“Recordar
es un deber y olvidar es una culpa” fue la magistral enseñanza, que con señorío
nos señaló y dejó el mártir CATOLICO Y NACIONALISTA Jordán Bruno Genta, que
complace su uso.. Las brindamos como un digno ejemplo y, de igual manera
deseamos repetir a un pueblo argentino, que aletargado, confundido, presionado
y preparado a adoptar esa fragilidad de
memoria percibe golpes lamentables. Ante tales provocaciones infatigables en
búsqueda de disolver e invadir nuestro suelo, los métodos educativos a
posterioridad de Caseros fueron aplicados con tal continuidad que vaciaron el
ser y sentir nacional. Las ideologías del “PROTESTANTISMO LUTERANO”, “LA
REVOLUCION FRANCESA” y “EL COMUNISMO SOVIETICO”, en busca del fin propuesto con
aval de la BANCA INTERNACIONAL han dado frutos inimaginables. ¡SU LOGRO PARECE
ESTAR OBTENIDO!. La lucha por reconquistar lo que el cielo nos regaló, nos hace
reiterar publicaciones de no viejos ni muy nuevos números de la revista
“CABILDO”: Actuaban ayer “Por la Nación contra el caos”, hoy: “porque alguien tiene que decir la verdad”
CABILDO Nº 14-MARZO
2001
CRÓNICA NACIONAL
MIRANDO PASAR LOS
HECHOS
UNA NUEVA VUELTA DE
TUERCA DEL SISTEMA
por Víctor Eduardo
Ordóñez
Un desvencijado optimismo
Quien haya escuchado —aunque sea a la ligera, lo mismo da— el discurso con que el presidente De la Rúa inauguró el período de sesiones del Congreso, aparte de aburrirse (¡casi dos horas de una latosa antología del lugar común, del escapismo retórico y del embuste más tosco!), hubiera podido retemplar su ánimo porque según le sugirió el primer magistrado todo iba a mejorar. Pero en realidad todo se desplomaría a las pocas horas. Machinea, cercado tanto por su ineptitud (su último paso por la actuación pública había desembocado una hiperinflación y ahora en ta recesión) como por los escándalos (|se desempeñó en disimularlo a Pou cuando el blanqueo de capitales oscuros ya había tomado estado internacional, renunciaba en medio de una general sensación de alivio, porque el ministro-fracaso se había vuelto insoportable e insostenible para empresarios y académicos, para liberales e izquierdistas. Gris y pasivo como su presidente, consiguió venderle —o le ayudó a vender— la imagen optimista que le venía de arrastre desde el "blindaje", procurando la renta de un clima efímero y ficticio de crecimiento inmediato.
No hubo tal crecimiento (del 5% calculado se fue a un
poco arriba del 0%) pero De la Rúa —siempre despistado como su caricatura de
comios televisivos— lanzó su discurso como si se mantuviera el contexto 30 días
antes. Fue el ridículo. Por eso la alocución resultó apenas aplaudida por sus
diputados y no por todos. Acabó siendo
insoportable el recurso de repetir tugares comunes come fueran anuncios y de
transmitir un optimismo disuelto con el primer contacto con la realidad y a eso
ningún politico tiene derecho, aun a esta altura de descomposición.
Nuevo zar
O nuevo capanga. El
país se dio el triste lujo —una especie de sadismo— de poner al frente de su economía
al más ultra ortodoxo de los liberales disponible, al más furioso de los
globalistas, al más disciplinado agente
extranjero, al más
convencido ideólogo de la deuda externa. Eligió todo el elenco
disponible a López Murphy. Es decir, más Modelo, más apertura, más
desindustrialización, pobreza. A nadie se le ocurrió — se le hubiera podido
ocurrir— no irnos abandonar el Plan del Fondo sino rectificarlo en atención a
sus notorios y reiterados fracasos e inconvenientes, porque ¿qué esperar luego
de más de una década de frustraciones y de experiencias negativas? ¿A qué
insistir por este camino que, lo sabíamos de antemano, no puede dar o estos
frutos amargos que nos hacen probar todos los días desde su inauguración? Nadie
quiere advertir, incluso como método y como estrategia, la política económica
de Menem-Cavallo ya no da para más, ha fracasado engulléndose no sólo las esperanzas
de todos —también de los que se ilusionaron y apoyaron en su momento-- sino el
condumio material de los argentinos. Sin embargo, tras la precipitada renuncia
de López Murphy nada menos que el
mismísimo Cavallo seria convocado a sanear la economía argentina. Nadie o muy pocos
le recordarán su pasado militarista sus enredos justicialistas; ni menos aún
—en rigor para esto vuelve--su nacionalización de la deuda privada con lo que
echó sobre varias generaciones de argentinos la monstruosa deuda externa, tan
injusta como artificial, maniobra que benefició, claro está, a sus mandantes nucleados---en
la Fundación Mediterránea.
