EL CACAO MENTAL DE BERGOGLIO
«Dos
Papas no pueden subsistir en el Vaticano. Y quien quiere destruir a Mi
Iglesia no puede ser Mi Vicario… mas sí vicario de Satanás… y entonces
de Mi Casa se debe ir, porque el Trono que se ha tomado… lo ha tomado
con el engaño, y no tiene valor a Mis Ojos, aún quedando en los papeles» (ver).
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El
Papa verdadero Benedicto XVI no puede estar donde se encuentra
Bergoglio, falso Papa. Tiene que irse el falso Papa porque no es Papa.
Es un hombre que quiere destruir la Iglesia de Cristo. Ahí están sus
obras clarísimas en 18 meses: obras de abominación, obras de herejía,
obras de cisma.
Bergoglio
es el vicario de Satanás: la boca del diablo. El que habla palabras
malsonantes, pero dichas en la seducción del lenguaje humano. Un hombre
que no ha sido capaz de romper con el pecado, porque se ha pasado toda
su vida rompiendo con la Mente de Cristo.
Bergoglio es experto en «introducir disimuladamente herejías de perdición»
(2 Pe 2, 1c); es decir, sin que la mente se dé cuenta de la herejía,
porque en el lenguaje humano que se utiliza, se da una vuelta a la
herejía y no se dice, sino que sólo se resalta aquello que interesa en
el discurso. Se dice una media verdad, que está sustentada por un
pensamiento herético que se escapa a la mente. Es simular que se dice la
verdad, que se está hablando la verdad, pero que es necesario tener la
mente fija en una cosa, no en toda la verdad.
Esto es siempre Bergoglio. Siempre.
«Jesús
vino al mundo para aprender a ser hombre, y siendo hombre, caminar con
los hombres. Vino al mundo para obedecer, y obedeció. Pero esta
obediencia la aprendió del sufrimiento. Adán salió del Paraíso con una
promesa, la promesa que iba adelante durante tantos siglos. Hoy, con
esta obediencia, con este aniquilarse a sí mismo, humillarse, de Jesús,
esa promesa devuelve esperanza. Y el pueblo de Dios camina con esperanza
cierta. También la Madre, ‘la nueva Eva’, como la llama el mismo Pablo,
participa en este camino del Hijo: aprendió, sufrió y obedeció. Y se
convierte en Madre» (ver).
Todo
este párrafo es una herejía pertinaz para aquel que ya comprende el
lenguaje simulado de Bergoglio. Para quien no lo ha captado, aquí
Bergoglio no dice ninguna herejía.
El texto de la Escritura es el siguiente: «Habiendo
ofrecido en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con
poderosos clamores y lágrimas Al que era Poderoso para salvarle de la
muerte, fue escuchado por su reverencial temor. Y, aunque era Hijo,
aprendió por sus padecimientos la obediencia, y por ser consumado, vino a
ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna, proclamado
por Dios Sumo Sacerdote, según el rito de Melquisedec» (Hb 5, 7-9).
Como ven: el día y la noche.
«Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre, y siendo hombre, caminar con los hombres»:
este es el invento de Bergoglio sobre este pasaje. Este pasaje se
centra en el sufrimiento de Cristo en el huerto. Jesús carga con todos
los pecados de todos los hombres, suda sangre, y le pide a Su Padre que
pase de Él este cáliz. Y Su Padre dice: no; hay que beberlo: «Y, aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia».
¿Dónde
está que Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre? No está en
este pasaje y en ninguna parte. ¿Por qué dice esto Bergoglio? Por su
herejía, que aquí calla: «Jesús no es un espíritu. Es un hombre, una persona como nosotros, pero en la gloria»
(28 de octubre 2013). En la mente de este hombre, como Jesús no es
Dios, no es el Verbo Encarnado, sino una persona humana, entonces ha
nacido para ser hombre, para estar con los hombres, para caminar con
ellos.
En
esta sola frase se esconden muchas otras herejías. Jesús es el Camino:
luego, Jesús no viene a caminar con los hombres, sino a indicarles el
camino: hay que ir detrás de Jesús, pisando sus huellas. Jesús no va al
lado del caminante, que es lo que le gusta a la gente: el sentimiento
fofo de ver a Jesús como un amigo, olvidándose que es el Maestro que
enseña el camino; enseña a caminar, enseña su misma vida.
