jueves, 9 de agosto de 2018

6 cosas que ganamos aunque aún no salga la Interrupción Voluntaria del Embarazo

6 cosas que ganamos aunque aún no salga la Interrupción Voluntaria del Embarazo

El IVE aún no se aprobó, pero mientras ganamos todo esto
El IVE aún no se aprobó, pero mientras ganamos todo esto
Finalmente y, tal como se preveía, el Senado no votó la media sanción de Interrumpción Voluntaria del Embarazo que ya venía de Diputados.
 Algunos dicen que no importa el resultado, que ganó la democracia. No. Puntuales senadores representaron con su voto una posición en contra y otros lo hicieron con la posición a favor. No ganó la democracia, solo demostró que funciona.
Y no ganó ningún "color", no era un Boca-River ni una competencia. Hay un colectivo que venía hace años reclamando lo mismo sin lograr ser tomado en serio nunca y cuando logró ser visibilizado cobró fuerza, mientras que hay otra parte festejando con banderas que decían «Queremos que nada cambie». Y como todos los años anteriores y los cinco minutos antes de la votación, nada cambió. No hubo victoria, no hubo derrota. Directamente no hubo nada.
Sin embargo, -y sin el voto afirmativo- el colectivo femiminista sí ganó y mucho.
 
Desestigmatización
La pelea por la igualdad de género y por llevar a la mesa de discusión esa súper revolucionaria idea de que las mujeres también son personas dejó de ser algo de «un grupo de fundamentalistas zurdas con problemas hormonales» para despegar y servir de reflejo a niñas, adolescentes y hasta a cantantes y actrices famosas. Y los mismos partidos neonazis y ultranacionalistas nos sacaron el ridículo mote de «feminazi» al marchar con los provida. Gracias por eso.
La representación aportó luz a algo oscuro. Antes decir «soy feminista» estaba mal visto hasta por las propias mujeres, ahora es motivo de orgullo.
 
Transversalidad
La izquierda fue la que siempre supo llevar la lucha por el proyecto IVE en sus hombros. Eso no es más así. El proyecto se transformó de vertical a horizontal y diverso, atravesando a mujeres y hombres de todos los partidos y todas las edades.
Luego de la votación de ayer, ahora la sociedad demandará la postura sobre el IVE en las campañas de los próximos candidatos, algo que no se estilaba. El feminismo atravesó la grieta cuando nada ni nadie más pudo hacerlo.
 
Organización
Desde la primera marcha de «Ni una menos» de 2015, donde un solo tuit de una periodista movilera cansada de cubrir femicidios («Nos están matando, ¿no vamos a hacer nada?») sirvió para demostrar una capacidad de organización en poquísimo tiempo que provoca la admiración internacional y que hoy es ejemplo a seguir en América Latina, llegando a producir efecto contagio. Se tejieron redes fuertes y transversales en pocos años, y en algunos casos, en pocos meses.
Lo que comenzó como un llanto de «por favor no nos maten más» derivó en un reclamo claro y fuerte. «Esto se va a caer, y lo vamos a tirar nosotras».
 
Educación
Fueron las propias mujeres que reclaman el IVE las que tuvieron que explicar que la educación sexual en los colegios no es el kama sutra, que el feminismo no es machismo pero al revés, qué el IVE no es cirujía compleja, que el placer sexual no es cosa de hombres, que el cuerpo de la mujer no es una vasija, qué es el misoprostol.
También qué es un cuerpo gestante y que así como ninguna mujer puede ir a explicarle a un hombre qué se siente una patada en los testículos, ningún hombre nunca podrá explicarle qué se siente un embarazo deseado o no deseado a una mujer y que un párroco no puede hablar jamás de sexo. El aborto dejó de ser tema tabú porque se puso en la escena.
 
Ciencia y laicidad
El debate en el Senado nos hizo escuchar numerosos y enriquecedores discursos sobre biología, genética, ciencia, constitucionalidad y derecho. Y también pobrísimos y medivales argumentos sobre creencias religiosas y teorías pseudocientíficas y contrafácticas.
Ninguna otra grieta puso a la ciencia como separador. Eso es un logro enorme y es de las mujeres. Quedó demostrado que la religión no puede legislar nunca y cómo, en vez de imponer algo a sus fieles, con presión y temor logran imponerlo vergonzosamente a todos.
Sororidad
La palabra «fraternidad» dejaba a las mujeres afuera, entonces la sororidad comenzó a actuar. «Las sonrisas cómplices entre desconocidas que portan el pañuelo verde generan momentos luminosos en las calles. No estamos solas», describe acá la periodista Cecilia González.
Las mujeres fuimos educadas para competir entre nosotras. Somos las que puteamos a Sol Pérez por mostrar tan escultural cuerpo y «tentar» a nuestros hombres. Somos las que puteamos a Morena Rial porque tiene el tupé de postear selfies siendo «fea y gorda».
Quedó demostrado que eso no corre más. Que por más que somos la mitad del mundo, seguimos siendo una minoría, porque así nos ubicaron y una minoría debe cuidarse y respetarse entre sí. Porque afuera la mayoría es peor. La falta de empatía pasó a estar mal vista.