“Recordar
es un deber y olvidar es una culpa” fue la magistral enseñanza, que con señorío
nos señaló y dejó el mártir CATOLICO Y NACIONALISTA Jordán Bruno Genta, que
complace su uso.. Las brindamos como un digno ejemplo y, de igual manera
deseamos repetir a un pueblo argentino, que aletargado, confundido, presionado
y preparado a adoptar esa fragilidad de
memoria percibe golpes lamentables. Ante tales provocaciones infatigables en
búsqueda de disolver e invadir nuestro suelo, los métodos educativos a
posterioridad de Caseros fueron aplicados con tal continuidad que vaciaron el
ser y sentir nacional. Las ideologías del “PROTESTANTISMO LUTERANO”, “LA
REVOLUCION FRANCESA” y “EL COMUNISMO SOVIETICO”, en busca del fin propuesto con
aval de la BANCA INTERNACIONAL han dado frutos inimaginables. ¡SU LOGRO PARECE
ESTAR OBTENIDO!. La lucha por reconquistar lo que el cielo nos regaló, nos hace
reiterar publicaciones de no viejos ni muy nuevos números de la revista
“CABILDO”: Actuaban ayer “Por la Nación contra el caos”, hoy: “porque alguien tiene que decir la verdad”
CABILDO Nº 13-FEBRERO
2001
CRÓNICA NACIONAL
MIRANDO PASAR LOS
HECHOS
ENTRE COIMEROS,
TRAIDORES Y SERVIDORES
por Víctor Eduardo
Ordóñez
El caso del Senado
coimeado
El poco tranquilizador
juez Liporaci, como para despedir el 2000, decidió sobreseer por falta de méritos
a los once senadores acusados o sospechados de cohecho pasivo (en lenguaje
vulgar: coima). En realidad, nadie o muy pocos se ilusionaron con la idea de
que la investigación iba a ser llevada decentemente adelante y que terminaría
con sanciones. En primer lugar, la naturaleza de la causa hacía altamente
difícil d esclarecimiento de los hechos porque nadie da recibo por el
"pretium stupri" percibido y, en cierto sentido, resultaba ingenuo
pretender que el delito se llegara a probar alguna vez. Por eso sonó a
especulación política —concretamente, a desenfadada maniobra de presión— la un
tanta apresurada declaración del juez, apenas iniciados los trámites, afirmando
que había habido delito
¿Qué pretendía con semejante explosiva afirmación que.
luego y a poco andar, se diluiría hasta terminar en el sobreseimiento? Amedrentar
a sus investigados que —maldita casualidad propia de nuestro sistema
republicano— eran y son los encargados, a su vez, de investigarle él. acusado
de enriquecimiento ilícito. Era claro que de mediar, no digamos una partícula
de dignidad y decoro sino un resto de sentido común, Liporaci debió apartarse o
apartado de la causa desde el comienzo. Pero a nadie le convenía porque, para
los curules, perder juez que no estuviera en sus manos era peligroso, no fuera
que un magistrado más serio, apto y libre hiciera cargo del expediente y llevara
las cosas al fondo. Y, por su parte, el sospechable juez perdía junto con la
causa el arma para negociar su impunidad de modo que nadie le preguntara
molestamente acera su incremento patrimonial.
Todo indica que hubo
un un tosco cruce de facturas. Claro que a un precio muy alto a pagar por todos
por la judicatura que así se vuelve menos
confiable que nunca, por la legislatura que no podrá sacarse de encima la
sombra pesadísima de la sospecha que toca a todos y a cada uno —cualquiera sea
su procedencia— de haber vendido su voto, por la propia dase política que vendrá
incrementando el desprecio e, inclusive el temor con que es mirada y enjuiciada
por la sociedad. Y, finalmente, el costo ha de recaer también en la sociedad
misma que advertirá y sabrá lodo está podrido en Dinamarca, que con esta gente
no hay salida posible, que los encargados de velar a son mucho más depravados
de lo aceptable lo aceptable para sobrevivir y que sólo no debe confiar en su
dirigencia sino que ha de resguardarse de la misma porque no son sus custodios sino
sus carceleros, no sus servidores sino sus explotadores, no sus representantes
sino sus tiranos.
