domingo, 15 de enero de 2017

La Corrupción K-(Capítulo XVII)-SOBORNOS EN EL SENADO







La Corrupción K en la “Década Ganada” (Capítulo XVII)


CAPÍTULO XVII 

SOBORNOS EN EL SENADO

Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es. Joseph Fouché
1. Absolución de los imputados[1]
a) Fueron absueltos Fernando De la Rúa y los otros siete acusados
La Justicia Federal entendió que no se probaron los pagos por la ley de reforma laboral en 2000; además del ex presidente, fueron liberados de los cargos Alberto Flamarique, Fernando De Santibañes, Mario Pontaquarto y otros cuatro ex senadores.
La justicia federal absolvió hoy al ex presidente Fernando De la Rúa y a los otros siete acusados en la causa por los presuntos sobornos para la tramitación en el Senado de la reforma laboral, en 2000.
Así lo entendieron los jueces del Tribunal Oral n° 3, Miguel Pons, Guillermo Gordo y Fernando Ramírez, que consideraron que no se probó el presunto pago los $5 millones de pesos para la aprobación de la ley de reforma laboral, a pesar de la confesión del secretario parlamentario Mario Pontaquarto, que también fue absuelto.
Tampoco se pudo probar la reunión en la Casa Rosada donde, según la acusación, De la Rúa autorizó el pago de coimas con la frase: “Eso arréglenlo con De Santibañes”. Así lo había declarado en un primer momento Pontaquarto, pero luego el “arrepentido” incurrió en contradicciones.


El fallo también absolvió al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique, el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia Fernando de Santibañes y cuatro ex senadores peronistas: Alberto Tell, Augusto Alasino, Remo Constanzo y Ricardo Branda.

La fiscal Sabrina Namer había pedido que De la Rúa fuera condenado a seis años de prisión.

El ex presidente, en su alegato final ante los jueces, había pedido: “Dicten una sentencia ejemplarizadora, que al absolverme restablezca mi dignidad y la confianza en la Justicia”.

Los familiares de De la Rúa, entre ellos su mujer, Inés Pertiné y su hijo Aito, aplaudieron el fallo y se abrazaron al conocer la absolución de culpa y cargo de todos los imputados.

b) Al consejo de la magistratura 

De la Rúa, Flamarique, De Santibañes y Pontaquarto estaban acusados de cometer el delito de “cohecho” en su modalidad “activa” −pagar coimas−, mientras por la misma figura penal, pero de forma “pasiva” −recibirlas− fueron imputados los ex senadores. Hoy, después de 13 años y tras más de 14 meses, el juicio oral llegó a su fin.

El Tribunal Oral nº III envió hoy al juez instructor de la causa por supuestas coimas en el Senado, el juez Daniel Rafecas, al Consejo de la Magistratura, para que investigue el modo en que encaminó el expediente, en particular el testimonio de Mario Pontaquarto.

 c) El inicio de la causa 

El expediente se había iniciado cuando el ex secretario parlamentario Pontaquarto confesó que retiró de la ex SIDE dos bolsos con cinco millones de pesos/dólares para pagar sobornos a senadores para que aprueben en abril de 2000 la ley n° 25.250 de flexibilización laboral y que las coimas fueron autorizadas por De la Rúa en una reunión en Casa de Gobierno.

“Eso arréglenlo con De Santibañes”, dijo Pontaquarto que había manifestado De la Rúa en una reunión en la Casa de Gobierno para coordinar el pago de los sobornos ya que los senadores peronistas pedían “algo más” para aprobar la ley.

 2. Opinión de Hugo Moyano[2]

 a) “Acordaron impunidad para ahora y para el futuro” 

Tras el fallo absolutorio en la causa por los sobornos en el Senado, el líder de la CGT opositora denunció “un pacto” entre el kirchnerismo y el radicalismo; “Se veía venir desde que De la Rúa estuvo en la Casa Rosada en los festejos por los 30 años de democracia”, dijo.

Hugo Moyano denunció un pacto entre el kirchnerismo y el radicalismo.

