miércoles, 17 de septiembre de 2014

ROMA HECHIZADA POR PALABRAS DE UN BUFON

ROMA HECHIZADA POR PALABRAS
 DE UN BUFON

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«Muchos son los pecados de Jerusalén; por eso, fue objeto de aversión; cuantos antes la honraron la desprecian viendo su desnudez, y ella misma suspira y vuelve su rostro» (Lam 1, 8). 
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Jerusalén, en este primer capítulo de las Lamentaciones, es la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo (cfr. Col 1, 24), como Esposa de Cristo, a la cual amó y se entregó por Ella (cfr. Ef 5, 29). Iglesia desolada, que se sienta «como viuda», que «llora amargamente» y que le «fallaron todos sus amigos y se le volvieron enemigos» (Ib., v.1)
Somos miembros místicos del Cuerpo de Cristo, hijos espirituales de Su Esposa, que tienen que pasar por la vía dolorosa de la Pasión y de la Muerte de Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia, para después resucitar, de manera esplendorosa, en el Reino de la Paz.
La Iglesia no es algo abstracto, no es un conjunto de hombres: son almas unidas a Cristo, por lazos místicos y espirituales, que forman una sociedad perfecta. Y hay muchas almas que se han vuelto enemigas de Cristo y de Su Iglesia. Y permanecen dentro de Ella con un rostro de amigo, pero con obras de enemigo. Hay muchas que no son Iglesia, que no pertenecen a Ella, a pesar de que tengan y reciban los Sacramentos.
La Iglesia tiene que sufrir y morir, como lo hizo Su Cabeza. Mas «las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella» (Mt 16, 18), porque Cristo ha vencido a todo el infierno en Su Cruz. Y también la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, debe vencer a todo el infierno, en la Cruz, abrazada a Su Cabeza.
Pero es una batalla dura que los miembros de Cristo tienen que pasar. No es un juego de niños. Es una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). Muchos perderán la fe en Cristo y en Su Iglesia. La persecución a los verdaderos católicos, a la verdadera Jerarquía, desvelará el Misterio de la Iniquidad.
Un gran cisma va a ocurrir en el interior de la Iglesia. Este cisma ya ha comenzado de manera silenciosa con la usurpación del Trono de Pedro y con el establecimiento de un gobierno horizontal en el Vaticano, que lleva al gobierno mundial de un solo hombre. Pero este cisma no será público hasta que no quiten la Eucaristía, el Sacrifico Perpetuo (cfr. Dn 9, 27).
Este cisma es una gran división: una iglesia modernista, liderada por un falso papa o falso Profeta; y una Iglesia remanente, que es la que defenderá la Tradición Divina, el Magisterio Auténtico de la Iglesia y la Palabra de Dios, como valores inmutables y perfectos para todos los hombres.
La iglesia modernista ya ha comenzado con Bergoglio y su grupo horizontal, que es un grupo de anticristos. Pero es el inicio. Debe todavía consolidarse en toda maldad: «Muchos de ellos, gritando y levantando sus voces, presentarán mentiras, no sólo contra las leyes establecidas por Mis Enseñanzas. Lo que realmente quiere es crear un nuevo dios. La nueva figura guiadora de Mi Iglesia, será promovida como cualquier elección de alto perfil de líderes políticos» (MDM – 14 nov. 2012).
Bergoglio fue elegido canónicamente, según las leyes canónicas, pero no según la ley de la Gracia. Su elección al Trono es nula por la Gracia; es válida según las leyes canónicas. Atendiendo a estas leyes, él gobierna como Obispo de Roma, pero sin el Primado de Jurisdicción. Es decir, sólo con un poder humano, ya que el poder divino, que le venía del Papa legítimo, queda anulado por su herejía pertinaz. No es, por tanto, Papa, sino un falso Papa.
Bergoglio ha puesto su gobierno horizontal sin colocar nuevas leyes que rijan esa estructura en horizontal. Y, por tanto, el ejercicio de su gobierno humano tiene que hacerse ocultamente, porque todavía se apoya en las leyes de la verticalidad. Y están trabajando para poner nuevas leyes y así elegir falsos papas como se hacen en el mundo. Por eso, Bergoglio no es la persona del Falso Profeta, no es el falso Papa. Es el inicio necesario para instalar al falso Papa, que es elegido a dedo por los hombres, y así se cumple la profecía de San Francisco de Asís: «En el momento de esta tribulación un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte» (Opuscoli del seráfico patriarca Francesco D´assisi – Bernardo da Fivizzano – Tip. della SS. Concezione di R. Ricci – ver texto).
