LA OPORTUNIDAD PERDIDA, LA GUERRA CIVIL PERONISTA QUE NO FUE
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Lunes, 25 nov. 19:48 (hace 17 horas)
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LA OPORTUNIDAD PERDIDA, LA GUERRA CIVIL
PERONISTA QUE NO FUE
Creo
que hoy, aún entre aquellos que en su momento lo apoyaron, son pocos
los que dudan que el golpe del 24 de marzo fue un error garrafal de la
conducción de las Fuerzas Armadas.
En 1973 luego de que Perón, al ser consciente de la traición de
Cámpora, pidiera la cabeza de éste, él y su mujer son elegidos para el
período que terminaría el 25 de mayo de 1977, es decir que entre el 24
de marzo de 1976 y el fin del período presidencial
había, aproximadamente, catorce meses. Es cierto que no intentar
restaurar un orden que se había deteriorado de manera casi absoluta, era
una jugada demasiado temeraria, ya que la subversión seguía en una
posición de fuerza que obligaba a definiciones apresuradas.
Si
bien era un riesgo muy grande sostener a un gobierno débil- luego de la
muerte de Perón- que se debatía entre las apetencias sindicales y
empresarias y el corset de hierro del
peronismo político que, por la ineptitud intrínseca de sus dirigentes,
jamás hubiera podido implementar medidas eficaces, a lo que se sumaba el
aumento de la actividad guerrillera que a la fecha contaba con,
aproximadamente, 7.100 combatientes entre Montoneros,
6.000, y estimados 1.100 del ERP (1) . combatientes a
los que había que sumarles otros 35.000 individuos de apoyo, logístico y
sanitario, y activistas de organizaciones de superficie.
Con
este panorama, si el golpe del 24 de marzo no se hubiera realizado
hubiera obligado a los políticos a tomar actitudes enérgicas o a
desaparecer de la escena nacional, a la sociedad
argentina a tomar parte activa, más allá de sus pedidos cotidianos de
patíbulos para los subversivos, en los problemas derivados de la
actividad guerrillera y, como correlato de esto, se hubiera producido a
lo largo del país la guerra civil peronista que habría
posibilitado preservar a las Fuerzas Armadas de determinadas
situaciones imposibles de soslayar en una guerra sucia. Estas acciones
que el golpe de marzo impidió, sobre todo la guerra civil peronista,
hubieran dejado a la Argentina en una situación muy diferente
de la que hoy se vive.
La
guerra civil peronista que por falta de percepción impidieron los
comandantes al levantarse contra Isabel, no era algo muevo ni
desconocido. Empezó a gestarse
con el fracaso de la Revolución Libertadora y, aunque sus causas son
variadas, quizás la más importante en sus comienzos haya sido la
ambigüedad con que Perón se manejó, ambigüedad que
hizo
que los dirigentes que quedaban en el país buscaran hacerse
depositarios de la “ortodoxia” y por ende del favor del “Viejo”,
actitudes que irían generando entre ellos rispideces
que, lenta pero inexorablemente, irían creciendo en violencia. A esto
debemos agregar las tácticas pendulares de Perón que, una vez en el
exilio, incorporó a la izquierda en sus oscilaciones.
Sería estúpido creer que la entrada de grupos de izquierda en el peronismo fue obra de estudiadas estrategias
“entristas” de estos grupos; nada más lejos de la verdad,
esos grupos entraron en el peronismo de la mano de Perón. Ya en 1964, en
una carta a Delia Degliuomini de Parodi
(2), Perón expresaba que: “'[si los militares
persisten en su actitud] no tendremos, aún contra nuestra voluntad, más
remedio que recurrir a los que nos están ofreciendo ayuda desde hace
tanto tiempo (…)
por esa razón, no hay que ocuparse demasiado de combatir el comunismo”,
La posterior correspondencia que mantiene Perón con FAR Montoneros nos
da una exacta medida de que pretendía Perón cuando les dice en su carta a
la conducción de Montoneros: "Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria.”
(3), carta en la que incluso se muestra
de acuerdo con el asesinato de Aramburu. Ratificando esta posición,
pocos días después, en su mensaje a la juventud declara que: “Tenemos una juventud maravillosa, que todos los días
está dando muestras inequívocas de su capacidad y grandeza. (...)