El secretario general de la CGT opositora, Hugo Moyano, denunció “un pacto” entre el kirchnerismo y “una parte del radicalismo” para garantizar la “impunidad”, luego de que se conociera el fallo que absolvió al ex presidente Fernando de la Rúa y todos los acusados en la causa por los sobornos en el Senado.

“Esto ya se veía venir desde el día que De la Rúa estuvo en la Casa Rosada en los festejos por los 30 años de democracia. Eso ya adelantaba que acá había un acuerdo previo y que este juicio iba a terminar cómo terminó”, afirmó Moyano, durante una entrevista con el diario Clarín.

 b) Un fallo que despierta muchas suspicacias  

“Entiendo que hubo un pacto político en el que el kirchnerismo se quiere garantizar impunidad para el futuro. ¿Qué otra cosa puedo pensar si en un hecho tan relevante absolvieron a todos los acusados?”, agregó el líder del sindicato de Camioneros.

Moyano fue quien le atribuyó al ex ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, la famosa frase (“para los senadores tengo la Banelco”) sobre el supuesto pago de sobornos a legisladores peronistas para lograr la sanción de la reforma laboral, durante el gobierno de De la Rúa.

“En un momento el ‘Bocha’ Palacios le dijo que en Diputados la Alianza tenía mayoría y seguramente lograría aprobar la ley de flexibilización laboral, pero que en el Senado los peronistas eran mayoría y que por ahí no pasaría. Entonces Flamarique le contestó: ‘Para los senadores tengo la Banelco'”, recordó el sindicalista.

Los jueces del Tribunal Oral Federal nº 3, Miguel Pons, Guillermo Gordo y Fernando Ramírez, absolvieron el lunes a De la Rúa , a varios funcionarios de su gobierno y a cuatro ex senadores justicialistas en la causa en que se los investigaba por el presunto pago de millonarios sobornos para aprobar una ley laboral, en el año 2000.

“Nadie puede creer en esta sentencia. Pero más allá de este fallo lo que importa es la condena social del conjunto de los involucrados. Ninguno de los senadores peronistas acusados fue reelecto nunca más. Desaparecieron de la vida política. La condena social la sufrieron de manera inmediata”, afirmó Moyano.

 3. Opinión de De la Rúa[3]

 a) “Es imposible que haya impunidad después de 12 años de juicio” 

El ex presidente dijo que el fallo absolutorio de anteayer en el caso por sobornos en el Senado “rescata la verdad”; “Espero las disculpas de los que repitieron la infamia de Pontaquarto”, afirmó

El ex presidente Fernando de la Rúa, quien fue absuelto el lunes por la Justicia en la causa por los sobornos en el Senado, aseguró que es “imposible que haya impunidad después de 12 años de juicio”.

En diálogo con Radio La Red, el ex mandatario dijo que “la investigación se agotó” y que lo “reivindica la verdad que surge de la sentencia”.

 b) “Ahora pidan disculpas” 

Además, durante una entrevista con el diario Clarín, De la Rúa reclamó a quienes dijeron “las peores cosas” sobre su persona que “ahora pidan disculpas”.

En ese sentido, pidió “un gesto de grandeza” de su ex vice, Carlos “Chacho” Alvarez. “Es falso que renunció (a la vicepresidencia en 2000) por este motivo de las supuestas coimas”, apuntó.

“Desde el punto de vista de la responsabilidad política, aspiro a que alguien diga que me equivoque y pida disculpas. Espero, por ejemplo, que los diputados que derogaron la ley de flexibilidad laboral y dijeron las peores cosas de mí, ahora pidan disculpas. También de aquellos que repitieron la infamia de Pontaquarto, llevando engaño a la sociedad”, enfatizó.

Anteayer, todos los acusados en la causa por el supuesto pago de sobornos en el Senado en el año 2000, encabezados por De la Rúa, fueron absueltos por el Tribunal Oral Federal (TOF) 3, que entendió que no había ningún elemento para corroborar que esos hechos hubieran existido.

En ese marco, De la Rúa insistió con su teoría conspiratoria. “El tribunal oral es muy claro y ordena investigar lo que pasó. Fundamentalmente, cómo fue la organización de la declaración de (Mario) Pontaquarto. El tribunal considera que el ex secretario parlamentario fue un embaucador. Esto punto de partida de un complot”, señaló.