Para hacerse cargo de su nuevo empleo hubo que
esperar que volviera de una reunión de la Trilateral donde se reúnen los
verdaderos amos del mundo, esta vez en Londres Decididamente, la Escuela
Neoliberal exige y necesita la extinción de la Argentina o su disciplinada
reinserción en un mundo que le es ancho y ajeno. Por supuesto, no hay derecho a
equivocarse tanto ni a insistir en el mismo error ni a repetir una experiencia
que con la más trágica evidencia indica sus perversiones, si no es por
complacencia o por complicidad. López Murphy primero y Cavallo ahora son la
profundización del sistema que se ha transformado en la cárcel y el cadalso de
la Argentina y sólo le resta extraer las últimas consecuencias, llevar el
proceso a su fin culminándolo en el objetivo propuesto: la inexistencia del
país forzado a hundirse en la mundialización. De la Rúa espanta más que atrae a
los inversores que, según nos enteramos, le exigen una apariencia de liderazgo
y de actividad. Por eso le traspasará el poder a su nuevo ministro, repitiendo
lo que hizo Menem con Cavallo. pero con la diferencia de que el riojano
disponía de una cuota de poder concreto que se reservó cuidadosamente (fue esta
partición de esferas lo que provocó la división final). Es que Cavallo no puso
límites a sus ambiciones. De la Rúa, en cambio, no tiene más que su investidura
que. en sus manos, es cada vez más un disfraz que un traje. Porque digámoslo:
si Menem era absurdo, casi un producto subrealista de los sótanos provinciales.
De la Rúa es una caricatura, un fantasma con algo de ridículo, sin armazón ni
encarnadura, apenas sostenido por una estructura partidaria que se le está
resquebrajando y que optó por él por descarte: no había otro. Personajes como
De la Rúa no pueden darse sino en una época de crisis y no como su solución
sino como su resultado.
El otro Cavallo
Atacado de un
inesperado golpe de vedettismo y con la evidente necesidad de pasar a la
historia grande de la subversión argentina —no ser menos que Garzón— el juez
federal —foro dúctil si los hay— Gabriel Cavallo dispuso en una sentencia de
188 páginas redactadas por sus secretarios, declarar insanablemente nulas las
leyes de punto final y de obediencia debida que, mal que bien, habían procurado
una salida —cierto que más política que jurídica— a la cuestión de la
responsabilidad por los reales y falsos abusos cometidos durante la Represión
("los años de plomo" en la jerga izquierdista). La decisión fue tan
desopilante como inoportuna, al punto que le hizo dar un respingo al propio
Alfonsín, autor de las leyes puestas en cuestión. Hay que ver las cosas así. Es
la misma izquierda fragmentada pero no encontrada entre sí que ocupa sin
contrapesos el espectro con distintas tonalidades; están los piqueteros en un
extremo junto con las Madres, las Abuelas y los HIJOS; Storani y la Garre
haciendo buena letra mientras pueden y se lo permiten sus respectivas
capacidades histriónicas; Alvarez contorneándose como un malabarista reumático
("toco y me voy"); esa agencia de empleos e influencias que es el Frepaso
colocando sus figuras donde puede; el propio De la Rúa obligado a jugar de
izquierdista pero sin despertar confianza en nadie. Ahora se incorpora el
mencionado juez satisfaciendo las "sugerencias" del poderoso
Verbitsky, el que viene a dar un puntapié a la mesa de juego con una
contundencia que no alcanzó hace dos años la iniciativa legislativa de Cafiero
el Joven. El propio e insospechable diario La Nación en un editorial rezongó
contra el fallo viendo en él una traba para "la reunificación de los argentinos".
