sábado, 30 de noviembre de 2019

CAPITULO I-(X) LAS ENSEÑANZAS DE SARDA Y SALVANI


POR EL DR. ANTONIO CAPONNETTO
          "¡El sufragio universal es la mentira univer­sal! "..."Del sufragio universal se ha hecho arma de partido; bajo este punto de vista ni nombrarlo nos dignaríamos. Pero el sufragio universal es hoy, más que todo, base de un sistema filosófico en oposición a los sanos principios de derecho y de Religión [...] y constituye la esencia de lo que se ha querido llamar derecho nuevo, como si el derecho fuese tal si no es eterno". Se trata, en suma, de una "sucia quisicosa", cuyo punto de partida es "admitir como dogma filosófico la infalibilidad de las turbas".

Félix Sarda y Salvany, La mentira universal, mayo, 1874.
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..."una democracia que llega al grado de perver­sidad que consiste en atribuir en la sociedad la soberanía al pueblo".

San Pió X, Notre charge apostolique.
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..."la vida de las naciones se halla disgregada por el culto ciego al valor numérico".

Pío XII,
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La organización política mundial, del 6 de abril de 1951,

"El Estado liberal, jacobino y democrático edifi­cado sobre el hombre egoísta y el sufragio univer­sal, han permitido que la riqueza del poder Sobe­rano de la Nación haya sido reemplazado por el poder de la riqueza sin Dios y sin Patria. La plu­tocracia internacional a la sombra de la llamada soberanía popular, mediatiza a los poderes pú­blicos y explota a las naciones". "La soberanía popular comporta una real sub­versión atea y materialista, por cuanto sustituye a la soberanía divina, y se postula como un prin­cipio absoluto e incondicionado"...

Jordán Bruno Genta
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CAPITULO-1-

10-Las enseñanzas de Sardá y Salvany
 

Sea por cumplimiento inexorable de lo que estampaba Platón en El Banquete, "lo semejante busca lo semejante" sea porr aquel mandato de Raimundo Lulio cuya obediencia le sugerí en anterior respuesta: «caballero vil solamente debe cabagar en asno», lo cierto es que Beccar Várela ha decidido una vez más montar a grupas de su dilecto amigo, que insiste en llamarse Martin Rodríguez. "Publico ahora", diceBeccar Várela, "para conocimiento del público [...] una nueva carta de mi amigo Rodríguez que es notable por su altura y por la contundencia de los textos que cita referidos a una polémica muy semejante a la que estamos teniendo con el Profesor Caponnetto que hubo en el siglo XIX entre el gran pensador antiliberal P Félix Sarda y Salvany, autor del libro clásico «El Liberalismo es pecado» y un Canónigo D. de Pazos"42.



Cara le saldrá esta obsecuente y recíproca ecolalia a la dupla mendaz.
El Rodríguez tiene una poderosa cultura googlística, acorde al fiel ladero que custodia. Del google verbigratia, extrajo la mayor parte de mis datos curriculares, y dándolos por cierto, sin verificación, contextualización ni decantación alguna de las fuentes emisoras los usó para injuriarme. Puesta en evidencia la escabrosa maniobra, no sólo no se rectificó sino que atribuyó mi réplica a "una pasión subalterna"43.
Del mismo Google extrajo ahora el capítulo XL de El Liberaíismo es pecado de Sarda y Salvany, junto con el fallo de la Sagrada Congregación del índice del 10 de enero de 1887 contra un opúsculo del Canónigo Pazos, aclarando didácticamente al lector que se accede a estos documentos "tipeando! sic] en Google El liberalismo es pecado + Sardá y Salvany"44.
De modo que -Google mediante- ofrece tres elementos de juicio:
a) una introducción en la cual pretende aplicar "a los insultos y sorna derramados por el Profesor Caponnetto en sus escritos", la censura de la Santa Sede al canónigo Pazos, por "las injurias lanzadas [por éste] contra el Padre Sarda y Salvany".
42 Cosme Beccar Várela, Quousque...etc, ibidem. 