“Se pone de manifiesto que provocaron una crisis institucional primero y luego mi caída. Esto denuncia fue una pieza muy importante en el complot”, afirmó De la Rúa.

“Creo que el mayor valor del fallo es que rescata la verdad. La condición humana es tan proclive a la mentira y por eso la verdad es un valor”, indicó.

Y agregó: “Todo fue una infamia. La denuncia, insisto, fue el inicio de un complot. Con una gran actitud de respeto a la Justicia, sufrí diez años de miserabilidad”.

4. Opinión de Joaquín Morales Solá[4]

 a) La Argentina impune 

La Justicia envió ayer una pésima señal a jueces y fiscales: los hechos de corrupción política no deben ser investigados ni castigados penalmente. La absolución de Fernando de la Rúa, de sus funcionarios y de los senadores de su época por el escándalo de sobornos en el Senado para que se aprobara la ley de reforma laboral, y, en el mismo día, el rechazo a un pedido del fiscal Campagnoli para ser repuesto en su cargo marcan una sombría perspectiva para los casos más resonantes de inmoralidad pública del kirchnerismo que se conocen en estos momentos.

El tribunal oral que juzgó los sobornos de hace trece años tomó casi todos los argumentos de la defensa de los procesados y cuestionó seriamente al juez que investigó y dictó los procesamientos, Daniel Rafecas; a los fiscales que actuaron, y a la propia Oficina Anticorrupción, que también había pedido la condena.

“Los hechos no existieron”, dijo el tribunal. ¿No existieron? Los dos fiscales iniciales, Federico Delgado y Eduardo Freiler (hoy, juez de la Cámara Federal), llegaron a la conclusión de que sí habían existido. Rafecas hizo luego su propia investigación, que incluyó un innumerable cruce de llamadas telefónicas, y la decisión de éste fue confirmada por una Cámara que revisó el expediente. En el medio, actuaron dos fiscales más, el de la Cámara y el del tribunal oral. Ambos confirmaron las pruebas del delito.

 b) Convicción de los periodistas de que los sobornos existieron

Los periodistas que teníamos entonces la convicción de que esos sobornos existieron (y que la tenemos) nunca escuchamos hablar, al principio al menos, de una orden directa del entonces presidente De la Rúa.

Varias fuentes hablaron del uso de fondos reservados, pero no de una intervención presidencial, que surgió mucho más tarde, cuando circuló un memorándum anónimo en el Senado.

Los funcionarios radicales de entonces comenzaron señalando que el pago de sobornos a los senadores no había sido del gobierno, sino de importantes empresarios, interesados en que esa ley saliera.

Cuando dejaron el gobierno, la defensa cambió: los sobornos no habían existido de ninguna manera. Era, desde ya, una estrategia para unificar las defensas de los ex funcionarios radicales y de los senadores, peronistas la mayoría, todos encerrados en el mismo brete.

En el largo camino de más de una década, dos testigos cruciales dejaron de ser accesibles para la Justicia. Uno de ellos es el ex senador Emilio Cantarero, un peronista clave en el Senado de los años 90, que le confirmó a la periodista María Fernanda Villosio, de La Nación, que se habían pagado y cobrado las supuestas coimas.

Cantarero está afectado por una enfermedad cerebral y perdió la memoria. La otra fue la ex esposa del arrepentido Mario Pontacuarto, quien, según dijo éste, era la única persona que, junto con él, había visto el paquete con cinco millones de dólares para pagar los sobornos. El Tribunal Oral que dictó ayer la absolución decidió no convocarla como testigo privilegiado de lo que afirmaba su ex esposo.

Los jueces parecen haber hecho propio el criterio defensivo de los ex funcionarios radicales, que atribuyeron todo a una enorme conspiración. ¿Política, acaso? ¿Peronista, entonces? Está comprobado en la historia que Fernando de la Rúa sufrió el acoso de un peronismo que entonces ya padecía el síndrome de abstinencia del poder. Pero ningún peronista que se precie de tal haría una conspiración autoinculpándose ante la Justicia.

Los radicales delarruistas tomaron como argumento, para denunciar esa conspiración, las intensas gestiones que hizo el entonces senador Antonio Cafiero para establecer la veracidad de los hechos.

