OSKO: MALVADA
Por culpa de una «novia fugitiva»…
MALVADA
Hay
personas que parecen nacidas para hacer el mal. Personas notables y
notorias, personas con predicamento y provenientes de familias de noble
condición; también las hay de origen plebeyo. Algunas lo hacen
inconscientemente, como en este caso.
Dígase
lo que se quiera, pero uno puede ser llevado hasta los límites de la
angustia si se pone a analizar el porqué de ciertas cosas; ejemplos
abundan… «si yo no me hubiera ido aquel día, ahora no estaría lamentando
tal cosa…» Son tan sólo palabras que adaptadas a un ejemplo cualquiera
pueden servir para introducirnos en este tema, que no será muy largo, de
todas maneras.
Algunos varones han sabido expresar un tipo de lamento antiguo tal como: «si no la hubiera conocido… ella tampoco me hubiese conocido a mi…» que si bien carece de toda profundidad, en algunos casos conlleva cierto rasgo o acento cercano a la resignación…
O la más enigmática: «Si yo hubiera sabido entonces… hoy sabría desde entonces lo que hubiera debido saber entonces»
(«entonces» suele ser un cierto tiempo indefinido por un adverbio
plagado de nostalgias y melancolías indescriptibles, pero que parece
explicar muchas cosas).
Legiones
de apesadumbrados varones se desgañitan, hablando en su interioridad
más íntima (ya que no se atreverían a hacerlo públicamente) respecto de
aquellas cuestiones que se veían tan «notablemente encantadoras antaño…» pero que con el correr de los años han llegado a convertirse en algo tan «misteriosa e inexplicablemente diferente» (algunos autores poco piadosos cambian «diferente» por «desagradable»).
En
fin. Lugares comunes y notas risueñas muchas veces (otras no tanto…, en
especial las que nos tocan de cerca). Pero más allá de chistes y bromas
hay que reconocer que a veces ocurren cosas tremendas.
Es
por eso que presentamos el caso de esta «malvada» que ha provocado
tanto mal, tanta desolación, que aún algunos no se atreven a llamar
abominable, aunque nosotros estamos persuadidos de que mucho no le
falta.
He aquí el párrafo que nos ha conmovido y llenado de angustias:
“Los
Bergoglio venimos de una zona del Piamonte, en Italia, gente de campo.
Hubo diez hermanos que emigraron a América. El Papa y su hermana, María
Elena, son nietos de uno de esos emigrantes y en Argentina es donde se
hizo sacerdote por un desengaño amoroso. Francisco le dijo a una mujer
de la que se enamoró: ‘Si pasas de mí, yo me hago sacerdote’. Ella pasó
de mi tío y él cumplió su promesa, pero antes él había sido portero de discoteca y yo qué sé cuántas cosas más”, señaló Cristina.
¡CHAN! ¡CHAN! ¡CHAN! (DILUVIO DE CHANES)
http://www.infobae.com/2014/01/22/1538805-la-sobrina-del-papa-revelo-que-la-familia-tiene-un-grupo-privado-facebook
Por
si desean acceder al artículo completo les dejamos el enlace, como ven,
pero la cuestión de todas maneras no da para mucho más…
Lo
cierto es que la mujer en cuestión se fue, desapareció; lo sumió en un
abismo de desesperación, de oscuridad y de desamparo (no a Bergoglio,
sino al mundo entero); habrá hecho su vida, se habrá casado con vaya uno
a saber quién, habrá tenido hijos y luego nietos y hoy apoltronada en
un cómodo sillón, mirando por televisión la imagen del Falso Profeta, se
dirá a sí misma «de la que me salvé»… o quizás se ufane diciéndose a sí
misma, «le di un Papa argentino al mundo»…
Entre
tanto, el «modelo de vocación sacerdotal», Decimejorge, aquel del
rictus amargado, el mezquino prelado porteño casi incapaz de una
sonrisa, se prodiga en su rol de bonachón y sonriente ícono de carne y
hueso.
Todo
el mundo ha podido ver la metamorfosis; sin embargo los argentinos, y
en especial los porteños, tenemos un mejor punto de observación y
podemos dar testimonio de ello.
A
diez meses de su «promoción» al más alto sitial de la Iglesia Conciliar
(la oficial, y NO católica, iglesia modernista), Bergoglio parece otra
persona.
Seguramente,
quienes creen que el abandonado (desgraciadamente) por aquella novia
fugitiva, es realmente un verdadero sucesor de Pedro, dirán que ese
cambio notable obedece a los carismas y las gracias especialísimas que
el Espíritu Santo otorga a los pontífices.
Ni
ganas de referirnos a semejante cosa que por ser tan espantosamente
pueril y absurda, nos quita las ganas de polemizar al respecto.
En cambio nos quedamos con la mucho más advertida e inteligente hipótesis, que ya no es tan hipótesis: La
agenda mundialista exige que los hombres que trabajan para ella cumplan
determinados papeles o roles, o dejen de cumplirlos y se vayan cuando
es necesario… y si no se van, «los van»; punto este último que parece
haber comprendido perfectamente bien el cada día más olvidado Ratzinger,
el jubilado de «corazón tradicional».
En
suma, las cosas ocurren y hay que «apechugar», pero al mirar cómo se
escribe la historia a veces a uno le queda la impresión de que el mundo
entero es como una gigantesca Casa de Locos.
La cuestión es que por culpa de aquel abandono, nació esa nefasta «vocación sacerdotal»…
Dicen que Dios escribe derecho con renglones torcidos… y debe ser así, no más…
Aunque,
como nos parece una blasfemia imputarle a Dios algunas cosas, sugerimos
que mejor le sea echada la culpa a la malvada novia fugitiva.