43 Carta de Ernesto Martín Rodríguez a Cosme Beccar Várela publicada en La Botella al Mar del 12 de septiembre de 2007. 
44 Ibidem. "Tipear. Se desaconseja esta adaptación del inglés to type. Las formas españolas que pueden utilizarse son mecanografiar, dactilografiar y escribir a máquina". Cfr. Diccionario de dificultades de la lengua castellana, Buenos Aires, Santillana, 2007, voz tipear.b) la reproducción íntegra del capítulo XL de El Lliberalismo es pecado, titulado: "Si es más conveniente defender en abstractos las doctrinas católicas contra el liberalismo, o defenderlas por medio de una agrupación o partido que las personifique.
c) la reproducción del fallo de la Secretaría de la Sagrada Congregación del índice, del 10 de enero de 1887, incluida en la edición del libro El liberalismo es pecado, contra el opúsculo de canónigo Pazos "titulado El proceso del integrismo, esto es Refutación de los errores contenidos en el opúsculo El Liberalismo es pecado"45.
Según el Rodríguez, estos elementos de juicio "ponen punto fiinal al entredicho". Veamos a quién le da la razón el ilustre Félix Sarda y Salvany.
1) Es absolutamente legítimo lo que he hecho y hago en polémica, así como los modos discursivos de los que me al refutar las sandeces del dúo Beccar-Rodríguez, no primeramenté en defensa propia sino en defensa de la Verdad conculcada. Es absolutamente legítimo el recurso a la sátira, a sorna en prosa y en verso, a la desautorización de la personalidad del propalador del error, al empleo de frases duras y hasta al uso de la execración.
Si además del fragmento googliano, Rodríguez hubiera leído la obra completa de Sarda y Salvany que invoca, se hubiera evitado la incongruencia. En efecto, dice Sarda y Salvany: sin palam res, repetitio injuria non est: no hay injuria en decir "lo está a la vista de todos [...] Dado que el liberalismo es cosa mala, no es faltar a la caridad llamar malos a los defensores públicos y conscientes del liberalismo [...] Regístrense las colecciones de los autores eclesiásticos. Véase cómo trataron los apóstoles a los primeros heresiarcas, y cómo siguieron tratandolos los Santos Padres, cómo los han seguido tratando los modernnos controversistas y la misma Iglesia en su lenguaje oficial [...] Sí la propaganda del bien y la necesidad de atacar
45 Ernesto Martín Rodríguez, Ibidem. El fallo de la Sagrada Congreción del índice puede leerse completo en la edición de El liberalismo es pecado realizada por Cruz y Fierro Ediciones, Colección Clásicos .idílicos Contrarrevolucionarios, Buenos Aires, 1977, p.19-20.
 

 el mal exigen el empleo de frases duras contra los errores y sus reconocidos corifeos, éstas pueden emplearse sin faltar a la caridad [...] La oratoria cristiana de todos los siglos autoriza el empleo de las figuras retóricas más vivas contra la impiedad. En los escritos de los grandes atletas del cristianismo es continuo el uso de la ironía, de la imprecación, de la execración, de los epítetos depresivos. La ley de todo esto debe ser únicamente la oportunidad y la verdad [...] Las ideas malas han de ser combatidas y desautorizadas [... ] Mas da la casualidad de que las ideas no se sostienen por sí propias en el aire, ni por sí propias se difunden y propagan, ni por sí propias hacen todo el daño a la sociedad. Son como las flechas y balas que a. nadie herirían si no hubiese quien las disparase con el arco o con el fusil [...] No basta, pues, ladearse para evitar el tiro, no; lo primero y más eficaz es dejar inhabilitado al tirador. Así, conviene desautorizar y desacreditar su libro, periódico o discurso; y no sólo esto, sino desautorizar y desacreditar en algunos casos su persona. Sí, su persona, que éste es el elemento principal del combate [...] Se le pueden, pues, en ciertos casos sacar en público sus infamias, ridiculizar sus costumbres, cubrir de ignominia su nombre y apellido. Sí, señor; y se puede hacer en prosa, en verso, en serio y en broma [...] ¿De dónde ha sacado, pues, el liberalismo, la novedad de que al combatir los errores se debe prescindir de las personas, y aún miniarlas y acariciarlas? Aténgase a lo que le enseña sobre esto la tradición cristiana, y déjenos a los ultramontanos defender la fe como se ha defendido siempre en la Iglesia de Dios. ¡Qué hiera la espada del polemista católico, que hiera y que vaya derecha al corazón; que ésta es la única manera real y eficaz de combatir!"46.
El texto transcripto no sólo convalida con creces mi criterio polémico, aún con coincidencia asombrosa de detalles; no sólo evidencia la ignorancia del autor que la dupla mendaz ha escogido malamente para refugiarse, sino que permite comprender una vez más la doble mentira en la que pretenden escudarse Beccar Várela y Rodríguez.
46 Félix Sarda y Salvany, El liberalismo es pecado, Barcelona, Librería y Tipografía Católica, 1887, caps. XXII y XXII, p. 73-79. Estamos citando del tomo VI de Félix Sarda y Salvani, Propaganda Católica, que contiene cuatro obras del insigne presbítero, entre ellas El liberalismo es pecado. Los textos subrayados en bastardilla son míos.Mentira primera es negarle al lector el conocimiento de que la moral católica -en este caso, por boca de Sarda y Salvany- autoriza y exige "al combatir el error, combatir y desautorizar la personalidad del que lo sustenta y propala", sin más límites "que nadie se salga un punto de la verdad"47. Mentira segunda es pretender que se aplique a mi caso la amonestación de Roma al canónigo Pazos "por el modo injurioso de hablar", cuando se trata precisamente de dos casos antagónicos. Pazos, en efecto, estaba injuriando "a personas sobresalientes en doctrina y piedad"45 , y bien le cuadraba el sosegate vaticano. Pazos defendía el pecado liberal y otros vicios conexos, agraviando para ello a un varón de Cristo. Pero ya lo hemos escuchado a Sarda y Salvany: no hay injuria en decir lo que está a la vista de todos, de aquellos que siembran el error, la confusión y la inverecundia. De modo que si algo "resulta enteramente aplicable"49 , no es el mencionado apercibimiento de la Sagrada Congregación del índice a mi postura, como supone Rodríguez, sino la denostación enérgica, rotunda y tronitonante de él y de Beccar que aconseja acometer virilmente Sarda y Salvany contra los embaucadores profesionales. Acometida, recordémoslo, que contó con la explícita anuencia de la Santa Sede.
2) Sarda y Salvany, conocedor profundo del Magisterio como era, no hizo la defensa de la democracia en tanto forma
 