Cafiero publicó luego un libro en el que relató sus comprobaciones sobre la existencia de los sobornos, pero muchos senadores peronistas de entonces, y algunos radicales, vieron definitivamente arruinada su carrera política. Una generación de senadores peronistas y radicales desapareció de la vida pública.

¿Eran empresarios, tal vez, los autores de la conspiración? Nadie en la vida pública argentina aspiraba con tanta obsesión, como los empresarios, a que la ley de reforma laboral fuera aprobada. ¿Por qué destruirían lo que querían que existiera?

Es cierto que De la Rúa sentía la presión del mundo de los negocios y la del propio Fondo Monetario Internacional para que esa ley fuera sancionada por el Congreso. Y es igualmente veraz que el sistema de cobros de “remuneraciones extraordinarias” a los senadores (una simulación verbal propia de Jorge Capitanich) para que aprobaran las leyes más sensibles del Poder Ejecutivo había empezado en el gobierno de Carlos Menem.

Durante gran parte del menemismo, fue habitual el intercambio de dinero por la aprobación de leyes en el Senado. La diferencia es que el método menemista era mucho más disimulado y eficiente que la forma chambona que eligieron los oficialistas del radicalismo.

c) La renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez 

El caso de los sobornos provocó, incluso, la renuncia del entonces vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, presidente natural del Senado, quien creyó siempre que el tráfico de dinero espurio había existido.

También se rompió de hecho la alianza que había ganado el gobierno en 1999. El posterior reproche político de la sociedad a Chacho Álvarez no fue porque él estaba convencido del delito, sino porque renunció en lugar de quedarse para combatir la corrupción desde adentro.

¿Semejante descalabro político, con un vicepresidente y muchos senadores eyectados del escenario público, con una coalición gobernante hecha trizas, sucedió por algo que nunca ocurrió?

d) Llamativa reprimenda al Juez Rafecas 

Llama la atención, además, la dura reprimenda del Tribunal Oral al juez Rafecas, al que le pidió un proceso en el Consejo de la Magistratura. Rafecas fue el tercer juez en el caso de los sobornos.

El primero fue Carlos Liporace, quien llegó a afirmar que “hubo sobornos”, pero luego no pudo explicar la compra de la costosa casa en la que vivía. Lo siguió el juez Gabriel Cavallo, que en ese momento estaba ternado para su ascenso a camarista. Rafecas fue el primer juez que decidió hacer una investigación propia del caso y llegó a la conclusión de que los sobornos habían existido.

Rafecas es también el juez que autorizó todas las medidas iniciales que le pidió el fiscal Carlos Rívolo para investigar al actual vicepresidente, Amado Boudou, en el caso Ciccone.

También por esa causa Rafecas está siendo juzgado por el Consejo de la Magistratura por un error cierto que cometió, aunque no dañó el material probatorio que él mismo ayudó a acumular.

Hace poco, el fiscal Campagnoli estaba investigando a Lázaro Báez cuando la jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carbó, lo suspendió en el cargo. Campagnoli pidió una medida cautelar para ser repuesto en el cargo, pero el juez federal Pablo Cayssials rechazó, ayer también, la solicitud del fiscal y ratificó su suspensión en el cargo.

Un día, en fin, de sucesivas victorias para la Argentina impune.

5. Los sobornos más notorios[5]

a) Una Justicia politizada 

Puesto que, según los jueces del Tribunal Oral Federal nº 3, no hubo pruebas contundentes de que, en el 2000, el entonces presidente Fernando de la Rúa haya ordenado el pago de cinco millones de dólares para que senadores de la oposición aprobaran una reforma de la ley laboral, no tuvieron más alternativa que la de absolver a los ocho acusados de participar del asunto, pero aun así la decisión, luego de 13 años de audiencias, ha dejado un sabor amargo en la boca de muchos.

Si bien virtualmente nadie pensaría en incluir a De la Rúa entre los mandatarios más corruptos del país, el que la Justicia haya llegado a la conclusión de que no sucedió nada en un caso tan resonante como el de “los sobornos en el Senado” no podrá sino contribuir a difundir la impresión de que políticos vinculados con el peronismo y el radicalismo se sienten por encima de la ley porque están acostumbrados a nombrar a los que, andando el tiempo, podrían juzgarlos.

