ROMA HECHIZADA POR PALABRAS
DE UN BUFON
«Muchos
son los pecados de Jerusalén; por eso, fue objeto de aversión; cuantos
antes la honraron la desprecian viendo su desnudez, y ella misma suspira
y vuelve su rostro» (Lam 1, 8).
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Jerusalén,
en este primer capítulo de las Lamentaciones, es la Iglesia como Cuerpo
Místico de Cristo (cfr. Col 1, 24), como Esposa de Cristo, a la cual
amó y se entregó por Ella (cfr. Ef 5, 29). Iglesia desolada, que se
sienta «como viuda», que «llora amargamente» y que le «fallaron todos sus amigos y se le volvieron enemigos» (Ib., v.1)
Somos
miembros místicos del Cuerpo de Cristo, hijos espirituales de Su
Esposa, que tienen que pasar por la vía dolorosa de la Pasión y de la
Muerte de Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia, para después
resucitar, de manera esplendorosa, en el Reino de la Paz.
La
Iglesia no es algo abstracto, no es un conjunto de hombres: son almas
unidas a Cristo, por lazos místicos y espirituales, que forman una
sociedad perfecta. Y hay muchas almas que se han vuelto enemigas de
Cristo y de Su Iglesia. Y permanecen dentro de Ella con un rostro de
amigo, pero con obras de enemigo. Hay muchas que no son Iglesia, que no
pertenecen a Ella, a pesar de que tengan y reciban los Sacramentos.
La Iglesia tiene que sufrir y morir, como lo hizo Su Cabeza. Mas «las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella»
(Mt 16, 18), porque Cristo ha vencido a todo el infierno en Su Cruz. Y
también la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, debe vencer a todo el
infierno, en la Cruz, abrazada a Su Cabeza.
Pero
es una batalla dura que los miembros de Cristo tienen que pasar. No es
un juego de niños. Es una prueba final que sacudirá la fe de numerosos
creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). Muchos perderán la fe en Cristo y
en Su Iglesia. La persecución a los verdaderos católicos, a la verdadera
Jerarquía, desvelará el Misterio de la Iniquidad.
Un
gran cisma va a ocurrir en el interior de la Iglesia. Este cisma ya ha
comenzado de manera silenciosa con la usurpación del Trono de Pedro y
con el establecimiento de un gobierno horizontal en el Vaticano, que
lleva al gobierno mundial de un solo hombre. Pero este cisma no será
público hasta que no quiten la Eucaristía, el Sacrifico Perpetuo (cfr.
Dn 9, 27).
Este
cisma es una gran división: una iglesia modernista, liderada por un
falso papa o falso Profeta; y una Iglesia remanente, que es la que
defenderá la Tradición Divina, el Magisterio Auténtico de la Iglesia y
la Palabra de Dios, como valores inmutables y perfectos para todos los
hombres.
La
iglesia modernista ya ha comenzado con Bergoglio y su grupo horizontal,
que es un grupo de anticristos. Pero es el inicio. Debe todavía
consolidarse en toda maldad: «Muchos de ellos, gritando y
levantando sus voces, presentarán mentiras, no sólo contra las leyes
establecidas por Mis Enseñanzas. Lo que realmente quiere es crear un
nuevo dios. La nueva figura guiadora de Mi Iglesia, será promovida como
cualquier elección de alto perfil de líderes políticos» (MDM – 14 nov. 2012).
Bergoglio
fue elegido canónicamente, según las leyes canónicas, pero no según la
ley de la Gracia. Su elección al Trono es nula por la Gracia; es válida
según las leyes canónicas. Atendiendo a estas leyes, él gobierna como
Obispo de Roma, pero sin el Primado de Jurisdicción. Es decir, sólo con
un poder humano, ya que el poder divino, que le venía del Papa legítimo,
queda anulado por su herejía pertinaz. No es, por tanto, Papa, sino un
falso Papa.
