jueves, 28 de noviembre de 2019

Sermón Esjatológico (1966) - P. Leonardo Castellani

domingo, 24 de noviembre de 2019

Sermón Esjatológico (1966) - P. Leonardo Castellani








«Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; el que esté en el terrado, no baje a recoger las cosas de su casa; y el que esté en el campo, no regrese en busca de su manto. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en día de sábado. Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla. Y sí aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días. Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo está aquí o allí", no lo creáis. Porque surgirán falsos maestros y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Así que si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis; "Está en los aposentos", no lo creáis. Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde esté el cadáver·, allí se juntarán los buitres. Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro. 

De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, per-o mis palabras no pasarán. Más de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno será tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una será tomada, la otra dejada. Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».


(Mt. 24, 15-44)
  


     La Iglesia lee hoy un largo trozo central del capítulo XXIV de San Mateo, llamado "el Sermón Esjatológico" y también "el Apokalypsis sucinto". San Mateo oyó con propios oídos esta Profecía de Cristo, no así los otros dos Sinópticos, Marcos y Lucas; que lo reproducen abreviado y un poco arreglado el orden en Lucas -que veremos el próximo Domingo, Dios mediante. La mitad del trozo que hemos oído se refiere a la ruina de Jerusalén directamente; in obliquo al fin del mundo; la otra mitad, al revés.

     Este trozo comienza en el último "Signo" de la Parusía, el Sagrario desolado; o sea, la abominación de la desolación donde no debería estar. Los otros dos Signos son: el Evangelio predicado en el mundo entero, y una gran persecución a los fieles, también en todo el mundo. Pero antes destos Signos hay "Presignos", después de los cuales viene la cláusula repetida por los tres Sinópticos: "Éstos son los primeros dolores (de parto) pero todavía no es el fin". Son Presignos.

     El fin no es un desastre inaudito y una destrucción total, como nosotros enseñamos: es un nacimiento, el nuevo nacimiento de Cristo y de su Iglesia. "Cuando veáis todos estos signos, alegraos porque vuestra salvación está cerca". Tiene sus dolores, vaya si no. Es un parto? -si Cristo usó la comparación, podemos usarlo nosotros.

     Los Presignos son:

1º, habrá guerras y rumores de guerra y pseudoprofetas.
2º, habrá terremotos, inundaciones y pestilencias.
3º, se volverá difícil la convivencia humana.

     Deste último hablaré hoy; los otros dos son obvios; y por cierto no faltan hoy en día.

     "Y porque pululará la injusticia, se anemiará la convivencia". Yo sé que la Vulgata traduce: "Y porque sobreabundará la iniquidad, se resfriará la caridad en muchos" -pero más exacta es la primera traducción. La Biblia inglesa "King's Version" traduce: "el amor (no la "caridad") se entibiará en muchos": la convivencia, o sea, el apego natural, es el primer grado del amor; y ese es significado de “agape” en griego.

     ¿Cómo andamos de convivencia? Los rusos proponen "la convivencia" al mundo capitalista; el cual les hace oídos de mercader. Si la proponen es que no existe. Lo que existe es lo contrario: "reinará el odio", dice Cristo.

     Yo no sé, pero en mi vecindad no hay mucha buena vecindad; hay una buena vecindad más o menos como entre Yanquilandia y la Argentina; la convivencia anda enfriada, ¡qué digo! anda resfriada y con gripe; que justamente significa eso en francés, malhumor, hurañez, inquina. Si nos saludamos en el ascensor es mucho; hay agresiones de vez en cuando; y si no hay más es porque estamos todos amansados; nos guardamos la ira y la venganza adentro, no por virtuosos sino por blandengues, y se nos pudren adentro en resentimiento. Hay un sacerdote viviendo allí, han muerto ya como 100 personas, y ni a una sola se le ocurrió llamar a ese sacerdote -ni a ningún otro. Me parece que por todo anda más o menos igual. El amor al prójimo está ocupadísimo en sacar dinero al prójimo; al fin lo ayudamos a conseguir lo mejor. ¿No dijo Jesucristo que la pobreza es lo mejor?

     Si van a una conferencia del economista Moyano Llerena acerca de los remedios de la inflación -es abundantísimo en remedios, lo curioso es que la inflación no se remedia- verán Uds. que acaba diciendo que para todo eso que dijo se necesita Solidaridá (o sea, convivencia) y no hay solidaridá. Días pasados a un auditorio de empresarios les dijo: “Lo que pasa es que los argentinos, todos nosotros, por medio de cuñas, acomodos o coimas, procuramos conseguir del Gobierno ventajitas para nosotros a expensas de los otros. Si buscáramos ventajas nuestras que también fueran ventajas colectivas, muy bien; pero buscamos en realidad privilegios; y el que viene detrás que arree. Esto los empresarios, dice Moyano Llerena. ¿Y los obreros, dígame? ¿No hacen igual por medio de sus huelgas y Sindicatos? ¡30% de aumento cada cuatro meses! Como dijo el gallego:

"En este mundu enemiju
De nadie hemos de fiar.
Cada cual mire por siju,
Y o por miju, tú por tiju
Y pare usté de contar".

