viernes, 29 de julio de 2016

Diez años en el pabellón de la muerte

Diez años en el pabellón de la muerte

Jose Luis Milia 
“Esta polipatología supra referida, se encuentra detallada en el informe elevado al HT con fecha 08.01.15, firmado por el Dr. Daniel M. Velarde, Médico, especialista en Nutrición y Diabetes, del elenco profesional del H.P.C., C.P.F. I, Ezeiza. Del mismo surge que Miguel Osvaldo Etchecolatz padece de HTA, deterioro cognitivo leve a moderado, cáncer de próstata, hipertrofia prostática, patología vascular periférica, hipoacusia post traumática, síndrome vertiginoso, ACV en 1999 con hemiparesia derecha y tratado en la primera quincena de enero en nosocomio extramuros, por cuadro de deshidratación e infeccioso urinario con hematuria y leucocitosis con triple esquema ABT endovenoso al que no respondió inicialmente. En la ocasión en urocultivo se detectó enterococcus faecalis, lo cual señala contaminación por falta de higiene, frecuente, pese a las precauciones que puedan tomarse- en medios hospitalarios e institucionales.” Dr. Mariano Castex, Médico Forense. Informe sobre estado de salud de Miguel Etchecolatz.


En marzo del año 2009, un informe del Servicio Médico del Complejo Penitenciario Federal II (Marcos Paz) elevado a la Dirección del Servicio Penitenciario Federal- con copia al juez de ejecución- referido a la salud del Comisario Miguel Etchecolatz decía: “sufre adormecimientos e insensibilidad en partes del cuerpo y cara consecuencias de un accidente cerebro vascular anterior. También sufre de disminución visual, pérdida progresiva auditiva e insuficiencia cardiaca. Padece también de un tumor maligno prostático…”, para seguir después: “No obstante, ante la posibilidad de descompensación [que puede sufrir el interno] y teniendo en cuenta la situación geográfica del complejo donde está alojado y la gran distancia a los centros de alta complejidad para llevar a cabo eventuales derivaciones, se debe considerar la posibilidad que pueda ser alojado en otra unidad que presente un acceso más rápido a los centros referidos, cumpliendo el Complejo Penitenciario federal I (Ezeiza) con esos criterios…” Hoy, siete años después, el informe forense del Dr. Castex, no solo avala lo dicho por el Servicio médico del penal, sino que demuestra claramente que estos años de prisión sólo sirvieron, abandono de persona mediante, para que el proceso de deterioro de la salud del comisario Etchecolatz siguiera sin ser interrumpido por una atención médica correcta.
Quizás por ser uno de los primeros condenados su juez de ejecución -Carlos Rozanski, persona que en su infamia nada tiene que envidiarle al juez estrella del nazismo: Roland Freisler- se ensañó con él y no tengo duda alguna que sus seguidores ideológicos lo siguen haciendo. Si no estuviera de por medio la vida de un hombre y su salud, podríamos decir que lo que ha sucedido con Miguel Etchecolatz es parte de un rastrero vodevil. Obligado a pedir permiso hasta para ir a rezar en determinadas hora a la Capilla del penal un Viernes Santo se le prohibió ir a la misma pues creían -los ignorantes del poder judicial- que era un subterfugio para que el P. von Wernich, compañero de prisión, aprovechara a decir misa. Nadie le explicó a estos ignaros que un Viernes Santo ni siquiera el Papa puede decir misa.
Durante estos años, no se le escatimó a Miguel Etchecolatz ningún agravio. Cuando años atrás los “barrabravas” de Quebracho fueron detenidos en Marcos Paz por algún tipo de trapisondas comunes a ellos los empleados de la secretaría de DD. HH.- que debían tomarle declaración por sus denuncias de maltrato- con la complicidad de algunas lacras del SPF, los hicieron coincidir en una sala donde el resultado fue el previsto, el Comisario Etchecolatz molido a palos y durante un tiempo la hazaña fue festejada en las oficinas de la secretaría. Esta ordalía no se volvió a repetir porque los “quebrachos” fueron liberados con honores y la paliza había sido de tal consideración que el SPF tuvo que labrar un sumario.
También, para injuriarlo aún más, se aprovecharon sus salidas a diversos hospitales para que médicos “del palo”, avisados por los alcahuetes de la secretaría de DD.HH. tomaran los recaudos necesarios para “escrachar” al Comisario Etchecolatz. Es pueril creer que el cambio de gobierno ha mejorado condiciones de detención y abolido los malos tratos que reciben los presos políticos, este kirchnerismo “bien educado” que hoy tenemos ha olvidado incluso, la buena educación en los que al área de DD.HH. se refiere.
Me cabe el derecho de decir esto- que el Comisario Etchecolatz es un condenado a muerte al que sus verdugos no se animan a ponerle la soga en el cuello- porque nadie ignora que sistemáticamente se le impide, pese a su crítico estado de salud y a sus ochenta y cinco años de edad, acceder al arresto domiciliario; o cuando se le niega, invariablemente, la posibilidad de visitar a su esposa en su lugar de residencia ya que ella no puede desplazarse hasta Marcos Paz debido a su delicada salud, secuela de un atentado terrorista.
Quisiera terminar este escrito con las palabras: ¡si escuchan, habrá justicia!; pero esa es una frase que suena a joda en la argentina del “cambio”.