Jesús no vino a aprender a ser hombre, sino a destruir las obras del pecado y del demonio: Jesús «se manifestó para quitar de en medio nuestros pecados» (1 Jn 3,5), «por quien ahora obtuvimos la reconciliación» (Rom 5, 11b). «Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3, 8), para que «también nosotros en novedad de vida caminemos»
(Rom 6, 4b). Quien vea a Jesús como aquel que se dedica a leer libros, a
socializar con la gente en internet, trabajar para ganarse el pan,
etc…, sigue el mismo pensamiento de este hereje.
Los
tibios y pervertidos no ven esto: no ven la mentira de esta frase. Y no
la pueden ver, porque son como Bergoglio: viven para dar culto a la
humanidad. Lo humano es lo principal en el lenguaje simulado de
Bergoglio. ¡El hombre! Jesús como hombre, pero nunca como Dios. ¡Nunca!
Y, por eso, Bergoglio, en esta primera frase, anula la obra de la
Redención. Pero, claro, esto los teólogos modernistas no se lo creen,
por el lenguaje ambiguo que usa este hombre. Y en atención a ese
lenguaje ambiguo, entonces no puede decir que Bergolgio es hereje
manifiesto.
Así
es como Bergoglio engaña a todo el mundo. Hasta a los grandes teólogos:
esconde su herejía. Simula una verdad, la que interesa decir. Es una
media verdad, fundamentada en una herejía.
Este hombre mete a Adán y lo centra, no en su gran pecado, sino en la promesa: «Adán salió del Paraíso con una promesa, la promesa que iba adelante durante tantos siglos». Pero, ¿en qué promesa? Si la promesa fue a Abraham, no a Adán. Si desde Adán hasta Moisés sólo reinó la muerte: «reinó la muerte desde Adán a Moisés, aun sobre los que no habían pecado a imitación de la transgresión de Adán» (Rom 5, 14).
¿Ven
el cacao mental de Bergoglio? En el Paraíso, cuando Adán peca, hay una
Justicia de Dios, un castigo. Y, en ese castigo, una misericordia que
Adán no puede ver, porque está en su pecado. Adán tiene que obrar su
pecado. Y, en esa obra, Dios le pone un camino para su arrepentimiento.
Pero la humanidad no se libera del pecado de Adán por el arrepentimiento
de éste, sino por la promesa que Dios hace a Moisés y a todos los
profetas: el Nuevo Adán, que es el Mesías. Promesa fundamentada en la fe
de Abraham, no en Adán. Adán ya no sirve para nada: sólo para pecar.
Bergoglio
anula de un plumazo el pecado original en esta sola frase. Quien
comprenda la mente de Bergoglio, en seguida ve por qué Bergoglio dice
esto: por qué –dice- que Adán sale del paraíso con una promesa. Adán no
pecó. Eso es una fábula de los hombres. El hombre, en su naturaleza
humana, está siempre en proceso. Y, por tanto, el mal del Paraíso es que
Adán no comprendió su comunicación consigo mismo y con los demás. Falló
en el proceso. Entonces, sale del Paraíso para llegar a ese proceso
último, con el tiempo, con la ciencia, con la técnica, con las culturas,
etc. Este es su pensamiento ecológico. Su próxima basura intelectual es
darle al mundo la abominación de poner el amor a la creación por encima
del amor a Dios.
Entonces, Bergoglio mete a la Virgen. Él se basa en el otro texto de la liturgia de la misa de ese día: «Estaba
junto a la Cruz de Jesús Su Madre…. Jesús, viendo a Su Madre, y junto a
Ella al discípulo que tanto amaba, dice a Su Madre: Mujer, he ahí a tu
hijo. Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre» (Jn 19, 25-27). En este texto está la Corredención de María, su maternidad espiritual, el ser Madre de la Iglesia.
¿Qué dice esta basura de hombre? «También la Madre …participa en este camino del Hijo: aprendió, sufrió y obedeció. Y se convierte en Madre».
