“Debe existir en la
Verdadera Iglesia perfecta unidad de régimen, o sea: debe haber al
frente de esa sociedad religiosa una autoridad suprema y visible, de
institución divina, a la cual obedezcan todos los miembros que la
forman.
No basta una especie de política de amistad o buena vecindad entre un montón de jefaturas eclesiásticas desconectadas jurídicamente, es decir: independientes entre sí, SIN OTRA CABEZA SUPREMA QUE UN CRISTO INVISIBLE Y CELESTIAL CUYAS PALABRAS Y MANDATOS INTERPRETA CADA UNO A SU GUSTO.”
No basta una especie de política de amistad o buena vecindad entre un montón de jefaturas eclesiásticas desconectadas jurídicamente, es decir: independientes entre sí, SIN OTRA CABEZA SUPREMA QUE UN CRISTO INVISIBLE Y CELESTIAL CUYAS PALABRAS Y MANDATOS INTERPRETA CADA UNO A SU GUSTO.”
(R.P. Fernando Lipúzcoa. Breviario Apologético. 1954)
Todos aquellos que vimos,
por gracia de Dios, los frutos nefastos del Concilio Vaticano II y su
doctrina del “aggiornamiento” (puesta al día), nos encontramos, sin
quererlo, en la triste situación de elegir. Seguir a Dios manteniendo la
fe de siempre o seguir a los hombres en la creación de una nueva
religión más humana que divina como es el modernismo. La decisión no se
podía dudar, abandonar el aparato conciliar con todas sus herejías
manifiestas y seguir a Cristo en su Iglesia guardando las tradiciones
bimilenarias y sobre todo su doctrina inmaculada, era más que evidente.
Ya han pasado casi 60 años
desde que la Iglesia católica quedó sin cabeza visible por la pérdida
del Oficio del Soberano Pontífice, y muchos fieles – eclesiásticos y
seglares- que combatimos en esta dura batalla en defensa de la fe,
quizás la última antes del triunfo definitivo (solo Dios lo sabe), nos
encontramos con otro obstáculo doloroso, que a simple vista parece
insuperable: el desgarramiento de la Unidad, en el que se fue cayendo
casi imperceptiblemente a causa, a lo mejor, de la duración del combate;
con la ayuda también de la mala voluntad de algunos que solo buscan
destruir, bajo apariencia de bien, lo poco que queda de la reacción.
Uno de los argumentos más
fuertes y sólidos de los enemigos en sus ataques, es justamente, que el
movimiento tradicionalista está tan dividido en pequeños grupos con
tantas y tantas opiniones teológicas diversas y tan alejados, en la
práctica, de la caridad bien entendida, que se asemeja a las sectas
protestantes, donde cada secta es una iglesia.
Desgraciadamente y haciendo honor a la verdad… TIENEN RAZÓN.
Muchos tradicionalistas
utilizan, para justificar su actitud sectaria, el siguiente pasaje
evangélico: “Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas”. Forzando el
sentido de la frase, quieren hacer decir a Nuestro Señor: “Heriré al
Pastor y se dividirán las ovejas”, sentido absolutamente falso.
Es una interpretación
puramente de conveniencia, adaptando la definición de las palabras a su
antojo y no al verdadero sentido escriturístico ni al nominal; dejando
pensar que la palabra “dispersar” tiene el mismo significado que
“dividir”.
“Dispersar”, según la
Real Academia Española quiere decir: “Diseminar lo que está unido” y
“dividir” quiere decir: “Partir, separar en partes, desunir”, en su
sentido figurado es mucho más claro rara nosotros el sentido de
“dividir”: “Desunir los ánimos, sembrar discordia”.
Para cualquiera que se
precie de ser católico, ver la situación actual del tradicionalismo
debería ser realmente alarmante. Hemos llegado a un punto tal de
divergencias graves y divisiones aún peores que tenemos todo el derecho
de preguntarnos: ¿Es el “tradicionalismo” actual un movimiento
católico?¿Cuál de todos los pareceres e interpretaciones tan
contradictorios que nos presentan los diversos grupos debemos seguir
para estar ciertos de mantenernos dentro de la Iglesia?¿Debemos
conformarnos con sólo asistir a la “Misa en latín”?
