Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (11-21)
Sofismas de lo antiguo y sofismas de lo nuevo:
Una de las actitudes prejuiciosas es el “misoneísmo”,
es decir la hostilidad hacia toda novedad (una opinión nueva, un
método nuevo, un invento nuevo, etc.). Se defiende siempre lo de antes, y
se afirma que es bueno; de toda cosa se concluye que es buena o que es
mala según sea conforme o disconforme con lo antiguo.
[30] El vino, en cantidades moderadas es un
sano estimulante y favorece la digestión. Es una bebida saludable, pues
así fue reconocido en todos los pueblos antiguos.
Otra actitud prejuiciosa quizás más difundida en nuestros días que la anterior es cierto “progresismo” o afán de novedades,
hostil a todo lo antiguo, a todo lo tradicional, por el solo hecho de
ser tradicional. Es también un sofisma de “cambio del asunto”, porque se
intenta probar la bondad de una cosa argumentando que es nueva, que es
lo último que se ha propuesto sobre un asunto… pero no se demuestra que
sea buena o que sea mejor que la anterior.
Ya decía Bacon que «hay espíritus entregados por
entero a la admiración de la Antigüedad, y otros al entusiasmo y apetito
de cosas nuevas»[1].
Tanto uno como otro sentimientos pueden generar sofismas. Lo bueno no
es tal por ser nuevo y tampoco es bueno por ser antiguo, sino que lo
bueno es bueno porque es bueno.
Argumentos “ad hominem” (acerca del hombre):
Una manera muy usual del sofisma por cambio del asunto es el denominado “sofisma ad hominem”. Consiste en dirigir la discusión, no sobre la cosa que está en cuestión (“ad rem”) sino sobre el hombre (“ad hominem”)
que la sostiene, de manera que el juicio positivo o negativo que
recaiga sobre la persona afecte a la proposición en cuestión. Incluimos
estas argumentaciones en el género del sofisma por “cambio del asunto”
porque consisten en eludir el asunto que está en discusión.
También se denominan “personalismos” o “personalismos injuriosos”[2]. Podemos distinguir varias subespecies de esta falacia:
a) Alusión a defectos éticos que el adversario posee o que se le atribuyen:
[31] La teoría moral del filósofo francés Rousseau es falsa porque Rousseau abandonó a sus hijos en un orfelinato.
[32] Se concluye que el catolicismo no es
verdadero como doctrina religiosa, a partir de los defectos o vicios de
un sacerdote determinado, o de muchos sacerdotes católicos.
b) Alusión a una enfermedad mental:
[33] Tal teoría no debe tenerse en cuenta. No olvidemos que NN la admitía, y vivió sus últimos años en un asilo para locos.
c) Imputación de variaciones de opinión:
[34] Con ocasión de discutirse en nuestro país
acerca del mejor modo de regulación legal del matrimonio, es decir si
debía mantenerse el régimen de indisolubilidad matrimonial o si debía
implantarse el régimen de divorcio vincular, un senador de la minoría
que defendía en la Cámara la indisolubilidad del vínculo conyugal fue
blanco del siguiente argumento “ad hominem”: Un contrincante
le replicó que el mismo senador, treinta años antes, había defendido el
divorcio vincular y que por tanto no debía darse crédito a su opinión.
d) Alusión a la edad: cuando se
desacredita una tesis argumentando que quien la sostiene es muy joven, o
también argumentando que quien la sostiene es un anciano.
e) Alusión a relaciones sospechosas:
[35] Ese proyecto no es conveniente para
nuestro Instituto, porque su autor es XX, que está en el mismo grupo de
PP y RR, que siempre han buscado sabotear nuestro Instituto.
f) Alusión al partido político, a las creencias religiosas, etc. de una persona:
Se ataca una proposición, pero sin dar razones para impugnarla, sino
que se argumenta que quien la sostiene, es peronista, liberal,
socialista, o que es católico, musulmán, etc.
g) Referencia a la profesión u ocupación de una persona:
[36] Un abogado dirigió la palabra a un grupo
de campesinos que tenían problemas para colocar sus granos en el
mercado, y les dio un consejo de habilidad comercial. Alguien
cuestionó el consejo diciendo:
—¿Qué sabe un abogado sobre los negocios agrarios?[3]
Esta falacia, en cualquiera de las modalidades
expuestas, consiste en atacar a una persona, en lugar de refutar lo que
ella sostiene. Puede ser válido como argumento con el cual se pretende
una conclusión probable y en tal caso no se clasifica como sofisma.
El argumento “ad hominem”, en vez de
aludir a un aspecto de la persona que puede considerarse desfavorable,
también puede referirse a un aspecto favorable. “Ad hominem”
significa “respecto al hombre”, o “acerca del hombre”, pero no
necesariamente “contra” el hombre, como en el ejemplo de quien, para
convencer a otros acerca de una opinión o de un proyecto, en vez de
exponer los méritos de esa opinión o de ese proyecto argumenta que el
autor es muy entendido en el asunto, o que tiene las mejores
intenciones, o que goza de muy buena trayectoria, o que se ha
sacrificado mucho para realizarlo, o que trabaja en tal organismo
internacional, o que es mundialmente conocido, etc., y con ello pretende
que la opinión o el proyecto se admitan como correctos.
Aun cuando estos argumentos son manifiestamente
inconcluyentes y de muy fácil refutación, sin embargo suelen ser muy
eficaces para convencer al público.
[2] Personalismo… 3. «agravio que se dirige a una persona que se designa expresamente» (Real Academia Española, Dicc. de la lengua, 1984).
[3] William Brinton, Roland Kimball y Richard Wing, Hacia un pensamiento eficaz, trad. de Education for effective thinking. Troquel, Bs. As., 1965, p. 278.