jueves, 18 de septiembre de 2014

EL CACAO MENTAL DE BERGOGLIO

 
EL CACAO MENTAL DE BERGOGLIO


jmc
«Dos Papas no pueden subsistir en el Vaticano. Y quien quiere destruir a Mi Iglesia no puede ser Mi Vicario… mas sí vicario de Satanás… y entonces de Mi Casa se debe ir, porque el Trono que se ha tomado… lo ha tomado con el engaño, y no tiene valor a Mis Ojos, aún quedando en los papeles» (ver). 
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El Papa verdadero Benedicto XVI no puede estar donde se encuentra Bergoglio, falso Papa. Tiene que irse el falso Papa porque no es Papa. Es un hombre que quiere destruir la Iglesia de Cristo. Ahí están sus obras clarísimas en 18 meses: obras de abominación, obras de herejía, obras de cisma.
Bergoglio es el vicario de Satanás: la boca del diablo. El que habla palabras malsonantes, pero dichas en la seducción del lenguaje humano. Un hombre que no ha sido capaz de romper con el pecado, porque se ha pasado toda su vida rompiendo con la Mente de Cristo.
Bergoglio es experto en «introducir disimuladamente herejías de perdición» (2 Pe 2, 1c); es decir, sin que la mente se dé cuenta de la herejía, porque en el lenguaje humano que se utiliza, se da una vuelta a la herejía y no se dice, sino que sólo se resalta aquello que interesa en el discurso. Se dice una media verdad, que está sustentada por un pensamiento herético que se escapa a la mente. Es simular que se dice la verdad, que se está hablando la verdad, pero que es necesario tener la mente fija en una cosa, no en toda la verdad.
Esto es siempre Bergoglio. Siempre.
«Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre, y siendo hombre, caminar con los hombres. Vino al mundo para obedecer, y obedeció. Pero esta obediencia la aprendió del sufrimiento. Adán salió del Paraíso con una promesa, la promesa que iba adelante durante tantos siglos. Hoy, con esta obediencia, con este aniquilarse a sí mismo, humillarse, de Jesús, esa promesa devuelve esperanza. Y el pueblo de Dios camina con esperanza cierta. También la Madre, ‘la nueva Eva’, como la llama el mismo Pablo, participa en este camino del Hijo: aprendió, sufrió y obedeció. Y se convierte en Madre» (ver).
Todo este párrafo es una herejía pertinaz para aquel que ya comprende el lenguaje simulado de Bergoglio. Para quien no lo ha captado, aquí Bergoglio no dice ninguna herejía.
El texto de la Escritura es el siguiente: «Habiendo ofrecido en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas Al que era Poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado por su reverencial temor. Y, aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia, y por ser consumado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna, proclamado por Dios Sumo Sacerdote, según el rito de Melquisedec» (Hb 5, 7-9).
Como ven: el día y la noche.
«Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre, y siendo hombre, caminar con los hombres»: este es el invento de Bergoglio sobre este pasaje. Este pasaje se centra en el sufrimiento de Cristo en el huerto. Jesús carga con todos los pecados de todos los hombres, suda sangre, y le pide a Su Padre que pase de Él este cáliz. Y Su Padre dice: no; hay que beberlo: «Y, aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia».
¿Dónde está que Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre? No está en este pasaje y en ninguna parte. ¿Por qué dice esto Bergoglio? Por su herejía, que aquí calla: «Jesús no es un espíritu. Es un hombre, una persona como nosotros, pero en la gloria» (28 de octubre 2013). En la mente de este hombre, como Jesús no es Dios, no es el Verbo Encarnado, sino una persona humana, entonces ha nacido para ser hombre, para estar con los hombres, para caminar con ellos.
En esta sola frase se esconden muchas otras herejías. Jesús es el Camino: luego, Jesús no viene a caminar con los hombres, sino a indicarles el camino: hay que ir detrás de Jesús, pisando sus huellas. Jesús no va al lado del caminante, que es lo que le gusta a la gente: el sentimiento fofo de ver a Jesús como un amigo, olvidándose que es el Maestro que enseña el camino; enseña a caminar, enseña su misma vida.