Una nota sorprendente,
que si no fuera insólita sería cómica, es que una vez acreditada la falta de
prueba del delito de cohecho (o sea, de quien recibió dinero) e! juez se lance
a investigar quién lo pagó y reoriente la pesquisa en ese rumbo, llamando a
indagatoria a Flamarique —diestro y siniestro manipulador de banelcos— y
Santibañes, hombre fiel del presidente y administrador de las reservadas
faltriqueras del Estado. Si nadie cobró, nadie pagó ¿a qué seguir, entonces?
Por supuesto, el
opositor-oficialista (flexible como un contorsionista, engañador como un
malabarista, espectacular como un tragafuego) Carlos Álvarez se abalanzó sobre
el escándalo como si nada hubiera pasado, se emocionó y lagrimeó (no se supo por
qué) y trató de sacar el provecho posible. Claro, él había previsto en su
renuncia a la vicepresidencia que todo terminaría así, que por eso se alejó y
que, en definitiva, sigue con la bandera o la banderola de la ética y de la
transparencia, sin parar mientes en que sus correligionarios y conmilitones van
cayendo todos los días diezmados por otras denuncias y sospechas.
En cuanto al
disparador de todo este escándalo —que tiende a apagarse como una luz de
bengala—, el permanente e inmutable Antonio Cañero, debemos confesar que no
damos con la clave de su actuación. Ya en el tramo postrer de su vida pública,
acosado por los rencores que supo suscitar a lo largo de ella, derrotado a
pesar de disponer en su momento de todo el aparato justicialista, arrinconado
por sus contradicciones e incoherencias, en fin, olvidado por amigos y
enemigos, cuesta señalar la motivación racional que lo impulsó a patear la
mesa, rompiendo un tácito pacto de silencio que debe cubrir las aventuras
facinerosas de sus camaradas de casta. Escépticos somos como para entrever en
su intencionalidad última un rasgo bizarro, un gesto de Quijote o, siquiera, de
Robin Hood o, cuanto menos, de Clark Kent. ¿Qué cálculo lo arrastró a semejante
estropicio, qué beneficio obtuvo, a quién perjudicó o quiso perjudicar, qué
perspectiva le queda después de haber escupido el asado a sus iguales? ¿Y cómo
se largó a formular tales acusaciones sin pruebas, que fue lo primero en
reconocer? Muy poco serio e, incluso, poco creíble lo suyo. Porque no queda
como justiciero —si es lo que se propuso— sino como desairado y al borde del
ridículo.
En definitiva y para
no seguir abrumando más al lector —que cuando se asome a estas líneas ya se
habrá olvidado del episodio y de la tramoya— se puede decir que todo pasó como
una tormenta de verano, con algunos chisporroteos que no alcanzaron a ser
relámpagos y con algunos relámpagos que no llegaron a ser truenos. Un incidente
espectacular, mediático y decididamente menor que, así nos lo tememos, pasará a
la desmemoria colectiva; lo que es de lamentar para una sociedad como la
nuestra, cada vez más infantilizada y banal que necesita de estos casos para,
por reacción, madurar y repensarse con más indignación que hartazgo.
Decretos por doquier
De la Rúa también
eligió la víspera de fin de año, al igual que Liporaci, para bombardear a una
sociedad más atenta a sus vacaciones que a los entuertos políticos, especulando
con que la gente prestará poca atención a las novedades encubiertas que se
introducen clandestinamente en los seis decretos dados a conocer el 29 de
diciembre, con la astuta ausencia del Presidente (ausencia que se pareció
demasiado a una huida) que prefirió trasladar la desagradable tarea de mal querenciarse
a sus subordinados. Fue todo muy desprolijo pero también decididamente
ilegítimo. No hay razón para echar mano a decretos del tipo de necesidad y
urgencia que siempre deben ser excepcionales y no la regla como viene
sucediendo desde el gobierno de Menem —apenas obtenida la franquicia otorgada
por la reforma constitucional ideal '94— hasta llegar al paroxismo con el
actual que no se detiene ante nada y que fuerza todo buen criterio, abusando de
un recurso que. en definitiva, terminará por anular la división de poderes y el
orden republicano, camino a un totalitarismo sin contenciones. El sistema en sí
es perverso y contradictorio dentro de la lógica partidocrática con que se
pretende manejar la democracia argentina, ya que lo que de hecho ocurre es que
el presidente se vale de este recurso para presionar y desplazar al Congreso
cuando advierte una resistencia o disidencia ante sus iniciativas; es decir,
que de esta manera el Ejecutivo se sustituye al Legislativo o está en condiciones
de forzarlo descarada y públicamente. Lo menos que se puede pedir y esperar es
que una vez aceptadas determinadas reglas de juego se las respete por todos y
para todos y que no se las trampee sin mayor pudor.
