martes, 16 de septiembre de 2014

REENVÍO DEL DIARIO EL LITORAL , INTERESANTE ¿QUIÉN MATÓ A ARAMBURU? Secuestro, muerte y extraños sucesos

¿Casualidad o Causalidad?, terminamos de leer este artículo de un "GRUPO DE GOOGLE", la imagión hizo de los integrantes del grupo surgieran las preguntas de inicio. Curiosamente identicas conclusiones tras el "embrollo" de  personajes citados y analizado de manera de un teorema fue también todo coincidencia a su fin. ¡ESTO NO FUE TRAMADO POR ARGENTINOS!. Estimamos, ha sido intalado este caso como parte del ambicioso, largo y muy profundo plan, conocido hacen mas de 50 años en nuestra patria, aspirando lo que a nivel mundial se pretende. UN NUEVO ORDEN, para manos de pocos deserebrados enfermos, pero con demasiado poderío. 
 
REENVÍO DEL DIARIO EL LITORAL , INTERESANTE
¿QUIÉN MATÓ A ARAMBURU?
Secuestro, muerte y extraños sucesos
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Entierro.
Los despojos del general Aramburu llegan al cementerio de La Recoleta acompañados de un cortejo numeroso. foto archivo

Rogelio Alaniz
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De las palabras del locutor que leía el comunicado de la flamante organización de Montoneros anunciando la muerte de Aramburu, recuerdo una sola frase: “Se le dará cristiana sepultura”. En aquellos años, ese lenguaje político era patrimonio exclusivo de Tacuara, Guardia Restauradora Nacionalista o algún grupo filonazi. La reivindicación histórica de las montoneras todavía seguía siendo un patrimonio intelectual de cierto nacionalismo de derecha, aunque ya para esa época circulaban los libros de Rodolfo Puiggrós, Abelardo Ramos y Hernández Arregui, reivindicando en clave nacional y popular esas tradiciones y símbolos.
La otra noticia que circuló en los ambientes estudiantiles de entonces era que la viuda de Ingalinella, la esposa del dirigente comunista asesinado en Rosario en los tiempos de Perón, le expresaba su solidaridad a Lucía Herrera, la esposa de Aramburu. No recuerdo si la esposa o la hija del fusilado general José Valle también se dirigió a la señora Herrera, pero en su caso para recordarle el dolor que significa la desaparición y muerte de un ser querido. La familia Valle mencionaba el momento en que el custodio del entonces presidente de la Nación le decía a la señora de Valle y a su hija Susana que el presidente no las podía atender porque estaba durmiendo. Los espectros del pasado reaparecían con sus atuendos y sus muecas.
¿Eran fascistas los que secuestraron a Aramburu? ¿Fueron cómplices de los militares nacionalistas que acompañaban a Onganía? No me consta que fueran fascistas, pero la mayoría provenía de usinas cercanas. Católicos preconciliares, nacionalistas de derecha, partidarios de la acción directa y peronistas. No sé si eran fascistas, pero antifascistas seguro que no eran.
Es verdad que algunos de esos jóvenes estaban atravesando un proceso de conversión ideológica, desde lo que se llamaría el nacionalismo oligárquico al nacionalismo popular, y de un catolicismo integrista a un cristianismo comprometido.
En el peronismo de aquellos años se confundían civiles y militares, nacionalistas de derecha y nacionalistas populares. Por entonces, el objetivo de la resistencia era cerrarle todas las salidas al régimen “gorila y liberal” y asegurar el retorno de Perón. En ese contexto reaparecía la alianza corporativa forjada a partir de 1943 entre sindicatos, iglesia y militares.
En aquel marco de lealtades, a nadie le debería sorprender que existieran vasos comunicantes entre militares y civiles. ¿Anticomunistas? Todos lo eran. Algunos por formación católica; otros, por provenir del fascismo; para muchos, sencillamente porque para ellos el comunismo era el Partido Comunista, es decir el partido de Victorio Codovilla, la Unión Democrática y los comandos civiles de 1955. ¿Violentos? También lo eran. Por formación ideológica, por estar proscriptos y porque el propio Perón, desde el exilio, alentaba el terrorismo, la acción directa y cualquier método eficaz para combatir al enemigo. Enterado de la muerte de Aramburu, Perón escribió: “Estoy completamente de acuerdo, y encomio lo actuado”. Se trataba de una acción deseada por todos los peronistas.
Nada de ello impide que persistan las sospechas acerca de las relaciones entre los artífices del Operativo Pindapoy y algunos funcionarios de la dictadura de Onganía. Se dice que entre los meses de abril y mayo de 1970, Firmenich ingresó veintiséis veces al Ministerio del Interior para conversar con el general Imaz. No es una hipótesis que esté del todo probada, pero si lo hubiera hecho a ningún peronista se le hubiera caído la cara de vergüenza.
