martes, 3 de febrero de 2015

Incoherencias, lagunas y sorpresas del nuevo pacto antiterrorista firmado por el PP y el PSOE

Ya es el cuarto pacto de este tipo, firmado tras enterrar los tres anteriores

Incoherencias, lagunas y sorpresas del nuevo pacto antiterrorista firmado por el PP y el PSOE

Mar 3·2·2015 · 7:10h 2

El PP y el PSOE firmaron ayer un nuevo pacto antiterrorista (puedes leer el texto completo aquí). El nuevo pacto cita a sus tres antecesores: “el Pacto de Madrid de 1987, el Pacto de Ajuria Enea del 1988 y el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo de 2000″. Los dos primeros fueron firmados por el PSOE y Alianza Popular. Su sucesor, el PP, firmó el tercer pacto con los socialistas.
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Lo que decían los tres anteriores pactos anterroristas
De los tres pactos anteriores quiero destacar algunas citas:
  • Pacto de Madrid, 1987: “Denunciamos la falta de legitimidad de ETA para expresar la voluntad del Pueblo Vasco y, consecuentemente, rechazamos su pretensión de negociar los problemas políticos del Pueblo Vasco que únicamente deben serlo entre los partidos políticos con representación parlamentaria, el Gobierno Vasco y el Gobierno del Estado.”
  • Pacto de Ajuria Enea, 1988: “nos reafirmamos íntegramente en la Resolución unánime sobre la violencia, aprobada por este Parlamento el 14 de marzo de 1985, insistiendo una vez más en la falta de legitimidad de los violentos para expresar la voluntad del pueblo vasco, así como en el rechazo de su pretensión de negociar problemas políticos, negociación que solo debe producirse entre los representantes legítimos de la voluntad popular.”
  • Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo, 2000: “el PP y el PSOE nos comprometemos a trabajar para que desaparezca cualquier intento de legitimación política directa o indirecta, de la violencia. Por eso, también, afirmamos públicamente que de la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno.”
Zapatero traicionó esos principios y Rajoy se ha sumado a esa traición
Hace falta tener la cara tan dura como el cemento armado para citar estos precedentes en el nuevo pacto, teniendo en cuenta que el PSOE y el PP se han saltado a la torera esos solemnes principios. Lo hizo Zapatero al iniciar una negociación política con los asesinos de ETA, y lo ha hecho Rajoy al asumir las consecuencias de esa negociación, negándose incluso a publicar las actas de la misma, que él mismo había reclamado cuando era el jefe de la oposición. Esas consecuencias las podemos ver todos: gracias a ese pacto con ETA firmado por el PSOE y asumido por el PP, hoy las marcas electorales de ETA se sientan en las instituciones, recibiendo sueldos públicos que pagamos todos (también las víctimas de sus crímenes, lo cual es el colmo de la infamia), teniendo acceso al censo (incluidos los domicilios de los familiares de las personas a las que asesinó ETA) y también acceso a las arcas públicas y a la concesión de subvenciones. Gracias a ese pacto, el gobierno del PSOE y el actual gobierno del PP han excarcelado a terroristas sin justificación alguna, llegando incluso al extremo de dejar caer la Doctrina Parot, con la consiguiente salida express de las cárceles de asesinos terroristas, narcos, violadores y otros peligrosos criminales antes de que terminasen de cumplir sus condenas. Ese pacto también sentó las bases de una repugnante humillación de las víctimas, cuyas justas reclamaciones de memoria, dignidad y justicia han quedado subordinadas a la cobarde claudicación del PSOE y del PP ante los terroristas y sus cómplices.
El nuevo pacto miente sobre lo que han logrado los terroristas
Dice el nuevo pacto antiterrorista: “Lo único que han conseguido los enemigos de la democracia y de las libertades es reforzar el convencimiento de que nuestra gran fortaleza está en la ley y en la unidad.” Esta mentira la firman el PP y el PSOE mientras los terroristas disfrutan de los beneficios antes citados y todo por el mero hecho de dejar de matar, sin que la banda terrorista haya pedido perdón, sin que haya colaborado en el esclarecimiento de cientos de crímenes aún sin juzgar, sin que haya entregado ni una mísera arma y sin que haya anunciado su disolución. Se ha cedido ante un auténtico chantaje, y con ello PP y PSOE se han mofado la ley y el Estado de Derecho, cuyas normas obligan a hacer pagar por sus crímenes a quienes los han cometido, sin que el cese de esa actividad criminal pueda suponer un borrón y cuenta nueva en ningún supuesto.