     La criminalidad aumenta. Uno me dijo: "Parecería que, estamos viviendo en medio de ladrones" -¿En medio? Más bien abajo de ladrones, pues los peores ladrones están arriba. Converse hace un tiempo con un gran Comisario de la Plata, el Dr. Shoo (Dr. porque es también Doctor en Filosofía) y me dijo más o menos:

     "En tiempo de Fresco había menos crímenes. Ahora el malevaje aumenta. Estamos en guerra abierta con los criminales, como si fuéramos dos ejércitos beligerantes con los mismos derechos: ellos matan policías y nosotros matamos malevos; e incluso ellos tienen ventaja, porque nosotros no podemos tirar primero. Esto es injusto: nosotros debíamos tener todas las ventajas y ellos las menos posibles. ¿Cómo se consigue eso? En Inglaterra lo conseguían: 1º, el que mataba a un vigilante iba a la horca a las 48 horas, como hay Dios; y 2º, a un ladrón que llevase armas, lo consideraban asesino y lo castigaban por "asesinato frustrado" aunque no las hubiera usado. Con esto los vigilantes andaban tan seguros que no llevaban revólver, sólo portaban un bastoncito. Ahora me dicen que eso se deteriora, que han suprimido la pena de muerte, y también la pena máxima por hacer un robo llevando armas. Peor para ellos, que se embromen; es señal que están en decadencia. Pero nosotros estamos peor.

     -¿Y por qué en tiempo de Manuel Fresco había menos malevaje y menos crímenes?

     Suspiró.

     -Creo que porque arriba había buen ejemplo; arriba no robaban. Además Fresco (o sea su Jefe de Policía, Suárez Pinto) armó a la policía igual o mejor que los ladrones; los cuales andaban con las mejores armas producidas en Yanquilandia; y a todo policía inservible -no sólo a los que se dejaban sobornar, sino a todo el que se mostraba cobarde- lo despedía como por un tubo. Además Suárez Pinto nos decía que no tirásemos primero, pero tampoco después; que tirásemos al mismo tiempo, es decir, al ver que el malevo sacaba un revolver -o metía la mano en el bolsillo. En cambio ahora, la tentación de tirar primero, de dejarse sobornar, o de hacerse la gallina distraída con los maleantes peligrosos es grandísima".

     Hasta aquí el Comisario Schoo. Esto también destruye la convivencia. Un asesinato es el ultraje máximo a la convivencia. ¿Pero no dice San Agustín que el ultraje máximo a la convivencia es la mentira? No piensa San Agustín en el homicidio sino en el robo, la estafa y las riñas: porque en la mentira estafamos al prójimo la verdad, que es más que el dinero, más valiosa y necesaria.

     Días pasados estuve en la redacción de un diario, pensando en los mentirosos profesionales, que son casi todos los periodistas; yo soy mentiroso profesional jubilado. Se puede mentir por muchos móviles: por enfermedad (pseudólogos), por gusto, por un provecho propio, por defensa propia (las mujeres y los curas) y finalmente por profesión (periodistas). Mentimos sin culpa, porque tenemos que seguir la dirección del dueño del diario; no la dirección del Director sino del dueño. Y la mentira ataca la convivencia.

     En suma, vemos que los economistas peritos en remediar la inflación, después de muchísimas vueltas, gambetas y vericuetos, al final van a terminar a un dominio que no es el dellos ¡la Moral! "Pero todo esto requiere la aquiescencia de todo el pueblo, la solidaridad. Todo esto requiere un gobierno fuerte y ejemplar arriba. Todo esto requiere, etc., etc.", decía el Jueves pasado Carlos Moyana Llerena, que sin duda es un gran economista y un cordobés avispadísimo, a los Industriales y Comerciantes Mayoristas de Artículos para el Hogar. En suma, se necesita Moral. ¿Y quiénes pueden crear moral, los economistas? Nones. Crear moral puede solamente Dios, y su Esposa en la tierra, la Iglesia. ¿Por tanto nosotros, que estamos en la Iglesia, estamos en regla? Por supuesto, no son Uds. los que destruyen la convivencia: oír misa y escuchar un sermón son actos de convivencia. "Una conferencia es un acto de sociabilidad" –me dijo Vintila Oria. Según qué conferencia ... Si leen la lista de conferencias de cada día en el diario "La Nación" verán que la mitad son destructivas de la convivencia: conferencias de macaneo, de herejías, de fetichismo literario o artístico, de religiones falsas, o de degeneraciones, como la psicanálisis, el yoga, el fakirismo hindú, la pseudoastrología, la teosofía y el espiritismo. Quizás soy fanático; bueno, un tercio. Pero quiero decir que hay conferencias y conferencias: algunas son actos de convivencia; otras son actos de conmoriencia.

     Algo se puede hacer también fuera de la Iglesia, con la ayuda de Dios; sobre todo enseñando; -con el ejemplo y la palabra: enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, dar buen consejo al que lo ha menester -las tres principales obras de misericordia más importantes que la limosna. Que Dios tenga misericordia de nosotros y de nuestro país; que nos devuelva almenas la convivencia o concordia social que aquí había -antes de que estuviesen arriba los ladrones.


Leonardo Castellani: “Domingueras Prédicas” Artes Gráficas Unión 1997. Argentina. Págs. 289,295.


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