Bergoglio
ha puesto su gobierno horizontal sin colocar nuevas leyes que rijan esa
estructura en horizontal. Y, por tanto, el ejercicio de su gobierno
humano tiene que hacerse ocultamente, porque todavía se apoya en las
leyes de la verticalidad. Y están trabajando para poner nuevas leyes y
así elegir falsos papas como se hacen en el mundo. Por eso, Bergoglio no
es la persona del Falso Profeta, no es el falso Papa. Es el inicio
necesario para instalar al falso Papa, que es elegido a dedo por los
hombres, y así se cumple la profecía de San Francisco de Asís: «En
el momento de esta tribulación un hombre, elegido no canónicamente, se
elevará al Pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a
muchos al error y a la muerte» (Opuscoli del seráfico patriarca Francesco D´assisi – Bernardo da Fivizzano – Tip. della SS. Concezione di R. Ricci – ver texto).
Ese hombre elegido no canónicamente es el que, en verdad, destruye la Iglesia: «Muchos
autoproclamados eruditos de la iglesia pronto cuestionarán Mi Verdadera
identidad y la Existencia de la Santísima Trinidad. Usarán grandiosos
argumentos para cegaros a la Verdadera Palabra de Dios, y usarán todo
tipo de argumentos teológicos, para demostrar que todas las religiones
son iguales. Pronto van a rechazar la Verdad – la Palabra de Dios. Ellos
profanarán la Palabra de Dios con complicadas y contradictorias
doctrinas, y los que asisten a la iglesia en todas partes, no serán los
más sabios, ya que están alimentados con tonterías. Se esconderá Mi
Palabra y se le dejará acumular polvo» (MDM – 6 de septiembre 2014)
De esta manera, puede presentarse el Anticristo: «La
Iglesia será desmantelada de muchas maneras ante que él, el Anticristo,
sea rogado que se involucre en Ella. Él será involucrado con la
decisión para lanzar una nueva religión mundial. Todos estos cambios –
en donde la Iglesia hace un llamamiento público para la unificación de
todas las religiones- se llevarán a cabo antes que el Anticristo tome
su asiento en el Trono de Mi Hijo en la tierra» (MDM – 7 de septiembre 2014 )
Es
necesario una sucesión de anticristos en la Iglesia para colocar al
Falso Profeta, al Falso Papa que señale a la persona misma del
Anticristo. Y así se cumple la profecía de San Malaquías: «In psecutione extrema S.R.E. sedebit» («En la última persecución se sentará una sucesión de reyes en la Iglesia»).
La
Iglesia remanente tiene que ser clandestina y perseguida: vivirá en las
catacumbas, sin ninguna publicidad, sin ningún apoyo de los grandes del
mundo. Sostenida sólo por el Espíritu. La otra, la falsa iglesia, que
presenta un falso cristo, es la que permanece pública, en la propaganda
masónica y comunista, porque es el Tiempo de la Iniquidad, en el cual
tiene que aparecer el hijo de Satanás, o también llamado el Maitreya, en
sanscrito “ser iluminado”, el instructor del mundo, el imán
madhi, el Señor de la Época, el maestro divino, el salvador de la
humanidad, el mesías esperado por todas las religiones.
El
nuevo orden mundial y el Vaticano aclamarán a Maitreya como el mesías
esperado, el líder único religioso y con la soberanía sobre todos los
hombres (cfr. Ap 17, 17)
Un hombre con una impostura religiosa; un hombre que gobernará con las 10 potencias mundiales (cfr. Dn 7, 24), que es «la gran Ramera que está sentada sobre las grandes aguas, con quien han fornicado los reyes de la tierra» (Ap 17, 2). «Las aguas que ves, sobre las cuales está sentada la gran Ramera, son los pueblos, las muchedumbres, las naciones y las lenguas» (Ap 17, 15)
Un hombre que «hablará palabras arrogantes contra Dios» (cfr. Dn 7, 25a), que «cambiará los tiempos y la Ley» (v. 25c, que se sentará en el santuario de Dios y se proclamarás dios (cfr. 2 Ts 2, 4).
