AMIA-NISMAN. Los misterios de ambas causas
27/02/2015AMIA, Atentados, Embajada de Israel
Misterios
Sicario persa de la antigüedad. Aúltimo momento fue reemplazado por un OO7 venezolano. ¿Sería Ilich Ramírez, “El Chacal”?
POR JUAN SALINAS
Ahora que quedó blanco sobre negro la sorprendente Sicario persa de
la antigüedad. A último momento fue reemplazado por un 007 venezolano.
¿Sería Ilich Ramírez? “El Chacal”?nulidad absoluta del escrito del
extinto fiscal Nisman que pretendió culpar a la Presidenta y su
canciller de proteger a los supuestos instigadores del ataque a la
mutual judía de Buenos Aires; ahora que está claro que debería someterse
a revisión el voluminoso escrito con el que el fiscal fundamentó (es un
decir) el pedido de alertas rojas contra un ex presidente y otros
funcionarios de la República Islámica de Irán acusándolos con idéntica
falta de sustancia de haberlo ordenado; ahora que se desploma la versión
de que a Nisman lo asesinaron (echada a rodar alegremente por Jorge
Asís, Antonio Laje y otros seuespiritistas que hacen como que se
pudieron comunicar con él después de muerto), ahora, digo, que se han
disipado tantas corinas de humo, comienzan a refulgir los verdaderos
misterios del caso Nisman:
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1) Quien lo apretó y con qué (dos veces expresó el fiscal con
claridad que no podía sino hacer lo que hizo) para obligarlo a consumar
la locura de acusar intempestivamente en plena feria judicial a la
Presidenta sin contar siquiera con mísero cuatro de copas (primero
tácitamente la jueza Servini de Cubría, después el juez natural de la
causa, Canicoba Corral, y por último el ex secretario general de
Interpol, Robert Noble, lo refutaron); 2) quien le avisó a Damián
Pachter que Nisman había muerto con casi dos horas de anticipación a la
hora en que fue informada la Presidenta y seguidamente le ordenó darse a
la fuga hacia Israel, con quien nuestro país no tiene convenio de
extradición; 3) Qué servicios le prestaban al occiso Claudio Rabinovitch
y Diego Lagomarsino y cuál era la naturaleza de la relación que los
unía, y 4) Por qué Lagomarsino mintió descaradamente tanto al decir que
a) había tenido que enseñarle a Nisman a utilizar la sencillísima
pistola Bersa 22 –sobre la que no hay huellas suyas- siendo como era que
Nisman, que se sentía más agente de inteligencia que funcionario
judicial y sabía perfectamente disparar con armas cortas, b) Nisman le
dijo que necesitaba imperiosamente un arma para llevar en la guantera de
su camioneta (en realidad, de una empresa vinculada a la CIA) por si
salía sin custodia a pasear con sus hijas “y se le venía encima un
loquito con un palo gritándole traidor” porque (además de la traición
del inconsciente que entrañaría esta frase si de verdad hubiera sido
pronunciada ¿traidor a qué? ¿a Stiuso? ¿No revela mala conciencia por
obedecer a otros estados que no son el nacional que le pagaba su
abultado sueldo y el de sus muchos colaboradores?) no se entiende a qué
podría deberse la urgencia, ya que las hijas de Nisman estaban en Europa
con su madre. Por fin, Lagomarsino también mintió al decir que no tenía
la menor idea de que Nisman podría tomar una decisión irreversible, ya
que el domingo por la mañana, cuando todo indica que Nisman ya no estaba
vivo, le envió un tuit preguntándole “¿Estás más tranquilo ahora?”.
