Nacionales
TOTUS REVOLUTUS
Como en un juego de niños, pero sin
inocencia en ninguna parte, la ronda
ha comenzado nuevamente. Viejos y
nuevos nombres han
desembarcado en la Rosada, tras la evacuación típica de los
residuos y demás
parásitos, enquistados en la gestión
anterior, incluyendo la renovación de los
espacios vitales colmados por “malos
espíritus”. Pero el actual gobierno trae los suyos propios y ha quedado
en la superficie del drama.
Mientras que, desde las
tribunas populares o de “clase A”, piden que
les demos un tiempo, nosotros optamos por no concederles
respiro. Claramente se ve, a mayor distancia, que más progresista será la bocanada liberal
que alimenta el ideario PRO.
“Para muestra, solo hace falta un
botón”, dice el refranero. Y
miren Uds. si no le asiste razón.
Porque poco sabemos de la trastienda de
“Cambiemos”,
si hemos de guiarnos por la prensa, sea la adicta,
que no le falta, o la condenatoria, que no suele ser por los mejores
motivos. Pero los hechos son los hechos. Y uno de ellos es el de las “buenas relaciones” que el flamante presidente ha restablecido con
los amos del mundo. El Estado Mercenario
comienza su marcha. El promisorio futuro está delimitado por la necesidad de
consolidar el próximo modelo
económico, con enormes costos para los tiempos venideros.
Algunos
dirán que no puede culparse
a la nueva gestión por las malas decisiones que a corto plazo ha debido tomar. Puede concederse, en parte. Algunos insisten en exaltar el condicionamiento
al que ha quedado supeditado el actual
mandatario. De acuerdo. Sin embargo, y a pesar de la crisis de gobernabilidad que debe enfrentar, sus planteos no han ido al fondo de la cuestión. O han ido, pero para resolverlas mal.
Hasta hoy, el PRO no ha sido más que una
mascarada. Como en toda fiesta privada, el partido triunfante ha buscado agasajar a los invitados “vip” del convite. El desguace
de la AFSCA, por ejemplo, tuvo su consiguiente eco en la potenciación
del multimedio “Clarín”, que pudo, finalmente acceder a la compra de la empresa
de comunicaciones Nextel. Y “Clarín”, ya sabemos, suena para el lado
donde estén sus ganancias, con los K o con los M. No es cuestión de letras sino
de números.
El otro botón de muestra es la primera estampida de precios, ocurrida
entre el anuncio
de la medida de levantamiento del cepo y la liberación efectiva del dólar. Nadie estaba de acuerdo con el Estado fisgón, obstaculizador y esquilmador a la vez. Pero es dable preguntarse si el equipo económico de Macri –el famoso “equipo”– no ha
podido prever semejante corrida.
Frente a la reserva y la falta de
medidas preventivas concretas, solo podemos pensar en la connivencia de la nueva gestión con los
altos empresarios. Acá, el fantasma de la gestión K, tampoco, resulta una excusa
válida. En todo caso, cambia el nombre de los empresarios favorecidos.
Preocupados por la decoración cursi e
ideológicamente infantil de la vetusta
Cristina, cuelan el mosquito y se
tragan el camello. Las mentiras setentistas, por poner otro
ejemplo, tampoco han sido derrumbadas. En cuestiones de narcotráfico, la ley de
derribo parece una broma de mal gusto. Lo primero que deberían derribar
son los vendedores de merca
de las calles del conurbano,
que continúan siendo tierra de
nadie.
El “futbol para
todos” sigue siendo un efectivo somnífero para
mantener a la turba idiotizada. Ínterin,
continúa el desembarco de los grandes maestres de la masonería y
los representantes de la
usura. En definitiva, entre sonrisas y colores
veremos desatarse una versión remozada
de un capitalismo salvaje, que
no termina de irse.
Otra vez, nos espera una nueva batalla. O la misma, si bien se mira.
El enemigo ha cambiado de nombres y de rostros –no de todos, siquiera– más no de proyecto esencial. Debemos guardar firmes y
atentos, pues la patria no puede estar segura en las manos de mercaderes.
Octavio
Guzzi