47 Ibidem, p.78,79
18 Sagrada Congregación del índice, Fallo del 10 de enero de 1887, en la edición de El liberalismo es pecado realizada por Cruz y Fierro Ediciones.etc, ibidem. Hacia la misma época -y sin este contexto tampoco se entiende la admonición a Pazos- aparecieron varias (-convenciones eclesiales pidiendo moderación en las controversias entr católicos, para que no se faltase en ellas al sentido moral. Iban dirigidas principalmente a los jansenistas, como Arnauld y Pascal. Tales los casos del folleto De la moderación en las controversias, de Rubio v Ors. Pero cuando el tono agresivo amenazó con convertirse en el centro de las polémicas, desplazando al debate de ideas, el párate de Roma llegó a todos por igual, incluyendo a Sarda y Salvany. Ya se había ocupado de algo muy similar, en su momento, el Papa Inocencio XI, en su Decreto del 2 de marzo de 1679. Puede leerse con provecho, al
respecto, la Cun multa de León XIII, de 1882.
49 Carta de Ernesto Martín Rodríguez a Cosme Beccar Várela publicada en La Botella al Mar del 12 de septiembre de 2007, ibidem.
para el Gobierno,ni del sufragio universal, ni de la soberanía del pueblo ni de la partidocracia, ni del derecho nuevo, ni de -la insensata inserción de los católicos en el masónico sistema imperante. Gruesas carcajadas suscita el sólo imaginar al lado de dos módicos liberales como Beccar Várela y Rodríguez a un clérigo tan explícitamente ultramontano e integrista; más papista que León XIII (y por cierto que de Rampolla) y férreamente apegado a la letra y al espíritu del Syllabus, así como a la figura del Papa Rey.
De pública militancia carlista, partidario de la monarquía y no de la democracia, defensor del legitimismo dinástico y no del régimen alfonsino imperante, enemigo de los llamados mestizos o católicos defensores del mal menor o del demoliberal-catolicismo, opugnador de cierta jerarquía religiosa asociada a la continuidad del sistema defectuoso en España, Sarda y Salvany era el arquetipo mismo del rechazo a todas las formas imaginables de liberalismo político o de componenda o contemporización con él. Salvando las insalvables distancias, lo que los católicos liberales, mestizos o transaccionisfas -según las denominaciones entonces ad usumle reprocharon en vida, fue lo mismo que Beccar Várela nos reprocha en el presente: "contribuir al retraso" o a la negativa "de la entrada de las fuerzas católicas en el juego político" del Régimen. Con las precedentes palabras lo sintetiza, por ejemplo, Miquel Coll i Moscardó, investigador de la Universidad de Barcelona, ocupado en analizar el epistolario de Sarda y Salvany 50. Y así lo corrobora con tintes autobiográficos el propio involucrado, cuando a propósito de su rechazo sistemático a pactar con el liberalismo escribe: "[...) resignéme de todo corazón a ser llamado Oscurantista de por vida" 51.
No era para menos. "¡El sufragio universal es la mentira universal!" -repite literalmente con Pió IX. "Del sufragio universal se ha hecho arma de partido; bajo este punto de vista ni nombrarlo nos dignaríamos. Pero el sufragio universal es
 