Ese hombre elegido no canónicamente es el que, en verdad, destruye la Iglesia: «Muchos autoproclamados eruditos de la iglesia pronto cuestionarán Mi Verdadera identidad y la Existencia de la Santísima Trinidad. Usarán grandiosos argumentos para cegaros a la Verdadera Palabra de Dios, y usarán todo tipo de argumentos teológicos, para demostrar que todas las religiones son iguales. Pronto van a rechazar la Verdad – la Palabra de Dios. Ellos profanarán la Palabra de Dios con complicadas y contradictorias doctrinas, y los que asisten a la iglesia en todas partes, no serán los más sabios, ya que están alimentados con tonterías. Se esconderá Mi Palabra y se le dejará acumular polvo» (MDM – 6 de septiembre 2014)
De esta manera, puede presentarse el Anticristo: «La Iglesia será desmantelada de muchas maneras ante que él, el Anticristo, sea rogado que se involucre en Ella. Él será involucrado con la decisión para lanzar una nueva religión mundial. Todos estos cambios – en donde la Iglesia hace un llamamiento público para la unificación de todas las religiones- se llevarán a cabo antes que el Anticristo tome su asiento en el Trono de Mi Hijo en la tierra» (MDM – 7 de septiembre 2014 )
Es necesario una sucesión de anticristos en la Iglesia para colocar al Falso Profeta, al Falso Papa que señale a la persona misma del Anticristo. Y así se cumple la profecía de San Malaquías: «In psecutione extrema S.R.E. sedebit» («En la última persecución se sentará una sucesión de reyes en la Iglesia»).
La Iglesia remanente tiene que ser clandestina y perseguida: vivirá en las catacumbas, sin ninguna publicidad, sin ningún apoyo de los grandes del mundo. Sostenida sólo por el Espíritu. La otra, la falsa iglesia, que presenta un falso cristo, es la que permanece pública, en la propaganda masónica y comunista, porque es el Tiempo de la Iniquidad, en el cual tiene que aparecer el hijo de Satanás, o también llamado el Maitreya, en sanscrito “ser iluminado”, el instructor del mundo, el imán madhi, el Señor de la Época, el maestro divino, el salvador de la humanidad, el mesías esperado por todas las religiones.
El nuevo orden mundial y el Vaticano aclamarán a Maitreya como el mesías esperado, el líder único religioso y con la soberanía sobre todos los hombres (cfr. Ap 17, 17)
Un hombre con una impostura religiosa; un hombre que gobernará con las 10 potencias mundiales (cfr. Dn 7, 24), que es «la gran Ramera que está sentada sobre las grandes aguas, con quien han fornicado los reyes de la tierra» (Ap 17, 2). «Las aguas que ves, sobre las cuales está sentada la gran Ramera, son los pueblos, las muchedumbres, las naciones y las lenguas» (Ap 17, 15)
Un hombre que «hablará palabras arrogantes contra Dios» (cfr. Dn 7, 25a), que «cambiará los tiempos y la Ley» (v. 25c, que se sentará en el santuario de Dios y se proclamarás dios (cfr. 2 Ts 2, 4).
Tiene que cumplirse la Sagrada Escritura: «Yo he venido en Nombre de Mi Padre y vosotros no Me recibisteis; si otro viniera usurpando Mi Nombre, le recibiríais» (Jn 5, 43).
Han usurpado el Trono de Dios, han puesto a un falso Papa, que es un payaso, y todos locos con ese hombre: negando a Cristo y su doctrina. ¿Qué pasará cuando llegue el Anticristo usurpando el Nombre de Cristo? Si los miembros de la Iglesia han quedado cegados por la palabra barata de un bufón, ¿qué se puede esperar cuando un hombre empiece a hacer milagros y diga que es el Cristo?
El Anticristo, en estos momentos, es el líder del nuevo gobierno mundial. Recorre el mundo y nadie lo conoce, porque es experto en cambiar de apariencia. Tiene que camuflarse en distintos rostros. Tiene que ser hoy una persona influyente en lo económico, político, cultural, y mañana ser un amigo íntimo de cualquier hombre.
El Anticristo necesita su Falso Profeta para poder darse a conocer. No necesita un bufón. Y hasta que no aparezca ese Falso Profeta, que es un Falso Papa en una falsa Iglesia, no se muestra el Anticristo. Hay muchos falsos profetas en todo el mundo y en la misma Iglesia, pero uno solo es la persona del Falso Profeta que señala a la misma persona del Anticristo.
Bergoglio es un falso profeta, pero no es la persona que señala al Anticristo. Él ya ha señalado a su anticristo, que es Kasper, el cual tiene el mismo espíritu del Anticristo, pero no es la persona del Anticristo.