Para darnos cuenta un
poco mejor de la necesidad de buscar la unidad (que debe estar en alguno
de esos grupos tradicionales), a pesar de las fallas humanas, tenemos
que estar perfectamente conscientes que LA UNIDAD DE LA IGLESIA
CATÓLICA ES UNA NOTA DE SU ESENCIA COMO INSTITUCION DIVINA; no un
principio humano sino divino. Es una nota que distingue a la Iglesia de
Jesucristo de todas las otras falsas iglesias o sectas. La Iglesia, para
ser la verdadera, debe ser UNA Y ÚNICA, fuera de la cual no hay
salvación. Sin importarnos el número, sean pocos o muchos, debemos
formar un solo cuerpo y una sola alma.
Nos dice Su Santidad León XIII en su encíclica “Satis Cognitum“:
“Ahora bien, si se mira lo que ha sido hecho, Jesucristo no concibió ni
formó a la Iglesia de modo que comprendiera pluralidad de comunidades
semejantes en su género, pero distintas, y no ligadas por aquellos
vínculos que hicieran a la Iglesia indivisible y única, a la manera que
profesamos en el Símbolo de la fe: Creo en una sola Iglesia… Es pues, la
Iglesia de Cristo única y perpetua. Quienquiera de Ella se aparta, se
aparta de la voluntad y prescripción de Cristo Señor y, dejado el camino
de la salvación, se desvía hacia su ruina.”
¿Acaso no nos encontramos
hoy más que nunca ante esta situación que “Jesucristo no concibió para
su Iglesia” como nos lo dice Su Santidad? ¿No estamos frente a esa
“pluralidad de comunidades semejantes en su género, pero distintas”
(como son las sectas protestantes) viendo los tantos y tan diversos
grupos tradicionalistas que gritan todos por separado “iSomos
católicosl” pero que no pueden hacer nada juntos?
Es contradictorio
proclamarse “católico”(universal), sin el deseo de comulgar con los
demás que “dicen” guardar los mismos principios y que “dicen” también
ser católicos pero, que pertenecen a “grupos distintos”. Canónicamente,
esta actitud renuente de comunión entre los que “se dicen católicos” se
llama CISMA. Dice el canon 13Z5: “…finalmente, si rehúsa (el fiel que ha
recibido el bautismo) someterse al Sumo Pontífíce o se niega a
comunicar con los miembros de la Iglesia que le están sometidos, es
cismático.” Por desgracia, en general, no es culpa de las ovejas, sino
de la soberbia de los pastores. Pero, sigamos adelante.
Para entender más profundamente
estos principios de uni(ci)dad y pertenencia a la Iglesia, vamos a
profundizar un poco en otros conceptos que es necesario manejar para
captar mejor el problema actual del tradicionalismo.
Comencemos por la
definición de lo que es una “nota” de la Iglesia, luego, cuáles son las
“notas” de la Iglesia y finalmente, qué es la “nota” de unidad y cómo
debe ser.
*1- “¿Qué es una “nota”?
“Propiedades o criterios de
legitimidad, son signos sensibles por medio de los cuales podemos
distinguir la verdadera Iglesia de las falsas. Algunas son accidentales o
contingentes, que se manifiestan extrínsecamente como podrían ser los
milagros. Otras son esenciales o necesarias intrínsecamente y son las
que llamamos “nota”por ejemplo las cualidades de la Iglesia que la hacen
visible como tal.
NOTA DE LA IGLESIA, ES ENTONCES, LA
PROPIEDAD NECESARIA Y VISIBLE POR LA CUAL LA IGLESIA DE CRISTO ES
RECONOCIDA COMO TAL Y DISTINGUIDA DE LAS FALSAS IGLESIAS.
La nota de la Iglesia, por lo tanto, tiene las siguientes cualidades:
a- Una propiedad necesaria de la Iglesia para poder reconocerla como la verdadera.
b- Visible, por lo menos, mediata o indirectamente, de otra manera, no se distinguiría de las falsas,
c- Capaz de hacernos conocer la Iglesia en cuanto tal, en concreto, como la verdadera.
d- Fácilmente
reconocible, pues una nota debe hacer conocer a la Iglesia a todos,
pues, es necesario pertenecer a Ella.” (Cfr. P. Salaverri S.I., “De
Ecclesia Christi” T.III, L.3, C.3, A.2 ed BAC)
*2- ¿Cuántas v cuáles son las notas de la Iglesia?