Por tanto, para Bergoglio, María es una mujer, porque Jesús es un
hombre. María es la madre del hombre Jesús. No es la Madre de Dios,
porque Jesús no es un Espíritu, no es Dios. Por lo tanto, María aprende a
ser mujer, aprende una vida humana. Aprende a caminar con los hombres, a
meterse en la vida de los hombres, a sufrir, porque estaba en la Cruz
sufriendo. Y allí se volvió loca:«¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir: ¡Mentiras! ¡He sido engañada!» (20 de diciembre 2013).
Pero la insensatez de este hombre no para aquí.
“Y
esta es también nuestra esperanza. Nosotros no somos huérfanos, tenemos
Madres: la Madre María. Pero también la Iglesia es Madre, y también la
Iglesia es ungida Madre cuando recorre el mismo camino de Jesús y de
María: el camino de la obediencia, el camino del sufrimiento; y cuando
tiene esa actitud de aprender continuamente el camino del Señor. Estas
dos mujeres – María y la Iglesia – llevan adelante la esperanza que es
Cristo, nos dan a Cristo, generan a Cristo en nosotros. Sin María, no
habría existido Jesucristo; sin la Iglesia no podemos ir adelante”.
Tenemos dos madres: la madre María y la Iglesia como Madre. ¡Y solamente hay una Madre: la Virgen María! Esto es tan importante entenderlo, que si no se comprender se cae en esta herejía de Bergoglio.
María
es la Madre de Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia. Y, por tanto,
María es la Madre del Cuerpo de la Cabeza, es decir, es la Madre de la
Iglesia: «Y una gran señal fue vista en el cielo: una Mujer
vestida de sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una
corona de doce estrellas, la cual llevaba un Hijo en su seno, y clamaba
con los dolores del parto y con la tortura de dar a luz» (Ap
12, 1). Una gran señal: una Mujer. No dos mujeres. Una Mujer que da a
luz a Su Hijo, que es la Iglesia. Una Mujer que da a luz a la Iglesia.
La Iglesia es hija de María, en un sentido acomodado, no en un
sentido real; porque la Virgen María es la Madre de Cristo: sólo tiene
un Hijo. No tiene una hija.
La
Iglesia es madre porque da el Bautismo a las almas, porque hay
sacerdotes que administran la gracia. Pero, ¿quién ha conseguido la
Gracia del Bautismo, quien es la Madre de los sacerdotes? La Virgen
María, la cual se ha unido a Cristo en la Obra de la Redención, siendo
el cuello por donde Dios da la Gracia a las almas. Sin María no hay
gracia del Bautismo.
¿Quién
ha dado a luz en el Dolor? La Virgen María es la que ha engendrado la
Iglesia en el Dolor del Calvario. Cristo murió y, al morir, hizo nacer
Su Cuerpo Místico. La Iglesia nació en el costado abierto por la lanza:
en esa Sangre, en esa Agua, de ese cuerpo muerto en la Cruz (cfr.Jn
19, 34). Y, cuando la lanza atravesó el costado de Cristo muerto, una
espada atravesó el alma de María (cfr. Lc 2, 35). Ahí, la Virgen dio a
luz a la Iglesia. Es un nacimiento místico.
Y
la puso en sus brazos, como una Madre pone en su regazo a su hijo. La
Virgen María, en el Calvario, mostró al hombre el camino para salvarse:
la Iglesia. Fuera de Ella no hay salvación. Se muestra como Madre de la Iglesia.
Su Hijo es la Iglesia. En sus brazos, estaba Su Hijo muerto: ahí está
toda la Iglesia. Ahí está el Cuerpo Místico de Cristo, en ese Cuerpo
muerto en brazos de Su Madre. Ahí, en el Dolor, la Madre llama a todos a
unirse a Su Cabeza: a los padecimientos y a la muerte de Su Cabeza,
para tener vida: «Si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con Él; sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos,
no muere ya más, la muerte sobre Él no tiene señorío» (Rom 6, 8). Porque eso es la Iglesia: almas que se unen mística y espiritualmente a Cristo.
Hay
una sola Madre, no dos. La Iglesia tiene que recorrer el mismo camino
de Jesús. ¿Cuál? La Cruz. Pero, ¿cuál es ese camino para Bergloglio? La
vida humana: caminar con los hombres, estar en sus problemas, dedicarse a
alimentar estómagos, inventarse las escuelas ocurrentes, en donde se da
cualquier educación, menos la católica. (ver)
«Estas
dos mujeres – María y la Iglesia – llevan adelante la esperanza que es
Cristo, nos dan a Cristo, generan a Cristo en nosotros. Sin María, no
habría existido Jesucristo; sin la Iglesia no podemos ir adelante».