Por decreto de
necesidad y urgencia se legisló sobre la desregulación de las obras sociales,
de manera que el mercado local se abre a la competencia de las prepagas y como
se fijó la fecha del 2 de enero para su puesta en ejecución, se puede entender
que esta vieja demanda del FMI —siempre atento a los intereses de las empresas
norteamericanas que entrarán al galope— se plantea como una cuestión consumada
de hecho frente a la cual no quedará más que resignarse.
Luego de haber
disuelto el Ministerio de Infraestructura, en su alocada improvisación el gobierno
creó un plan... de infraestructura, con el que piensa hacer brotar 400.000
empleos nuevos en cinco años. La improvisación con que se lo encaró hace dudar
de su viabilidad y de seriedad, retocado - como fue ha último minuto antes de
su presentación en sociedad, siendo por Io más incompatible con un macroprograma
económico en el que la apuesta principal se hace hacia el achicamiento del
gasto público y la eliminación del déficit fiscal.
Pero lo que en este
parágrado importa es el perdón otorgado a los culpables confesos del asalto al
miento de La Tablada en 1989 que en realidad, constituye un bill de indemnidad
no para los ejecutora sino para sus ideólogos, esto es su para los responsables
últimos. El decreto infamante lleva el número 1.263, con el que pasará a la
historia como el ejemplo más notorio de la debilidad y del doblez de un
gobierno que no cree en nada, que no puede nada y que negocia todo. La resolución
que al gobierno le constaba, según¡ encuestas que él mismo mandó hacer, tiene
casi el 90% de la opinión pública en contra— contiene, más de una inequidad y
de una ausencia completa de fundamente una mentira y una falacia. La mentira es
que procura de esta manera eludir posibles sanciones internacionales. Sanciones
que, sabe, no existen fuera de algún ligero apercibimiento y que, en todo caso,
no son aplicables. La falacia consiste en que de haber existido un vicio procesal
(la falta de la doble instancia) el mismo no se sanea con un acortamiento de
las penas firmes sino que, en es lógica jurídica, se debió disponer la instrucción
de un nuevo juicio.
Chile, por un plato de
lente
Chile se acercó al
Mercosur durante el gobierno demócrata cristiano y se alejó con el socialista
actual y en esto se diferencian. En efecto. Lagos dio el paso pendiente y entro
al NAFTA —lo que le proporcionará ventajas intra y extrarregionales--y al mismo
tiempo le permitirá su funciones históricas tradicionales: a) servir como punta
de lanza continente al imperialismo de (hasta la guerra del 82, Inglaterra)
b) relanzar la nunca
renunciada carrera armamentista que es su constante tentación. Y por eso compró
10 aviones —aunque en principios desarmados— de guerra con la posilabilidad de
adquirir otros tantos y de instalar la tecnología para su mantenimiento y
eventual fabricación
Sin duda esta
maniobra, que seguida de la modernización de otras fuerzas, forma parte del pacto
global que le permitirá a EE.UU. insertarse en nuestro continente, por ahora en
la cuenca del Pacifico pero a partir del 2004-5 en la atlántica. El ALALC puede
ser considerado un hecho porque ni la Argentina quiere ni Brasil puede y
aquella por su inercia histórica y este por su imposibilidad coyuntural--
oponerse al avance norteamericano que no es más militar territorial ni siquiera
político sino cultural, económico y comercial, específicamente financiero: más
deuda, mas préstamos, más dependencia, más intercambio intrarregional. ¡ es el
signo de las actuales generaciones gobernantes en nuestra desvalida zona
hispanoparlante (en su mayor parte proveniente de la izquierda). Lo de Chile es
algo más que una travesura anacrónica, pero también es una advertencia ¿o,
quizá, una apuesta a futuro? Nuestros militares, por su lado, prefieren apostar
a la parálisis esperando que no se presenten problemas o que los mismos se
resuelvan por sí o de cualquier manera.
