domingo, 15 de enero de 2017

5. Las culturas prehispánicas-5.1. Sacrificios humanos en la América Prehispana

5. Las culturas prehispánicas


 
De acuerdo con la cosmovisión indígena, el dios Huitzilopochtli necesitaba ser alimentado todos los días para poder seguir iluminando al pueblo por el escogido. El único alimento que se podía ofrendar a este dios era la sangre humana, razón por la cual los aztecas hicieron de la guerra su mayor preocupación con el objetivo de obtener prisioneros para el sacrificio ritual. El pueblo que más sufrió las consecuencias de esta costumbre fue el de los tlaxcaltecas lo cual explica en importante medida el odio que éstos sentían hacia los aztecas. El sacrificio humano se realizaba sobre los altares de los templos, donde generalmente se extraía el corazón del prisionero aún con vida. También se empleaban el flechamiento y el sacrificio gladiatorio, donde la víctima se enfrentaba a cuatro guerreros aztecas. Este último era un honor reservado a los prisioneros más valerosos. La sangre del sacrificado era juntada en grandes piedras cóncavas, llamados tazones por los españoles, hasta coagular. Los tazones estaban ubicados al lado de las imágenes de las deidades. En tanto, los cráneos de los muertos eran ensartados en lanzas de madera que se colocaban en hileras en el tzompantli, para así dar testimonio del fervor de los aztecas hacia sus divinidades.

“Cuatro sacerdotes aferraban a la víctima y la arrojaban sobre la piedra de sacrificios. El Gran sacerdote le clavaba entonces el cuchillo debajo del pezón izquierdo, le abría la caja torácica y después hurgaba con las manos hasta que conseguía arrancarle el corazón aún palpitante para depositarlo en una copa y ofrecérselo a los dioses. Después, los cuerpos eran lanzados por las escaleras de la pirámide. Al pie, los esperaban otros sacerdotes para practicar en cada cuerpo una incisión desde la nuca a los talones y arrancarles la piel en una sola pieza. El cuerpo despellejado era cargado por un guerrero que se lo llevaba a su casa y lo partía en trozos, que después ofrecía a sus amigos, o bien éstos eran invitados a la casa para celebrarlo con la carne de la víctima. Una vez curtidas, las pieles servían de vestimentas a la casta de los sacerdotes”.
Mientras que los jóvenes de ambos sexos eran sacrificados así por decenas de miles cada año, pues al principio establecía que la ofrenda de corazones humanos a los dioses debía ser ininterrumpida, los niños eran lanzados al abismo de Pantilán, las mujeres no vírgenes eran decapitadas, los hombres adultos, desollados vivos y rematados con flechas… Algo menos sanguinarios eran los incas, los otros invasores que habían esclavizado a los indios del sur, a lo largo de la cordillera de los Andes. Como recuerda un historiador: “los incas practicaban sacrificios humanos para alejar un peligro, una carestía, una epidemia. Las víctimas, a veces niños, hombres o vírgenes, eran estranguladas o degolladas, en ocasiones se les arrancaba el corazón a la manera azteca”.
Victorio Mesori. Leyendas negras de la Iglesia.


5.1. Sacrificios humanos en la América Prehispana

Arqueólogos mexicanos confirman sacrificios humanos de los mayas
La incógnita ha sido fuente constante de controversias: ¿Fue la práctica de sacrificios humanos de aztecas y mayas tan generalizada y horrible como dicen los libros de historia? ¿O acaso los conquistadores españoles exageraron la nota para enfatizar el carácter primitivo de los indígenas?



Sacrificio ritual azteca
(AP) En años recientes, los arqueólogos han descubierto numerosas evidencias físicas que corroboran las versiones españolas en sustancia, si no en cifras. Utilizando técnicas forenses ultramodernas, los arqueólogos están demostrando que los sacrificios prehispánicos solían involucrar niños y una amplia gama de métodos brutales.
Durante décadas, muchos investigadores suponían que las versiones españolas de los siglos XVI y XVII eran resultado de prejuicios para denigrar las culturas indígenas. Otros argumentaban que los sacrificios involucraban mayormente a los enemigos capturados. Aun otros admitían que los aztecas eran sangrientos, pero creían que los mayas no lo eran tanto.



"Ahora tenemos la evidencia física para corroborar los antecedentes escritos y gráficos", dijo el arqueólogo Leonardo López Luján. Recordó que "algunas corrientes 'proindígenas' siempre habían negado que ocurriera eso. Decían que probablemente los textos mentían".


Los españoles probablemente exageraron el número de víctimas para justificar una guerra supuestamente justa contra la idolatría, dijo David Carrasco, experto en religiones de Mesoamérica en la Escuela de Religión de Harvard. Pero ya prácticamente no quedan dudas sobre la naturaleza de las matanzas. Los textos pictográficos indígenas conocidos como "códices", al igual que las versiones españolas de la época, atribuyen a indígenas la descripción de formas múltiples de sacrificios humanos.