a- Citaremos la
definición del Concilio Vaticano I con respecto a las notas de la
Iglesia: “Ahora bien, para que pudiéramos cumplir el deber de abrazar la
fe verdadera y perseverar constantemente en ella, instituyó Dios la
Iglesia por medio de su Hijo unigénito y la proveyó de notas claras de
su institución, a fin de que pudiera ser reconocida por todos como
guardiana y maestra de la palabra revelada.” (Dz. 1793)
b- Es de doctrina
católica definida que la Iglesia está constituida por cuatro notas como
rezamos en el Símbolo de la fe y confirmada por el Papa Pío IX en el
decreto de la Sede Apostólica contra los Anglicanos donde dice:
“La verdadera Iglesia de
Jesucristo se constituye y reconoce por autoridad divina con la
cuádruple nota que en el Símbolo afirmamos debe creerse; y cada una de
estas notas, de tal modo está unida con las otras, que no puede ser
separada de ellas.” (Dz. 1686)
c- Tomadas en
conjunto, es doctrina cierta en teología, que estas notas muestran la
verdadera Iglesia de Jesucristo y que la distinguen de las falsas
iglesias.
d- Las cuatro
notas esenciales de la Iglesia son: la unidad, la catolicidad, la
apostolicidad y la santidad.
Estas notas tienen todos los elementos de
la definición: son propiedades esenciales, son visibles, fácilmente
reconocibles y más patentes para reconocer a la Iglesia como tal
*Unidad. social de hecho que se manifiesta
en la misma profesión de fe, en el mismo régimen de obediencia y en la
práctica del mismo culto.
*Catolicidad (universalidad) es la gran difusión numérica y geográfica de los fieles de la Iglesia por todo el mundo.
*’Apostolicidad. continua sucesión Romana desde San Pedro y los Apóstoles.
*Santidad, moral, perfecta y heroica, que se manifiesta por la caridad en las obras, a la cual siempre está unida.
Dice el Concilio
Vaticano I: “Si alguno negare que solo la Iglesia Romana, verdadera
Iglesia de Cristo, es Una Santa, Católica y Apostólica, SEA
ANATEMA” (Esquema “De Ecclesia” en. 16)
Habiendo visto muy someramente la
constitución esencial de la Iglesia de Jesucristo en sus cuatro notas
fácilmente reconocibles, nos queda claro que si no poseemos una de
ellas, no poseemos ninguna de hecho y no pertenecemos a la verdadera
Iglesia.
No es, entonces, asunto de gustos o de
impresiones personales, ni es tampoco cosa de poca importancia
preguntarnos si realmente el tradicionalismo es en todas y cada una de
sus manifestaciones grupales una posición católica.
Es una pregunta fundamental para la
salvación del alma y para el orden de la Iglesia (en lo que de nosotros
depende) si lo que estamos profesando con las obras en la tradición
sirve para salvarme y para salvar a otros.
En orden a esta cuestión sigue la
exposición más precisa sobre la nota de unidad de la Iglesia, que es en
general, el punto débil del tradicionalismo.
*3- /Qué es la nota de unidad? /Cómo debe ser la unidad de la verdadera Iglesia?
Veremos, primeramente, unas nociones generales sobre la unidad para luego aplicarlas a la Iglesia.
Nociones:
-Unidad es la propiedad por la cual una cosa es indivisa en sí misma y divisa o distinguible de cualquier otra.
-La unidad excluye, entonces, la posibilidad de que la cosa sea intrínsecamente dividida y no sufre ser separada en partes.
Trasladados estos principios a la Iglesia, podemos decir que:
-La Unidad de la Iglesia es la propiedad
por la cual la verdadera Iglesia es indivisa en sí misma y perfectamente
distinguible de las falsas.
– La Unidad de la Iglesia excluye, entonces la posibilidad de ser dividida y no sufre ser separada en partes.
Por eso, aquí sí podemos utilizar la frase
del Evangelio y comprenderla con más claridad “Heriré al Pastor y se
dispersarán !as ovejas” (Faltando el Sumo Pontífice, la Iglesia se
dispersa, pero NO se divide).
Ahora bien, la Unidad de la que hablamos se
basa en la ordenación de los católicos hacia un fin común bajo una
potestad suprema.