Tiene que cumplirse la Sagrada Escritura: «Yo he venido en Nombre de Mi Padre y vosotros no Me recibisteis; si otro viniera usurpando Mi Nombre, le recibiríais» (Jn 5, 43).
Han
usurpado el Trono de Dios, han puesto a un falso Papa, que es un
payaso, y todos locos con ese hombre: negando a Cristo y su doctrina.
¿Qué pasará cuando llegue el Anticristo usurpando el Nombre de Cristo?
Si los miembros de la Iglesia han quedado cegados por la palabra barata
de un bufón, ¿qué se puede esperar cuando un hombre empiece a hacer
milagros y diga que es el Cristo?
El
Anticristo, en estos momentos, es el líder del nuevo gobierno mundial.
Recorre el mundo y nadie lo conoce, porque es experto en cambiar de
apariencia. Tiene que camuflarse en distintos rostros. Tiene que ser hoy
una persona influyente en lo económico, político, cultural, y mañana
ser un amigo íntimo de cualquier hombre.
El
Anticristo necesita su Falso Profeta para poder darse a conocer. No
necesita un bufón. Y hasta que no aparezca ese Falso Profeta, que es un
Falso Papa en una falsa Iglesia, no se muestra el Anticristo. Hay muchos
falsos profetas en todo el mundo y en la misma Iglesia, pero uno solo
es la persona del Falso Profeta que señala a la misma persona del
Anticristo.
Bergoglio
es un falso profeta, pero no es la persona que señala al Anticristo. Él
ya ha señalado a su anticristo, que es Kasper, el cual tiene el mismo
espíritu del Anticristo, pero no es la persona del Anticristo.
Bergoglio
ya ha señalado a la persona que le va a suceder, porque así obra todo
falso profeta: habla para indicar la mente de un anticristo; habla con
la mente de ese anticristo; habla para que ese anticristo obre. Un falso
profeta nunca obra, sino que deja que otros hagan el trabajo de lo que
él predica o dice. El falso profeta da falsos conocimientos, falsas
enseñanzas, falsas doctrinas, que no son suyas, sino que las ha
aprendido, ya de otro, ya del mismo demonio. Pero no persigue a nadie.
Deja vivir. El que es un anticristo es el que hace daño, el que persigue
a los que no obedecen su mente diabólica. El falso profeta no tiene el
espíritu de un anticristo, pero sí posee su fuerza, su visión, su obra.
El Anticristo hace sus milagros en sus grupos, que tiene por todo el mundo, y tiene una oración, titulada “la gran invocación”,
con la cual el alma –con sólo leerla- queda infestada, oprimida,
obsesionada y poseída por muchos demonios (no la consulten si no tienen
auténtica vida espiritual; no la vean sin usar sacramentales).
El
Anticristo es el que tritura las mentes de los hombres con demonios que
se instalan en ellas. La obra del Anticristo es la posesión de la mente
del hombre. Esa posesión domina la mente y hace que el hombre peque y
no se confiese, no se arrepienta de sus pecados, convirtiéndolo así en
esclavo de Satanás sin que el hombre se dé cuenta: «Todo es
limpio para los limpios, mas para los impuros y para los infieles, nada
hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas» (Tit 1, 15).
Hay
muchos católicos, que ya son tibios y pervertidos, que están
contaminados, porque su mente está poseída por Satanás. Y esto es una
señal de que el Anticristo ya está en el mundo obrando: la perversión
del juicio en mucha Jerarquía de la Iglesia y en muchos miembros de
ella. Una perversión que les impide salir de su mente, de su juicio: no
pueden discernir la Verdad.
