domingo, 18 de febrero de 2018
Desde el Real de la Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo
CONVERSACIONES
SOBRE PALESTINA
“No existe
la nacionalidad israelí”
Noam Chomsky – Ilan Pappé
En nuestra
mesa de trabajo se encuentra un libro con dos años de existencia. Contamos ese
número de años porque fue publicado en primera edición por Haymarket Books en la
ciudad de Chicago (año 2015) con el nombre de “Una Palestina”. Es éste el mismo
texto que ha sido coeditado por LOM Ediciones (Chile) Txalaparta (España) Icono
Editorial (Colombia) y Marea Editorial (Argentina). Poseen sus páginas un gran
interés para cuantos siguen de cerca la historia de las relaciones
internacionales en la zona de Palestina ocupada y que ente 1946-48 fuera
víctima del monstruoso crimen de genocidio (que continúa en estos años) para posibilitar
el surgimiento no, del Hogar Judío planteado por Lord Balfour al banquero
hebreo Barón de Rotschild en 1917, sino como un Estado puro y duro al que se
dio el nombre de Israel.
Esa patria
fue parida por capitalistas y comunistas en la ONU donde se consiguieron el 29
de, noviembre de 1947, los 33 votos (sic) de apoyo. Extraño, todo muy extraño,
no solo por el número tan especial sino por la oposición que durante mucho
tiempo mantuvo el “mariscal” Stalin al engendro político, sionista para el cual terminó dando la orden de
aprobarlo incluso facilitándole armas checoeslovacas novísimas destinadas a los
grupos de sicarios hebreos y luego para su ejército estatal. Los árabes como
protesta declararon una huelga general. Los delegados árabes en la ONU publicaron
una declaración negando el derecho de la Asamblea a dividir de aquel modo un
país, derecho que no le concedía la Carta de San Francisco y acusando que la
votación fue realizada bajo la presión de las grandes potencias.
Los
terroristas judíos y según decía la propia organización terrorista Haganah formaron
patrullas produciéndose horrores sangrientos en los asaltos a las aldeas palestinas con multitud de víctimas.
Mientras tanto el presidente de Estados Unidos, Harry Salomón Truman reconocía
de facto al Estado hebreo y la URSS por boca de Molotov anunciaba al mundo el
reconocimiento de jure (mayo 27 de 1948).
Pero
volvamos a repasar rápidamente el volumen con el fin de extraer ejemplos de su
posición. El texto que nos ocupa lleva hoy el título de “Conversaciones sobre
Palestina” entre Noam Chomsky, judío norteamericano nacido en Filadelfia en 1928
ex sionista y figura de la lingüística actual e, Ilan Pappé, israelí nacido en
Haifa en 1954 que si abandonó Israel por voluntad o a la fuerza no lo sabemos,
pero está presente el hecho indudable que, dadas sus profundas diferencias con
el sionismo, verdadera religión totalitaria del Estado que lo vio nacer y en el
cual hace años no habita. El citado profesor es autor de diversas obras, una de
las cuales “La Limpieza Étnica de Palestina”, fue motivo de nuestra seria
atención cuando “Cabildo” todavía aparecía impresa en formato revista.
Corría por
entonces el año 2017. La obra que estamos exponiendo hoy a nuestros camaradas,
se compone de 237páginas y se divide en dos partes. La primera, desarrolla los
diálogos de Noam Chomsky e Ilan Pappé. En la segunda sección del trabajo ambos,
presentan artículos entre los cuales debemos citar especialmente: “El Tormento
de Gaza, los Crímenes de Israel” de Noam Chomsky junto a otros también con
denuncias de crímenes de lesa humanidad como el que se publica con el acápite: “Breve
Historia del Genocidio Progresivo Perpetrado por Israel” el cual está firmado por
Ilan Pappé.
Veamos
pues la primera parte, deteniéndonos en la página 72. Allí se hace a los
autores, esta pregunta: “Si los judíos son un pueblo ¿cuál es el problema que
tengan un Estado? ¿Y por qué no deberíamos reconocer a Israel como Estado judío?”
Responde en primer lugar Ilan Pappé con argumentos que transcribimos: “Creo que
nadie que yo conozca, ha objetado jamás el derecho de un pueblo a redefinirse a
sí mismo en cuanto a nacionalidad, etnia o cultura. No hay motivo de objeción
desde la perspectiva del derecho o de la moral internacionales. Tampoco es
cuestionable el momento histórico en el que se decide hacerlo; aunque este
grupo en particular ya se ha definido en el pasado (en este caso, como un grupo
religioso). El problema es otro. ¿Cuál es el precio a pagar por esta transformación
y quién debe pagarlo? Si esta redefinición se produce a expensas de otros
pueblos, se convierte en un problema. Si un grupo ha sido víctima de un crimen
y está buscando un refugio seguro, no lo puede obtener expulsando a otro grupo
del espacio que desea como refugio. Esta es la diferencia entre lo que se
quiere como grupo y los medios que se utilizan para lograrlo. El problema no es
el derecho de la población judía a tener un Estado propio o no, ese es un
asunto interno en el que quizá los judíos ortodoxos podrían llegar a tener un
problema. La población palestina no se opone a que la judía forme un estado en
Uganda, como fue propuesto de 1902 a 1903. Ningún palestino en el mundo tendría
interés alguno en un escenario semejante. Esa es la cuestión principal: ¿cómo
se implementa el derecho a la autodeterminación?”
