El PP tiene una forma de frenar la sangría de votantes hacia Vox, pero no se atreverá
La marcha de Alejo Vidal-Quadras y el anuncio de que Jaime Mayor Oreja no irá en la lista del PP para las elecciones europeas son dos síntomas de agravamiento de la crisis interna que vive el PP y que ha tenido claros exponentes en la marcha de dos referentes morales como María San Gil y José Antonio Ortega Lara en mayo de 2008, y la reciente salida de Santiago Abascal.
El ‘cambio’ que prometió Rajoy se ha quedado en nada dos años después
¿Qué ha hecho la dirección del PP para merecer el enfado de las víctimas de ETA?
El debate del aborto deja en evidencia la colosal falta de principios del PP de Rajoy
Este proceso no lo provocaron los citados dirigentes: fue Rajoy el que les enseñó la puerta a los liberales y conservadores del PP en un mitin de Elche en abril de 2008.
Pero la actual dirección del partido no se conformó con enseñarles la
puerta a los sectores reacios a asumir un cambio de rumbo en el partido:
también se empeñó en eclipsar y defenestrar a los discrepantes, un
proceso que se inició con una purga de seguidores de María San Gil en el PP vasco. Pero obvia decir que ésa no es la única causa de la actual desafección en el PP. Como he venido denunciando en este blog, en más de dos años de mandato Rajoy no ha derogado ni una sola de las leyes de fuerte carga ideológica impuestas por Zapatero.
A eso hay que añadir que el PP ha continuado con la vergonzosa política
del PSOE en relación a ETA, provocando la indignación y el descontento
entre las víctimas del terrorismo, como ya expliqué aquí en octubre.
¿El PP está a tiempo de frenar esa crisis? Creo que sí,
aunque ya sea tarde para remediar una parte de sus efectos (a muchos
exvotantes del PP ya no van a conseguir convencernos de que volvamos a
votar a quienes nos mintieron con tanto descaro). ¿Qué debería hacer el PP para recuperar a buena parte de esa masa de descontentos? La respuesta es fácil: rectificar.
El PP tendría que empezar a dar ahora la batalla de las ideas de la que
lleva desertando cobardemente desde hace ya demasiado tiempo, y eso
incluiría hacer pedagogía del derecho a vivir frente a las tesis
abortistas; asumir que una ETA presente en las instituciones no es una
ETA derrotada; abandonar la política de atraco fiscal con la que ha
traicionado su promesa de bajar los impuestos y ha provocado que el paro
siga subiendo de forma alarmante; asumir también que no se puede frenar
la amenaza separatista de Artur Mas con declaraciones tibias que no se
acompañan de hechos; debería darse cuenta de que sin apoyo a la familia y
a la maternidad no vamos a salir de la crisis que atravesamos, sino que
vamos a una crisis aún peor;
tendría que rectificar en materia educativa, haciendo una apuesta seria
y firme por la libertad de educación en todos los ámbitos, cosa que no
está haciendo. Y todo esto, claro, entre otras muchas cosas.
Mucho me temo que el PP no se atreverá a dar ese paso
valiente porque cree vivir más cómodo haciéndose perdonar sus cada vez
más tímidas discrepancias frente a la progresía, diferencias
cada vez más difíciles de percibir, pues cuanto más cede el PP ante la
izquierda, más crecida se siente ésta y más se afana por imponernos a
todos sus dictados ideológicos, incluso a costa de tirar por la borda
nuestros derechos fundamentales. Por ese camino al PP sólo le
queda ser el remolque ideológico del PSOE, un partido que se resigna a
ir asumiendo lo que imponen los socialistas, limitándose a
hacer el papel de incómodo fontanero cuando el PSOE deja la casa
inundada, para luego -una vez pasado el problema- dejarle al PSOE todo
el panorama ideológico tal cual lo dejó, de modo que los socialistas
puedan volver a gobernar y volver a arruinar el país. Ese PP es un
partido condenado a desaparecer porque carece de principios y de un
modelo alternativo de sociedad: sin ideales no hay quien ofrezca un proyecto político serio a nadie.
El PSOE tiene unos que defiende con fanatismo y que exceden, en buena
medida, no sólo los límites de la democracia, sino también de la
civilización. Pero el PP ha optado por actuar como una veleta, lo mismo que hizo UCD, y acabará teniendo el mismo final que UCD. Al tiempo.