domingo, 26 de enero de 2014

HAY QUE APRENDER A RESISTIR

“Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir”.
 Jorge Raventos
 Panorama político nacional de los últimos siete días Dólar sin cepo y gobierno devaluado El calor y las tormentas que martirizaron al país durante la última semana compitieron en la atención de los argentinos con la notable devaluación del peso, la nueva trepada del dólar blue, la insistente pérdida de reservas y la sensación de que el gobierno se encuentra superado por los acontecimientos. Una impresión ratificada, en cierto sentido, por la primera aparición pública de la Presidente tras una larga ausencia y un extenso silencio. Un discurso ausente Escenográficamente preparada para aventar las dudas generadas por esa ausencia y ese hermetismo, la presentación presidencial del miércoles 22 entusiasmó al público militante congregado en la Casa de Gobierno, pero es improbable que haya logrado aquel objetivo. “Espero que nadie critique la cadena nacional después de tanta demanda de la Presidenta para hablar”, disparó, sarcástica, la señora de Kirchner desde el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Esperanza probablemente frustrada, pues, aunque usó los micrófonos para opinar sobre muchos asuntos, ese día no dijo una palabra sobre las cuestiones que más inquietan a los argentinos, la mayoría de las cuales estuvieron en el candelero durante el largo período de hermetismo de la mandataria (por caso, la crisis energética que ha afectado a cientos de miles de usuarios de luz y agua, las huelgas policiales y la situación de la seguridad o el aumento fuerte y sostenido de precios, principalmente en el rubro alimentario). La Presidente tampoco advirtió el miércoles sobre las medidas que sus funcionarios se disponían a sancionar, autorizar o anunciar algunas horas más tarde. En ese sentido podría decirse que el del miércoles en la Casa Rosada fue un discurso ausente que, en lugar de las definiciones y posturas que aguardaba la sociedad, ofreció reiteradas argumentaciones autorreferenciales sostenidas en datos facturados por el INDEC, que (pese a que el leitmotiv del acto consistía en anunciar con bombos y platillos un plan para un millón y medio de desocupados y desescolarizados) pintan una Argentina sin desempleo a la que fuerzas oscuras quieren hundir con la calumnia para castigar los grandes éxitos de su gobierno. La percepción que intranquiliza a fragmentos cada vez más extendidos de la clase política (sin excluir a hombres del oficialismo) es que, tras extraviarse en los laberintos de su propio relato, el gobierno se desliza hacia una situación de vacío. La Ley de Acefalía Elisa Carrió afirmó con vehemencia esta semana que la señora de Kirchner “no se hace cargo de la Nación, no es una presidenta”. Pero inquietudes de ese tipo no sólo son verbalizadas por una figura volcánica como Carrió, sino por personalidades de talante más prudente y moderado. Rodolfo Terragno, por ejemplo, propuso un domingo atrás reformar la ley de Acefalía para afrontar un “caso de vacío de poder”. La Presidente, aseveró Terragno, “ha vuelto a la Casa de Gobierno, pero no es claro que ejerza el Ejecutivo a plenitud”. Con cautela, Terragno, insistió en que es inadmisible es que la salud presidencial “sea objeto de especulaciones o versiones mal intencionadas”. Agregó que, por ello, “si existe una enfermedad de base, u otra no ligada a la situación que forzó la cirugía (…). el Congreso debería conocer el diagnóstico y el pronóstico..”, pues el juramento hipocrático obliga al médico a guardar un “secreto inviolable” sobre lo que conozca “en el ejercicio de su profesión”, salvo que “sea cosa que deba ser divulgada”. Y, de tener eljefe del Estado algún impedimento, argumentó Terragno, “la cosa entraría sin duda en tal categoría”. Fue para refutar esas prevenciones e impugnaciones que el entorno presidencial se empeñó en el acto del miércoles 22. La propia señora de Kirchner intentó desacreditarlas: “Quisieron crear una sensación de que no daba más”, dijo en su discurso. “Creo que mienten siempre”. Esa desmentida hubiera adquirido otro cuerpo si su discurso se hubiera hecho cargo de los temas que afligen a la sociedad o si hubiera diseñado un programa de acción para remediarlos. Pero eso faltó. Para peor, simultáneamente se estaba produciendo la aceleración de la caída de la moneda argentina. “No estamos devaluando nosotros, lo hace el mercado”, denunció o confesó el jefe de gabinete Capitanich. Pero no se trataba de que el gobierno estuviera intentando una estrategia, sino que se mostraba impotente ensayando varias al mismo tiempo. Esa improvisación zigzagueante terminó convalidando la mayor devaluación de la década, pese a que apenas ocho meses atrás la Presidente había fustigado: “El que quiera una devaluación deberá esperar hasta el próximo gobierno”. “El próximo gobierno” En algunos sentidos, en rigor, podría decirse que ya estamos pisando territorio de otro gobierno: los acuerdos con Chevron y la intención de convocar inversión privada, nacional y externa, para explotar los hidrocarburos; la búsqueda de un acuerdo indemnizatorio con Repsol; la decisión de pagar las demandas perdidas en el Centro de Arreglo de Diferencias del Banco Mundial; el propósito de saldar la deuda con el Club de Paris o la determinación de involucrar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico (más allá de la ineficacia, chapucería o falta de convicción con que se procesan) son puntos de un programa que poco tiene que ver con el relato de que se ufanaban el gobierno y sus corifeos intelectuales. El gobierno no acierta con las soluciones y además va deshilachando los ropajes con que pretendía exhibir su identidad. El resonante anuncio de que permitirá, desde el lunes 27 , comprar oficialmente dólares destinados al ahorro representa un triple salto mortal, destinado principalmente a ponerle techo a un mercado (el del dólar blue) al que, en sus declaraciones, el gobierno niega significación, atribuye vínculos con la delincuencia y había prometido “combatir con la ley”. La promesa de vender dólares legalmente a un valor inferior al del mercado paralelo probablemente conseguirá aquel objetivo, aunque el precio será responder a la demanda con reservas. Hasta el momento, en el marco del cepo cambiario, el Banco Central venía perdiendo unos mil millones por semana. ¿Qué dimensión tendrá la demanda a partir del lunes? Si, después de anunciar con bombos y platillos la flexibilización del corralito del dólar aparecen nuevas restricciones como reacción a una demanda muy fuerte (previsible, ya que la atracción del peso es cada vez más baja y difícilmente se incremente por una suba de las tasa de interés inferior a la inflación), no habría que descartar escenas de protesta en las zonas bancarias y un fuerte rebote negativo en las expectativas. Mirar desde La Habana La Presidente observará desde La Habana los efectos de la pruebita. Viajó a Cuba, país que se ha labrado alguna fama en el campo de la medicina, tres días antes de la programada reunión del CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Desde la Casa Rosada se echó a rodar la versión de que el anticipo se debe a que quizás se vea con Fidel Castro. Con la Presidente fuera o dentro del escenario, su gobierno va cediendo a las demandas de la realidad de modo incoherente y con ocurrencias de corto plazo. No hay estrategia. No se afrontan las cuestiones centrales: el dispendio público, la creciente inflación, el aislamiento. A casi dos años de su fecha de vencimiento programada, el oficialismo se inspira en Juan Gelman: “Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir”. Jorge Raventos