domingo, 3 de noviembre de 2013
Carta a Cadetes del Colegio Militar de la Nación
Después de cuatro años dedicados a divulgar datos y sucesos de la guerra revolucionaria desencadenada por el marxismo nacional e internacional contra nuestro país durante las décadas 60’ y 70’ del siglo XX, hoy queremos dirigirnos particularmente a los futuros oficiales del Ejército Argentino por ser la columna vertebral de las Fuerzas Armadas de la Nación. Lógicamente, el contenido de esta carta atañe también a los cadetes de la Armada y de la Fuerza Aérea.
Como ustedes saben, el 25 de mayo de 2003 se implantó -con un 30% de los votos y turbia ingeniería electoral- un gobierno presidido e integrado por antiguos miembros de la organización terrorista Montoneros, responsable de asesinar a unos 500 militares, policías y civiles, dinamitar una Fragata de la Armada, derribar un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea, y copar sangrientamente en Formosa el Regimiento de Infantería de Monte 29º.
Ese gobierno presidido por el ex militante de la JUP montonera Néstor Kirchner, anuló los decretos del Poder Ejecutivo y sentencias de la Corte Suprema que habían clausurado judicial y políticamente aquella trágica etapa histórica mediante las leyes de “Obediencia Debida” y “Punto Final”. Esta medida sectaria y vengativa, facilitada por el Procurador General y ex montonero Esteban Righi y por una Corte Suprema presidida por el propietario de seis prostíbulos, fue el requisito jurídico para poder enjuiciar, condenar, encarcelar y aplicar penas de muerte extraoficiales a los militares y policías que cumpliendo lo ordenado por un gobierno constitucional combatieron a la subversión marxista alentada y entrenada por la Cuba comunista.
Saben, asimismo, que a continuación se denigró al Ejército en su Colegio Militar con la complicidad de un abyecto comandante en jefe que, ante decenas de periodistas y temblando ante un antiguo terrorista devenido en Presidente de la República, se subió a un sillón para descolgar los retratos de dos generales que en su día fueron directores del Colegio. Las fotografías de aquella bochornosa escena propia de una republiqueta africana, se publicaron en la prensa internacional y dieron lugar a decenas de comentarios humillantes. Poco después, por si ese insulto al Ejército no fuera suficiente, la dirección del Colegio eliminó de su página web la lista de los 127 oficiales, suboficiales y soldados conscriptos del Ejército Argentino asesinados o muertos en combate durante la guerra revolucionaria marxista. Héroes inoportunos, mártires políticamente incorrectos, que incomodaban a los altos mandos del “nuevo y derecho-humanista” Ejército Argentino y a la ministra de Defensa y ex oficial del Ejército Montonero, Nélida Garré. En septiembre de 2011 esta enfermiza negación del pasado alcanzó su clímax en el Instituto Social Militar Dr. Dámaso Centeno, cuando el Tte. Gral. Luis Alberto Pozzi homenajeó a milicianos montoneros ejecutados por el “viejo ejército” y ordenó retirar las placas recordatorias del Mayor Larrabure y del Coronel Ardoy.
Además de estos ejemplos, la apología y legitimación oficial del terrorismo al servicio de la “Patria Socialista” se manifestó en el siniestro Memorial de la Costanera; en las indemnizaciones a los familiares de terroristas aniquilados por orden de un gobierno constitucional; y mediante un fraudulento relato histórico que eliminó las responsabilidades criminales de la subversión armada. En él se cuenta a los niños y adolescentes algo tan fantástico como que la década del setenta no comenzó el 1 de enero de 1970, sino el 24 de marzo de 1976; eliminando de esta manera las relaciones de causa y efecto que son imprescindibles para reconstruir y comprender los hechos o acontecimientos históricos.
Así, mediante esta siniestra manipulación, la guerra revolucionaria que las izquierdas iniciaron en abril de 1969 operando contra una Compañía del Regimiento de Infantería “Patricios” en Campo de Mayo y que mantuvieron hasta noviembre de 1979 al precio de 816 policías, militares y civiles asesinados, fue literalmente borrada de la historia argentina.
En resumidas cuentas, este relato “K” de insuperable hipocresía, culminación del iniciado en 1984 por sectas ultraizquierdistas lideradas por la corrupta Hebe Pastor de Bonafini y sus estafadoras madres de terroristas apátridas y homicidas, ha sido una maquiavélica operación de ingeniería política y semántica destinada a transformar a los terroristas alzados en armas contra la sociedad y el Estado en simples y corrientes ciudadanos que -muy democráticos, ellos-, fueron “secuestrados” y “desaparecidos” por… ¡su activismo político o sindical contra una dictadura militar surgida de un golpe de Estado contra un gobierno constitucional!
