Hipócrita reacción de los diputados abortistas ante el desfile con pañuelos celestes -
Por J. Carlos Monedero
Hipócrita reacción de los diputados abortistas
ante el desfile con
pañuelos celestes
Por Juan Carlos Monedero (h)
Octubre del año pasado: alumnos del
Nacional Buenos Aires tomaron el Colegio; tuvo lugar una denuncia de abuso
sexual, pero no pasó nada. Porque, claro, hacer foco en eso implicaba
descalificar la toma.
9 de julio del 2018: 300 niños y
jóvenes desfilan llevando un pañuelo celeste por la calle principal –la 25 de
Mayo– de Suncho Corral, y el mundo entero pierde la cabeza.
Escándalo en puerta: varios diputados pidieron explicaciones al
Ministerio de Educación y elevaron una carta al Presidente de la Nación. Se
trata de 20 diputados: 13 del PRO y 3 de Evolución.
Pero Mauricio Macri no tiene nada que ver, eh, así que cámbieme esa cara
lector.
* * *
En efecto, las autoridades del
colegio San Miguel Arcángel, situado
en la localidad de Suncho Corral (Santiago del Estero) tuvieron la abominable
idea de demostrar su amor por el argentino que aún no ha nacido pero que, sin
embargo –y para desgracia de la IPPF, el Banco Mundial, el CELS y el Presidente
de la Nación– ya existe. Pero las demostraciones de amor pueden ser muy
impertinentes. Y como el alma busca expresarse en gestos, la perversa jefatura de
este colegio no tuvo mejor idea que organizar un maléfico desfile donde 300
niños, prolijos y limpios, marcharon el pasado 9 de julio, rodeados por
amorosas miradas de padres, abuelos y amigos, llevando el pañuelo celeste. Este
pañuelo, como se sabe, es un símbolo inequívoco de la campaña nacional Salvemos las Dos Vidas, y es llevado por
todos aquellos que –con un resto de conciencia moral– se oponen al crimen del
aborto.
Quizá la izquierda no protesta
porque sea abortista sino porque los chicos estaban higienizados. Habría que
ver. El caso es que hay un mensaje claro. En los colegios no se puede –no se debe– expresar el amor a los niños
por nacer. ¡Claro que no! ¿Cómo se le ocurre? Mejor expresar el odio hacia la
Gendarmería, cristalizado en trabajos prácticos acerca de la “desaparición
forzada” de Santiago Maldonado[1].
Maldonado, el terrorista; Maldonado, el blasfemo, no se olvide.
A ver si nos entendemos: en las
escuelas no se debe proponer un
símbolo que manifieste el respeto por la vida humana desde la concepción (tomen
nota los colegios y ni se les ocurra, los diputados estamos con mirilla
telescópica). Mucho mejor, más educativo, más moderno, es ponerle –entre todos, claro, sin verticalismo– un
preservativo a una banana en el marco de una actividad práctica de la hora de Educación
Sexual. Yo no vi a ningún diputado rasgarse las vestiduras por esto.
Qué terrible este desfile de 300
niños –respaldados, seguramente, por otras tantas familias de raigambre
tozudamente medieval– con el pañuelo celeste. En cambio, que los chicos sean
llevados por sus docentes para hacer un piquete en una avenida –en protesta de nosequé– constituye una propuesta de
sólidos fundamentos pedagógicos. Tampoco indignó a estos diputados que al menos
ONCE colegios fuesen tomados por alumnos, expresando su apoyo a la legalización
del aborto[2].
El pañuelo celeste en los colegios es adoctrinamiento,
conservadurismo, intolerancia. El pañuelo verde en los colegios en cambio es
expresión del derecho a la huelga estudiantil.
Infobae
–portal que viralizó la noticia– nos habla del peligro horroroso de adoctrinamiento:
“un grupo de diputados de diferentes espacios elevaron un
pedido de informe al Ministerio de Educación nacional en
el que alertan sobre un intento de adoctrinamiento dentro de la entidad”. Y yo
les pido a los provida que no perdamos el tiempo discutiendo si es o no es
adoctrinamiento, si es adoctrinamiento bueno o adoctrinamiento malo. No inviertan
el tiempo en eso. Pero, ¿por qué? Porque no corresponde perder el tiempo
levantando un argumento en el que ni ellos creen. ¿O acaso estos diputados no
son los mismos que promueven el adoctrinamiento
abortista? ¿A qué viene quejarse del adoctrinamiento en general cuando en
realidad les molesta el adoctrinamiento en particular?