A
continuación interviene Noam Chomsky diciendo: “La idea del Estado Judío es una
anomalía (este subrayado pertenece a quien escribe esta nota). No es algo que
haya ocurrido en alguna parte del mundo. La pregunta se basa en una suposición
errónea. Tomemos el caso de Francia: transcurrió mucho tiempo para que llegara
a convertirse en un Estado. Hubo gran violencia y represión. De hecho, la
formación de un Estado es siempre un proceso de violencia extrema. Es por eso
que Europa fue el lugar más violento del mundo durante siglos. Una vez que se
establece un Estado, cualquier ciudadano es ciudadano del Estado. No importa
quien sea, si es un ciudadano francés es francés. Si vive en Israel, y es un
ciudadano israelí, es israelí, no es judío. Por ello, el concepto de Estado
judío es una completa anomalía. No tiene análogo en el mundo moderno, por lo
tanto, es obvio por qué no deberíamos aceptarlo. ¿Por qué aceptar esa anomalía
única? Todo Estado, si nos fijamos en su historia, fue creado mediante
violencia extrema, no hay otra forma de imponer una estructura uniforme a
personas con distintos intereses, antecedentes, idiomas, etc. Entonces se hace
por medio de la violencia. Pero una vez que ha sido creado, al menos en el
sistema del Estado moderno, cualquiera que sea parte de un Estado es
teóricamente un ciudadano igual a los demás. Por supuesto, puede no funcionar
en la práctica, pero es así la teoría. En Israel es totalmente diferente. Hay
una distinción entre ciudadanía y nacionalidad. No existe la nacionalidad
israelí (subrayado nuestro). No se puede ser un ciudadano israelí. Esto llegó a
ser tratado ante un tribunal en la década de 1960 y volvió a suceder
recientemente. Un grupo de israelíes querían que sus documentos los
identificaran como israelíes, no como judíos. La causa llegó hasta la Corte
Suprema, que falló en su contra. Esto refleja lo anómalo, el concepto de un
Estado judío, que no tiene equivalente en el sistema político internacional contemporáneo”.
Vuelve a
hacer uso de la palabra Ilan Pappé: “Paradójicamente, esto es utilizado por
Israel en un intento de sofocar cualquier crítica al Estado y a su ideología. Si
se sancionara a Israel, es un ataque al Estado Judío y, por asociación, un ataque
al judaísmo. Es un modelo de argumentación y defensa muy interesante. Esta
prohibición no funcionaría en ningún otro caso. Tomando como ejemplo la lucha
contra el Apartheid en Sudáfrica, es como si en el apogeo de la lucha contra el
Apartheid sólo hubiera estado permitido criticar algunas políticas de la
sociedad africana pero no la naturaleza del régimen. Para Israel es un gran
éxito haber logrado hasta el momento, inmunidad ante un momento de protesta
semejante. Definieron los parámetros del juego: está permitido manifestarse en
contra de las políticas de Israel, pero si se protesta en contra de Israel se
protesta contra el Estado judío y, por lo tanto contra el judaísmo. Es por ello
que es muy importante poner esto en el centro de la discusión”.
Noam
Chomsky interviene nuevamente: “Es interesante como ahora son los dirigentes
israelíes que lo están haciendo” (…) “Cuando Netanyahu dice: “Tienen que
reconocernos como Estado judío”, está diciendo: “Tienen que reconocernos como
algo que no existe en el mundo moderno”. "No existe tal cosa. Una vez más, si se
es un ciudadano de Francia se es francés. Si se es un ciudadano de Israel no se
es judío”.
El tema de
la nacionalidad judeo-israelí es un verdadero dilema. La Suprema Corte israelí
estudió el tema con motivo de un judío convertido al catolicismo que, siendo
monje católico solicitó se aplicara en su beneficio la “ley del regreso”. La
misma establece que toda persona de raza judía que ingresa en Israel tiene
derecho automático a la ciudadanía israelí. Su petitorio fue rechazado por la
Suprema Corte de Justicia israelí dictaminando que “un judío que se convierte a
otra religión cesa de ser judío en el sentido nacional israelí de la palabra”.
(Diario “La Nación”, Bs. As., Dic. de 1962).
De acuerdo a lo que hemos transcripto anteriormente en esta misma nota,
Chomsky y Pappé prueban que la problemática situación de la nacionalidad judía
no ha cambiado a lo largo de los años y se mantiene con claros intereses
anímico-raciales. Ante esto nos parece pertinente que finalmente se determine
con claridad, en qué se radica la nacionalidad judía, porque pueden darse los
siguientes supuestos:
A) que la
nacionalidad la confiere la raza: en este caso todo judío nacido en regiones
donde tiene vigencia el “Jus solis” gozaría de doble nacionalidad;
B) que la
nacionalidad la confiere la religión: aquí estarían excluidos por ateos los
judíos-comunistas y solamente son Israelíes
los judíos. Esto nos vuelve a lo afirmado más arriba por Noam Chomsky e Ilan
Papée: “Si se sancionara al Estado de Israel se ataca al judaísmo”.
Antes de
proseguir en cercano capítulo, queda algo por leer para meditar. Nos estamos
refiriendo a un párrafo del “Diario de un escritor”, obra debida a la pluma del
místico de quienes buscan a CXRISTO: Fiódor Dostoievsky. Así escribió el Genial
Ruso: “Puede que sea muy difícil penetrar en la clave de la vieja historia de
un pueblo como los hebreos…; no sé. Pero sí sé, y muy bien, una cosa: que en el
mundo todo no hay otro pueblo que tanto se lamente de su sino, que tan
constantemente, a cada paso y a cada palabra, se esté quejando de su
degradación, de sus dolores, de su martirio, como los hebreos. Cualquiera
creería que no son los que dominan a Europa. Aunque solo lo hagan desde la
Bolsa, el hecho es que gobiernan la política, los asuntos interiores, la moral
de los Estados…”
Luis Alfredo Andregnette Capurro