Notable ejercicio de cínica amnesia o desmemoria histórica, pues omiten mencionar que fue precisamente aquel gobierno constitucional el que ilegalizó a las organizaciones terroristas por el delito de Sedición, proclamó el Estado de Sitio y, finalmente, ante lo que ya era una guerra civil en toda regla, ordenó a las Fuerzas Armadas que las aniquilaran en todo el territorio nacional.
Asimismo, silencian que aquellos “jóvenes idealistas y demócratas” no sólo se alzaron en armas contra los gobiernos militares de Onganía, Levingston y Lanussse, sino también contra los gobiernos constituciona-les de Frondizi, Illía, Perón e “Isabel” Perón.
Este siniestro relato “K”, lejos de ser improvisado, constituye una bien planificada plataforma de propaganda subversiva con la que las izquierdas esperan conseguir el copamiento troyano de la República inspirado en una estrategia resumida en la consigna de la ex montonera Cristina Fdez. de Kirchner “vamos por todo”. O sea, a por la destrucción de las instituciones del Estado burgués-capitalista, y de las fuerzas sociales: prensa, enseñanza, iglesia, asociaciones empresariales, sindicatos, partidos liberales o conservadores… el bloque socio-cultural hegemónico, en palabras de Gramsci, que por complicidad o conformis-mo confiere legitimidad al sistema.
Tras esta introducción, que ha sido imposible reducir más, les sugerimos que estudien sin prejuicios el contexto histórico de la guerra revolucionaria argentina y saquen sus propias conclusiones; y que no olviden ni dejen de respetar a sus predecesores que derrotaron a las más desarrolladas y capacitadas organizaciones terroristas y paramilitares de América Latina en aquellos años de guerra revolucionaria continental.
-Excluimos a la fuertemente paramilitar FARC colombiana porque su accionar es anterior al proyecto OLAS y nunca estuvo vinculado a él.-
Asimismo, les transmitimos algunas conclusiones o síntesis de nuestra investigación histórica sobre la temática que nos ocupa por si pudieran servirles como hipótesis de trabajo:
1-
La guerra revolucionaria argentina fue la única “urbana” de la Historia, lo que supuso para las FFAA un gran desafío, pues tal modalidad de guerra irregular o conflicto armado interno no estaba prevista ni por los EEUU ni por las demás naciones latinoamericanas que, desde la Revolución Cubana, siempre enfocaron la Seguridad Nacional sobre la hipótesis de guerrillas selváticas-rurales.
En consecuencia, hubo que diseñar sobre la marcha una doctrina de guerra contrarrevolucionaria específica. Cierto es que desde hacía varios años, oficiales franceses impartían en la Escuela Superior de Guerra cursos sobre sus experiencias contraterroristas en Indochina y Argelia, pero el escenario argentino no permitía una aplicación literal de su doctrina; aunque se aplicaron algunos de sus conceptos generales.
Recordemos las dificultades. Por ejemplo, en el aspecto paramilitar, la eficacia operativa alcanzada por el ERP. Muchos oficiales de aquel mini ejército irregular que copó batallones, regimientos y hasta una guarnición del Ejército Argentino, habían sido entrenados en el campamento cubano PETI “cero” (Punto de Entrenamiento de Tropas Irregulares) organizado y dirigido por dos coroneles soviéticos. También su eficacia en materia de seguridad e inteligencia que aprendieron de oficiales de la STASI alemana radicados en Cuba. Varios oficiales de las FAR y de Montoneros también recibieron aquellos entrenamientos.
2-
Dado que la guerra revolucionaria argentina -y latinoamericana- formó parte de la confrontación URSS-EEUU en América Latina y en todo el Tercer Mundo durante aquellos años de Guerra Fría (Cuba envió 275.000 hombres a las guerras de Angola-Namibia-Sudáfrica y 15.000 a la de Etiopía, ambas apoyadas diplomática y militarmente por la Unión Soviética), el triunfo de las FFAA argentinas constituyó la segunda derrota internacional del comunismo soviético después de la obtenida por el Ejército español comandado por el generalísimo Franco durante la guerra civil 1936-1939.