Delito de traición
Es el que cometió —y
sigue cometiendo porque se trata de uno continuado— el presidente De la Rúa
como primer magistrado y como comandante de las FF.AA. escamoteando u$s 80
millones para que se ponga en funcionamiento la comisión encargada de
determinar el subsuelo marítimo argentino. Lo que más que duplicaría la
superficie actual del país. El hecho no necesita de exaltación ya que por sí es
una política de Estado. Sin embargo, el Presidente no lo entiende así y con su
mentalidad de almacenero apátrida no ve la trascendencia de la cuestión y optó
por la salida pobre, por la solución cobarde, es decir optó por el ahorro de
unos pocos pesos desinteresándose del tema de la geografía, todo a favor del
equilibrio fiscal que es la única gran preocupación de su gobierno.
Indudablemente este elenco está signado por la mediocridad, por el tono menor,
por la chatura. Y, en especial, por la desubicación histórica (desde hace
generaciones nuestras dirigencias carecen de conciencia histórica), por la
imposibilidad e incapacidad de afrontar las grandes realidades y de encarar las
empresas verdaderamente altas. Se agota en lo pequeño e inmediato y no puede ir
más allá de las cifras menudas, más pobres de espíritu que de dinero. Es el
giro real y simbólico, representativo y emblemático de una voluntad que
llamaríamos metafísica. de achicar a la nación Es lo que las desconcertadas
generaciones futuras calificarán de traición no menos repugnante y dolorosa que
la de Rívadavia entregando una provincia. Cada cual hace el mal que puede.
Blindaje
El gobierno se frota
las manos porque de arriba (mejor dicho, de afuera) le llegó un poco de oxígeno
en forma de blindaje económico, más propiamente financiero, junto con la baja
de intereses en las tasas internas de EE.UU., del reacomodamiento del euro
frente al dólar y, para más adelante, la eventual suba de los precios de
algunos granos. Son decisiones completamente exógenas que, aunque en la
coyuntura pueda favorecernos, ponen de manifiesto la condición de hoja al
viento del país, víctima y prisionero del Modelo. Pero —a riesgo de parecer
negativos y pesimistas— hemos de recordar que las anteriores administraciones
democráticas y populistas no se mostraron eficientes para administrar grandes
masas de dinero. Menem, a su turno, dilapidó los ingentes fondos de las
privatizaciones. Miles de millones de dólares se perdieron, la Nación perdió el
Estado y el Estado sus empresas. ¿Adonde fue el dinero?
Ahora se reciben en
cuotas u$s 40.000 millones ¿qué irán hacer con ellos los ineptos radicales, por
qué carriles se perderán? El plan de infraestructura —destinatario natural del
préstamo— es resistido por algunos sectores de la Alianza, mientras a último
momento se dispuso el incremento previsto del déficit fiscal para atender
gastos primarios que quedaron en descubierto por improvisación a la hora de
confeccionar el presupuesto nacional. En verdad, no tenemos motivos para ser
optimistas con respecto al manejo del nuevo dinero que se nos hace llegar con
el propósito real de evitar una crisis internacional. Precauciones que toma el
omnipresente Mercado. Hay que temer ante la consuetudinaria ineptitud y es
entonces que clamamos más que por un blindaje social, como hace Ruckauf, por un
blindaje de la idoneidad y, de ser posible, de la moralidad.
Convocatoria
Hugo Moyano, llevado
por un entusiasmo excesivamente ecuménico, convocó incluso al semidisuelto
partido comunista; quiere que todos estén en el grupo de resistencia y
oposición que, muy lentamente, se va levantando contra el gobierno y el Modelo.