(4). En verdad, el General sí que
sabía sobarle el lomo a quienes necesitaba mientras mantenía estrechas
relaciones con aquellos a los que la Tendencia Revolucionaria y la JP
detestaban.
El
cinismo, pero también la inteligencia de Perón hicieron el resto, y las
jefaturas de las organizaciones peronistas radicalizadas se comieron el
verso de general, no así el ERP,
para quien Perón era un burgués contrarrevolucionario (5).
Lo que eran ataques esporádicos de la izquierda peronista a la
“burocracia sindical” de la CGT quedaron en evidencia el día de la
vuelta del “Viejo” a la Patria. Llegado en olor de
multitudes, la fiesta terminó en una de las peores tragedias del
peronismo cuando las “orgas” de la derecha peronista, todas bajo el
mando de un íntimo de Perón, el coronel Osinde, se enfrentaron con FAR y
Montoneros y armaron un degolladero de proporciones
admirables. Pocos son los que habiendo estado allí quieren hablar y
tampoco son muchos quienes han visto la película que filmó el servicio
de inteligencia de la FAA, incluso es probable que haya sido destruido;
los cadáveres despatarrados o colgados de los
árboles de Ezeiza eran demasiados como para que se celebrase como un triunfo la vuelta del viejo coronel
Es
probable que fue en esos momentos donde, además de no hablar nunca más
de socialismo nacional ni de jóvenes maravillosos, a Perón se le ocurrió
retomar la idea del Somatén
(6), ya que, según cuenta Gloria Bidegain, Perón, en
una reunión con su padre, Oscar Bidegain, en Madrid, meses antes de su
vuelta, le dijo a éste:
“Lo que Argentina necesita es un somatén”. Esto muestra que la
idea de una “orga” paramilitar que le parara los pies a la guerrilla
estaba en la mente de Perón mucho antes de su regreso ya que el entendía
que luego del asesinato del Juez Jorge Quiroga
y el extrañamiento de los integrantes de la Cámara Federal que lo
secundaban no podía contar con que la justicia argentina tomara cartas
en el tema guerrilla. Además, como estudioso en profundidad de los
conflictos bélicos sabía que en una guerra contra el
terrorismo, siendo el terror el arma a utilizar, prevalecía quien la
usaba mejor, y era consciente que en este tipo de guerra era menester la
eliminación física- fuera de las leyes de guerra y, menos aún, civiles-
de no solo los combatientes, sino, principalmente
de aquellos que cumplían funciones auxiliares- logísticas, sanidad,
reclutamiento, etc.- o políticas en las organizaciones paralelas de los
grupos guerrilleros y que era necesario el uso de la tortura como medio
para obtener información rápida de las actividades
subversivas.
Perón
imaginaba un somatén, ya que entendía que estas actividades no debían
estar en manos de los militares, salvo en circunstancias excepcionales, y
que debía dejarse a estos
la defensa de los cuarteles y operaciones territoriales, pero que era
necesario tener para las acciones “por izquierda” una organización
armada paraestatal que se encargara de las actividades reñidas con las
leyes de la guerra, de ahí
su idea de la necesidad de una estructura paramilitar en la Argentina.
Que
los lameculos de siempre, para salvar la figura de Perón, quieran
hacernos creer que el Somatén que se movió por Argentina, la AAA
(Alianza Anticomunista Argentina), fue un
invento de López Rega es un insulto a la inteligencia. Creer que un
cabo de policía con un disminuido coeficiente intelectual haya sido
capaz de dar los lineamientos de una agrupación terrorista que hizo,
desde 1973 a fines de 1975, un trabajo más que “aceptable”,
consiguiendo información, eliminando o haciendo exiliarse a muchos
simpatizantes o integrantes de las organizaciones de superficie de
Montoneros y el ERP no es otra cosa que una fábula destinada a salvar a
Perón, haciéndole creer a las generaciones posteriores
que él desde su pedestal era incapaz de mancharse las manos con la
sangre de hermanos. Obviamente, para sostener esto hay que cerrar el
cerebro y olvidarse de Cipriano Reyes o de como trató a los obreros
gráficos en 1948 o a los ferroviarios en huelga en 1950.