Pero
fueron un paso más allá en su petición al Presidente de la Nación: solicitaron
la apertura de un “sumario interno”; las autoridades del colegio podrían ser sancionadas.
¡Apareció la
palabra!
Pensamos que se
había erradicado felizmente de nuestras mentes y diccionarios.
De repente, los
mismos que dicen impugnar la aplicación de una sanción –cruel vestigio de
épocas dictatoriales–, no tienen
ningún pudor en valerse de la misma. “No, no sancionemos, a los chicos hay que
acompañarlos, escucharlos. Pero golpeó a
su compañero con una silla y su comportamiento es pésimo hace años. No, no
hay que castigar, hay que escuchar, estar. Pero
le faltó el respeto a la docente, la humilló en clase y además boicotea
permanentemente el dictado de los contenidos. No, por favor, hay que ser
misericordioso, hay que tolerar, no hay que enojarse”. El discursito cae por su
propio peso: mientras los colegios ven cercenado su poder punitivo de forma
creciente, todo el peso se habrá de colocar en quienes den testimonio de la
defensa de los inocentes en el vientre materno. No hay otro nombre para
calificar esto que el de hipocresía. La
batalla ideológica es cada vez más clara, y la Corrección Política muestra sus dientes nuevamente.
Por eso suenan
huecas las palabras de Carla Carrizo, diputada nacional por Evolución, horrorizándose ante las
cámaras por el “incumplimiento” de la ley 26.061 (Ley de Protección Integral a
los Niños).Vamos, diputada. No nos haga reír. ¿Se cumplió esa ley cuando el
Colegio Nacional Buenos Aires o el Carlos Pellegrini fueron tomados? Tres alumnas
–abanderada y escoltas de la insignia nacional– se sacaron una foto llevando el
pañuelo verde, y usted calló miserablemente.
La descripción
del asunto es clara. Ahora, la pelota
está en la cancha del lector. Usted, ¿qué va a hacer? No lo invito a quejarse
de lo mal que está todo desde una publicación virtual. Basta de la eterna
letanía de que todo se cae, de que antes las cosas eran mejores. Si se
encuentra internado y sólo puede mandar mensajes de texto por whatsapp, mande
mensajes de texto por whatsapp y difunda todo lo que quiera por Facebook. Si
tiene más, dé más. Yo lo invito a combatir.
A dar
testimonio.
A apoyar a las
autoridades del colegio San Miguel
Arcángel, en Suncho Corral.
A enviarles
dinero, que lo necesitan.
A apoyarlos en
las redes sociales.
A organizarse
para librar mejor la batalla cultural.
A colaborar
activamente en la defensa de la Verdad, el Bien y la Belleza.
A desafiar a
esos gigantes con pies de barro que son los Medios Masivos de Comunicación.
A discutir en su
trabajo, en su familia, en su trabajo, en las redes sociales.
A pasar de
Facebook a la calle.
A usar la
fuerza.
A tomar la
decisión de hablarle a esa sobrina, a ese amigo descarriado, a esa compañera
del trabajo que lleva el pañuelo verde.
A ser valiente.
A respirar ese aire de libertad que sentimos cuando nuestras palabras están en
sintonía con nuestro pensamiento.
A decir las
cosas. A increpar a su párroco –que hace meses reparte golosinas en los
sermones– para que hable como hombre celoso de su rebaño, claro y contundente, del
tema del aborto. A exigir a los obispos la excomunión para las autoridades
pro-aborto, así como el combate contra esta tiranía.
A vivir
peligrosamente.
A olvidarse de
los respetos humanos.
A ser cultural y
políticamente incorrecto.
A ser hombre, ser cristiano, y aguantar lo que venga.
A preferir un
día de León en vez de cien años de cordero.
A defender la
vida de los inocentes, porque si no es hoy, ¿cuándo?