lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Un nuevo Papa?

domingo, 16 de septiembre de 2018

¿Un nuevo Papa? - Por Benito Mussolini

(Publicado en 'Correspondencia republicana" 26 de noviembre 1944)


     El mundo tiene por lo tanto un nuevo Papa. Y este Papa nada tiene que ver con el Romano Pontífice, que, en la persona de Pío XII, hubiera tenido quizás en las circunstancias actuales alguna ilusión. Este Papa es Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos. Este es mucho más poderoso que aquel otro. De hecho, mientras que el Papa de Roma representa ante Dios sólo a los católicos, es decir, algunos pocos cientos de millones de almas, aquel americano, apenas  autoproclamado, en ocasión del “Thanksgiving day”, es decir, en el 'Día de Acción de Gracias'; representa además de a los católicos, a los protestantes de todos los matices, los ortodoxos y los judíos; algo así como más de mil millones para las almas.

 
     Para la ocasión 'El Papa Franklin Delano I 'ha lanzado al mundo un mensaje de estilo mesiánico, en el que invocó e invitó a toda la humanidad a dirigir al “padre celestial” el más sentido agradecimiento por las victorias conseguidas por los aliados y las más fervientes exhortaciones para que la guerra termine pronto con una total ventaja para los anglosajones. El nuevo Papa, entre otras cosas, así se expresó:
     'Yo Franklin Delano, Presidente de los Estados Unidos, de acuerdo con la decisión aprobada por el Congreso 26 de diciembre de 1941, por la presente proclamo el jueves, 23 de noviembre de 1944, Día Nacional de 'acción de gracias'; y hago un llamamiento al pueblo de los Estados Unidos para que este sea celebrado, concentrando cada esfuerzo posible para apresurar el día de la victoria final y ofreciendo a Dios, nuestra debida gratitud por su bondad hacia nosotros y nuestros hijos'.
     Esta bondad del dios invocado por el presidente Roosevelt, por supuesto, es aquella que ha concedido a los aviadores americanos e ingleses, el apuntar tan bien sus bombas, como para pulverizar la Abadía de Montecassino, incontables iglesias en Italia y en el resto de Europa, ciudades enteras super pobladas, y de masacrar algunos cientos de miles de ciudadanos impotentes, entre estos, y solo para mantenerme en la actualidad, esos doscientos niños destrozados en Milán hace pocas semanas junto con sus maestras. Pero Roosevelt es el verdadero criminal de guerra número uno y es demasiado lógico que agradezca a su Dios por el feliz éxito de sus crímenes. También lo hacían los bandidos de otros tiempos cuando iban a la iglesia para suplicar a algún santo para que su día fuera fructífero, y, una vez realizado el golpe, para agradecer al mismo santo por su gran bondad. Si el presidente estadounidense quiere colocar en el altar de su divinidad alguna ofrenda, por favor diríjase a nosotros: le daremos las imágenes de todas nuestras mujeres y todos nuestros hijos masacrados gracias a la bondad de su dios. Tendrá para abarrotar su altar. Y después terminada la ceremonia de ofrenda también puede vender estas imágenes, que si él lo pide, serán de plata y oro, y hará, según la costumbre americana, una ganancia considerable.
     Lo más grotesco es que otros pueblos e incluso otras razas se han unido a la hermosa fiesta y han celebrado el día de “Acción de gracias”. Esta celebración tuvo lugar no solo en las ciudades estadounidenses, sino también en Londres, París, Reims, Moscú, Nueva Delhi y Roma. Las emisoras enemigas recuerdan que la 'acción de gracias' se celebró en otras ocasiones, y por diferentes motivos, por George Washington y Abraham Lincoln. Estas emisoras omiten decir que, en aquellas circunstancias, la 'acción de gracias' solo era de incumbencia exclusivamente del pueblo estadounidense. Esta vez se quiso que interese también a los otros.
     Por esta razón, la ceremonia más importante es aquella que tuvo lugar en Roma.
     Roma por lo tanto, no es ya centro sólo de la religión católica, sino de la nueva religión de la cual es Papa Franklin Delano I, que celebró el jueves pasado esta gran fiesta de todos los creyentes en el mundo. No en San Pietro por supuesto (esta basílica se encamina hacia su irremediable decadencia), sino en la iglesia episcopal estadounidense de San Paolo en Via Nazionale.
     Aquí vinieron cristianos de todas las confesiones, incluidos los católicos, así como los judíos. Estuvieron presentes las autoridades militares y civiles de los Cuerpos Invasores. Entre ellos se observa que también estaba el coronel Poletti, comisario de la cuarta región. La cuarta región, para quienes no saben, es la de Roma. Roma de hecho ya no es “caput mundi” (Capital del mundo), sino una región que lleva un número, como los convictos. La ceremonia fue majestuosa. Fueron cantados los himnos de la sociedad religiosa de los amigos. Se dio lectura del mensaje de Roosevelt y luego el Conde Sforza, ministro sin cartera del autoproclamado Gobierno italiano, pronunció un discursucho sumiso, en el que, entre otras cosas, dijo que los estadounidenses, los cuales, ahora conocen muy bien la Europa, quizás por haberla masacrado y destruido en gran parte, se convertirán en una aristocracia moral.
     Después de esto, todos los participantes en el rito solemne, fundidos, es más, confundidos en la nueva religión judeocristiana proclamada por Roosevelt, se aseguraron una paz justa para la humanidad, con la ruina de nuestro continente.
     Todo muy bien. Solo seremos indiscretamente curiosos de querer saber lo que haya pensado el Santo Padre en ese mismo momento, aquel por supuesto, que está todavía en el Vaticano.

Benito Mussolini
Nacionalismo Católico San Juan Bautista