Jesús no vino a aprender a ser hombre, sino a destruir las obras del pecado y del demonio: Jesús «se manifestó para quitar de en medio nuestros pecados» (1 Jn 3,5), «por quien ahora obtuvimos la reconciliación» (Rom 5, 11b). «Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3, 8), para que «también nosotros en novedad de vida caminemos» (Rom 6, 4b). Quien vea a Jesús como aquel que se dedica a leer libros, a socializar con la gente en internet, trabajar para ganarse el pan, etc…, sigue el mismo pensamiento de este hereje.
Los tibios y pervertidos no ven esto: no ven la mentira de esta frase. Y no la pueden ver, porque son como Bergoglio: viven para dar culto a la humanidad. Lo humano es lo principal en el lenguaje simulado de Bergoglio. ¡El hombre! Jesús como hombre, pero nunca como Dios. ¡Nunca! Y, por eso, Bergoglio, en esta primera frase, anula la obra de la Redención. Pero, claro, esto los teólogos modernistas no se lo creen, por el lenguaje ambiguo que usa este hombre. Y en atención a ese lenguaje ambiguo, entonces no puede decir que Bergolgio es hereje manifiesto.
Así es como Bergoglio engaña a todo el mundo. Hasta a los grandes teólogos: esconde su herejía. Simula una verdad, la que interesa decir. Es una media verdad, fundamentada en una herejía.
Este hombre mete a Adán y lo centra, no en su gran pecado, sino en la promesa: «Adán salió del Paraíso con una promesa, la promesa que iba adelante durante tantos siglos». Pero, ¿en qué promesa? Si la promesa fue a Abraham, no a Adán. Si desde Adán hasta Moisés sólo reinó la muerte: «reinó la muerte desde Adán a Moisés, aun sobre los que no habían pecado a imitación de la transgresión de Adán» (Rom 5, 14).
¿Ven el cacao mental de Bergoglio? En el Paraíso, cuando Adán peca, hay una Justicia de Dios, un castigo. Y, en ese castigo, una misericordia que Adán no puede ver, porque está en su pecado. Adán tiene que obrar su pecado. Y, en esa obra, Dios le pone un camino para su arrepentimiento. Pero la humanidad no se libera del pecado de Adán por el arrepentimiento de éste, sino por la promesa que Dios hace a Moisés y a todos los profetas: el Nuevo Adán, que es el Mesías. Promesa fundamentada en la fe de Abraham, no en Adán. Adán ya no sirve para nada: sólo para pecar.
Bergoglio anula de un plumazo el pecado original en esta sola frase. Quien comprenda la mente de Bergoglio, en seguida ve por qué Bergoglio dice esto: por qué –dice- que Adán sale del paraíso con una promesa. Adán no pecó. Eso es una fábula de los hombres. El hombre, en su naturaleza humana, está siempre en proceso. Y, por tanto, el mal del Paraíso es que Adán no comprendió su comunicación consigo mismo y con los demás. Falló en el proceso. Entonces, sale del Paraíso para llegar a ese proceso último, con el tiempo, con la ciencia, con la técnica, con las culturas, etc. Este es su pensamiento ecológico. Su próxima basura intelectual es darle al mundo la abominación de poner el amor a la creación por encima del amor a Dios.
Entonces, Bergoglio mete a la Virgen. Él se basa en el otro texto de la liturgia de la misa de ese día: «Estaba junto a la Cruz de Jesús Su Madre…. Jesús, viendo a Su Madre, y junto a Ella al discípulo que tanto amaba, dice a Su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre» (Jn 19, 25-27). En este texto está la Corredención de María, su maternidad espiritual, el ser Madre de la Iglesia.
¿Qué dice esta basura de hombre? «También la Madre …participa en este camino del Hijo: aprendió, sufrió y obedeció. Y se convierte en Madre». Por tanto, para Bergoglio, María es una mujer, porque Jesús es un hombre. María es la madre del hombre Jesús. No es la Madre de Dios, porque Jesús no es un Espíritu, no es Dios. Por lo tanto, María aprende a ser mujer, aprende una vida humana. Aprende a caminar con los hombres, a meterse en la vida de los hombres, a sufrir, porque estaba en la Cruz sufriendo. Y allí se volvió loca:«¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir: ¡Mentiras! ¡He sido engañada!» (20 de diciembre 2013).