50 Miquel Coll i Moscardó, Epistolario de Félix Sarda y Salvani un estudio crítico (1858-1915). Cfr.http://www.ub.edu/dphc/contemporania/ caVlnves_2004_05_2.htm.
'' Félix Sarda y Salvany, Mis escrúpulos, ó sea, catolicismo y liberalismo. En Félix Sarda y Salvany, Propaganda Católica, vol. V, Barcelona, Librería y Tipografía Católica, 1886, p. 23.
hoy, más que todo, base de un sistema filosófico en oposición a los sanos principios de derecho y de Religión [... ] y constituye la esencia de lo que se ha querido llamar derecho nuevo, como si el derecho fuese tal si no es eterno". Se trata, en suma, de una "sucia quisicosa", cuyo punto de partida es "admitir como dogma filosófico la infalibilidad de las turbas"52.
Legítimamente retraído -retraimiento es la palabra que usa- ante la convalidación de estas categorías del liberalismo, exactamente lo contrario de un retraimiento es, sin embargo, lo que propone en materia de organización para la lucha política. Porque es cierto que durante algún tiempo fue proverbial su equivocada postura abstencionista - sintetizable en aquella fórmula tan citada: "nada para la política, todo para la religión"- pero es cierto asimismo que el curso de las circunstancias patrias parecen haberlo convencido de la conveniencia de reinterpretar de mejor modo sus reconvenciones. De él son, por ejemplo, estas indicaciones de carácter doctrinal y operativo: "La organización hace poderosos los esfuerzos individuales (...)
La organización saca provecho de elementos que por sí solo nada servirían [... ] La organización da unidad a los pensanlientos y regulariza la acción que, sin aquélla, sería incierta, vaga y desordenada". Pero si "nos saliere alguien, que si saldrá, con la vieja cantinela de que (...) subordinamos la fe a las opiniones de partido, el tal infeliz quede contestado con nuestro desprecio (...) No somos de ningún partido, en aquello que sea indiferente a dicha nuestra Santa Religión. Estamos resueltamente en la oposición más ruda contra cualquier partido, ni todo lo que haga contrario al catolicismo"53.
Partidocracia no; pero organización católica para la acción política sí. Y sigue diciéndonos al respecto: "Dando una ojeada sobre el estado actual de mi pobre patria, vine por de pronto a sacar en limpio que los partidos en ella son muchos, las escuelas solamente son dos (...) Los partidos liberales se reconocen a sí mismos unidos por un lazo común y formando la gran familia liberal, de la cual sólo excluyen a los 

52 Sarda y Salvany, La mentira universal, mayo, 1874. En Félix Sardá y Salvany, Propaganda Católica, vol.VIII, Barcelona, Librería y Tipografía Católica, 1894, p. 218,219,221.
53 Félix Sarda y Salvany, ¡Organicémonos!, enero de 1875, y Claridades, enero de 1875, en ibidem, p. 268, 263.

por mal nombre llamados absolutistas, cuando no debieran ser llamados sino anti-liberales. Luego quedan reducidas a dos las escuelas, la de estos calumniados señores y la de la otra susodicha gran familia [...] Empecé por desentenderme de los partidos para fijarme únicamente en las escuelas [...] Dejemos en paz a los partidos, así ellos nos dejasen. Mi elección ha de ser más platónica: de ideas trato, no de empleos" 54.
No parecen surgir dudas sobre las predilecciones y las animadversiones del Padre Sarda y Salvany. Quienes tengan la gracia de poder frecuentar sus obras completas podrán comprobar que en ellas hay constantes doctrinales que se reiteran con apostólica insistencia. Si una de esas constantes es el repudio a todos los criterios del liberalismo, la otra es la proclamación de la Realeza Social de Jesucristo como conditio sine qua non para el católico lanzado a la política. No le es optativo a un católico, ni mucho menos a un católico con vocación y ocupación por los asuntos públicos, afirmar taxativa- mente la soberanía social de Jesucristo.
Pero el ilustre clérigo no cesa de desenmascarar el fraude democrático, ni de amonestar a los que se asocian con él."No puedo asociarme para todo, sino sólo para lo lícito [... ] He de renunciar,pues, como católico, a la libertad absoluta de asociación [... ] Reniego del sufragio universal, que la primera vez que se puso formalmente en práctica pidió la muerte de Cristo y la libertad de Barrabás. Si he de seguir, pues, pensando católicamente, no puedo admitir en mis doctrinas [...]el cacareado sufragio [... juego universal de cubiletes y universal apaleamiento de electores"55.
Las iras de Sarda y Salvany contra los demócratas -y contra quienes participaban del juego electoralista- no se agotaba en el terreno siempre necesario de los discernimientos doctrinales. Se expresaba ante casos concretos, como la elección de Víctor Emanuel, ante cuyo ascenso plebiscitario al poder escribió unas magníficas páginas en sorna, que harían sudar al agroiko Beccar Várela, y por obediencia partidaria al mismísimo Rodríguez 56. ¿Y qué pasó en España?, se pregunta. "Estalló
54 Félix Sarda y Salvany, Mis escrúpulos...etc , ob.cit.p. p. 24.
55 Ibidem, p. 28 y 41.
56 Cfr. Félix Sarda y Salvany, Votos y bayonetas, ibidem, p. 157-160.
 la Revolución [...] Y adviértase que no fue esto solamente delirio de unos pocos. No. Personajes desgraciadamente muy célebres debieron su funesta celebridad a estas bravatas ateas, y fueron en breve caudillos de numerosa hueste, y alcanzaron triunfos electorales gracias a la guerra contra Dios francamente Inscrita en su candidatura"57.
Es que nuestro clérigo era hombre de estrictísima observancia en materia de principios. No a los demócratas y a los cultores del sufragio universal; no a los partidócratas y a los que creen que tienen libertad para asociarse también en las cosas ilícitas; no a los colaboraciones y continuistas de un sistema herido fatalmente por el liberalismo; no a las farsas sufragistas ni a quienes la convalidan; no a quienes se prestan a la parodia de la soberanía popular; no a aquellos que practican la "política de atracción [...] como la que por esos mundos de Dios o del demonio lleva también a tantos y tantos ciudadanos católicos a hacer el caldo gordo a los Gobiernos que nos da de su cosecha la Masonería" 58. Y no, rotundamente no, a los católicos aconfesionales, que puestos en actividades políticas callan por razones de oportunismo o de contemporización, la principalia de Nuestro Señor, sosteniendo que eso sería "mezclar las cosas". "¡Hacer política como lo prescribe el Papa no es hacer política, repetimos: es hacer Religión; escribir así de política no es escribir de política, es escribir de Religión; fatigarse, padecer, morir si cabe, por esa política, no es ser mártir de un partido, no es ser víctima de la miserable pasión política; es pura y sencillamente ser mártir de nuestra sacrosanta fe! 59.
Sólo la ignorancia más atroz o la malicia más reprobable, pudieron haber traído a colación el nombre ilustre de Sarda y Salvany para justificar a los cultores del demoliberalismo. Recuerdese la calificación y la condena consiguiente que estampa
57 Felix Sarda y Salvany, El peor de nuestros males. En Félix Sarda y Salvany. Propaganda Católica, vol. VII, Barcelona, Librería y Tipografía Catolica 1890, p. 357.
58 Snrdá y Salvany, Liberalismo casero. En su Conversaciones de hoy sobre materias de siempre, en Félix Sarda y Salvany, Propaganda Católica, vol. IX, Barcelona, Librería y Tipografía Católica, 1900 p.462
Félix Salvá y Salvany, ¡Hacer política!. En su Conversaciones de ibidem, p. 424.