Ahí
tienen a un Bergoglio, con toda su cuadrilla de herejes; ahí tienen a
tanta Jerarquía que dice que la doctrina de Bergoglio es católica; ahí
tienen a tantos fieles que ya no saben los dogmas, las enseñanzas de la
Iglesia, porque viven inmersos en el demonio: no pueden salir de sus
mentes. Están poseídos, porque el mundo en que vivimos es la obra del
Anticristo. Y éste sólo obra así: poseyendo la mente del hombre. Cuando
la posee, el hombre obra automáticamente la idea que el demonio le pone
en su cabeza. Y no puede zafarse de esa idea. Por eso, es muy peligroso
leer cosas del Anticristo, escucharlo, verlo. Un falso profeta no tiene
este poder. Por eso, se puede leer a Bergoglio, pero no se puede leer
los escritos del Anticristo.
Este falso Cristo anuncia que viene un aviso, un “nuevo pentecostés”,
en la que todo ojo le verá: es el día de su manifestación, de su
declaración mundial, que se hará por todas las cadenas de televisión,
por internet. Ese día, los verdaderos católicos no tienen que mirarlo ni
escucharlo para no quedar atrapados. Quien lo mire, lo tendrá que
seguir: recibirá un espíritu demoníaco, que le atará su mente y su
voluntad, y será obligado a servirle.
Este
falso mesías es un falso imitador de Cristo y, por tanto, habla en sus
mensajes de muchas cosas: amor, paz, justicia, fraternidad. Pero nunca
dice la Verdad. Es el lenguaje perfecto para captar el sentimiento del
hombre y llevarlo a la idea que él quiere: «El mayor pecado que
estáis por cometer, es honrar a un dios falso. Vestido con joyas, él
será encantador, sutil y con una aparente comprensión de las Enseñanzas
del Libro de Mi Padre. Vosotros caeréis bajo su hechizo. Él torcerá Mis
Enseñanzas que se volverán herejía. Esta religión, una alternativa a la
Verdad de Dios, es indigna. Sin embargo tendrá un aspecto exterior de
encanto, amor y maravillas y engalanada con oro nuevo y piedras
preciosas, que se lanzará como una nueva religión mundial en todos los
altares» (MDM – 14 de noviembre de 2012).
El
Anticristo emerge para establecer un solo gobierno, religión y economía
mundial. Y, por tanto, él declarará estar a la cabeza de todas las
iglesias y gobiernos del mundo. Es el que va a tomar posesión,
próximamente, después del Gran Aviso, del Trono de Pedro, para poner su
doctrina mundial.
El
Anticristo no va a aparecer hasta después del Gran Aviso, porque tiene
que mostrarse como salvador, en la gran confusión que la humanidad
tendrá en esos momentos. Hablará de amor y ayudará a toda la humanidad
ofreciendo alimentos, ropas, casa, medicinas, etc., pero con la
condición de la implantación del microchip.
El Gran Aviso es un arma de doble filo: producirá muchas conversiones, pero «no se arrepintieron de las obras de sus manos»
(Ap 9, 20). Muchos no renunciarán a sus vidas pasadas, sino que las
continuarán, porque no han comprendido el camino de expiación, de
sufrimiento, de negación de sí mismos para alcanzar la salvación.
Dios da el don de conversión, pero el hombre tiene que merecer «gracia tras gracia»
(Jn 1, 16b) para ganar el cielo. Cuando el alma vive apegada a las
cosas de la tierra, a lo humano, le cuesta horrores desprenderse de todo
eso. Y si se añade las circunstancias tan terribles de la vida humana,
ese cataclismo que va a desconcertar a todos, en que faltará comida,
vestidos, medicinas,…, entonces es fácil seguir al Enemigo, vender el
alma por un plato de lentejas.
«Os
echarán de la sinagoga; pues llega la hora en que todo el que so quite
la vida pensará prestar un servicio a Dios. Y esto lo harán porque no
conocieron al Padre ni a Mí» (Jn 16, 3).