Asimismo, la sentencia alentará a los muchos que desean minimizar la importancia de los delitos atribuidos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el vicepresidente Amado Boudou y otros funcionarios del gobierno actual.

Aunque hay un diferente orden de magnitud entre lo imputado a De la Rúa, Fernando de Santibañes, Alberto Flamarique y demás miembros del gobierno de la Alianza por un lado y, por el otro, el enriquecimiento ilícito de los Kirchner y sus amigos, los más beneficiados por la convicción de que todos los políticos son corruptos siempre son los peores.

b) Consenso general de la habitualidad de los sobornos parlamentarios 

De ser más confiable y menos politizada la Justicia, De la Rúa tendría razón al afirmar que “la absolución reivindica mi dignidad” pero, desafortunadamente para él, siempre habrá algunos, tal vez muchos, que lo creerán culpable de haber repartido dinero entre los “padres de la patria” a fin de facilitar un trámite parlamentario que de otro modo le hubiera supuesto una nueva frustración.

No es que lo consideren una persona especialmente inescrupulosa conforme a las pautas locales sino que dan por descontado que en nuestro país es habitual que los políticos operen así, aunque no necesariamente de manera tan flagrante como la planteada por los responsables de las acusaciones.

Por lo común, los presidentes se limitan a comprar los votos de legisladores provinciales financiando obras públicas en sus distritos, lo que, mal que bien, suele ser perfectamente legal.

No se trata de una particularidad argentina; en Estados Unidos es normal que el mandatario de turno distribuya obras federales de acuerdo con criterios que tienen más que ver con sus propios intereses políticos que con las necesidades económicas o sociales; en la jerga política norteamericana, las coimas así disfrazadas se llaman “carne de cerdo”.

Aunque en comparación con las denuncias que han tenido que afrontar mandatarios como Carlos Menem, Néstor Kirchner y, desde el día en que inició su gestión, Cristina, la que causó tantos dolores a De la Rúa y varios miembros de su gobierno fue apenas anecdótica, el asunto tuvo repercusiones muy fuertes.

Entre otras cosas, dio al vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez un pretexto para renunciar, debilitando así a un gobierno ya tambaleante; más tarde, Álvarez se sumó al kirchnerismo, de tal modo echando dudas sobre su presunto compromiso con valores éticos superiores a los de su exjefe.

El affaire de los presuntos sobornos en el Senado desprestigió no solo a la Alianza sino también, a ojos de ciertos peronistas por lo menos, la idea misma de que en circunstancias determinadas al país le conviniera un gobierno de coalición. Asimismo, si bien hubiera sido poco probable que De la Rúa sobreviviera al cataclismo económico que le aguardaba aun cuando su gobierno hubiera permanecido intacto, la renuncia principista de Álvarez lo dejó inerme frente a sus adversarios peronistas y radicales supuestamente progresistas que no vacilaron en asestarle el golpe de gracia. A muy pocos les preocupaban los rumores acerca de los sobornos que, de todos modos, afectaron a los senadores peronistas presuntamente sobornados, pero en aquel momento estaban decididos a aprovechar cualquier cosa que pudiera servirles para privar al gobierno de la autoridad necesaria para hacer frente a una crisis que, al estallar, dejó a medio país por debajo de la línea de pobreza.
[1]           Fuente de información: La Nación, 23/12/13, “Coimas en el Senado”,  http://www.lanacion.com.ar.

[2]           Fuente de información: La Nación, 26/12/13, “Hugo Moyano: acordaron impunidad para ahora y para el futuro”, http://www.lanacion.com.ar.

[3]           Fuente de información: La Nación, 25/12/13, “Fernando De la Rúa: “Es imposible que haya impunidad después de 12 años de juicio”, http://www.lanacion.com.ar.

[4]           Fuente de información: La Nación, 24/12/13, “La Argentina impune”, http://www.lanacion.com.ar.

[5]           Fuente de información: Río Negro com.ar, 6/1/14, “Los sobornos más notorios”. http://www.rionegro.com.ar.