Ni una mención a la prometida justicia para las víctimas
De forma muy significativa, este nuevo pacto antiterrorista ni siquiera menciona la palabra “justicia”, salvo para citar en un par de ocasiones a la Administración de Justicia. Se echa de menos la alusión especialmente en este párrafo: “por encima de todo, la solidaridad, el afecto y el apoyo a las víctimas del terrorismo ha de ser siempre una referencia para los demócratas. Mantener vivo su recuerdo y rendirles el merecido homenaje es un imperativo ético que reafirmamos en el presente acuerdo.” Solidaridad, afecto, apoyo, recuerdo, homenaje… ¿Y qué hay de la justicia que se les prometió? El Estado de Derecho implica que la víctima de un crimen renuncia a tomarse la justicia por su mano porque es la sociedad, a través de sus leyes y de los tribunales, la que impone un justo castigo al criminal. El PSOE y el PP han traicionado esa promesa de justicia al ceder ante el chantaje de ETA. Por eso ahora ni siquiera se atreven a hablar de la prometida justicia a la hora de citar las deudas del Estado para con las víctimas del terrorismo.
Desaparece la negativa a que se obtenga un rédito de la violencia
Es también revelador otro hecho: el nuevo pacto anterrorista no habla de negociar con los terroristas, ni reniega de esa posibilidad. A diferencia de los tres pactos anteriores, ha desaparecido toda referencia al diálogo con los asesinos, a las condiciones de dicho diálogo o a la negativa a que los asesinos se consideren legitimados para negociar cuestiones políticas o aspiren a obtener un rédito con la violencia. Teniendo en cuenta esto y la experiencia vivida, ¿cuánto tardaremos en ver sentados a los yihadistas en nuestras instituciones?
Meten la “discriminación” en el mismo saco que el terrorismo
Acabo con el capítulo de sorpresas. Leo lo siguiente en el nuevo pacto:
“La defensa de la libertad es asimismo expresión y referencia del pluralismo de cualquier sociedad democrática. Por esta razón, conviene recordar que la tolerancia forma parte también de la base misma de los derechos de los ciudadanos, y que las actitudes discriminatorias, cualesquiera que sean sus manifestaciones, no tienen justificación alguna en las sociedades democráticas y merecen el mayor reproche social y legal.”
En vez de cerrar la puerta a que los terroristas puedan beneficiarse de sus crímenes, PP y PSOE se preocupan por las actitudes discriminatorias. ¿Se refieren a las discriminaciones que sufrimos muchos españoles por ser castellanohablantes, por ejemplo? El PP y el PSOE apoyan políticas discriminatorias por razón de lengua en varias comunidades. ¿Con qué cara nos hablan ahora de las “actitudes discriminatorias”? En la misma cínica línea, el nuevo pacto propone esto:
“Poner en marcha políticas activas eficaces en la erradicación de cualquier forma de radicalización violenta, incluidas las expresiones de racismo, xenofobia o discriminación, motivadas por la intolerancia respecto a distintas opiniones, creencias o confesiones religiosas.”
Entonces, ¿el PSOE dejará de apoyar la imposición del catalán? ¿El PP dejará de promover la discriminación de los hispanohablantes en Galicia? De igual forma, y ya que se citan las expresiones de intolerancia hacia creencias o confesiones religiosas, ¿cesará el PSOE en su empeño cristianófobo de usurparle la Catedral de Córdoba a su legítima propietaria, la Iglesia Católica? ¿Abandonará también el PSOE todas sus actitudes de hostilidad contra los católicos, actitudes que han llegado al extremo de negar a los padres de esta confesión el derecho constitucional a educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales? Sinceramente, este pacto me parece un acto de cinismo y de hipocresía, y un documento sin ninguna credibilidad.