Jorge
Raventos
Panorama político nacional de los últimos siete días
Dólar sin cepo y
gobierno devaluado
El calor y las tormentas que martirizaron al país durante la última
semana compitieron en la atención de los argentinos con la notable
devaluación del peso, la nueva trepada del dólar blue, la insistente
pérdida de reservas y la sensación de que el gobierno se encuentra
superado por los acontecimientos. Una impresión ratificada, en cierto
sentido, por la primera aparición pública de la Presidente tras una
larga ausencia y un extenso silencio.
Un discurso ausente
Escenográficamente preparada para aventar las dudas generadas por esa
ausencia y ese hermetismo, la presentación presidencial del miércoles 22
entusiasmó al público militante congregado en la Casa de Gobierno, pero
es improbable que haya logrado aquel objetivo.
“Espero que nadie critique la cadena nacional después de tanta demanda
de la Presidenta para hablar”, disparó, sarcástica, la señora de
Kirchner desde el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Esperanza
probablemente frustrada, pues, aunque usó los micrófonos para opinar
sobre muchos asuntos, ese día no dijo una palabra sobre las cuestiones
que más inquietan a los argentinos, la mayoría de las cuales estuvieron
en el candelero durante el largo período de hermetismo de la mandataria
(por caso, la crisis energética que ha afectado a cientos de miles de
usuarios de luz y agua, las huelgas policiales y la situación de la
seguridad o el aumento fuerte y sostenido de precios, principalmente en
el rubro alimentario). La Presidente tampoco advirtió el miércoles
sobre las medidas que sus funcionarios se disponían a sancionar,
autorizar o anunciar algunas horas más tarde.
En ese sentido podría decirse que el del miércoles en la Casa Rosada fue
un discurso ausente que, en lugar de las definiciones y posturas que
aguardaba la sociedad, ofreció reiteradas argumentaciones
autorreferenciales sostenidas en datos facturados por el INDEC, que
(pese a que el leitmotiv del acto consistía en anunciar con bombos y
platillos un plan para un millón y medio de desocupados y
desescolarizados) pintan una Argentina sin desempleo a la que fuerzas
oscuras quieren hundir con la calumnia para castigar los grandes éxitos
de su gobierno.
La percepción que intranquiliza a fragmentos cada vez más extendidos de
la clase política (sin excluir a hombres del oficialismo) es que, tras
extraviarse en los laberintos de su propio relato, el gobierno se
desliza hacia una situación de vacío.
La Ley de Acefalía
Elisa Carrió afirmó con vehemencia esta semana que la señora de Kirchner
“no se hace cargo de la Nación, no es una presidenta”. Pero inquietudes
de ese tipo no sólo son verbalizadas por una figura volcánica como
Carrió, sino por personalidades de talante más prudente y moderado.
Rodolfo Terragno, por ejemplo, propuso un domingo atrás reformar la ley
de Acefalía para afrontar un “caso de vacío de poder”. La Presidente,
aseveró Terragno, “ha vuelto a la Casa de Gobierno, pero no es claro que
ejerza el Ejecutivo a plenitud”. Con cautela, Terragno, insistió en
que es inadmisible es que la salud presidencial “sea objeto de
especulaciones o versiones mal intencionadas”. Agregó que, por ello,
“si existe una enfermedad de base, u otra no ligada a la situación que
forzó la cirugía (…). el Congreso debería conocer el diagnóstico y el
pronóstico..”, pues el juramento hipocrático obliga al médico a guardar
un “secreto inviolable” sobre lo que conozca “en el ejercicio de su
profesión”, salvo que “sea cosa que deba ser divulgada”. Y, de tener
eljefe del Estado algún impedimento, argumentó Terragno, “la cosa
entraría sin duda en tal categoría”.
Fue para refutar esas prevenciones e impugnaciones que el entorno
presidencial se empeñó en el acto del miércoles 22. La propia señora
de Kirchner intentó desacreditarlas: “Quisieron crear una sensación de
que no daba más”, dijo en su discurso. “Creo que mienten siempre”.
Esa desmentida hubiera adquirido otro cuerpo si su discurso se hubiera
hecho cargo de los temas que afligen a la sociedad o si hubiera diseñado
un programa de acción para remediarlos. Pero eso faltó.
Para peor, simultáneamente se estaba produciendo la aceleración de la
caída de la moneda argentina. “No estamos devaluando nosotros, lo hace
el mercado”, denunció o confesó el jefe de gabinete Capitanich. Pero no
se trataba de que el gobierno estuviera intentando una estrategia, sino
que se mostraba impotente ensayando varias al mismo tiempo. Esa
improvisación zigzagueante terminó convalidando la mayor devaluación de
la década, pese a que apenas ocho meses atrás la Presidente había
fustigado: “El que quiera una devaluación deberá esperar hasta el
próximo gobierno”.
“El próximo gobierno”
En algunos sentidos, en rigor, podría decirse que ya estamos pisando
territorio de otro gobierno: los acuerdos con Chevron y la intención de
convocar inversión privada, nacional y externa, para explotar los
hidrocarburos; la búsqueda de un acuerdo indemnizatorio con Repsol; la
decisión de pagar las demandas perdidas en el Centro de Arreglo de
Diferencias del Banco Mundial; el propósito de saldar la deuda con el
Club de Paris o la determinación de involucrar a las Fuerzas Armadas en
la lucha contra el narcotráfico (más allá de la ineficacia, chapucería o
falta de convicción con que se procesan) son puntos de un programa que
poco tiene que ver con el relato de que se ufanaban el gobierno y sus
corifeos intelectuales.
El gobierno no acierta con las soluciones y además va deshilachando los
ropajes con que pretendía exhibir su identidad. El resonante anuncio de
que permitirá, desde el lunes 27 , comprar oficialmente dólares
destinados al ahorro representa un triple salto mortal, destinado
principalmente a ponerle techo a un mercado (el del dólar blue) al que,
en sus declaraciones, el gobierno niega significación, atribuye vínculos
con la delincuencia y había prometido “combatir con la ley”. La
promesa de vender dólares legalmente a un valor inferior al del mercado
paralelo probablemente conseguirá aquel objetivo, aunque el precio será
responder a la demanda con reservas. Hasta el momento, en el marco del
cepo cambiario, el Banco Central venía perdiendo unos mil millones por
semana. ¿Qué dimensión tendrá la demanda a partir del lunes? Si,
después de anunciar con bombos y platillos la flexibilización del
corralito del dólar aparecen nuevas
restricciones como reacción a una demanda muy fuerte (previsible, ya
que la atracción del peso es cada vez más baja y difícilmente se
incremente por una suba de las tasa de interés inferior a la
inflación), no habría que descartar escenas de protesta en las zonas
bancarias y un fuerte rebote negativo en las expectativas.
Mirar desde La Habana
La Presidente observará desde La Habana los efectos de la pruebita.
Viajó a Cuba, país que se ha labrado alguna fama en el campo de la
medicina, tres días antes de la programada reunión del CELAC (Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Desde la Casa Rosada se echó a
rodar la versión de que el anticipo se debe a que quizás se vea con
Fidel Castro.
Con la Presidente fuera o dentro del escenario, su gobierno va
cediendo a las demandas de la realidad de modo incoherente y con
ocurrencias de corto plazo. No hay estrategia. No se afrontan las
cuestiones centrales: el dispendio público, la creciente inflación, el
aislamiento. A casi dos años de su fecha de vencimiento programada, el
oficialismo se inspira en Juan Gelman: “Hay que aprender a resistir. Ni a
irse ni a quedarse, a resistir”.
Jorge
Raventos