1
sin reservas para quienes llamándose católicos hacen el caldo gordo a los postulados masónicos. Serán llamados ejecutores de una "política de atracción". Atracción respecto de los peores enemigos de la Realeza de Jesucristo.
3) Si era necesario este contexto general -el de recordar sus ideas políticas básicas- para entender las enseñanzas de Sarda y Salvany, un contexto más se necesita, y de carácter específico, para inteligir sus opciones circunstanciales.
En las internas de los católicos españoles de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Sarda representa al llamado integrismo o ultramontanismo, en la línea de Ramón Nocedal. Esta posición estaba en pugna con los caíóíicos unionistas, así llamados por responder a la Unión Nacional de Alejandro Pidal y Mon. Eran los unionistas -simplificando un poco las cosas con propósitos didácticos- equivalentes a los conservadores; personajes más flexibles a los requerimientos juridico-políticos del liberalismo, y tanto, que acabaron aceptando la Constitución liberal de Cánovas, y plenamente integrados al sistema canovista, cuando no en la democracia cristiana algunos, un poco más tarde.
Integristas como eran, los hombres enrolados en la línea de Nocedal y de Sarda y Salvany, se opusieron tenazmente a los enjuagues de los tildados como "mestizos" o "transaccionistas"; y publicaciones como El siglo futuro o La revista Popular abundan en testimonios de esta oposición intransigente. Agregúese como información complementaria, el hecho de que los carlistas tenían también sus divisiones, entre "legitimistas" y "dinásticos", resultando cada vez más evidente que estos últimos estaban dispuestos a aceptar funciones en la dinastía reinante, renunciando a azuzar intransigencias o purismos en la materia.
Lo concreto es que los Unionistas aceptaban valerse de la legalidad institucional vigente, propiciaban la creación de un partido de orientación católica, creían que podían fusionarse con otros partidos para lograr sus propósitos, y eran denominados despectivamente por los íntegros como posibilistas alfonnsinos, precisamente por su tendencia a convalidar al Régimen. Estos unionistas o católicos liberales -tal su verdadera condición- decían, en efecto, que era preciso propugnar un mayor realismo, aceptando las exigencias y las categorías políticas de la modernidad. Sus principales medios de expresión, como Eí Criterio Católico, La Veu de Montserrat o La Veu de Catalunya, son al respecto suficientemente ilustrativos. Desde La Revista Popular, Sarda y Salvany no cesó de hostilizarlos 60.
Era el viejo problema de ía tesis y la hipótesis, planteado durante el Concilio Vaticano I, principalmente cuando algunos católicos belgas y franceses defendieron la conveniencia de flexibilizar y adaptar la doctrina a las circunstancias políticas determinadas por el liberalismo imperante. Los "hipotesistas" proponían la hipótesis de la doctrina del Syllabus, respetada con toda veneración pero atenuada por su adaptación a los hechos consumados. Los "tesistas" sostenían la tesis de que el Syllabus condenaba sin atenuantes todas las formas y los modos del liberalismo, y que cualquier pacto con ellos era, por lo menos, una grave incoherencia. Se consideraban íntegros precisamente porque estaban resueltos a aplicar íntegramente, sin concesiones ni rebajamientos, la condena tajante al liberalismo lanzada por Pió IX. Unos bregaban por un catolicismo "más realista, más flexible, más contemporizador con la sociedad moderna". Los otros repudiaban enérgicamente cualquier rebajamiento teórico o práctico que se hiciera de la proposición 80 del Syllabus, dedicada a explicitar la pugna inconciliable entre catolicismo y liberalismo. El nombre encomiable de Monseñor de Segur, entre otros defensores de la "tesis, puede ayudar a comprender la talla de estos cada vez mas empecinados custodios de la verdad en soledad, sin las
60 Es mucha y de diversa valoración la bibliografía existente sobre este tema. Mencionemos: José Burch y Ventos, Datos para la historia del
tradicionalismo político durante nuestra revolución, Barcelona, Librería 1909; Marta Campomar Forniels, La cuestión religiosa en la restauración, Santander, Sociedad Menéndez y Pelayo, 1984; José M.Cuenca Toribio, Relaciones Iglesia-Estado en la España contemporánea 1933-1985, Madrid, Alhambra, 1985; Pedro Gómez Aparicio, historia del periodismo español, Madrid, Editora Nacional, 1971; José Varela Ortega. Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en la restauración (1875-1900), Madrid, Alianza, 1977; Begoña Urigüen, origen y evolución de la derecha española: el neocatolicismo, Madrid. Centro de Estudios Históricos, 1986.
 1tentaciones del error en compañía 61. Lo mismo se diga de la figura del obispo José Caixal, enérgico descalificador de "las descabelladas teorías modernas" sobre la soberanía popular, el sufragio universal, y restantes "monsergas del mundo moderno liberal" 62.
Por si hubiera que explicitarlo, quede dicho que en este internismo que se acaba de describir, Félix Sarda y Salvany era integrista, ultramontano, tesista, legitimistay antiliberal contundente. En la línea antagónica habrá que ubicarlo a Celestino Pazos, canónigo de Vich, en cuyo Seminario se daba cita un sector representativo de los llamados mestizos, unionistas, transaccionistas, dinásticos, hipotesistas y católicos liberales partidarios de la "política de atracción". El duelo podría considerarse como parte "del grado de exacerbación a que había llegado la controversia en aquellos tiempos"63.
Cualquier aplicación presente que se quiera hacer de este enfrentamiento de antaño al tema ahora en debate -supuesto que tal aplicación "pusiera punto final al entredicho", como acometen Rodríguez y su patrón- no podrá sino asociar con toda lógica la posición de Pazos a la de Beccar Várela. Cáinganle a él entonces las amonestaciones de la Sagrada Congregación del índice que pretende transferir a terceros.
Pero además de la inaudita ignorancia de haber querido capitalizar en el debate la reconvención de Roma a Celestino Pazos, cuando en dicha descalificación la única derrotada es la posición liberal, la verdad es que la obra de Pazos, Eí proceso del integrismo. Refutación de los errores que contiene el opúsculo del Dr. Sarda y Salvany, no se pone en el Index porque su autor apela a la ironía, llama perversa a la democracia o se niega a integrar un partido político. Se pone en el Index exactamente por lo contrario, porque se niega a considerar que el liberalismo es pecado y la democracia una per-
61 Cfr. Monseñor De Segur, Ofrenda a los jóvenes Católico-liberales, Barcelona, Librería de la Viuda e Hijos de Subirana, 1875.
62 Cfr. Santiago Casas Rabasa, El Obispo Caixal y el Vaticano I, en Anuario de Historia de la Iglesia, vol. XI, Pamplona, Universidad de Navarra, 2002, p. 430-435, y F Mestre Saura, Diccionari d'histórica eclesiastica de Catalunya, Barcelona, 1998, I, 380.
63 Guillermo Fraile, Historia de lafilosofía española. Desde la Ilustración. Madrid, BAC, 1972, p. 114.

