¿ESTÁN OBSECIONADO CONMIGO?
Es
agotador, realmente agotador. Me han acusado de ser ideólogo de los
cacerolazos, de armar escraches a funcionarios K, de estar a sueldo de
Clarín, de ser amigo de nazis, de estar vinculado a ex represores, etc.
Mil etcéteras. Los que lo hacen gozan de la impunidad de cobrar
sueldazos del Estado y ostentan protección política ad hoc.
No
hay manera de hacer nada en estos casos, porque nadie se hace cargo ni
nadie permite que uno pueda defenderse de tan disparatadas acusaciones,
sobre las cuales, dicho sea de paso, no se presenta una sola evidencia
concreta.
No
existen, al menos en estos casos, comunicados de colectivos como FOPEA
ni pronunciamientos de organismos como el CELS ante tamaña campaña de
difamación. Tampoco repudio de diputados o senadores. Para tener esa
suerte hay que ser operador de medios oficialistas que pertenecen a
Sergio Szpolski, un bribón que robó 3 millones de dólares a la AMIA y
“quebró” el Banco Patricios, dejando cientos de miles de perjudicados.
Es
obvio a esta altura que tendría que haber aceptado cuando en 2007 este
personaje me ofreció trabajar para él. Hoy todos saldrían a repudiar las
injurias que recibo. Mejor aún: directamente nadie me atacaría desde el
aparato del Estado.
En
fin, luego de varios días de no aparecer en las calumniosas columnas de
Página/12, Tiempo Argentino, revista Veintirés y demás, 678 volvió este
miércoles a acordarse de mí, esta vez para acusarme de estar detrás de
la denuncia que Clarín hizo contra periodistas-operadores K. ¿Cuál es
el límite de la racionalidad? ¿En serio se creen semejante estupidez o
los mandaron nomás a decir lo que fuere desde Casa de Gobierno?
Insisten
en vincularme con el grupo Clarín y es paradójico ya que he escrito una
veintena de notas contra ese grupo, la mayoría cuando este era “dedo y
uña” con el kirchnerismo. En esos días, los mismos que hoy me asocian al
holding maldito, me trataban de “cipayo” por meterme con el Gran Diario
Argentino, modelo del intrínseco nacionalismo K.
Como
he revelado en más de una oportunidad, dos veces rechacé trabajar para
el grupo Clarín, por ética personal. ¿Tan difícil es de entender que
nada me vincula con ese medio de prensa al cual no respeto?
Si los esbirros que hacen 678 hubieran leído esta semana mi nota acerca de la denuncia contra periodistas K,
se hubieran sorprendido gratamente ya que allí hago acusaciones muy
duras contra Clarín, particularmente por ser el inventor de la “no
noticia”. Es decir, el hecho de dirimir cuestiones privadas en ámbitos públicos.
Hablando
de esa cuestión, aparece un tópico interesante en el video que me
dedicó anoche 678. Tiene que ver con un tuit publicado por mí criticando
a Martín Sabbatella por su desconocimiento del derecho. ¿Cómo insistir
en sostener que no existen más los delitos de calumnias e injurias?
Ese es un mito K que muchos se han tragado, pero es falso. No se eliminaron esos delitos, sino que se despenalizaron. Ahora, en lugar de ir a prisión, uno debe pagar millonarias multas de dinero.
Más
allá de esa anécdota, que demuestra la ignorancia de Sabbatella, lo
curioso es que me atacaron por opinar a través de mi cuenta de Twitter. Y
lo hicieron en el mismo segmento en el cual criticaron a Clarín por
intentar querellar a periodistas… ¡por su opinión!
Otra
incongruencia la da el hecho de que todos protesten por el intento de
criminalizar el trabajo periodístico pero nadie diga nada sobre las
querellas que insisten en hacer los funcionarios K contra los hombres de
prensa. De eso nadie habla.
Independientemente
de esta contradicción, es sorprendente la dimensión que le da el
Gobierno a mis comentarios. ¿Tan importante soy? ¿Seré un personaje
relevante y aún no lo descubrí?
En realidad, el problema del kirchnerismo es con Tribuna de Periodistas
más que conmigo. Nos lo han dicho una y otra vez las mismas fuentes
oficiales que nos regalan primicias sobre la corrupción del Gobierno. Entre
los medios que quieren hacer desaparecer después del 7D, este portal es
uno de los principales, siempre según estos informantes.
¿Debo entender entonces que tanto ataque mediático tiene que ver con esa obsesión del oficialismo de turno? Por lo visto, sí.
Así
y todo, no puedo dejar de molestarme por la embestida persistente de la
prensa carroñera. No tanto por mí honor —el cual se ve claramente
afectado por tanta mentira— sino por el hecho de que tengo una familia
que no deja de preocuparse cada vez que ve uno de esos informes que me
golpean.
“¿Y si un día pasan de los informes a la violencia y te mandan a matar?”,
me dijo hace poco uno de mis hijos. Me dolió el corazón como pocas
veces en mi vida. ¿Cómo decirle que ello es imposible que suceda? ¿Es
imposible que suceda?
El
daño que ha hecho el “periodismo militante” en los últimos años es de
una gravedad pocas veces vista. Cuando no exista más el kirchnerismo,
será muy difícil volver a poner las cosas en su lugar y, lo que es más
importante, será harto complicado reparar el surco divisorio que este ha
provocado en la sociedad.
Solo
una cosa me tranquiliza mirando el horizonte del promisorio futuro:
algún día estos mercenarios disfrazados de periodistas tendrán que dar
cuentas de todas sus macanas.
Christian Sanz