Uno de los principales reproches que el peronismo de paladar negro le hacían a Onganía, era el de haberle entregado el manejo de la economía a los liberales, una de cuyas expresiones más irritativa era Krieger Vasena. Salvadas esas objeciones, a muchos de ellos les caían bien las bravuconadas de Onganía contra el liberalismo, su catolicismo integrista, sus simpatías manifiestas por un orden corporativo y su anticomunismo militante y confeso. Desde esa perspectiva, Imaz muy bien podía ser un aliado táctico, como también podían serlo los generales Señorans o Fonseca. Que pocos meses después, esa suerte de Isidorito Cañones del nacionalismo que era Diego Muñiz Barreto, se fuera de la carpa de Onganía para ingresar a las tiendas de los Montoneros -en un itinerario tan novelesco como trágico cuya culminación será su muerte a mano de los militares de Videla- no es una casualidad. Tampoco Roberto Roth fue una casualidad.
En suma, no debería sorprender que en algunas de esas cuevas de los servicios de inteligencia, en esas usinas de un nacionalismo que mezclaba a Benito Mussolini con Fidel Castro, a José Antonio Primo de Rivera con Mao Tse Tung y al padre Ezcurra con Camilo Torres, hubiera habido conexiones.
Otro dato merece tenerse en cuenta: Aramburu fue secuestrado el día del Ejército, fecha coincidente con el primer aniversario del Cordobazo. ¿Qué fecha tuvieron presente los secuestradores a la hora del operativo: la del Ejército o la de la pueblada? Alguien podrá decir que en acontecimientos como éstos, las fechas no tienen importancia. El argumento es atendible, pero no se debe perder de vista que para el universo mitológico de estos personajes cada uno de las actos poseía un valor simbólico.
Otro de los argumentos que sustentan las sospechas, es que para 1970 el puñado de jóvenes que luego será conocido como Montoneros carecía de estructura, recursos y capacitación para llevar adelante un operativo de esas dimensiones. Una de las hipótesis que se investigó sostiene que los jóvenes que secuestraron a Aramburu, luego se lo entregaron a los militares, quienes lo trasladaron a un Hospital Militar. Por motivos que se desconocen, Aramburu habría muerto en ese hospital de la avenida Luis María Campos, situación que habría llevado a los militares intervinientes a devolverle el cuerpo sin vida al comando que habían contratado parta secuestrar al ex presidente de la Libertadora.
La historia parece algo disparatada, pero en esos años todo era un gran disparate. El origen mismo de Montoneros está salpicado por oscuridades de ese tipo. ¿Serán las mismas que años después los alentaron a pactar con Massera? Distintos datos sugieren que, más allá de ideales y sacrificios, persistía una visión ideológica y conspirativa, algo siniestra y sórdida respecto de la política, que ya estaba presente en los orígenes.
Volvamos a 1970. Entre los secuestradores, ¿estuvo el joven Norberto Rodolfo Crocco? Se trata de un militante nacionalista que en enero de 1971 se presentó en el casco de una estancia ubicada cerca de Mar del Plata y discutió con su propietario, Antonio Romano, íntimo amigo del general Imaz. Según esa versión, la discusión versó sobre una importante suma de dinero que Romano le debía a Crocco. Discutieron, y en cierto momento Crocco mató a Romano. Luego se puso de rodillas, rezó una oración y se suicidó. ¿Qué había pasado? Nadie lo sabe con certeza, pero la hipótesis más fuerte es que Romano se negaba a pagarle al grupo armado el dinero comprometido por el secuestro y muerte de Aramburu. Un detalle anecdótico que nunca está de más conocer: Norberto Rodolfo Crocco era hermano de Noemí Crocco, esposa de Aldo Rico. ¡Qué chico es el mundo!
Puede que en la actualidad, el único sobreviviente de aquella peripecia sea Eduardo Firmenich. Emilio Maza, murió un mes después del secuestro en un operativo realizado en La Calera. Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus cayeron en septiembre de ese año en William Morris. Capuano Martínez perdió la vida en una redada de la policía en agosto de 1972; Norma Arrostito fue secuestrada y ejecutada por los militares en 1978.
El gobierno de Onganía fue derrocado una semana después de este secuestro. El nuevo presidente será Roberto Marcelo Levingston, pero en ese momento el poder real de los militares ya lo ejercía otro general, que había hecho sus primeros palotes de conspirador en la asonada militar de 1951. Y a partir de 1955 se convertía en protagonista de primera línea de todos los acontecimientos públicos, tiempo en el que los principales actores políticos del sistema eran las Fuerzas Armadas. Me refiero al teniente general Alejandro Agustín Lanusse.

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