¿En qué quedamos?
Resulta cada vez más difícil comprender las gruesas discordancias
entre lo que nuestros gobernantes pomposamente afirman y lo que
finalmente llevan a la práctica. Es como si ellos estuvieran suspendidos
en un limbo privilegiado, lejos del alcance de las críticas, ajenos a
los interrogantes, eximidos de dar explicaciones. Cada mañana nos
sorprende una decisión presidencial que contradice abiertamente un
anterior credo kirchnerista.
Nos hemos enterado, por ejemplo, que una de las causas de la suba del
dólar billete ha sido la actividad de los narcotraficantes, sin embargo
no hemos visto una mínima política de estado tendiente, aunque más no
fuera, a dificultarles el accionar en nuestro territorio. Todo lo
contrario, el retiro de la gendarmería de su natural función de control
fronterizo, sumado a la desarticulación del sistema nacional de radares,
la multiplicidad de pistas clandestinas con el beneplácito de barones
provinciales y la decisión de aceptar el ingreso ilimitado de capitales
sin especificar orígenes, han sido los incentivos que alentaron la
instalación y facilitaron la actividad criminal de bandas narcos
expulsadas de sus países.
¿En qué quedamos son nefastos criminales o se trata de hermanos latinoamericanos?
Para disipar dudas sólo restaría instalar pasacalles de bienvenida en cada paso fronterizo.
Dijimos que no fue esa la única causa del alza del dólar. También
contribuyó, según la óptica gubernamental, la compra de aproximadamente
un millón y medio de dólares por parte de la petrolera Shell de Holanda
para pagar importaciones y girar utilidades. Y si ciertas fueran la
acusación y su consecuencia, da para ponerse a pensar y tratar de
comprender cómo el hecho de que la venta por parte del Banco Central de
un millón y medio, de golpe hace tambalear el mercado cuando día a día
escuchamos que dicha entidad se desprende de cientos de millones de
dólares para tratar de sofrenar el galope de la divisa aún a costa de
menguar las reservas. Realmente no se comprende y no hay explicaciones,
sólo acusaciones.
¿En qué quedamos? ¿Vender un palo y medio es un tsunami pero desprenderse de doscientos millones es la primavera de Boticelli?
Por supuesto que tampoco comprendemos porqué si esa operación
causaría tamaña consecuencia, el propio Banco Central la hubo autorizado
previa y legalmente.
¿En qué quedamos? ¿Fue una operación legítima y autorizada o fue una trampa holandesa en venganza por el Mundial 78?
También recordamos los argentinos el día en que, aprovechando
información privilegiada, el extinto Presidente Kirchner adquirió tres
millones de dólares en una sóla operación instantes antes de que se
produjera una fuerte devaluación de nuestra moneda. De inmediato y ante
la reacción popular el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández
justificó la compra asegurando que era absolutamente legal.
¿En qué quedamos? ¿La compra de divisas es legal o es ilegal?
También con relación al cepo cambiario nuestras autoridades
aseguraban con sorna que no existía. Sin embargo, en una sencilla
ceremonia acaba de ser levantado.
¿En qué quedamos? ¿Había cepo o no había cepo? Y si no lo había, ¿Cómo hicieron para levantarlo?
Y no puede faltar en esta galería de absurdos, la reaparición ante
las cámaras de nuestra Presidente. Resultó patética su acusación, con la
inmodestia que la caracteriza, de que “algunos” estaban molestos porque
en la Argentina había “ocupación plena”. Dejando de lado que en esta
feria de vanidades se incluye como “ocupados” a quienes pese a ser
reales desempleados -aproximadamente tres millones de argentinos- cobran
subsidios por desempleo, es hilarante escucharle afirmar, en el mismo
discurso en el cual negaba la desocupación, que había lanzado una línea
de subsidios para jóvenes desocupados.
¿En qué quedamos? ¿Hay ocupación plena o hay desocupados escondidos?
Sinceramente, no comprendo nada.