*”INCREÍBLE PERO CIERTO”
Por Malú Kikuchi (27/9/2014)
Esto sucedió. El 14 de agosto 2014, en el barrio de la Boca, calle Irala, que visitaba un joven turista canadiense, Alex Hennessy, fue asaltado, revólver en mano, por Gastón Aguirre, argentino, 33 años, ex presidiario.
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Agurirre, de día, subido a una moto le gritaba apuntándole, “¡dame la
mochila, dame la mochila, dame la mochila!” Todo el episodio fue grabado
por una cámara Go Pro, un milagro de la tecnología, que el turista
llevaba en la gorra para documentar su viaje alrededor del mundo. Acá lo
hizo.
Hennessy corrió y zafó del robo. Subió su video a Internet y así fue que
nos enteramos del hecho. Aguirre fue detectado, registrado por alguna
cámara de las que están en la calle y detenido … por un ratito.
Considerando todo lo que sucede a diario, esto es un mínimo hecho sin
importancia.
Sin embargo, visto con amplitud de miras, sin quedarse en el fallido
robo en sí, es por desgracia la muestra palpable de la situación actual
del poder judicial, de la policía, de los medios, de la sociedad toda.
Estamos mal.
Más que mal, estamos peor. Hemos perdido la noción de lo que está bien y
de lo que está mal. Ya ni siquiera es el “relativismo” pecaminoso del
que hablaba el Papa Benedicto XVI, como el peor pecado del siglo XX y
XXI.
Gastón Aguirre tuvo una condena de 8 años por dos asaltos a mano armada.
Nunca usó el arma, sólo amenazó, pero estaba cargada. Al salir en
libertad, no delinquió más. Es lo que dice. Está separado de su mujer,
María José Coutelo y tiene un hijo de 14, que cumplía años ese día.
Según Aguirre, hacía 5 meses que no veía a su hijo porque su mujer se lo
impedía (¿verdad?) y quería hacerle un regalo y llevarlo a pasear ya
que cumplía años. Aguirre asegura haber perdido su trabajo en una
panadería donde hacía repartos, porque su moto se estropeó y cuando la
arregló, el panadero le dijo que no tenía más el trabajo.
Alegó: “yo no salí a matar, ni a lastimar a nadie”, pero el arma estaba
cargada. “No tenía un mango”, ¿por qué no vendió el arma? Dijo que en
vez de venderla (después del robo fallido), la tiró al río (¿verdad?)
para no entregársela a otro que saliera a robar. ¡Cuánta bondad! La
moto, de 2° mano, le costó en el 2012, $26.000 y todavía está pagando
las cuotas.
No se le ocurrió vender la moto para conseguir dinero. Ni la muy buena
campera de la selección nacional que llevaba durante el robo. Reconoció
que el hecho “fue un error”. No dijo un “delito”, definición correcta,
dijo un error. Una muestra cabal de la confusión moral del individuo.
Daba pena. ¿?
¿Cómo conocemos todos estos pormenores?, muy simple, Mauro Viale lo
llevó a la TV y le hizo una entrevista, la gente se compadeció de “este
pobre padre que sólo quería algo de dinero para festejar al hijo en su
cumple”.
Fabián Doman, periodista, contó que su producción lo llamó después de
ese programa para invitarlo al suyo, pero el “héroe” pidió $3.500 para
asistir. Algo que le negaron. Y Aguirre sigue libre, en su moto por las
calles, no sabemos si consiguió trabajo o si lo buscó, no sabemos de qué
vive.
El secretario de Seguridad, Sergio Berni dijo que: “toqué varios timbres
en el poder judicial para obtener una orden de detención”, no la
obtuvo. La jueza María Romilda Servini de Cubría dijo: “Cuando lo
detuvieron a este Señor no estaba haciendo nada”. ¿Señor? Muy amable
para un ladrón.
Si el video no basta, si el ladrón se convierte casi un desgraciado
héroe para los que lo miran por TV, ¡un pobre padre que quiere festejar a
su hijo y no tiene con qué!, si nadie en el poder judicial emite una
orden de arresto, si para la jueza “el Señor” no estaba haciendo nada en
ese momento, algo huele muy mal en Argentina. La moral está podrida.
A la jueza hay que advertirle que en algún momento Jack el destripador
tampoco estaba descuartizando prostitutas, no lo hacía todo el tiempo.
Eso no quita el hecho de que fuera un asesino serial. Que el poder
judicial esté aterrorizado por Zaffaroni, o lo que es peor, convencido
por las demenciales ideas de Zaffaroni, es gravísimo. Que los medios,
por lo menos algunos, se presten a llevar a la fama a un ladronzuelo de
cuarta, intranquiliza sobre la misión del cuarto poder, hoy en su
mayoría, un poder de cuarta.
El hecho es chiquito, intrascendente, no sucedió nada. El único pequeño
problema, fronteras afuera, el que el video, “made in Argentina”, deja
al país como lo que es hoy: el reino de la inseguridad. Turistas,
abstenerse.
Puertas adentro, tipifica hasta qué punto Argentina ha descendido, no ya
en producción de carne, leche, trigo, maíz y educación y hemos subido
en corrupción, droga, inflación, relatos épico/imaginarios, en peleas
gratuitas con el mundo; todo esto demuestra qué bajo hemos caído
moralmente.
Ladrones sueltos, chiquitos, grandes y algunos muy importantes; un poder
judicial que se mueve al compás de lo que pudiera suceder, atento al
poder político; medios acomodaticios buscando rating a como dé lugar, el
tema no importa, los auspiciantes se fijan en el rating, y la sociedad
mira impasible, impotente. Algunos se conduelen de la mala suerte del
“pobre tipo”, y a nadie le importan las leyes ni el uso correcto de las
palabras que son toda una definición, “¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!
/Lo mismo un burro, /que un gran profesor /No hay aplazaos ni escalafón
/ los inmorales nos han igualao…”
Propuesta pragmática: aceptar que el himno nacional es “Cambalache” y
olvidar, por lo menos hasta el 10/12/2015, el “Coronados de gloria
vivamos/ ¡O juremos con gloria morir!”
• “Increíble pero cierto”, nombre de un popular programa de TV, hoy de
un blog.
• Cambalache: tango, letra y música de Enrique Santos Discepólo, 1934.