A partir de los enfrentamientos de Ezeiza y,
especialmente, luego del asesinato de José Ignacio Rucci las
operaciones entre la derecha peronista y las “orgas” subversivas se fue
aproximando a una creciente guerra civil abundante en emboscadas,
bombas, torturas y asesinatos; el mismo Perón se encargó
de soltarle el freno a la AAA, cuando a principios de
octubre firmó la orden reservada del Consejo Superior Peronista donde
movilizaba a “todos sus elementos humanos y materiales para afrontar
esta guerra…”
(7) y, para que no quedaran dudas, en el punto 9 de la
misma, referido a los medios de lucha, decía: “Se utilizarán todos los
que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad
de los medios que se propongan, será apreciada
por los dirigentes de cada distrito…” (8)
Este
“llamado a las armas” quedaría refrendado en diciembre cuando en
declaraciones al diario La Opinión dijo Perón: “Sobre la violencia yo
tengo mi criterio formado (...) Nosotros
estamos creando los anticuerpos, porque es la mejor manera de
combatirlos y terminar con ese tipo de delincuencia”
(9) , conceptos que ratificó en enero de 1974 luego
del asalto del ERP a los cuarteles de Azul, por cadena nacional cuando
de manera expresa dijo: “El aniquilar cuanto antes este terrorismo
criminal es una tarea que compete a todos los que
anhelamos una Patria justa, libre y soberana…” (10)
Perón era militar y tenía una absoluta consciencia de lo que significaba el verbo aniquilar y exterminar.
Hacia
mediados de julio de 1975, habiendo renunciado López Rega, la AAA fue
disuelta. En el año y diez meses que tuvo “vigencia”, la AAA eliminó a
aproximadamente 1.100 personas
que pertenecían a las “orgas” guerrilleras o eran integrantes de
agrupaciones de superficie de éstas; se dice que los integrantes de la
AAA una vez disueltas estas pasaron a depender de la UOM, otros alegan
que fueron disueltas porque las agrupaciones que
la componían habían tomado un sesgo independiente y nadie las
controlaba en su totalidad. De cualquier manera, las acciones contra las
agrupaciones de superficie de la guerrilla siguieron hasta el 24 de
marzo de 1976.
Solo
la falta de imaginación de los comandantes alzados contra Isabel Perón
hizo que las “orgas” que componían la AAA fueran desarticuladas y no
utilizadas en la guerra antisubversiva
para los menesteres que había pensado Perón. Por necedad o soberbia de
los comandantes, al arrogarse el uso de la violencia, la nación perdió
la oportunidad de ser testigo de la guerra civil peronista y que el
remanente de ésta, de derecha o izquierda, cargara
con los errores que toda guerra sucia conlleva.
JOSE LUIS MILIA
(1).- Lewis, P.H. .-
Guerrillas and generals: the "Dirty War" in Argentina
(2).- Delia Degliuomini de Parodi
(1913
- 1991) 1fue una política peronista argentina, estrecha colaboradora
de Eva Perón y una de las fundadoras del Partido Peronista Femenino
(PPF)
(3).- Carta de Perón a Montoneros. 20/02/1971. Archivoperonista.com
(4).- Mensaje a la juventud.- 23/02/1971. Archivoperonista.com
(5).- “Por
el contrario, de los hechos expuestos surge con claridad meridiana
que el verdadero jefe de la contrarrevolución, (…), y el verdadero jefe
de la política represiva, que es la línea inmediata más probable del
nuevo gobierno, es precisamente el General Juan Domingo Perón”. Mario
Roberto Santucho. Editorial. “El Combatiente”
julio de1973
(6).- El Somatén era antiguamente una milicia ciudadana organizada para colaborar
en la seguridad en los pueblos y campos de Cataluña.
(7).- Consejo Superior Peronista. Orden Reservada del 1° de octubre de 1973
(8).- Consejo Superior Peronista. Orden Reservada del 1° de octubre de 1973
(9) .- Declaraciones de Perón al diario La Opinión el 19 de diciembre de
1973.
(10).- Discurso de Perón por Cadena Nacional el 20/01/1974
Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.