No es ningún secreto que muchos países árabes desprecian a los palestinos y los someten a leyes segregacionistas y a estrictas medidas de seguridad que les privan de los derechos más básicos. El
maltrato a los palestinos por parte de sus hermanos árabes es una
cuestión raramente mencionada en los principales medios de comunicación
occidentales. La mayoría de los periodistas prefiere mirar para otro
lado cuando la historia carece de alguna faceta antiisraelí.
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Una noticia importa cuando es Israel el que detiene, mata o deporta.
En
cambio, cuando países árabes como Jordania, Siria o el Líbano actúan
contra los palestinos, los periodistas extranjeros prefieren enterrar la
cabeza en la arena. Así ha sucedido en el caso deJordania y su maltrato a la mayoría palestina del reino.
El
dilema jordano es que si admite a más palestinos en el país, el reino,
que ya tiene una mayoría palestina, se convertiría en un Estado
palestino. Pero al maltratarlos y privarlos de derechos básicos,
Jordania y otros países árabes los están echando en brazos de extremistas, sobre todo de grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes y Hamás.
Está claro que los jordanos han preferido la segunda opción, que es mantener a tantos palestinos como sea posible fuera del reino.
Por lo que respecta al rey Abdalá, es mejor tener a unos palestinos
radicalizados fuera del país antes que dejarlos entrar, lo que le
causaría más problemas.
Los
jordanos consideran a los palestinos una “amenaza demográfica” y
siempre están buscando una solución a este problema. Su mayor temor es
que su reino se convierta un día en un Estado palestino.
Las autoridades del país parecen decididas a hacer cuanto sea posible
por evitarlo, incluso si ello les supone ser criticados por grupos
pro-derechos humanos.
Los
jordanos saben que las agencias de Naciones Unidas no los van a
denunciar si deportan palestinos o les retiran la nacionalidad.
Jordania quiere resolver su problema palestino sin hacer ruido y lejos de la atención pública.
Hay
una serie de medidas, adoptadas por las autorices jordanas en los
últimos tres años, que sirven como indicador de la creciente
preocupación de Amán por la amenaza palestina. Dichas medidas incluyen retirar la nacionalidad a muchos palestinos y deportar forzosamente a otros que huyen de Siria.
Resulta
irónico que los jordanos digan que esas medidas van encaminadas a
ayudar a los palestinos. Quieren hacerles creer que privarlos de
derechos básicos y deportarlos del reino hachemita es bueno para la causa palestina. Afirman que no entienden por qué los afectados no reciben bien las medidas antipalestinas.
¿Cómo
justifican los jordanos sus políticas antipalestinas? Sostienen que si
ayudan a los palestinos y les proporcionan refugio y pasaportes, ello serviría a los intereses israelíes.
“No queremos ser un instrumento israelí para reubicar palestinos que vienen a Jordania concediéndoles la ciudadanía”, explicó el antiguo ministro del Interior jordano Nayef al Qadi. “De no ser así, estaríamos diciéndoles a los palestinos que se olvidaran de Palestina”.
Al
Qadi, que desempeñó un papel fundamental en del diseño de la política
de retirada de la ciudadanía a los palestinos, afirmó que también se
opone a concederles la nacionalidad a los hijos de mujeres jordanas casadas con palestinos y con hombres de otras nacionalidades:
¿Por
qué no reclaman a los hijos de los hombres casados con mujeres
jordanas? ¿Por qué a estos niños no se les da la nacionalidad de sus
padres? Tenemos a unas 500.000 jordanas casadas con no jordanos. Si
multiplicamos eso por 3 o 4, tendremos que entregarle este país a Israel
y marcharnos. Aquí nos quedaremos sin nada.
El
intento del exministro de justificar la represión se produjo poco
después de que Human Rights Watch hiciera público un informe en el que
se detallaban los maltratos jordanos a los refugiados palestinos que huyen de Siria. El informe, titulado “No son bienvenidos: el trato de Jordania a los palestinos que escapan de Siria”,
y que ha recibido poca atención por parte de los medios
internacionales, acusa a los jordanos de incumplir sus obligaciones
internacionales.
Por
desgracia para los palestinos (pero por suerte para los jordanos) el
informe condenatorio fue publicado el 7 de agosto, cuando la atención
mundial estaba centrada en la guerra entre Hamás e Israel.
Según dicho informe, Jordania, en una clara violación de sus obligaciones internacionales,
niega la entrada o deporta por la fuerza a refugiados palestinos que
huyen de Siria. “Jordania ha prohibido oficialmente la entrada a los
palestinos de Siria desde enero de 2013 y ha deportado por la fuerza a
más de 100 que lograron entrar en el país desde mediados de 2012,
mujeres y niños incluidos”, revela el informe.
El documento cita a Basma, una palestina del campamento de refugiados de Yarmuk (Siria), que describe cómo los jordanos la hicieron volver a ella y a otros:
Nos
dijeron: “Sois palestinos, no podéis entrar”. Nos metieron en un
autobús y nos dejaron en el lado sirio de la frontera a las dos de la
mañana.
Abdulá, de 47 años, otro refugiado palestino, procedente de Damasco, dijo:
Cuando
estábamos cruzando, el Ejército jordano empezó a dispararnos. Nos
lanzamos todos cuerpo a tierra para evitar los disparos. Tras unos
momentos, llegaron dos camiones con militares hasta donde estábamos y,
antes de darnos cuenta de lo que pasaba, uno de ellos disparó en las
piernas a cinco de nosotros. No estábamos tratando de huir.
En
los tres últimos años, Jordania ha recibido a millones de refugiados
sirios, pero cuando se trata de palestinos la cosa cambia.
Los jordanos no temen a los refugiados sirios porque
saben que en cuanto acabe la crisis en su país volverán a sus hogares. A
diferencia de los palestinos, los sirios no buscan la ciudadanía
jordana o una nueva vida en el reino; consideran que su presencia allí
es algo temporal.
Tampoco se habla de convertir Jordania en un “Estado sirio”, a diferencia de los llamamientos acrear un hogar para los palestinos en el reino hachemita. Así, el problema de los jordanos es con los palestinos, no con los sirios ni con otros árabes.
Fayez Tarawneh,
jefe de la Corte Real y ex primer ministro, defendió las medidas
antipalestinas el año pasado en una reunión con Human Rights Watch. Dijo
que una excesiva entrada de palestinos procedentes de Siria alteraría
el equilibrio demográfico del reino y causaría inestabilidad.
El
grupo pro-derechos humanos dijo que, como consecuencia de la política
gubernamental jordana, muchos palestinos de Siria no tienen los debidos documentos de residencia en Jordania, lo que “los hace susceptibles de ser explotados, detenidos y deportados”.
Añadió
que “los palestinos indocumentados procedentes de Siria no se atreven a
pedir protección o reparaciones al Gobierno jordano frente a la
explotación u otros abusos”.
Jordania, el Líbano y Siria pueden proseguir con sus prácticas abusivas contra los palestinos sin
tener que preocuparse de la respuesta de la comunidad internacional.
Nadie va a salir a las calles de las ciudades norteamericanas o europeas
para condenar a unos árabes por maltratar a otros árabes.