lunes, 17 de septiembre de 2018

Aborto ¿no punible? en San Juan Crónica de un asesinato

jueves, 13 de septiembre de 2018

Aborto ¿no punible? en San Juan - Crónica de un asesinato


Aborto ¿no punible? en San Juan

Crónica de un asesinato

Por Juan Carlos Monedero (h)

Los hechos
        
 
Pisando la medianoche del 25 de agosto, las paredes del Hospital Rawson en San Juan, capital, escucharon un clamor femenino. “Ayudame, ayudame” decía angustiada una adolescente al personal del hospital, minutos antes de que otra mujer se interpusiese entre ellas, llevándosela del lugar sin dar ninguna explicación. La pobre chica, por ser menor de edad, no tiene nombre en este artículo. Sí tiene nombre la directora del Hospital: Beatriz Salanitro. Otro de los responsables del hospital es el Dr. Armando Rosales. La adolescente estaba internada, cursando un embarazo de 11 semanas.
Como en una historia de terror, por un lado, y al mejor estilo de las conspiraciones, Salanitro ya había decidido que un inocente debía morir ¿para congraciarse con quién? ¿Con algún poder o entidad? Lo que se sabe es que puenteó a toda una serie de autoridades del propio hospital –médicos fieles al Juramento Hipocrático– para valerse de la Dra. Victoria Carcelero, médica de Guardia, recientemente ingresada en abril de este año. Según algunas publicaciones digitales[1], otra de las implicadas fue Sonia Molina, Jefa de Fertilidad. Por lo menos de día.
 
