El Papa y Julián Domínguez conversan sobre un indulto en las causas que afectan a CFK
por Guillermo Cherashny •
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Hay un tema que apasiona a los argentinos hace tiempo y se discute en
mesas de café, restaurantes, reuniones informales y embajadas
extranjeras, y es tratar de imaginar si la presidente entregará la banda
presidencial el próximo 10 de diciembre de este año. Y no se refieren
estas charlas a una interrupción del orden constitucional y ni siquiera a
un adelantamiento de las elecciones presidenciales, que algunos
analistas políticos creen posible aunque no probable, debido a una
eventual crisis económica por la falta de dólares.
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Más teniendo en
cuenta que el gobierno pensaba emitir bonos 2024 por 2.000 millones de
dólares con los bancos JP Morgan y Deusche Bank, quienes fueron
desalentados por el juez Thomas Griesa, que tiene jurisdicción sobre el
default argentino. Estamos entonces hablando del marco de una relativa
normalidad institucional, es decir, que las elecciones se celebren en la
fecha convenida y que el 10 de diciembre el gobierno traspase el poder
al presidente electo.
Final cambiado
Pero hay operaciones que pueden cambiar el final. En efecto, el
embajador argentino ante la Santa Sede, Eduardo Valdez, estaría
conversando con un representante del papa Francisco para que la
presidente y Amado Boudou renuncien el 8 ó 9 de diciembre. Lo mismo
haría el que sigue en la línea sucesoria, el senador Gerardo Zamora,
presidente provisional del Senado, y asumiría entonces la presidencia de
la Nación el presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez, de
estrecha relación con el Santo Padre. Entonces, antes de la entrega de
la banda presidencial, Domínguez dictaría un indulto en todas las causas
en las cuales la presidente y su familia están imputados o
eventualmente procesados por delitos contra la administración pública o
bien lavado de dinero. Los indultos presidenciales en nuestro país
siempre fueron muy generosos y aun en causas que todavía estaban en
proceso, como en el caso de José Ibáñez, a quien el presidente Hipólito
Yrigoyen indultó por el delito de hurto, cuya condena no estaba firme, y
también se recuerdan los dictados por el presidente Carlos Menem, que
beneficiaron a militares y ex guerrilleros, pero luego los Kirchner
excluyeron de los mismos a los delitos de lesa humanidad. Obviamente, un
indulto para delitos de corrupción dictado por Domínguez sería
escandaloso, salvo que sea bendecido por su Santidad, en aras de la
pacificación de los argentinos en el inicio de un nuevo gobierno
democrático. Algo no fácil de sostener, porque las diversas convenciones
internacionales contra la corrupción, a las cuales Argentina adhiere,
se oponen terminantemente a esta salida.