Y MIENTRAS NO NOS SACUDAMOS DE ENCIMA, HASTA LOS ÚLTIMOS
VESTIGIOS, ESTA PESTE LIBERAL SERÁ INÚTIL PENSAR EN LA RESTAURACIÓN
ARGENTINA.
HECHOS ESCANDALOSOS SUCEDEN CONSTANTEMENTE EN LA HISTORIA ARGENTINA,
CON MAYOR RIGOR EN NUESTROS DÍAS, PORQUE
LA CORRUPCIÓN Y
LA ENTREGA,
CADA VEZ MÁS AGRAVADAS, ESTÁN CONSUSTANCIADAS CON LA DEMOCRACIA LIBERAL
AQUÍ SE DESTACA LA COMPLACENCIA DEL
EJECUTIVO CON LA ARBITRARIEDAD Y
LA DECIDIA DE
LOS JUECES SOBORNABLES.
ARAMBURU
EMPLEA EL CONOCIDO ARGUMENTO QUE DICE: LA
CULPA LA TIENE, NO LA JUSTICIA QUE NO
SANCIONA, SINO LA TOTALIDAD DEL PUEBLO… O SE
NADIE.
ASÍ ES FÁCIL EXPLICARSE LA ACTUACIÓN DE CIERTOS
JUECES EN NUESTROS DÍAS.
ARAMBURU
Y LOS LADRONES
“Es interesante apuntar que en todas partes se clama por la condigna
sanción a los ladrones de los dineros
públicos, a los cuales el pueblo atribuye gran parte de sus males. Les hemos respondido que la
inmoralidad y la irresponsabilidad es por culpa exclusiva del pueblo,
porque mediante su voto encumbra a los sembradores de la miseria”.
(Gral P. E. Aramburu,
Clarín, 20/5/63).
La pintoresca troupe que simula
creer que nuestro Perogrullo Nacional es
un estadista, y disfrazado de tal lo exhibe a través de la república, debería
esmerarse más en la confección de sus libretos. El párrafo que hoy nos ocupa
brinda un doble ejemplo al respecto.
En primer lugar, pudo haberse recordado
que el general tuvo una participación directa y principalísima en la ascensión
al poder de los “sembradores de la miseria”. Aunque estaba en mejores
condiciones que nadie para apreciar la situación, admitamos su buena fe, y que
honestamente no haya advertido la cosecha que iba a resultar de tal siembra.
Pero entonces ¿Qué derecho tiene hoy a reprochar el mismo error a los demás?
Sin embargo, este reparo formal no tiene
mayor importancia. La incoherencia es para los políticos argentinos lo que el
oxígeno para los demás seres humanos, y no podemos pedirle al general que no
respire. Lo verdaderamente memorable de su declaración está en la tesis
jurídica que contiene, primer aporte de UDELPA al derecho nacional, y que
podría enunciarse: la estafa deja de ser un delito culposo si se comete al
amparo de un acto electoral, pues la responsabilidad queda transferida a los
votantes.
La cosa resultaría salada en cualquier
parte del mundo, pero aquí tiene más sabor todavía. Porque en la Argentina también las
elecciones son estafas, cada vez más desvergonzadas, e invocarlas en disculpa
de las otras era algo no intentado todavía. Falta que el general, tras haber
individualizado a los votantes como exclusivos culpables y por ser el robo de
dineros públicos un delito grave, sostenga que deben ser encarcelados. Sólo
quedarían así en libertad los estafadores y este país sería, por fin, el
paraíso soñado por Mazar Barnett, realizado a medias por Frondizi y prometido
por Aramburu.-
JORGE
LONA.