 dición. Porque injuria con mentiras a quienes tales verdades recuerdan. Porque propugna y justifica la política de mano tendida hacia los condenados liberales.
Para su ruina intelectual y moral ha escrito Beccar Várela: "[...] Yo he intentado pedirles a los liberales que [... ] se unan conmigo y con los católicos para defender las libertades legí-timas que protege nuestra Constitución [...] No soy yo, por lo tanto, el que se niega a la alianza con los liberales. Yo estoy dispuesto a unirme con ellos en base a un programa mínimo", cuyo punto primero es el "restablecimeinto de la Constitución Nacional de 1853 [...] Si los liberales aceptaran de buena fe unirse con nosotros [...] yo me aliaría con ellos"64.
Esta era la posición de los católicos mestizos, transaccio-nistas y liberales que fue a parar al Index. Esta es la posición que condena Pió IX en el Syllabus, León XIII en la Libertas y Sarda y Salvany, específicamente, en el capítulo XVII de su El liberalismo es pecado, cuando desenmascara y repudia los "varios modos con que un católico puede hacerse cómplice del liberalismo". Esta es la posición para cuyos adeptos escribió Pió XII, el 8 de diciembre de 1947: "[llámese] desertor y traidor, .Minien preste su colaboración material, sus servicios, sus tá-lenlos, su ayuda, su voto político a los partidos y a los poderes que niegan a Dios".
4) Ahora sí, recién ahora, vayamos al capítulo XL de El Liberalismo es pecado, alzado en trofeo por la dupla ignara 65.
Algo especial dice aquí nuestro clérigo; algo prudencial lo ilustra, y un anhelo de fondo corona el mensaje esencial y
el prudencial.
Lo esencial es que a "las doctrinas católicas" no es conven¡entes defenderlas en abstracto sino en concreto", ya que "más que con con razones se ha de resolver con obras, que obras son amores y no buenas razones, dice el refrán". Nadie, nunca, ha estado en contra de tan elemental y veraz buen consejo. Nadie,
64 Carta de Cosme Beccar Várela a Julio Rouges, del 10 de marzo de 2006. Publicada en La botella al mar, de la misma fecha, sección Correo  del Lector, n. 1724.
65 Usamos la edición ya citada del año 1887, Barcelona, Librería y Tipografía Católica, vol. VI de La Propaganda Católica.

