Las revelaciones del periodista Diego Cabot, del matutino La Nación,
son un verdadero escándalo de corrupción, ya que Cabot, con la ayuda de
dos especialistas, investigó y descubrió lo que todos suponíamos y no
se podía probar: la trama de corrupción centralizada por Julio de Vido,
que terminaba en Néstor o Cristina después.
En efecto, en esta investigación no sólo se implica a funcionarios sino también empresarios, como Gerardo Ferreyra, dueño de Electroingeniería, y Carlos Wagner, presidente de la Cámara Argentina de la Corrupción, sino también Javier Sánchez Caballero, mano derecha de Franco, Mauricio Macri y Angelo Calcaterra hasta que este gobierno “blanqueó” la situación al “vender” Calcaterra la empresa IECSA supuestamente a Marcelo Mindlin, de Pampa Energía, quien se quedó con el negocio del soterramiento del Sarmiento.
En esta investigación están implicados altos integrantes de la CAC pero lo más interesante es que este relato del chofer Oscar Centeno, revelado por su esposa despechada en los cuadernos Gloria, muestra que el kirchnerismo y la familia Macri, a través del patriarca Franco, su hijo Mauricio, que le dejó la posta en 2008, al asumir en CABA, a su primo Angelo Calcaterra, eran socios de la corrupción de la obra pública, que siempre negaron. Es más, desde que Macri es presidente y en campaña, para agradar a Carrió, pontificó sobre las obras públicas en su gestión, cuestión todavía no investigada sino que condenó el pasado, donde participó activamente, ya que Javier Sánchez Caballero, un ejecutivo clave de SOCMA y IECSA, fue ascendiendo en sus cargos, por lo que se ve, a medida que recibía los pagos ilegales, terminando como CEO de IECSA antes de la supuesta venta a Mindlin.
La prueba de que Néstor y Cristina están implicados en la trama de coimas de las obras públicas es una mancha más al tigre; en cambio, la prueba de que la mano derecha de Franco, Mauricio, y Calcaterra, desde el 2006 al 1015, estaba en los mismos, demuestra claramente que en la Argentina nada cambió.
Guillermo Cherashny