En verdad lo es, sólo que esta reconciliación resulta cada vez más difícil y
menos deseable. No es posible ni lícito integrar un proyecto nacional común con
gente que no cesa de cazar enemigos desarmados, de vengarse de sus vencedores
de ayer, de destrozar familias bien constituidas en nombre de un criminal
derecho a la identidad, de renovar agravios no en nombre del amor ni de la
justicia sino del odio y de la venganza (basta ver los desagradables rostros de
la de Carlotto y de la Bonafini, destilando salvaje alegría). Es que la guerra
—y urge aprenderlo— sigue abierta; el litigio, pese a las deserciones y
autoengaños de algunos jefes militares, se encuentra pendiente. Puede confundir
el hecho que el enemigo ahora se presente desarmado pero se ve —no se puede
dejar de ver— que sigue en pie, al acecho algunos ataque otros.
Alguien tendrá que
hacerse cargo del análisis jurídico de la sentencia, pieza que encabezará la
antología de la follonería argentina: por ahora apuntemos que aplica
retroactivamente figuras penales que no existían al momento de cometerse los
presuntos delitos. Y asimismo se podría preguntar porqué el inquieto y travieso
magistrado no se preocupa por los delitos —que en su visión tendrían que ser
también de lesa humanidad— que con toda evidencia practicaron los terroristas
que. en definitiva, fueron los que desataron la guerra que perdieron pero de la
cual quieren seguir obteniendo réditos. Claro que con una justicia que no es
ciega sino tuerta no se puede adelantar nada ni nada es seguro. por lo menos
para los combatientes de un solo bando, victorioso en la batalla y derrotado
mediáticamente. El juez Cavallo —que ciertamente satisface a Verbitsky pero no
honra a la magistratura— pasa a formar parte de esta posguerra; lo hace bajo la
doble falsedad de aplicar un derecho justo y de tener una postura de
ecuanimidad, lo que hoy lo vuelve el más peligroso de los factores revulsivos
puestos en movimiento en el marco de una estrategia global de la izquierda a lo
largo y a lo ancho de la tierra. Llegarán las horas de la rendición de cuentas
y allí será el rechinar de dientes, cuando los malos jueces se enfrenten con su
conciencia y con sus conciudadanos, con los reales victimarios y con las
verdaderas víctimas.
La globalización total
Este gobierno —que es
un remedio de Estado— está decidido a arrasar con la nación. Como ya no que
empresas estatales ni privadas nacionales, parece haberle llegado el turno a
las universidades y así, por iniciativa del ex ministro de Educación, un conjunto
de "especialistas" ingleses recorrieron el país y examinaron cuatro
universidades, entre ellas una privada para determinar su grado de eficiencia.
No se sabe por qué ni para qué esto de abrir las puertas a los extranjeros como
si aquí no se pudiera, si se propusieran seriamente, alcanzar grado de
excelencia. Sólo habría empezar de nuevo todo, dejando de lado prejuicios
ideológicos del tipo de heredados de la Reforma; llamar e profesores e
investigadores más a capaces (en vez de dejarlos escapar al exterior): no hacer
muchachismo; alejar a los advenedizos como Shuberoff: troducir las
modificaciones políticas administrativas necesarias y un largo etcétera; es
decir, hacer lo contrario de lo que se viene haciendo desde hace años, en
especial esa práctica maldita de someter la universidad a la ideología: hacer
todo y lo que fuese preciso menos volver al estilo sarmientino llamar al
extranjero para que nos que nos eduque, porque eso es hipotecar el futuro por
un largo tiempo. Ya lo hicimos así nos fue y nos va. Pero tal vez la globalización
total, hasta sus últimos y más espantosos extremos, deba cumplirse
resignadamente. ¿No convendrá reaccionar desde ya y levantar la voz contra los
traidores de distinto pelaje de diversas áreas?.