Es verdad que el enfrentamiento por su naturaleza y dimensión exige o permite
la multiplicidad e, incluso, la sumatoria en la que converjan todas aquellas
fuerzas que puedan con licitud llamarse y sentirse nacionales: la empresa
consiste en reemplazar un proyecto de entrega y una estrategia de disolución
por una política y una filosofía de reconstrucción, reordenamiento y
reorganización de todas las energías argentinas dispersas, desactivadas y aun
enfrentadas. Pero ¿todos tienen derecho a participar sin importar su
procedencia, antecedentes, intenciones y compromisos? Y una cuestión pendiente
desde siempre: ¿hay, puede haber una izquierda nacional en sentido pleno? Claro
que este planteo nos lleva al punto de origen ¿qué es la izquierda, cuáles son
sus títulos, de qué manera y con qué legitimidad puede insertarse en "lo
nacional" y en qué dimensión y medida recibe, percibe y puede elaborar una
idea de lo nacional? Dejemos de lado la izquierda de extracción marxista
ortodoxa (como precisamente es el rezago del partido comunista, fiel hasta la
muerte a su sovietismo de base) y que ya sin la disciplina de su dependencia se
pierde en su dialéctica anacrónica que sin tácticas ni necesidades circunstanciales,
no deja lugar para ninguna preocupación nacional. Es cierto, como lo
comprobamos ahora, que el imperialismo es una etapa del capitalismo, pero esto
es una media verdad, porque el imperialismo es una constante de la historia
universal que se dio y se da bajo cualquier sistema económico y sólo el gusto
científico de Marx lo llevó a absolutizar una situación histórica determinada.
Lo cierto es que el comunismo como tal es incapaz de encarar una solución ni
siquiera una preocupación nacional. No puede concurrir a una convocatoria
nacional.
Circula además otra
izquierda que se disimula entre los entresijos de la antiglobalización
procurando rescatar el concepto de nación antes ( su valor (Foro de San Pablo),
comprenderla cabalmente y viéndolo como una simple alternativa dialéctica del
hipercapitalismo. Esta gente tampoco está en condiciones de sumarse a un
espacio "antimodelo porque para ella la cuestión sigue siendo ideológica y
no entraña! esencial, vital. Tiene un sesgo dialectico que no sólo acota a la izquierda
sino que la hace incompatible.
Un derivado o un
paralelo de la izquierda es la que se esconde bajo el equívoco nombre de progresismo
que es el rostro más o menos oculto del gramscismo que, a su vez es la variante
móvil de un leninismo extinguido pero que dejó désendientes. No cualquiera
puede defender a la patria: sólo aquellos que tienen por tal, es decir que la
ven aman, la buscan y la persiguen mas allá de la ideología y de la lucha
clases, no como una construcción científica sino como un amable mucho de la
vida, como un don de naturaleza.
El nuevo amo
Asumió por fin George
W. Buch digno hijo del primer presidente pos Guerra Fría, instaurador de esa
nueva forma de imperialismo que se escucha de bajo la indeterminada denominación
de Nuevo Orden Mundial, que Clinton fue su continuador y Fukuyama su ideólogo.
Si dejamos lado el oscuro proceso electoral — el gigantesco reino de la Democracia!—
que lo llevó al gobierno y "legitimado" y limpio de toda sospecha,
hemos de afirmar que a la nueva administración sólo le resta concluir aquellas
tareas que queda: pendientes de la presidencia de Clinton. Con lo que el ciclo
se cierra perfectamente como se puede en historia. En todo caso y para no complicar
la glosa, observemos que el poder es el mismo sea quien sea el que lo ejerce.
Más o menos como acá salvadas las diferencias porque ambos países —como,
prácticamente, en el resto del mundo salvo que en China— las actuales estructuras
capitalistas no dejan opciones. De manera que en lo que a nosotros respecta,
Bush no tendrá (ni podrá) mas que ajustar un tornillo acá, cambiar un virrey
allá, modificar una táctica en algún otro lugar o acentuar la
presión allí donde haga falta. Nada nuevo hay que esperar, por lo tanto en
relación con Iberoamérica.