 nunca, ha puesto en duda esta aserción, la cual -repetimos-es lo substancial del capítulo de marras.
Lo prudencial es el listado de acciones concretas que se sugiere emprender: "oponer a la pluma la pluma; a la lengua, la lengua; pero principalmente al trabajo, el trabajo; a la acción, la acción; al partido, el partido; a la política, la política; a la espada (en ocasiones dadas), la espada". El partido, como se advierte, es mencionado entre los recursos posibles, proponiéndoselo como "un partido de acción, perfectamente antiliberal".
El anhelo de fondo explicitado y repetido envarias ocasiones, es que del modo señalado precedentemente se obre como paliativo y compensación de tantos males, "mientras [se] aguarda la hora histórica en que disponga Dios enviar a favor de su pueblo cautivo la espada de un nuevo Constantino o de un segundo Carlomagno". La invocación a la gesta vandeana, como epopeya pendiente y necesaria a la que hemos aludido en este debate, la invocación a una guerra justa de rescate y reconquista, no queda, pues, excluida por nuestro autor, sino concretamente aludida con la metáfora de la espada, insistentemente traída a colación.
¿Pero es que acaso con esta apelación al armado de un partido. Sarda y Salvany está contemporizando con el liberalismo al que tanto denostó? ¿Pero es que acaso debe entenderse como una claudicación ante el sistema esta referencia al partido, citado como un recurso más en una nómina de medios operativos en pro de la Fe Católica? ¿O se trata simplemente de una opción circunstancial para que los católicos no acabaran siendo mestizos, transaccionistas, conservadores y proclives a la política de atracción? ¿O consiste apenas en un encontrado paliativo para dar por superada su prédica abstencionista?
En rigor -y para esto era necesario el largo introito contextualizador que hemos hecho- el carlismo y el integrismo fueron siempre doctrinariamente contrarios a la partidocracia. Opuestos como la Tradición con la Revolución, antagónicos como la Cristiandad con la Modernidad. En rigor, agreguemos, lo único que quería sostener Sarda en aquel párrafo, era que como un católico no podía ser liberal, su único partido posible resultaba ser el carlista. Más una comunión o una familia que una estructura ideológica partidocrátíca. Más una hermandad de bautizados luchando por la Cruz, que un hato de aliliados bregando por los votos de la plebe. Más una milicia monárquica por los altares y los hogares, que un rejunte de candidatos ofrecidos en el altar del sufragio universal. Por eso especifica que "lo que se llama partido católico" es "un haz de fuerzas católicas, núcleo de buenos católicos, unión de trabajos católicos, para obrar en el terreno humano a favor de la Iglesia", y para que se conquiste "una política católica y una legalidad católica". "No es, pues, partido católico" -agrega en el capítulo XLl- "más que el que profese y sostenga y practique ideas resueltamente antiliberales. Cualquier otro, por respetable que sea, por conservador que se presente [... ] no es partido católico desde el momento que se presenta basado en principios liberales, u organizado con espíritu liberal, o dirigido a fines liberales". Y como sabe que sin estas previsiones doctrinarias y éticas, "el espíritu de partido puede alucinarnos", formula una nueva aclaración y lanza una nueva advertencia: que no "os inflame más el deseo de favorecer por medio de la Religión una determinada causa política", sino el "de favorecer por medio de la política a la Religión" 66. En pocas palabras, el susodicho partido debería ser una fuerza públicamente confesional al servicio de la Realeza Social de Jesucristo. No un triste exponente del "problema de los partidos y de los fragmentos de partido" no "la representación oligárquica de partido" -para decirlo con palabras de Vázquez de Mella 67 sino un órgano Institucional, que en una circunstancia dada de la historia asume la representatívidad de los intereses y de la voz de la Tradición Católica.
Puede discutirse, rechazarse o aprobarse el planteo de Sardá y Salvany. Puede considerárselo oportuno o inoportuno, mas o menos congruente con su ultramontanismo manifiesto, o no; acorde o discorde con su reiterado abstencionismo. Lo que no puede hacerse -entendiendo a derechas su pensamiento- es creer que este "partido católico" tiene algo que ver"