Veamos que nos dice el
Papa Bonifacio VIII en su bula “Unam Sanctam” sobre la unidad de la
Iglesia: “Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que
hay Una sola y Santa Iglesia Católica y la misma Apostólica… y fuera de
Ella no hay salvación ni perdón de los pecados… Ella representa un solo
cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En
Ella hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo…Esta es aquella
túnica del Señor, inconsútil que no fue rasgada, sino que se echó a
suertes. La Iglesia, pues, que es una y única, tiene un solo cuerpo, una
sola cabeza y no dos, como un monstruo, es decir, Cristo y el vicario
de Cristo, Pedro y su sucesor, puesto que dice el Señor: Apacienta mis
ovejas’.
En la Iglesia, esta unidad debe ser triple: de fe, de régimen (o de gobierno) y de culto, esto es, unión de inteligencia, de voluntad y de obra, como lo enseña el Papa León XIII en la encíclica “Satis Cognitum”: “Más
el que fundó la Iglesia, la fundó también una, es decir, de tal
naturaleza que cuantos habían de formar parte de ella habían de estar
unidos entre sí por tan estrechísimos vínculos, que de todo punto
formaran una sola nación, un sólo reino, un solo cuerpo…Más el necesario
fundamento de tan grande y absoluta concordia entre los hombres es el
acuerdo y unión de las inteligencias, de donde naturalmente se engendra
la conspiración de las voluntades y la semejanza de las acciones.”
Es imposible aplicar de hecho estas
enseñanzas de León XIII al tradicionalismo actual. Quien no lo quiera
ver es como el que “viendo no ve y oyendo no oye”. Hay que ser muy
necios para afirmar que el tradicionalismo tomado en su conjunto expresa
la unidad de la Iglesia, y por lo tanto, es también de necios afirmar
que todos los tradicionalistas son católicos. ¿Dónde está la sola
nación, el solo reino, el solo cuerpo del que habla Su Santidad?
Sin embargo, en alguna parte debe estar, pues es promesa de Jesucristo que estará con su Iglesia hasta el fin de los tiempos.
Para contestar este aparente dilema, sigamos estudiando más el punto de la Unidad:
1- La Unidad de fe, es el concurso de las inteligencias en la misma profesión de fe, bajo el supremo Magisterio de la Iglesia.
2- La Unidad de régimen (o gobiemo ) es la ordenación de las voluntades hacia el mismo fin social bajo la suprema potestad de gobierno de la Iglesia.
3- La Unidad de culto es la convergencia en
la celebración del Sacrificio y en el uso de los Sacramentos y actos
litúrgicos, bajo la suprema potestad de santificación de la Iglesia.
Esta triple unidad social ha sido instituida por Cristo en el Primado de San Pedro y sus Sucesores.
Estos tres principios de unidad han sido
atacados por los adversarios de la Iglesia en todos los tiempos, veamos
un poco más en detalle:
1 -LA UNIDAD DE FE, fue atacada por todos
los herejes y apóstatas de la fe católica, quienes negándola con
pertinacia fueron amputados del Cuerpo Místico. Por ejemplo, los
protestantes y los calvinistas, los utraquistas, arríanos, pelagianos,
etc.
CON RESPECTO AL TRADICIONALISMO ¿TENEMOS UNIDAD DE FE?
Unos , por ejemplo, con respecto al
Soberano Pontífice “opinan” que se le puede desobedecer por sistema,
cuando enseña errores contra la fe, suponiendo que un Papa puede errar
contra la fe y proferir herejías sin dejar de ser Papa, como es el caso
de la Fraternidad San Pío X. Este caso merece un estudio mucho más
amplio que dejaremos para más adelante. De todas la “posiciones”
tradicionales, es la peor y francamente no es católica. Dice Bonifacio
VIII en la bula “Unam Sanctam”: “Ahora bien, someterse al Romano
Pontífice•, lo declaramos, lo decimos, definimos y pronunciamos como de
toda necesidad de salvación para toda humana criatura.” La posicion de
la Fraternidad San Pío X es insostenible.
Otros dejan a la Iglesia en un estado de
deseperación, de inacción, de muerte, impropia de cualquier sociedad
perfecta, cuánto más de la sociedad la más perfecta, como lo es el
Cuerpo Místico de Cristo, como por ejemplo los Britones, que
prácticamente niegan aún al mismo Dios la posibilidad de dar un Papa a
su Iglesia.
Otros como los que “opinan” que la Sede de
Pedro está ocupada por una sucesión casi interminable de “Papas
materialiter” (Papas materialmente Papas) dejando la solución de la
falta de cabeza a merced de la conversión de una monstruosa secta
herética como lo es el modernismo, es decir que la continuidad de la
Iglesia como formal y materialmente Una, depende de la conversión de un
hereje, en este caso el “Papa materialiter” que ni siquiera es miembro
del Cuerpo Místico de Cristo. Teoría completamente nueva e innovadora.