Quizá siga habiendo quien quiera seguir desviando la atención hacia
un supuesto asesinato del infortunado fiscal, que estaba siendo acosado
por Laura Alonso y Patricia Bullrich mientras le pedía desesperadamente a
su puenteado mentor Stiuso que le diera algo de carne para zafar en su
inminente presentación en la Cámara de Diputados. Parece imposible, pero
quizá haya algún necio inasequible al desaliento que siga respaldando
el bulo echado a rodar por un vocero oficioso de la inteligencia militar
israelí hace unos días: que Nisman habría sido asesinado por un sicario
iraní que se había ganado su confianza (¡hasta el punto de recibirlo en
calzoncillos!) diciéndole que era un desertor de los servicios secretos
persas que le podría facilitar evidencias que no dejaran dudas de la
responsabilidad de los ayatolás en el atentado.
Es probable que siga habiendo quien quiera sostener otros bulos
puestos seguidamente en circulación para tapar el estruendoso fracaso de
aquél, como el que pretendió instalar la existencia de un comando
asesino mixto venezolano iraní entrenado en Cuba (echado a rodar por
Eduardo Van der Kooy en la nota principal de la pasada edición dominical
de Clarín) o su variante, pergeñada por el bruñido Guillermo Cherashny y
Jorge Asís, que redujo el nutrido comando a uno o dos agentes
venezolanos.
Pero toda esa hojarasca ya no podrá tapar el mayor misterio de todos:
Por qué, a partir de un acuerdo espúreo entre los gobiernos de Isaac
Rabin y Carlos Menem, homologado por el de George W. Bush, para desviar
las investigaciones dirigidas a identificar a los asesinos (siguiendo
las “intrucciones” de esos mismos asesinos, esto es, certificando la
supuesta existencia de falsas camionetas-bombas conducidas por supuestos
choferes kamikazes supuestamente del Hizbolá libanés que supuestamente
recibían órdenes de Teherán) de modo de ejercer un cuirioso per saltum y
culpar directamente a Irán de muertes y estropicios, por qué ese
acuerdo perverso se mantuvo incólume a través del paso de sucesivos
gobiernos hasta el momento en que Cristina Fernández de Kirchner firmó
un acuerdo con Irán para desbloquear una investigación ostensiblemente
paralizada.
Firma que provocó el virtual alzamiento del grueso de una Secretaría
de Inteligencia colonizada, con el firme respaldo e instigación de los
principales colonizadores: los servicios de inteligencia de los Estados
Unidos e Israel.
El gran misterio es por qué, a instancias de esa entente, la Corte
Suprema puso al frente de la “investigación” del primer atentado al
secretario Esteban Canevari en 1997, y desde 1999, hace 16 años, ésta no
registra ningún movimiento significativo, lo que por lo paradójico que
pueda parecer, no ha sido un fracaso, sino un éxito de Canevari, cultor
hasta ahora de un bajísimo perfil.
El gran misterio es por qué, a instancias de esa entente (y
especialmente de una DAIA que continua bajo el influjo del procesado
Rubén Beraja) en lugar de ser procesado por encubrimiento como sus
compañeros, los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, Nisman fue
rescatado del oprobio y puesto al frente de la recién creada UIF-AMIA
con la misión -ahora se ve claramente- de que nada, absolutamente nada,
la desviara del objetivo prefijado. Cuando Nisman se quiso salir de ese
libreto e investigar a familiares y allegados de Menem, fue regañado por
la Embajada de los Estados Unidos (a los que llevaba sus borradores
para que fueran aprobados) y se deshizo en disculpas por haberse
atrevido a tanto.
Ahora que Nisman no está y que la UIF-AMIA está en manos de un equipo
de fiscales probos y desprejuiciados, si el Estado, el CELS, otros
organismos de DD.HH, los familiares de la víctimas y, en general, el
pueblo argentino los respalda, es posible que haya una luz de esperanza.
Pero lo que está claro es que, para acabar con el encubrimiento, hay
que empezar por el principio. Y ese principio es la causa de la Embajada
de Israel, sobre la que está sentado Canevari con el aval de la Corte
Suprema.
Como indica el más elemental sentido común, ambas causas deben estar
en manos de los mismos investigadores, es decir, los de la UIF-AMIA.