Pero la insensatez de este hombre no para aquí.
“Y esta es también nuestra esperanza. Nosotros no somos huérfanos, tenemos Madres: la Madre María. Pero también la Iglesia es Madre, y también la Iglesia es ungida Madre cuando recorre el mismo camino de Jesús y de María: el camino de la obediencia, el camino del sufrimiento; y cuando tiene esa actitud de aprender continuamente el camino del Señor. Estas dos mujeres – María y la Iglesia – llevan adelante la esperanza que es Cristo, nos dan a Cristo, generan a Cristo en nosotros. Sin María, no habría existido Jesucristo; sin la Iglesia no podemos ir adelante”.
Tenemos dos madres: la madre María y la Iglesia como Madre. ¡Y solamente hay una Madre: la Virgen María! Esto es tan importante entenderlo, que si no se comprender se cae en esta herejía de Bergoglio.
María es la Madre de Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia. Y, por tanto, María es la Madre del Cuerpo de la Cabeza, es decir, es la Madre de la Iglesia: «Y una gran señal fue vista en el cielo: una Mujer vestida de sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas, la cual llevaba un Hijo en su seno, y clamaba con los dolores del parto y con la tortura de dar a luz» (Ap 12, 1). Una gran señal: una Mujer. No dos mujeres. Una Mujer que da a luz a Su Hijo, que es la Iglesia. Una Mujer que da a luz a la Iglesia. La Iglesia es hija de María, en un sentido acomodado, no en un sentido real; porque la Virgen María es la Madre de Cristo: sólo tiene un Hijo. No tiene una hija.
La Iglesia es madre porque da el Bautismo a las almas, porque hay sacerdotes que administran la gracia. Pero, ¿quién ha conseguido la Gracia del Bautismo, quien es la Madre de los sacerdotes? La Virgen María, la cual se ha unido a Cristo en la Obra de la Redención, siendo el cuello por donde Dios da la Gracia a las almas. Sin María no hay gracia del Bautismo.
¿Quién ha dado a luz en el Dolor? La Virgen María es la que ha engendrado la Iglesia en el Dolor del Calvario. Cristo murió y, al morir, hizo nacer Su Cuerpo Místico. La Iglesia nació en el costado abierto por la lanza: en esa Sangre, en esa Agua, de ese cuerpo muerto en la Cruz (cfr.Jn 19, 34). Y, cuando la lanza atravesó el costado de Cristo muerto, una espada atravesó el alma de María (cfr. Lc 2, 35). Ahí, la Virgen dio a luz a la Iglesia. Es un nacimiento místico.
Y la puso en sus brazos, como una Madre pone en su regazo a su hijo. La Virgen María, en el Calvario, mostró al hombre el camino para salvarse: la Iglesia. Fuera de Ella no hay salvación. Se muestra como Madre de la Iglesia. Su Hijo es la Iglesia. En sus brazos, estaba Su Hijo muerto: ahí está toda la Iglesia. Ahí está el Cuerpo Místico de Cristo, en ese Cuerpo muerto en brazos de Su Madre. Ahí, en el Dolor, la Madre llama a todos a unirse a Su Cabeza: a los padecimientos y a la muerte de Su Cabeza, para tener vida: «Si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él; sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, no muere ya más, la muerte sobre Él no tiene señorío» (Rom 6, 8). Porque eso es la Iglesia: almas que se unen mística y espiritualmente a Cristo.