(Esta posición ya ha sido suficientemente refutada por el Dr. Homero
Johas.)
Otros que en su deseo de arreglar la
situación “opinan” que debemos darle a la Iglesia a como de lugar, su
cabeza visible, es decir, un Papa, y nos encontramos entonces en la
triste realidad que hay “elegidos” 11 “Papas” actualmente la mayoría de
ellos por elección milagrosa con intervenciones de la Ssma. Virgen María
o inspiraciones místicas.
Otros que en definitiva no les importa el
problema de la fe, de la pertenencia a la Iglesia mientras no afecte su
“dolce vita” (dulce vida, cómoda y apacible), de esos, como dice San
Benito: “Más vale callar que hablar”.
Ponemos la palabra “opinan” entre comillas,
pues, en la práctica no son “opiniones”, sino, en realidad convicciones
tenaces mezcladas con mucha soberbia y espíritu de independencia.
Lo peor es que todas estas “opiniones” van apoyadas en la “Misa en latín”.
2- LA UNIDAD DE GOBIERNO, la
atacaron, se opusieron a ella y la negaron todos aquellos que llamándose
cristianos, propugnaron por la autonomía e independencia sectaria. Por
ejemplo los orientales conocidos como las “iglesias autocéfalas”
(cabezas propias), los Protestantes y todos los Anglicanos y actualmente
los Modernistas y Racionalistas.
VAMOS AL TRADICIONALISMO: ¿HAY UNIDAD DE GOBIERNO?
¿No aparecemos, acaso, como esas sectas
protestantes o esas “iglesias autocéfalas” donde cada sacerdote es el
“Papa” de su feligresía; dónde los Obispos no gobiernan, sino que son
utilizados por los sacerdotes para la administración de ciertos
Sacramentos; dónde el Obispo no quiere y positivamente se niega a tener
autoridad para no tener responsabilidades y tomar decisiones que en
realidad le tocan en conciencia delante de Dios (como otros tantos
Pilatos)? ¿No estamos en el punto de esas comunidades eclesiásticas de
base que tanto pregona el modernismo y van tan en contra del sentir de
la Iglesia, donde el valor de la jerarquía está invertido?
Para qué seguirle, no acabaríamos más de enumerar “opiniones” y “posiciones” diferentes.
Otros, lo que es peor, se dejan gobernar y manejar por laicos poderosos e influyentes, rebajando así la dignidad de la Iglesia.
Lo peor es que todas estas “opiniones” van apoyadas en la “Misa en latín”.
3- LA UNIDAD DE CULTO, fue
atacada, se opusieron a ella y la negaron los Protestantes, los
Latitudinarios, los Racionalistas y los Modernistas. Al ser para ellos
la fe algo puramente interno y fiducial (de confianza) no era necesario
un culto único, siendo que en la unidad del Sacrificio y Sacramentos y
ritos, se ve claramente el mismo obrar que caracteriza a la Iglesia de
Cristo.
VAMOS AL TRADICIONALISMO: NO PODEMOS DECIR QUE TENGAMOS UNIDAD DE CULTO.
Cada grupo posee sus características
propias. En cuanto al Sacrificio, por ejemplo la Fraternidad San Pío X
nombra a un hereje (Juan Pablo II) en el canon de la Misa como si la
Iglesia fuera “Una cum” un hereje. Reconociendo los ritos de Juan XXIII,
toman de ellos lo que les parece.
Algunos siguen los ritos de San Pío X, y
aunque asintiendo que el último Papa fue Pío XII, escudriñan en su
pontificado errores y fallas humanas que no tocan a la fe para no
aceptar sus reformas litúrgicas. El error de éstos es que se convierten
en jueces de todos los Papas y que relativizan el Papado según sus
afirmaciones personales.
Otros toman de S.S. Pío XII lo que les
gusta, “total, no hay Papa” dicen ellos. Otros, lo que es peor, siguen
en partes importantes de la liturgia los ritos de Juan XXIII, con sus
reformas modernistas y ecuménicas que dieron el primer paso para la
destrucción de la liturgia y con el pretexto de “acomodarse a la
exigencia de los fieles” se “desacomodaron a las exigencias de Dios”.
