En la Iglesia, sólo algunas voces, como la de Mons. Lona, Baseotto y, últimamente, Mons. Olivera, han dicho algo en pos de esta vergüenza nacional.
Es verdad que, en pocos casos, (a diferencia de las causas de políticos corruptos), con el tiempo y con mucho esfuerzo, algunos jueces les han otorgado la prisión domiciliaria. Pero, para la mayoría la pena se cumple en cárceles comunes (sí: las «cárceles militares» también fueron, hace años, abolidas). Pues bien, parece que ahora, finalmente, se ha vuelto a esa cristiana práctica, con la que tanto mi padre como yo estamos de acuerdo, de la pena de muerte: pena de muerte por Covid-19. Y estamos de acuerdo aún para su propio caso, es decir, ante una posible «falencia del sistema». Porque la cadena perpetua es inhumana.
Así es pues, como tantos otros detenidos (justa o injustamente), los militares han pedido que se les otorgara también a ellos el cumplimiento de la prisión en sus domicilios por ser «grupo de riesgo». La respuesta fue, escuetamente: «para los represores, ni justicia» (aunque a más de 4000 delincuentes comunes se las han otorgado, por cierto, para que volvieran a delinquir).
Consecuencia: hoy nuestro padre, sin visitas desde hace cinco meses y habiéndosele negado el arresto domiciliario, ha contraído el virus y se encuentra en un Hospital de infectados.
Tengan cuidado, que puede ser que pierda esta batalla, pero no habrá sido por las armas del marxismo, sino por un virus monárquico e imperialista: el Corona-virus.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE