jueves, 13 de septiembre de 2018
Aborto ¿no punible? en San Juan - Crónica de un asesinato
Aborto
¿no punible? en San Juan
Crónica
de un asesinato
Por Juan Carlos
Monedero (h)
Los
hechos
Pisando
la medianoche del 25 de agosto, las paredes del Hospital Rawson en San Juan,
capital, escucharon un clamor femenino. “Ayudame, ayudame” decía angustiada una
adolescente al personal del hospital, minutos antes de que otra mujer se
interpusiese entre ellas, llevándosela del lugar sin dar ninguna explicación.
La pobre chica, por ser menor de edad, no tiene nombre en este artículo. Sí
tiene nombre la directora del Hospital: Beatriz Salanitro. Otro de los
responsables del hospital es el Dr. Armando Rosales. La adolescente estaba
internada, cursando un embarazo de 11 semanas.
Como
en una historia de terror, por un lado, y al mejor estilo de las
conspiraciones, Salanitro ya había decidido que un inocente debía morir ¿para
congraciarse con quién? ¿Con algún poder o entidad? Lo que se sabe es que
puenteó a toda una serie de autoridades del propio hospital –médicos fieles al
Juramento Hipocrático– para valerse de la Dra. Victoria Carcelero, médica de
Guardia, recientemente ingresada en abril de este año. Según algunas
publicaciones digitales[1], otra de las implicadas
fue Sonia Molina, Jefa de Fertilidad. Por lo menos de día.
El
25 de agosto fue una jornada intensa para todos pero especialmente para la
directora Beatriz Salanitro, quien –vía telefónica– tomó decisiones a lo largo
de todo el día, en completo silencio y sin informar claramente al resto de los
profesionales. Modus operandi totalmente fuera de lo habitual.
Carcelero,
impulsada por Salanitro y a espaldas del Dr. Antequeda (Ginecólogo, residente
superior y de mayor antigüedad) como así de todo el personal (enfermeras,
pediatras, médicos), urdió este aborto. Los intentos comenzaron el día
miércoles 22 por la noche, cuando la adolescente fue internada. Su situación
era gris, dado que la joven, por tener 14 años, correspondía ser internada en el sector de
Pediatría. Por estar embarazada, en cambio, en Ginecología.
Ahora
bien, ¿cómo realizar un aborto en la provincia donde una cantidad
extraordinaria de gente, autoridades políticas y médicos ya se habían
pronunciado en contra? Las acciones inicuas necesitan cobertura. La directora
hizo circular a través de Carcelero la versión de que la niña padecía un
sangrado (aborto espontáneo en curso), indicando el procedimiento corriente
para estos casos. Esto es, un legrado.
En
el legrado se extrae el feto, ya muerto como consecuencia de un aborto
espontáneo.
El encargado de Guardia del Servicio de Ginecología de ese día, Federico
Antequeda, era el destinatario natural de la adolescente. Por
tanto, tenía la obligación de corroborar el diagnóstico comunicado a las 22:30
del sábado (esto es, el sangrado). Grande fue su sorpresa cuando el ecógrafo
desmintió la versión de Salanitro: el bebé se encontraba en perfecto estado.
La
joven no estaba sufriendo un aborto espontáneo en curso.
A
estas alturas, algo andaba mal. No era un detalle menor que la decisión de
practicarle un legrado fuese
comunicada al encargado de Guardia por Carcelero, de menor cargo que él. Lo
habitual es que el superior inmediato comunique ese tipo de prácticas. Según
fuentes internas del establecimiento, tampoco era lo regular que la directora del
hospital llame personalmente a una profesional, en este caso Carcelero, para expresar
ese tipo de notificaciones.
La
ecografía fue realizada delante de varios testigos, incluido personal del
hospital. Estos testigos pueden dar fe de que el bebé estaba vivo. Eran las
23:10.
Sin
embargo, la mano negra no estaba dispuesta a perder la posibilidad de sentirse una suerte de dios, pequeño emperador de
la vida y de la muerte. Porque hay algo de oscura omnipotencia en el aborto. Y
entonces, a la acción de los responsables del hospital, se le sumó la
intervención de los ayudantes de Flagrancia. Estos señoritos largaron su
discurso: “Es un caso del art. 86, inciso
2”, dando a entender claramente de que se estaba por realizar –según ellos–
un aborto no punible.
La
situación se estaba desmadrando y Salanitro no quería dejar pasar más tiempo.
Este aborto no se le podía escapar de las manos. La mano negra jugó su última carta:
el cordón policial. A las 23:30 hs., una fila de uniformados se interpuso entre
la entrada del hospital y los amigos provida –que se habían apersonado para
ofrecer ayuda a la madre y así salvar la vida del infante inocente–, impidiendo
el acceso al establecimiento. Forzaron a los nuestros a retirarse del
Rawson, se cerraron los quirófanos, se prohibió la entrada a los profesionales
Antequeda y al Dr. Máximo López. “El desalojo es una orden de
la directora Salanitro”, explicó la policía a los oyentes. A la misma hora, en
otro lugar, nuestra adolescente clamaba “Ayudame, Ayudame”, mientras dos
autoridades del hospital se la llevaban, tal como relatamos al inicio de esta
crónica.