Precisamente, el
todopoderoso General Powell adelantó a la comisión de relaciones exteriores
'del senado que el *Plan Colombia" se "regionalizará”, eufemismo
tecnicismo que significa que toda América Latina deberá implicarse contra la
lucha contra el narcoterrorismo. Con lo que Estados parece abandonar su
estrategia del "patio trasero" limitada al Caribe, ampliándola a
otros espacios lo que es comprensible e inevitable en un imperio en expansión,
cuya ley primera es que nada hay en el mundo que pueda serle indiferente ni
ajeno y que cuando eso ocurre el imperio comienza a declinar.
China y Europa se
alzan como sombras amenazadoras para el hegemonismo político norteamericano, no
para el financiero, que traslada capitales ilusorios a través de las antiguas
fronteras nacionales, que avanza sin control pero se detiene allí donde un
sentimiento o una cultura diferenciadora se opone, que es precisamente lo que
ocurre con China y Europa. He aquí sus dos grandes rivales que se perfilan para
las próximas décadas; o sea un orden trio tetrapolar en lugar del bipolar a cuyas
exequias asistió, aunque sin contribuir a su muerte, el padre del actual
emperador.
El Fondo se enojó
El FMI lanzó un fiero
documento sobre las idas y venidas de los proyectos de reformas a la ley
laboral, las obras sociales y el régimen previsional en la Argentina. No le
faltó razón al organismo que maneja el crecimiento y la decadencia de las
naciones cuando calificó de "lamentables" ciertas actitudes de nuestros políticos sobre
dichas materias. La declaración sonó a retó tanto como a intimidación. La
partidocracia local reaccionó con más temor que enojo porque ve peligrar el
apoyo proporcionado por los dueños del llamado "blindaje" del que se piensa
vivir y sobrevivir durante los años. Protestaron al mismo tiempo que se disculpaban. Las creemos, se las llevó
en esta ocasión la ahora apacible docente Fernández--olvidada de propios y
ajenos— que recurrió al macaneo mas libre y así dijo cosas como que blindaje se
otorgó porque "el país merece confianza". En realidad lo recibió
porque, con esfuerzo, hizo bien los deberes impuestos por el Fondo y para
evitar una de esas crisis que el propio Fondo crea y provoca con sus
instrucciones e intolerancias. Bravuconadas que hacen temblar a las
plutocracias y a las burocracias que les son afines: de ellas el temblor pasó a
la sociedad con lo que la ficción se completó: los mercados se enardecieron y
sólo se calmaron —o se calmarán— cuando se vuelva a la ortodoxia más estricta y
dura. Lo que quiso decir —o, mejor, lo que quiso ocultar— la ajada ministra es
que el país se endeudó lo bastante como para que se siga haciéndolo en
adelante.
Otra traición
Casi no podía ser de otro
modo: De la Rúa decidió dejar librado a su suerte a otro militar argentino, perseguido
por una "justicia" tramposa a través de las fronteras (o lo que queda
de ellas). Se trata del capitán Cavallo detenido, como es habitual, a
disposición del infatigable, grotesco y tuerto juez español Garzón. Atrás
quedaron las adhesiones a las posturas en sentido contrario; atrás quedaron las
promesas electorales (a esta altura se puede decir que ni una sola se cumplió),
atrás el incipiente gesto de defender la soberanía. Pero cabe reconocer una
cierta y perversa coherencia, una cierta lógica interna en esta laxitud, en esta
complacencia y en esta entrega incondicionada pero metódica que recorre a la
Alianza y a su gobierno. En primer lugar, su vocación y gusto —tan propios de
todos los progresismos que en la Argentina han sido— por la mundialización, la
subalternización y factorización del país. Además ¿qué se podía esperar de un
elenco integrado por personas como la señora Fernández que, en los inciertos
días del llano y de la "lucha", se dedicaron a visitar los estrados
del susodicho Garzón denunciando a sus compatriotas y dándole letra para
fundamentar su pretendida competencia judicial? ¿Cómo esperar que estos ex
subversivos fueran a perder la oportunidad, ahora que tienen el poder, de
acosar a sus vencedores en el terreno militar? Y tampoco es de asombrar que el
presidente que abrogó las penas a los terroristas de La Tablada actúe de un
modo diverso. Triste coherencia, canallesca continuidad de objetivos, excusas y
procedimientos, ruin repetición, esta es la política de una asociación izquierdista
que prolonga y reproduce lo que hizo y quiso en la guerra.