En
la perversión de la mente de muchos, que se dicen católicos, ya se ve
esta persecución. Los verdaderos católicos serán expulsados y
excomulgados por el mismo Vaticano por defender la fe en Cristo y en Su
Iglesia. Esto ya ha comenzado de manera oculta. Esto ya lo palpan
algunos pocos sacerdotes que deben retirarse al monte, al desierto. La
Iglesia ya no los quiere porque no siguen a Bergoglio. Y los verdaderos
fieles encuentran la oposición de sus familias, amigos, gente de la
Iglesia, porque no siguen a Bergoglio. Ya hay muchos que condenan a
católicos que se oponen a Bergoglio. Es la obra del Anticristo: ata la
mente para que no se pueda entender la verdad.
Ahora,
para ser Iglesia, hay que trabajar silenciosamente y tenerlo todo en
común, como en las primeras comunidades. En la Iglesia remanente el
centro es el Santo sacrificio de la Misa. Si hay ese centro, si se cuida
la Misa, entonces, se tiene para comer, se tienen medicinas, se tienen
todo lo material.
Cuando
llegue el Anticristo con su microchip, hay que tener comunidades
clandestinas, en los montes, autosuficientes en servicio, alimentos,
cultivos, porque el trabajo del Anticristo va a ser como en la segunda
guerra mundial: militares que lo rastrean todo y aquel que no lleve el
implante, a los campos de concentración, condenados a muerte.
Las
persecuciones se harán por todos los medios: políticos, militares, por
rastreo satelital y terrestre. La gente no prepara la iglesia
remanente, porque está viviendo en la burbuja del Anticristo.
El
Señor se retirará de las parroquias, capillas, modernistas, donde se
celebra la Misa ya adulterada en su esencia consagratoria. Esas iglesias
serán habitadas por los demonios: «el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días y por mucho tiempo será habitación de demonios» (Bar 4, 35).
La sede de Pedro se trasladará de Roma a Jerusalén: «El
atrio exterior del templo déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido
entregado a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y
dos meses» (Ap 11, 2). En Roma ondeará la bandera comunista y
comenzará la misión profética de los dos testigos durante el reinado del
anticristo: «Mandaré a mis dos testigos para que profeticen, durante mil doscientos sesenta días, vestidos de saco» (Ap 11, 3). Y se cumplirá así la profecía de La Salette: “La
Iglesia será eclipsada, el mundo estará en la consternación. Pero he
ahí Enoc y Elías, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza
de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas
serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu
Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo».
Bergoglio
es sólo el inicio de un gran desastre en la Iglesia. Sus últimas
homilías en santa Marta son su gran decadencia, su gran vulgaridad, su
gran blasfemia contra el Espíritu Santo. Es un hombre que lo mantienen,
porque conviene a todos en el Vaticano.
Pero
es un hombre que debe ser puesto a un lado, porque no tiene la
capacidad para romper el dogma. Él sólo sabe seducir, pero no sabe usar
el poder de seducción con la fuerza de la inteligencia. Eso lo sabe
hacer un anticristo: uno que coge la idea y le da mil vueltas para que
el otro acepte su idea. Eso es Kasper. Si Kasper sube al poder,
comienzan las excomuniones. Mientras esté Bergoglio, todo es
sentimentalismo barato. Todo es llorar por los hombres: darse un beso,
un abrazo y llamar a todos santos en la Iglesia.
Comienza
la verdadera maldad. Antes del Sínodo ya se pueden observar signos,
ceremonias que indican una cosa: todos van a estar de acuerdo para poner
otra cosa en la Iglesia: otro estilo de misa, de papa, de sacerdote, de
obispo. Y, muchos, muchísimos, van a seguirlo porque es su plato de
comida.
«Echó
mano el enemigo de todos sus tesoros; vio penetrar en su santuario a
las gentes de las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
Todo su pueblo va suspirando en busca de pan; han dado cuanto tenían de
precioso para mantener la vida. Mira , oh Señor, y ve cuán abatida
estoy» (Lam 1, 10-11)