El Padre Calvo afirma que la quiebra del orden natural está relacionada con la aparición de enfermedades como el sida
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El sacerdote Jesús Calvo defendió el concepto de “filosofía cimentada”
frente a las ideas que “se diluyen en sentimentalismos”. En su
entrevista del pasado jueves en ‘La ratonera’, el Padre Calvo reivindicó
a Sócrates como base de la filosofía y también como personaje clave
para entender ciertas ideas teológicas. Pero sobre todo, la
comparecencia del párroco leonés en el espacio televisivo de AD sirvió
para hablar extensamente de libertad y de democracia, sin perder nunca
de vista su compromiso ético con la tradición católica.
- ¿Cual es el concepto que usted tiene acerca de la libertad?
Cuando se habla tanto de democracia y de libertad nadie define esos
términos y, por lo tanto, no sabemos de qué estamos partiendo. Cada uno
puede entenderlos como quiera y así no vamos a ninguna parte. Libertad
es capacidad de obrar o de no obrar, de elegir entre el bien y el mal. O
la libertad de especificación, que consiste en elegir una cosa con
preferencia de otras. Dicho más claro, para que haya libertad en el acto
humano tiene que no haber coacción. Hay dos clases de coacción: la
coacción física o externa y la coacción moral, que es la limitación de
nuestros actos humanos por no chocar con la Justicia. Por lo tanto,
somos inmunes de coacción física, pero no somos inmunes de coacción
moral, porque hay un límite más allá del cual nuestras acciones no
pueden llegar si rompen ese orden querido por Dios.
En efecto. Ningún político puede darnos un litro o un metro cúbico
más de libertad. Es algo metafísico, que está por encima de la física,
como lo está la felicidad, la belleza o la eternidad. La libertad, en
vez de ser un término político, en realidad es un concepto religioso,
porque en ella, en la forma de actuar, nos definimos como somos y por
tanto marcamos nuestra moralidad, nuestra vida, nuestra historia… de las
cuales tendremos que dar cuentas al Altísimo.
Por consiguiente, a través de la libertad demostramos lo que somos en
orden siempre a una finalidad trascendente, lo que la convierte en un
concepto religioso en último término.
Insisto, somos inmunes de coacciçón física, pero no de coacción
moral, porque hay leyes que están por encima de nuestros caprichos, de
nuestro egoísmo y, por lo tanto, somos probados a través de la libertad,
que es algo más que un producto de consumo para hacer lo que nos dé la
gana.
- ¿Qué le parece la campaña desatada contra el cardenal Fernando Sebastián por defender que la homosexualidad tiene tratamiento?
Con el homosexualismo hemos topado y a eso es a lo que llaman
libertad de expresión. Los que más atropellan la libertad de los demás
son los que se llaman demócratas. Ellos quieren la democracia para
permitirse esa inmunidad de coacción moral, ya que en un sistema más
justo, en un régimen nacionalcatólico, sí que chocarían con las leyes
morales. Alguien tiene que dictar con conciencia y así da gusto estar en
una dictablanda como la de Franco.
- ¿Por qué tienen tanto poder en España los miembros de ese colectivo?
Porque el liberalismo se lo permite. Se pretende que la verdad tenga
que ver con el número. De hecho, un especialista puede tener razón
contra todo el mundo. La verdad no depende del número y está por encima
de nosotros, ya que para eso está la ley natural, la ley divinopositiva.
Todo lo demás no depende del predicador sino del que viene de lo alto,
cosa que no admite la democracia, que dice que todo tiene que venir de
abajo, de la base.
- Hay algo, sin embargo, contra lo que este sistema político no puede ni podrá nunca. Me refiero al orden natural.
Efectivamente. No se tiene en cuenta la ley que está por encima del
hombre. El hombre se considera un dios capaz de organizarse por sí
mismo, prescindiendo de Dios y de la ley natural. Luego viene el choque
con nosotros mismos. Ese es el problema de las contradicciones
democráticas, que parten de dos principios falsos: que todos somos
iguales y de que la verdad viene de abajo, del número y no de arriba
como revelación. Como la democracia no conduce a la revelación ni a nada
que venga fuera de este mundo, el hombre se considera un dios, y ahí
están sus contradicciones, que acaban en la ley del más fuerte.
- ¿Podríamos establecer por último una relación entre la
quiebra de ese orden natural y la aparición de enfermedades como el
sida?
Naturalmente, cuando se abusa de la ley natural, la ley natural no
perdona nunca y vienen las consecuencias, dado que la naturaleza tiende a
defenderse por sí misma. Así que cuando se la ataca, más pronto o más
tarde se ven las consecuencias por haber cogido un camino equivocado.