3-
El criterio ético y político que asumieron los generales, almirantes y brigadieres que hoy están siendo demonizados socialmente y asesinados en las dantescas prisiones kirchneristas fue:
Ninguna Ley, ni siquiera la Constitución, pues todo texto legal es producto de criterios Políticos que periódicamente son anulados o reformados por los partidos, está por encima de la Permanencia de los valores históricos y socio-culturales sobre los que se fundamenta una Nación y su Estado; que en nuestro caso son los occidentales que nos legaron Atenas, Roma y la Europa cristiana. El pueblo argentino jamás aceptará un Estado-Partido totalitario como el que pretendían los enloquecidos mesiánicos de la “Patria Socialista”, y ninguna ley podrá impedírselo. Principio establecido por el Presidente Perón tras el ataque del ERP a la Guarnición de Azul y en Mensaje radio-televisado a la Nación: aniquilar el terrorismo criminal... exterminarlosuno a uno para el bien de la República”.
Dos días después, en reunión con diputados montoneros a los que al día siguiente expulsó del Movimiento, fijó las pautas de la futura doctrina contraterrorista del Estado:
Puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla, y lo haremos a cualquier precio (...) Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la Necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente, porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente debe tener en claro, pero lo vamos a hacer; no tengan la menor duda.
Perón, que tenía un cierto conocimiento de la historia política y militar de la Antigüedad, sabía de lo que hablaba, pues el conflicto entre Legalidad y Necesidad no ha dejado de presentarse esporádicamente desde los tiempos de las repúblicas griegas y romanas. Ignoramos si también había leído a Jean-Jacques Rosseau, que a mediados del siglo XVIII escribió:
Cuando los malhechores se rebelan contra su patria, la traicionan y le declaran la guerra, la supervivencia del Estado se vuelve incompatible con la suya y es preciso que uno de los dos perezca
("El contrato social", II-V)
Respecto a los golpes de Estado, el padre filosófico, jurídico y moral de los jacobinos franceses, de los bolcheviques rusos, y por tanto de todas las izquierdas revolucionarias subsiguientes, opinó:
Cuando el acatamiento inflexible de la legalidad impida responder a situaciones de crisis no previstas por el legislador, esas leyes pueden resultan perniciosas y causar la destrucción del Estado
Íbid, IV-VI)
Precisamente por este principio o enfoque intelectual y moral ante las circunstancias históricas a las que debieron enfrentarse las Fuerzas Armadas, el golpe de Estado llevado a cabo para conducir política y militarmente la guerra contrarrevolucionaria (apoyado por todos los partidos políticos, incluido el Comunista), quedó plenamente legitimado. Y conviene no olvidar que, finalizada la transitoriedad consustancial a toda dictadura positiva (defensiva), como fue El Proceso, se convocaron elecciones para volver a la normalidad institucional.
En su condición de Pueblo en Armas, todas las Fuerzas Armadas del mundo constituyen la última ratio defensiva de sus naciones respecto a la soberanía territorial, pero también, en tanto que brazo armado del Estado, están obligadas a garantizar su existencia cuando connacionales traidores y mercenarios al servicio de países extranjeros pretendan destruirlo y reemplazarlo por un Estado totalitario.
Quiera el destino, que las izquierdas apátridas y mercenarias no repitan su delirante y suicida pretensión de aniquilar a las Fuerzas Armadas para tomar el poder e implantar una dictadura comunista de partido único; pero si lo hicieran, quiera también el destino que los oficiales de las tres Fuerzas sepan estar a la altura de sus lealtades juradas como militares y, sobre todo, de sus conciencias como hijos y ciudadanos de la Nación.
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Por el blog Termidorianos
Jorge Fernández Zicavo
coordinador
Sugerencia de artículos vinculados:
El Termidor argentino (1). Después de pedir infinidad de veces a las izquierdas armadas, que con su gobierno elegido por un abrumador 62% de los votos, cambiaran la violencia por una militancia política constructiva, el presidente Perón inicia la guerra contrarrevolucionaria por la vía paraestatal.
El Termidor argentino (2). La presidenta María Estela Martínez, viuda de Perón, decreta que el Ejército aniquile la subversión en la provincia de Tucumán (Operativo Independencia bajo el mando de los generales Vilas y Bussi. Posteriormente, la presidenta decreta que las Fuerzas Armadas aniquilen la subversión en todo el territorio nacional.
General Vilas. La pesadilla del ERP. El general Vilas aplica en Tucumán la "doctrina contraterrorista francesa" bien estudiada por el Ejército Argentino desde 1962.
El Termidor argentino visto por Termidorianos. Nuestro balance histórico de "El Proceso"