Semana... ¿del estudiante?
Por
nuestros días nos encontramos con un fenómeno juvenil local digno de ser
atendido, pues incumbe a las costumbres y a las conductas de nuestros jóvenes,
adultos del mañana.
“Semana
del estudiante”… ¿Qué es esto?
Algún
ingenuo podrá pensar de que se trata de jornadas estudiantiles académicas…;
otro, de competencias intercolegiales de cuestiones relacionadas con el saber y
con la cultura.... Otro, de que, luego de haberse cumplido una parte del ciclo
lectivo, las instituciones compensan a los alumnos con los mejores promedios
becándolos con viajes de estudio a los mejores lugares históricos y culturales
de Europa, por ejemplo… Pero no. Nada que ver.
Lo
peor de todo es que los jóvenes no organizan dicha semana por sí solos, sino
que la organizan junto con los mayores y adultos, con el aval de colegios, padres
y municipio. ¿Y las consecuencias cuáles son? Jóvenes abatidos por el vicio y
la corrupción, que asisten a las escuelas para todo menos para estudiar y
aprender…
Entonces
¿Semana del estudiante? O ¿Semana del atorrante?
¡Pobre
juventud! Está siendo conducida por caminos que llevan a la perdición. La
juventud está llamada al heroísmo y al esfuerzo superador de dificultades que
templen el carácter, que maduren la personalidad y que sirvan de experiencia para
poder encarar el día de mañana la responsabilidad de formar familias y
comunidades.
¿Y
dónde radica el problema? De modo superficial, en los fines de la educación.
Una escuela no ya educadora, sino inclusiva, contenedora, permisiva,
desautorizada… Y de modo más profundo: en la sociedad irreligiosa de hoy, que
sin el Decálogo de Dios, sin una moral definida, soltada a la suerte y al
capricho de la libertad y la autonomía absolutas de cada sujeto, engendra en
potencia al hombre light, al decir de
Enrique Rojas.
Recordemos
finalmente, que el joven tiene un cúmulo
de vitalidad enérgica contenida dentro suyo que debe ser explotada y bien
encauzada para que madure en la adultez. Y que los adultos deben encargarse de
propiciarles ocasiones de esfuerzo, de sacrificio, de heroicidad, ayudándoles a
proponerse metas y objetivos sublimes y presentándoles buenos arquetipos que
sea una locura no lanzarse a imitarlos…
Algo
para rematar: ni hablar del negocio que significan los festejos estudiantiles para
los dueños de los lugares donde se hospedan los jóvenes durante esta semana.
Que Dios bendiga a nuestros jóvenes y suscite
vocaciones de buenos padres y educadores.