Bergoglio ya ha señalado a la persona que le va a suceder, porque así obra todo falso profeta: habla para indicar la mente de un anticristo; habla con la mente de ese anticristo; habla para que ese anticristo obre. Un falso profeta nunca obra, sino que deja que otros hagan el trabajo de lo que él predica o dice. El falso profeta da falsos conocimientos, falsas enseñanzas, falsas doctrinas, que no son suyas, sino que las ha aprendido, ya de otro, ya del mismo demonio. Pero no persigue a nadie. Deja vivir. El que es un anticristo es el que hace daño, el que persigue a los que no obedecen su mente diabólica. El falso profeta no tiene el espíritu de un anticristo, pero sí posee su fuerza, su visión, su obra.
El Anticristo hace sus milagros en sus grupos, que tiene por todo el mundo, y tiene una oración, titulada “la gran invocación”, con la cual el alma –con sólo leerla- queda infestada, oprimida, obsesionada y poseída por muchos demonios (no la consulten si no tienen auténtica vida espiritual; no la vean sin usar sacramentales).
El Anticristo es el que tritura las mentes de los hombres con demonios que se instalan en ellas. La obra del Anticristo es la posesión de la mente del hombre. Esa posesión domina la mente y hace que el hombre peque y no se confiese, no se arrepienta de sus pecados, convirtiéndolo así en esclavo de Satanás sin que el hombre se dé cuenta: «Todo es limpio para los limpios, mas para los impuros y para los infieles, nada hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas» (Tit 1, 15).
Hay muchos católicos, que ya son tibios y pervertidos, que están contaminados, porque su mente está poseída por Satanás. Y esto es una señal de que el Anticristo ya está en el mundo obrando: la perversión del juicio en mucha Jerarquía de la Iglesia y en muchos miembros de ella. Una perversión que les impide salir de su mente, de su juicio: no pueden discernir la Verdad.
Ahí tienen a un Bergoglio, con toda su cuadrilla de herejes; ahí tienen a tanta Jerarquía que dice que la doctrina de Bergoglio es católica; ahí tienen a tantos fieles que ya no saben los dogmas, las enseñanzas de la Iglesia, porque viven inmersos en el demonio: no pueden salir de sus mentes. Están poseídos, porque el mundo en que vivimos es la obra del Anticristo. Y éste sólo obra así: poseyendo la mente del hombre. Cuando la posee, el hombre obra automáticamente la idea que el demonio le pone en su cabeza. Y no puede zafarse de esa idea. Por eso, es muy peligroso leer cosas del Anticristo, escucharlo, verlo. Un falso profeta no tiene este poder. Por eso, se puede leer a Bergoglio, pero no se puede leer los escritos del Anticristo.
Este falso Cristo anuncia que viene un aviso, un “nuevo pentecostés”, en la que todo ojo le verá: es el día de su manifestación, de su declaración mundial, que se hará por todas las cadenas de televisión, por internet. Ese día, los verdaderos católicos no tienen que mirarlo ni escucharlo para no quedar atrapados. Quien lo mire, lo tendrá que seguir: recibirá un espíritu demoníaco, que le atará su mente y su voluntad, y será obligado a servirle.
Este falso mesías es un falso imitador de Cristo y, por tanto, habla en sus mensajes de muchas cosas: amor, paz, justicia, fraternidad. Pero nunca dice la Verdad. Es el lenguaje perfecto para captar el sentimiento del hombre y llevarlo a la idea que él quiere: «El mayor pecado que estáis por cometer, es honrar a un dios falso. Vestido con joyas, él será encantador, sutil y con una aparente comprensión de las Enseñanzas del Libro de Mi Padre. Vosotros caeréis bajo su hechizo. Él torcerá Mis Enseñanzas que se volverán herejía. Esta religión, una alternativa a la Verdad de Dios, es indigna. Sin embargo tendrá un aspecto exterior de encanto, amor y maravillas y engalanada con oro nuevo y piedras preciosas, que se lanzará como una nueva religión mundial en todos los altares» (MDM – 14 de noviembre de 2012).
El Anticristo emerge para establecer un solo gobierno, religión y economía mundial. Y, por tanto, él declarará estar a la cabeza de todas las iglesias y gobiernos del mundo. Es el que va a tomar posesión, próximamente, después del Gran Aviso, del Trono de Pedro, para poner su doctrina mundial.
El Anticristo no va a aparecer hasta después del Gran Aviso, porque tiene que mostrarse como salvador, en la gran confusión que la humanidad tendrá en esos momentos. Hablará de amor y ayudará a toda la humanidad ofreciendo alimentos, ropas, casa, medicinas, etc., pero con la condición de la implantación del microchip.
El Gran Aviso es un arma de doble filo: producirá muchas conversiones, pero «no se arrepintieron de las obras de sus manos» (Ap 9, 20). Muchos no renunciarán a sus vidas pasadas, sino que las continuarán, porque no han comprendido el camino de expiación, de sufrimiento, de negación de sí mismos para alcanzar la salvación.