Pero lo peor es que todas estas “opiniones” van apoyadas en lo más sagrado que tiene la Iglesia: “la Misa en latín”.
Este trabajo no es una crítica de nadie en
especial, sino que todos, en lo que nos corresponde debemos darnos
cuenta que nuestra actuación puede ser un “granito de arena” en la
confusión actual. Por eso le pedimos a Dios encarecidamente y con
instancia que no nos hagamos sordos a la “voz del Señor que nos llama”,
ni ciegos a la luz del Espíritu Santo, que desea en cuanto Amor Infinito
la Unidad de los católicos, fruto de la fe informada por la caridad.
Todos vemos y aceptamos que esta falta de
unidad que pone en juego nuestra salvación eterna viene como
consecuencia de no tener una cabeza visible única, de no tener un Papa.
Dice el dogma:”Ubi Petrus, ibi Ecclesia”(Donde está Pedro, está la
Iglesia); hoy podemos decir: “Donde está ese deseo eficaz tener a Pedro,
ahí está la Iglesia.” Hagamos todo lo que esté de nuestra parte para
lograrlo, al menos busquemos la unidad, de a poco, por el bien de las
almas, muchas de las cuales han perdido la fe a causa de nuestras
divisiones.
Es en esta disposición efectiva y eficaz de
buscar la unidad donde está el verdadero católico. Es aquí y sólo aquí
donde se encuentra la verdad, en el deseo eficaz de recuperar la unidad;
no solamente en palabras sino en obras. El trabajo apostólico hecho en
la división “no recoge, sino que desparrama”. Es en la búsqueda de la
elección del Papa donde se encuentra la pertenencia a la Iglesia
Católica.
Como decia Santa Teresita antes de morir :
“Que Dios nos encuentre con las armas en las manos”. Si es su voluntad
santísima que nunca lo logremos a causa de los pecados de la humanidad,
que no quede en nuestras conciencias el no haberlo intentado. Dejemos de
lado toda la soberbia que el demonio inspira en nosotros, todo
particularismo sectario que divide y desune. No hagamos como los
modernistas que para unirse con los herejes y cismáticos buscan lo que
los une, sin ver lo que los separa; no, nosotros vamos a ver lo que nos
separa, para que, con humildad y caridad de parte de todos podamos
llegar a un entendimiento católico para poner fin a la situación actual,
pero sin ceder en la obligación de elegir al Papa para que nos gobierne
y nos una.
No importan las divergencias, antes de
decidir podemos y debemos hablar; hablando se entiende la gente, cuánto
más los católicos. Tratemos con la gracia de Dios de reunir a los
“dispersos” y de unir a los “divididos”.
De nuestra parte, la Fundación San Vicente
Ferrer con todos sus miembros, estamos dispuestos a dialogar de manera
caritativa con quien quiera hacerlo. Muchos de entre nosotros no nos
conocemos más que por referencias, muchas veces mal intencionadas para
lograr justamente la división.
Nosotros solamente queremos el bien de la
Iglesia y ponemos a Dios y a la Santísima Virgen por testigos de que es
así. La situación actual es catastrófica, sin precedentes en la historia
de la Iglesia, no aumentemos con nuestra soberbia el dolor de la Esposa
Inmaculada de Jesucristo.
Estamos seguros de que muchos de los que
lean esta trabajo, se van a burlar de nuestras intenciones, o
simplemente no harán caso alguno, pero, que Dios juzgue a cada quien. Lo
que sí queremos, es hacer nuestra una frase que el R.P. Castellani
(r.i.p.)dirigió a aquellos que lo perseguían en una situación
similar: “Con Ustedes; sin Ustedes o contra Ustedes, vamos a tratar de
ayudar a la Iglesia. Y si fracasamos, salvaremos nuestra alma, que es en
definitiva lo que importa.”
LAUS DEO
Mons. Juan José Squetino Schattenhofer.
Nota. Los obispos sedevacantistas, sólo
tienen el poder de orden y ejercen la jurisdicción extraordinaria sólo
de una manera provisional, hasta que la Sede de San Pedro sea ocupada
por un Papa verdadero. Y DE NINGUNA MANERA LES ES LÍCITO PERPETUARSE
INDEFINIDAMENTE AL AMPARO DE LA NECESIDAD, A TRAVÉS DE LA VIRTUD DE LA
EPIQUEYA, SIN PONER LOS MEDIOS ADECUADOS PARA ACABAR CON LA VAC