El 25 de agosto fue una jornada intensa para todos pero especialmente para la directora Beatriz Salanitro, quien –vía telefónica– tomó decisiones a lo largo de todo el día, en completo silencio y sin informar claramente al resto de los profesionales. Modus operandi totalmente fuera de lo habitual.
Carcelero, impulsada por Salanitro y a espaldas del Dr. Antequeda (Ginecólogo, residente superior y de mayor antigüedad) como así de todo el personal (enfermeras, pediatras, médicos), urdió este aborto. Los intentos comenzaron el día miércoles 22 por la noche, cuando la adolescente fue internada. Su situación era gris, dado que la joven, por tener 14 años, correspondía ser internada en el sector de Pediatría. Por estar embarazada, en cambio, en Ginecología.
Ahora bien, ¿cómo realizar un aborto en la provincia donde una cantidad extraordinaria de gente, autoridades políticas y médicos ya se habían pronunciado en contra? Las acciones inicuas necesitan cobertura. La directora hizo circular a través de Carcelero la versión de que la niña padecía un sangrado (aborto espontáneo en curso), indicando el procedimiento corriente para estos casos. Esto es, un legrado.
En el legrado se extrae el feto, ya muerto como consecuencia de un aborto espontáneo.
El encargado de Guardia del Servicio de Ginecología de ese día, Federico Antequeda, era el destinatario natural de la adolescente. Por tanto, tenía la obligación de corroborar el diagnóstico comunicado a las 22:30 del sábado (esto es, el sangrado). Grande fue su sorpresa cuando el ecógrafo desmintió la versión de Salanitro: el bebé se encontraba en perfecto estado.
La joven no estaba sufriendo un aborto espontáneo en curso.
A estas alturas, algo andaba mal. No era un detalle menor que la decisión de practicarle un legrado fuese comunicada al encargado de Guardia por Carcelero, de menor cargo que él. Lo habitual es que el superior inmediato comunique ese tipo de prácticas. Según fuentes internas del establecimiento, tampoco era lo regular que la directora del hospital llame personalmente a una profesional, en este caso Carcelero, para expresar ese tipo de notificaciones.
La ecografía fue realizada delante de varios testigos, incluido personal del hospital. Estos testigos pueden dar fe de que el bebé estaba vivo. Eran las 23:10.
Sin embargo, la mano negra no estaba dispuesta a perder la posibilidad de sentirse una suerte de dios, pequeño emperador de la vida y de la muerte. Porque hay algo de oscura omnipotencia en el aborto. Y entonces, a la acción de los responsables del hospital, se le sumó la intervención de los ayudantes de Flagrancia. Estos señoritos largaron su discurso: “Es un caso del art. 86, inciso 2”, dando a entender claramente de que se estaba por realizar –según ellos– un aborto no punible.
La situación se estaba desmadrando y Salanitro no quería dejar pasar más tiempo. Este aborto no se le podía escapar de las manos. La mano negra jugó su última carta: el cordón policial. A las 23:30 hs., una fila de uniformados se interpuso entre la entrada del hospital y los amigos provida –que se habían apersonado para ofrecer ayuda a la madre y así salvar la vida del infante inocente–, impidiendo el acceso al establecimiento. Forzaron a los nuestros a retirarse del Rawson, se cerraron los quirófanos, se prohibió la entrada a los profesionales Antequeda y al Dr. Máximo López. “El desalojo es una orden de la directora Salanitro”, explicó la policía a los oyentes. A la misma hora, en otro lugar, nuestra adolescente clamaba “Ayudame, Ayudame”, mientras dos autoridades del hospital se la llevaban, tal como relatamos al inicio de esta crónica.
A las 23:45, la pobre chica ingresa al quirófano, cuya puerta estaba bloqueada por un guardia de seguridad que impedía el acceso. Antequeda nunca pudo ni valorar ni realizar el control de esa joven a la que se le practicó el aborto. No se le dejó entrar pero sí se dejó pasar a Carcelero. “Antequeda no pasa. Usted no está habilitado. Solamente Carcelero”.
Intervino también el Jefe de Clínica Obstétrica, quien solicitó información y le fue negada. Más aún: ¡el mismo Jefe de Clínica fue desalojado! Cuestionó enérgicamente: ¿Quién da la orden? La respuesta no se hizo esperar: “La Dra. Salanitro”.
Todos los médicos y profesionales de la salud fueron excluidos de los quirófanos próximos.
¿Qué estarían haciendo ahí dentro?, se preguntaban algunos. ¿Y por qué no lo podían decir?, pensaron otros. ¿Por qué la versión de Flagrancia contradecía la explicación de Salanitro?
Mutismo sombrío. Sólo la voluntad de almas hambrientas de odio, sedientas por beber la copa de sangre inocente.
Las fuerzas de seguridad –protectoras de la vida de los argentinos–  estaban siendo manipuladas para garantizar el asesinato de un argentino. Los hicieron cómplices a todos.
La muerte del bebé tiene sus autores intelectuales y sus ejecutores materiales. Según cuenta el Dr. Roberto Castellano, hay dos nombres más en esta trama macabra. Uno, el de Sonia Molina, Jefa de Fertilidad de día y Mercenaria por la noche. El otro, el de la ginecóloga Carolina Maturano, quien ha sido confundida con otra especialista del área de Cardiología con quien comparte el mismo nombre. Molina, Maturano y Carcelero fueron la mano derecha de Salanitro. El Dr. Armando Rosales, como relatan varios testigos, se mostraba al lado de Salanitro, aparentando conocimiento y consentimiento de los actos de la directora del hospital. El resto del establecimiento, por entero, se manifestó en contra tan pronto conoció el resultado, cosa que nunca fue revelada manifiestamente. Todo turbio, todo en la oscuridad.
No es el momento de desenmascarar la mentira en torno a la discusión sobre el aborto no punible en la Argentina; simplemente remitimos a los interesados a otros trabajos realizados al respecto[2]. Pero digamos, en honor a la verdad, que esta adolescente no es discapacitada. Se dijo que la menor tiene “un retraso madurativo” aunque, en realidad, lo cierto es que su madre no la escolarizado. No figura en el registro de Incapaces de la ANSES y, por otra parte, existen testigos de que la adolescente quería tener el bebé.
Hay evidencia de que la adolescente no sólo fue presionada a abortar sino de que se la bajó a quirófano (“ecografía”, según Salanitro, a fin de no levantar sospechas) a las 17 hs., mientras que el pedido de valoración quirúrgica fue realizado después de las 18. A partir de ahí, debían esperar seis horas para practicarle un aborto. El niño no tenía más que seis horas de vida, estaba sentenciado a muerte. Los asesinos estaban tan apurados por matar que primero hicieron bajar a la pobre criatura de 14 años y luego se fijaron si estaba lista. ¿Cuánta preocupación por la vida de la chica, verdad? El aborto, sin embargo, ya estaba públicamente anunciado por el Ministerio de Salud Pública para las cinco de la tarde. No les importó la voluntad y la salud de la madre. Y tampoco hay registro en la Historia Clínica de la práctica de aborto, que se realizó unas seis horas después, cerca de la medianoche.
El encargado de Guardia del Servicio de Ginecología está dispuesto a declarar, y se ha presentado a título personal como demandante. Cinco profesionales del hospital aparecen en la demanda, y también están dispuestos a testimoniar ante el juez. Se peticionó que sean llamados a declarar Victoria Carcelero, Beatriz Salanitro y Armando Rosales. Dos personas que no trabajan en el Rawson vinieron a practicar el aborto.
Aún no sabemos cómo terminará el caso.
Difundí, alertá, denunciá, demandá, colaborá.



[1] http://www.laincorruptible.com/2018/08/27/indignante-las-autoridades-autorizaron-un-aborto-en-el-hospital-rawson/
[2] https://apologetica-argentina.blogspot.com/2018/06/el-fallo-fal-y-el-aborto-una.html