Hay una sola Madre, no dos. La Iglesia tiene que recorrer el mismo camino de Jesús. ¿Cuál? La Cruz. Pero, ¿cuál es ese camino para Bergloglio? La vida humana: caminar con los hombres, estar en sus problemas, dedicarse a alimentar estómagos, inventarse las escuelas ocurrentes, en donde se da cualquier educación, menos la católica. (ver)
«Estas dos mujeres – María y la Iglesia – llevan adelante la esperanza que es Cristo, nos dan a Cristo, generan a Cristo en nosotros. Sin María, no habría existido Jesucristo; sin la Iglesia no podemos ir adelante». Esto es realmente asqueroso. Leer esta bazofia de escrito da nauseas. El cristiano, para este subnormal, tiene dos mujeres: María y la Iglesia. ¿Dónde está este pensamiento en toda la Tradición de la Iglesia? ¿Dónde? ¿Enseña esto la Iglesia en su magisterio ordinario y extraordinario?
¿Qué proclamó el Papa Pablo VI?
«Así, pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este título» (Papa Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, en la sesión de clausura de la 3ª etapa del Concilio Vaticano II. (AAS 56 [1964], 115) ver)
¿Por qué Bergoglio dice: «generan a Cristo en nosotros…sin la Iglesia no podemos ir adelante»?. Por la concepción que él tiene de la Iglesia, como pueblo, como comunidad de personas, como gente que se reúne para discutir cosas y llevarlas a la práctica.
Para Bergoglio, la Iglesia carece de fin en sí misma: sólo posee un fin humano, el que le ponen los hombres. No tiene un fin divino. Por tanto, en el pensamiento de este idiota, la iglesia como conjunto de hombres engendra la idea de Cristo en cada hombre. Esto es una gran herejía.
La Iglesia no engendra a Cristo. Es la Virgen María la Madre espiritual de las almas. Es Ella la que engendra a Cristo en cada almas. No es la Iglesia. No son los sacerdotes. Los sacerdotes son instrumentos de la Gracia, pero no tienen la capacidad de engendrar a Cristo en las almas. Bendicen, administran los sacramentos, etc. Pero es sólo la Virgen María la que pone a Cristo, en la fe y según la fe, de cada alma. Y, por tanto, sin la Virgen María, la Iglesia, los sacerdotes, no caminan. El que ama a la Virgen ama a la Iglesia, porque ama a Cristo, que es la Iglesia.
Pero quien ama a la Iglesia no necesariamente ama ni a Cristo ni a la Virgen María. Hay muchos que aman su iglesia, la concepción que ellos tienen de la Iglesia. Pero no aman ni a Cristo ni a Su Madre. Esto es Bergoglio y toda su pandilla de inútiles herejes.
Y, para acabar con esta idiotez de este personaje: «Y también vemos nuestra pequeña alma que no se perderá jamás, si sigue siendo también una mujer cercana a estas dos grandes mujeres que nos acompañan en la vida: María y la Iglesia”. Nuestra alma es una mujer: es femenina; cercana a esa dos grandes mujeres: María y la Iglesia.
¿Y después dicen que la doctrina de Bergoglio es católica? ¡Por favor! No digan tonterías. Claramente, Bergoglio tiene un cacao mental en su vida como sacerdote, como Obispo y como hombre que lidera la iglesia de los necios, estúpidos e idiotas.
«y entonces de Mi Casa se debe ir, porque el Trono que se ha tomado… lo ha tomado con el engaño, y no tiene valor a Mis Ojos, aún quedando en los papeles».
¡Vete Bergoglio del Vaticano! ¡Vete de la Iglesia Católica! Te lo manda el mismo Dios. Y cuando Dios habla, Su Palabra se obra sin más.
Vete con tus teorías de la feminidad del alma humana, porque eso te viene de tu panenteísmo, de haber hecho de tu idea humana un dios para ti mismo. Y, por eso, no comprendes que el alma del varón no es el alma de la mujer. Son dos almas diferentes, porque son dos sexualidades distintas. Un alma de varón para un cuerpo de varón; un alma de mujer para un cuerpo de mujer. Si esto no lo tienes claro, entonces es claro tu cacao mental.
¡Vete Bergoglio con tu cacao mental a tu pueblo y allí pasa tus últimos días en la feminidad de tu estúpida alma!
Bergoglio se va, pero haciendo mucho daño. Es el destino de todo falso Profeta. No son los importantes. Son los que entretienen a la masa, mientras otros obran en lo oculto.