Esto es realmente asqueroso. Leer esta bazofia de escrito da nauseas.
El cristiano, para este subnormal, tiene dos mujeres: María y la
Iglesia. ¿Dónde está este pensamiento en toda la Tradición de la
Iglesia? ¿Dónde? ¿Enseña esto la Iglesia en su magisterio ordinario y
extraordinario?
¿Qué proclamó el Papa Pablo VI?
«Así,
pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, proclamamos a María
Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de
Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre
amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por
todo el pueblo cristiano con este título» (Papa Pablo VI, el 21
de noviembre de 1964, en la sesión de clausura de la 3ª etapa del
Concilio Vaticano II. (AAS 56 [1964], 115) ver)
¿Por qué Bergoglio dice: «generan a Cristo en nosotros…sin la Iglesia no podemos ir adelante»?.
Por la concepción que él tiene de la Iglesia, como pueblo, como
comunidad de personas, como gente que se reúne para discutir cosas y
llevarlas a la práctica.
Para
Bergoglio, la Iglesia carece de fin en sí misma: sólo posee un fin
humano, el que le ponen los hombres. No tiene un fin divino. Por tanto,
en el pensamiento de este idiota, la iglesia como conjunto de hombres
engendra la idea de Cristo en cada hombre. Esto es una gran herejía.
La
Iglesia no engendra a Cristo. Es la Virgen María la Madre espiritual de
las almas. Es Ella la que engendra a Cristo en cada almas. No es la
Iglesia. No son los sacerdotes. Los sacerdotes son instrumentos de la
Gracia, pero no tienen la capacidad de engendrar a Cristo en las almas.
Bendicen, administran los sacramentos, etc. Pero es sólo la Virgen María
la que pone a Cristo, en la fe y según la fe, de cada alma. Y, por
tanto, sin la Virgen María, la Iglesia, los sacerdotes, no caminan. El
que ama a la Virgen ama a la Iglesia, porque ama a Cristo, que es la
Iglesia.
Pero
quien ama a la Iglesia no necesariamente ama ni a Cristo ni a la Virgen
María. Hay muchos que aman su iglesia, la concepción que ellos tienen
de la Iglesia. Pero no aman ni a Cristo ni a Su Madre. Esto es Bergoglio
y toda su pandilla de inútiles herejes.
Y, para acabar con esta idiotez de este personaje: «Y
también vemos nuestra pequeña alma que no se perderá jamás, si sigue
siendo también una mujer cercana a estas dos grandes mujeres que nos
acompañan en la vida: María y la Iglesia”. Nuestra alma es una mujer: es femenina; cercana a esa dos grandes mujeres: María y la Iglesia.
¿Y
después dicen que la doctrina de Bergoglio es católica? ¡Por favor! No
digan tonterías. Claramente, Bergoglio tiene un cacao mental en su vida
como sacerdote, como Obispo y como hombre que lidera la iglesia de los
necios, estúpidos e idiotas.
«y
entonces de Mi Casa se debe ir, porque el Trono que se ha tomado… lo ha
tomado con el engaño, y no tiene valor a Mis Ojos, aún quedando en los
papeles».
¡Vete
Bergoglio del Vaticano! ¡Vete de la Iglesia Católica! Te lo manda el
mismo Dios. Y cuando Dios habla, Su Palabra se obra sin más.
Vete
con tus teorías de la feminidad del alma humana, porque eso te viene de
tu panenteísmo, de haber hecho de tu idea humana un dios para ti mismo.
Y, por eso, no comprendes que el alma del varón no es el alma de la
mujer. Son dos almas diferentes, porque son dos sexualidades distintas.
Un alma de varón para un cuerpo de varón; un alma de mujer para un
cuerpo de mujer. Si esto no lo tienes claro, entonces es claro tu cacao
mental.
¡Vete Bergoglio con tu cacao mental a tu pueblo y allí pasa tus últimos días en la feminidad de tu estúpida alma!
Bergoglio
se va, pero haciendo mucho daño. Es el destino de todo falso Profeta.
No son los importantes. Son los que entretienen a la masa, mientras
otros obran en lo oculto.