66 Ibidem, p. 136 y ss.
67 Cfr. El verbo de la tradición. Textos escogidos de Juan Vázquez de Mella
 Estudio preliminar de Rafael Gambra, Barcelona, Scire Balmes. 2001, p. 102-103.

con los actuales partidos políticos, aún aquellos que dicen estar conformados por católicos.
Para que se entienda bien la diferencia vamos a poner un ejemplo muy significativo. Hacia el año 2002, Cosme Beccar Varela fundó un partido político al que -fiel a su estilo- llamó con el anodino, neutro y prosaico nombre de Partido de la Recuperación.
Interrogado que fuera por "el objetivo principal" de dicha asociación, respondió que era "promover mi candidatura a la Presidencia de la Nación". A la pregunta por "las bases doctrinarias" contestó: "la primacía del Estado de derecho; la plena vigencia de las libertades y garantías de la Constitución". A un tercer interrogante sobre "cómo se podría revertir la crisis social", aseguró que "colocando en la Presidencia de la Nación a una persona que tenga autoridad personal además de honradez, capacidad intelectual y de trabajo"; y cuando a modo de corolario se le solicitó un "mensaje al electorado", abrevando primero en el fabril de frase hechas, como dijera Castellani, sentenció para la posteridad: "el mensaje es que tengan esperanza y se movilicen para hacer triunfar la candidatura presidencial que proponemos. Si lo logramos, el país se recuperará muy rápidamente" 68.
Al margen de la exasperante puerilidad discursiva, es sorprendente constatar que no existe la más mínima mención al drama patrio substancial, que es la descristianización deliberada de nuestra comunidad. Ni una referencia siquiera tangencial a la Realeza Social de Jesucristo como remedio insustituible para tamaño mal. Nada, absolutamente nada aparece en esta pública declaración de principios que denote en el candidato y en el partido un lenguaje católico, un propósito católico, una tajante definición católica, un desafío y un estilo católico, un ideario resuelta y contundentemente identificado con el de la catolicidad militante. Nada que diferencie las respuestas de las que pueda dar un liberal, un conservador, un constitucionalista del Régimen, un fiel partisano de la democracia, un garante de las libertades constitucionales, un figurón 68
Diez preguntas a Cosme Beccar Várela, en La Prensa online, n.847, Buenos Aires, 16 de diciembre de 2002. El reportaje tiene todo el aspecto de haber sido confeccionado por el mismo interesado.
 qualunque del sistema maldito. Todo está surcado en cambio de de omisiones graves, silencios imperdonables, ocullamientos culposos, guiños majaderos a los custodios de las libertades consagradas en el derecho nuevo, y una megalomanía atroz por la que el "católico" candidato propone como "el objetivo principal" de su "recuperador" partido, no el omnia instaurare in Christo, sino "promover [su] candidatura a la presidencia de la Nación".69
En su encíclica Spe Salui, Benedicto XVI hace un fino análisis del capítulo diez de la Carta a los Hebreos. Distingue allí las palabras griegas hypomone e hypostole, reservando para la segunda esta definición: es "el retraerse de quien no se arriesga a decir abiertamente y con franqueza la verdad quizás peligrosa. Este esconderse ante los hombres por espíritu de temor ante ellos lleva a la perdición. Por el contrario, la Segunda Carta a Timoteo caracteriza la actitud de fondo del cristiano con una bella expresión: 'Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio' "70.
Incapaces de proclamar "la verdad peligrosa" de la reyecía de Jesucristo, estos partidócratas liberales como Beccar Várela y Rodríguez pertenecen inconfundiblemente al género de los que repudiaba Félix Sarda y Salvani; y lo que es más grave, al de los hypostoles que execra el Apóstol.
Porque no juzgue alguno que les estamos concediendo demasiada categoría, dígase al fin, que más semejan ambos a aquellos cómicos de la legua, como se denominaba antañonamente a esos histriones de las compañías ambulantes, que por sus malos oficios profesionales eran obligados a acampar a una legua de las murallas de la ciudad, para preservarla del influjo de los mismos. Sabedores de que al cómico mayor lo perturban mis "vocablos castellanos inusuales" 71, agregaré que Agustín de Rojas en El viaje entretenido, llamaba a estos mar-
66 Sea justo acotar que no es Beccar Várela quien monopoliza la aconfesionalidad de sus declaraciones "presidenciales". Aconfesionales se han
declarado también, orondamente, ciertos supuestos nacionalistas católicos, con o sin partidos políticos en su haber. Convencidos de que, de esa manera "no mezclan la religión con la polÍtica", y no ahuyentan a los potenciales adherentes no católicos. Volveremos sobre tamaño error. 70 Benedicto XVI Spe salvi, 9.
71 COSME Beccar Várela, ¿Quousque tándem abutere...etc, ibidem.
ginados comediantes con las siguientes y sonoras voces, de las que el lector podrá escogitar las que pluguiere: bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y pipirijaina.
Mas basta de eutrapelia a costilla de estos personajes, y pasemos a enunciar los grandes principios de la política cristiana, que éstos y otros muchos agentes regiminosos, llamándose católicos, olvidan o traicionan.