A las víctimas les seccionaban el corazón o las decapitaban; las acribillaban a flechazos, las desgarraban, les cortaban en pedazos, las aplastaban, despellejaban, enterraban vivas o las arrojaban desde lo alto de los templos. Se mencionaba con mucha frecuencia los sacrificios de niños, en parte porque se los consideraba puros e impolutos.


"Mucha gente decía 'No podemos confiar en estos códices porque eran los españoles los que describían todas estas cosas horribles´, lo que a la larga estamos confirmando", dijo Carmen Pijoan, antropóloga forense que halló algunas de las primeras evidencias directas de canibalismo en una cultura preazteca hace más de una década: huesos con marcas de cortes como para carnicería.


En diciembre, en una excavación de la comunidad de Ecatepec, al norte de la capital mexicana, la arqueóloga Nadia Vélez Saldaña dijo haber hallado evidencias de un sacrificio humano vinculado al dios de la muerte.


"El sacrificio involucraba quemar total o parcialmente las víctimas —dijo Vélez—. Hallamos un pozo funerario con los esqueletos de cuatro niños parcialmente quemados, y los restos de otros cuatro completamente carbonizados". Si bien los restos no revelan si las víctimas fueron quemadas vivas, hay representaciones gráficas de personas —aparentemente vivas— a quienes las sostienen mientras las queman.


El pozo reveló otras pistas que ratifican las descripciones de inmolaciones del códice de Magliabecchi, una representación pictográfica pintada entre 1600 y 1650 que incluye órganos humanos en platos de cocina, y comensales alrededor comiendo ante la vista del dios de la muerte.


"Hemos hallado platos similares —dijo el arqueólogo Luis Manuel Gamboa—. Y junto a esqueletos completos hallamos algunos huesos humanos incompletos, segmentados". Sin embargo, los investigadores no saben si esos restos son vestigios de canibalismo.


En el 2002, el arqueólogo del gobierno Juan Alberto Román Berrelleza anunció los resultados de exámenes forenses a los huesos de 42 niños, en su mayoría varoncitos de unos 6 años, sacrificados durante una sequía en el Templo Mayor de la Ciudad de México, el principal centro religioso azteca.


Todos compartían una característica: caries avanzadas, abscesos o infecciones óseas suficientemente dolorosas como para hacerlos llorar.


"Se consideraba un presagio propicio que llorasen mucho en el momento del sacrificio" que probablemente se ejecutaba degollándolos, precisó Román Berrelleza.


Los mayas, cuya cultura floreció más al este unos 400 años antes de que los aztecas fundasen la ciudad de México en 1325, tuvieron una propensión similar a las inmolaciones, escribió el antropólogo David Stuart, de Harvard, en un artículo en el 2003.


A fines del siglo XIX y principios del XX, "los primeros investigadores trataron de establecer una distinción entre los mayas 'pacíficos' y las culturas 'brutales' del centro de México", escribió Stuart. "Incluso trataron de afirmar que los sacrificios humanos eran inusuales entre los mayas".


Pero en tallas y en pinturas murales, dijo, "hemos encontrado más y mayores similitudes entre los aztecas y los mayas", incluyendo una ceremonia maya en la que un sacerdote de atuendo grotesco arranca las entrañas de una víctima atada y aparentemente viva.


Algunos textos de la era española todavía no han sido corroborados con el descubrimiento de restos físicos. Describen a sacerdotes aztecas sacrificando niños y adultos encerrándolos herméticamente en cuevas o ahogándolos. Pero ahora se supone que los textos son fidedignos, dijo López Luján, que también trabaja en las excavaciones del Templo Mayor.


Para López Luján, la confirmación se ha concretado en forma de pruebas químicas avanzadas en los pisos de estuco de los templos aztecas, donde se hallaron vestigios de hierro, albúmina y material genético consistente con la sangre humana.


"Ahora es cuestión de cantidad", dijo el arqueólogo, quien cree que los españoles —y los escribas indígenas que trabajaban bajo su control— exageraron el número de las víctimas de sacrificios. En un caso dicen que 80.400 personas fueron sacrificadas en la inauguración de un templo en 1487.


"No hemos hallado nada ni remotamente parecido... aunque le agregásemos algunos ceros", afirmó López Luján.


Los investigadores han descartado en gran medida la vieja teoría de que los sacrificios y el canibalismo se debían a una escasez de proteínas en la dieta azteca, aunque algunos siguen creyendo que puede haber sido un método de control de población.


Las culturas prehispanas creían que el mundo se acabaría si no se efectuaban sacrificios. Por otra parte las víctimas propiciatorias solían ser tratadas como dioses antes de su inmolación. "Para nosotros es muy difícil concebirlo —dijo Pijoan sobre los sacrificios—. Casi era un honor para ellos".