A
las 23:45, la pobre chica ingresa al quirófano, cuya puerta estaba bloqueada
por un guardia de seguridad que impedía el acceso. Antequeda nunca pudo ni
valorar ni realizar el control de esa joven a la que se le practicó el aborto.
No se le dejó entrar pero sí se dejó pasar a Carcelero. “Antequeda no pasa.
Usted no está habilitado. Solamente Carcelero”.
Intervino
también el Jefe de Clínica Obstétrica, quien solicitó información y le fue
negada. Más aún: ¡el mismo Jefe de Clínica fue desalojado! Cuestionó
enérgicamente: ¿Quién da la orden? La respuesta no se hizo esperar: “La Dra.
Salanitro”.
Todos
los médicos y profesionales de la salud fueron excluidos de los quirófanos
próximos.
¿Qué
estarían haciendo ahí dentro?, se preguntaban algunos. ¿Y por qué no lo podían
decir?, pensaron otros. ¿Por qué la versión de Flagrancia
contradecía la explicación de Salanitro?
Mutismo
sombrío. Sólo la voluntad de almas hambrientas de odio, sedientas
por beber la copa de sangre inocente.
Las
fuerzas de seguridad –protectoras de la vida de los argentinos– estaban siendo manipuladas para garantizar el
asesinato de un argentino. Los hicieron cómplices a todos.
La
muerte del bebé tiene sus autores intelectuales y sus ejecutores materiales. Según
cuenta el Dr. Roberto Castellano, hay dos nombres más en esta trama macabra.
Uno, el de Sonia Molina, Jefa de Fertilidad de día y Mercenaria por la noche. El otro, el de la ginecóloga Carolina
Maturano, quien ha sido confundida con otra especialista del área de
Cardiología con quien comparte el mismo nombre. Molina, Maturano y Carcelero
fueron la mano derecha de Salanitro. El Dr. Armando Rosales, como relatan
varios testigos, se mostraba al lado de Salanitro, aparentando conocimiento y
consentimiento de los actos de la directora del hospital. El resto del establecimiento,
por entero, se manifestó en contra tan pronto conoció el resultado, cosa que
nunca fue revelada manifiestamente. Todo turbio, todo en la oscuridad.
No
es el momento de desenmascarar la mentira en torno a la discusión sobre el
aborto no punible en la Argentina; simplemente remitimos a los interesados a otros
trabajos realizados al respecto[2]. Pero digamos, en honor a
la verdad, que esta adolescente no es discapacitada. Se dijo que la menor tiene
“un retraso madurativo” aunque, en realidad, lo cierto es que su madre no la
escolarizado. No figura en el registro de Incapaces de la ANSES y, por otra
parte, existen testigos de que la adolescente quería tener el bebé.
Hay
evidencia de que la adolescente no sólo fue presionada a abortar sino de que se
la bajó a quirófano (“ecografía”,
según Salanitro, a fin de no levantar sospechas) a las 17 hs., mientras que el
pedido de valoración quirúrgica fue realizado después de las 18. A partir de
ahí, debían esperar seis horas para practicarle un aborto. El niño no tenía más
que seis horas de vida, estaba sentenciado a muerte. Los asesinos estaban tan apurados
por matar que primero hicieron bajar a la pobre criatura de 14 años y luego se fijaron si estaba
lista. ¿Cuánta preocupación por la vida de la chica, verdad? El
aborto, sin embargo, ya estaba públicamente anunciado por el Ministerio de
Salud Pública para las cinco de la tarde. No les importó la voluntad y la salud
de la madre. Y tampoco hay registro en la Historia Clínica de la práctica de
aborto, que se realizó unas seis horas después, cerca de la medianoche.
El
encargado de Guardia del Servicio de Ginecología está dispuesto a declarar, y se
ha presentado a título personal como demandante. Cinco profesionales del
hospital aparecen en la demanda, y también están dispuestos a testimoniar ante
el juez. Se peticionó que sean llamados a declarar Victoria Carcelero, Beatriz
Salanitro y Armando Rosales. Dos personas que no trabajan en el Rawson vinieron
a practicar el aborto.
Aún
no sabemos cómo terminará el caso.
Difundí,
alertá, denunciá, demandá, colaborá.
[1] http://www.laincorruptible.com/2018/08/27/indignante-las-autoridades-autorizaron-un-aborto-en-el-hospital-rawson/
[2] https://apologetica-argentina.blogspot.com/2018/06/el-fallo-fal-y-el-aborto-una.html