Dios da el don de conversión, pero el hombre tiene que merecer «gracia tras gracia» (Jn 1, 16b) para ganar el cielo. Cuando el alma vive apegada a las cosas de la tierra, a lo humano, le cuesta horrores desprenderse de todo eso. Y si se añade las circunstancias tan terribles de la vida humana, ese cataclismo que va a desconcertar a todos, en que faltará comida, vestidos, medicinas,…, entonces es fácil seguir al Enemigo, vender el alma por un plato de lentejas.
«Os echarán de la sinagoga; pues llega la hora en que todo el que so quite la vida pensará prestar un servicio a Dios. Y esto lo harán porque no conocieron al Padre ni a Mí» (Jn 16, 3).
En la perversión de la mente de muchos, que se dicen católicos, ya se ve esta persecución. Los verdaderos católicos serán expulsados y excomulgados por el mismo Vaticano por defender la fe en Cristo y en Su Iglesia. Esto ya ha comenzado de manera oculta. Esto ya lo palpan algunos pocos sacerdotes que deben retirarse al monte, al desierto. La Iglesia ya no los quiere porque no siguen a Bergoglio. Y los verdaderos fieles encuentran la oposición de sus familias, amigos, gente de la Iglesia, porque no siguen a Bergoglio. Ya hay muchos que condenan a católicos que se oponen a Bergoglio. Es la obra del Anticristo: ata la mente para que no se pueda entender la verdad.
Ahora, para ser Iglesia, hay que trabajar silenciosamente y tenerlo todo en común, como en las primeras comunidades. En la Iglesia remanente el centro es el Santo sacrificio de la Misa. Si hay ese centro, si se cuida la Misa, entonces, se tiene para comer, se tienen medicinas, se tienen todo lo material.
Cuando llegue el Anticristo con su microchip, hay que tener comunidades clandestinas, en los montes, autosuficientes en servicio, alimentos, cultivos, porque el trabajo del Anticristo va a ser como en la segunda guerra mundial: militares que lo rastrean todo y aquel que no lleve el implante, a los campos de concentración, condenados a muerte.
Las persecuciones se harán por todos los medios: políticos, militares, por rastreo satelital y terrestre. La gente no prepara la iglesia remanente, porque está viviendo en la burbuja del Anticristo.
El Señor se retirará de las parroquias, capillas, modernistas, donde se celebra la Misa ya adulterada en su esencia consagratoria. Esas iglesias serán habitadas por los demonios: «el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días y por mucho tiempo será habitación de demonios» (Bar 4, 35).
La sede de Pedro se trasladará de Roma a Jerusalén: «El atrio exterior del templo déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses» (Ap 11, 2). En Roma ondeará la bandera comunista y comenzará la misión profética de los dos testigos durante el reinado del anticristo: «Mandaré a mis dos testigos para que profeticen, durante mil doscientos sesenta días, vestidos de saco» (Ap 11, 3). Y se cumplirá así la profecía de La Salette: “La Iglesia será eclipsada, el mundo estará en la consternación. Pero he ahí Enoc y Elías, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo».
Bergoglio es sólo el inicio de un gran desastre en la Iglesia. Sus últimas homilías en santa Marta son su gran decadencia, su gran vulgaridad, su gran blasfemia contra el Espíritu Santo. Es un hombre que lo mantienen, porque conviene a todos en el Vaticano.
Pero es un hombre que debe ser puesto a un lado, porque no tiene la capacidad para romper el dogma. Él sólo sabe seducir, pero no sabe usar el poder de seducción con la fuerza de la inteligencia. Eso lo sabe hacer un anticristo: uno que coge la idea y le da mil vueltas para que el otro acepte su idea. Eso es Kasper. Si Kasper sube al poder, comienzan las excomuniones. Mientras esté Bergoglio, todo es sentimentalismo barato. Todo es llorar por los hombres: darse un beso, un abrazo y llamar a todos santos en la Iglesia.
Comienza la verdadera maldad. Antes del Sínodo ya se pueden observar signos, ceremonias que indican una cosa: todos van a estar de acuerdo para poner otra cosa en la Iglesia: otro estilo de misa, de papa, de sacerdote, de obispo. Y, muchos, muchísimos, van a seguirlo porque es su plato de comida.
«Echó mano el enemigo de todos sus tesoros; vio penetrar en su santuario a las gentes de las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación. Todo su pueblo va suspirando en busca de pan; han dado cuanto tenían de precioso para mantener la vida. Mira , oh Señor, y ve cuán abatida estoy» (Lam 1, 10-11)