Con las ideas derechas
“…This war will be fought not in the frontier or in a distant battlefield but amongst us…” (From the movie ThePatriot)
Estamos viviendo un tiempo de
transición; a medida que nos adentramos en el siglo XXI la tradicional
idea de “ganar una guerra” ha mutado ahora en los modos, estrategias y
tecnologías necesarias para gestionar “conflictos”, y “manejar” la
violencia urbana, hasta el significado de “ganar” queda abierto a
interpretaciones en procesos que se presentan con finales abiertos en la
geografía de nuestro hemisferio. Es en este contexto que la denominada
“Batalla Cultural” está ocupando un lugar tan significativo como los
conflictos armados.
POR QUE “QUINTA GENERACION”
Aclaración previa: La noción de
conflictos de quinta generación, no es nueva, de hecho menciones de este
término se pueden rastrear en 2009, sin embargo, esas menciones hacen
referencia a la faceta puramente tecnológico-militar de los conflictos y
no consideran el aspecto político-cultural que hoy aparece como
central, opacando a las facetas puramente técnico-militares.
Esta distinción es relevante por cuanto
pensamos que hoy el centro de gravedad de los Conflictos de Quinta
Generación está menos en las confrontaciones armadas (que obviamente
siguen existiendo) y más en la lucha por la supremacía “electrónica”,
entendiendo por tal, no solamente la guerra electrónica en sentido
clásico, sino el dominio en la captación de la opinión pública en las
redes sociales.
Como luego veremos, esta utilización va
mucho más allá de hablar del simple uso de “internet” en cualquiera de
sus variantes, se trata de algo elaborado, que implica además el cambio
del comando y la coordinación verticales, propia de los sistemas
tradicionales, a una mucho más horizontal, que se refleja no solamente
en el uso de la red, sino también en la estructura “nodal” de las
organizaciones tanto políticas como armadas que perviven hoy.
A esto se suman las alianzas
circunstanciales o no, entre el terrorismo y el crimen organizado. Esta
alianza debe ser objeto de detallado estudio particularmente en nuestro
hemisferio, por la significación que adquirió en los últimos años, y por
la creciente sofisticación y coordinación entre grupos como FARC o
Hezbollah y el crimen organizado.
Si proponemos que estamos en presencia
de los conflictos de “Quinta Generación” estamos a la vez afirmando que
existen cuatro generaciones previas; vale la pena detenerse un momento y
clarificar a que nos referimos.
La idea de cuatro generaciones de
conflictos en la guerra moderna fue planteada originalmente por William
S. Lind (también conocido por su seudónimo literario Thomas Hobbes. Su
trabajo más conocido será: The Changing Face of War: Into the Fourth
Generation, publicado en “Marine Corps Gazette – Octubre 1989 –
El planteo de Lind habla de una primera
generación de guerras que iría desde el 500 ac hasta el 1400
aproximadamente, guerras donde lo que prima es la masa y las armas
blancas, son guerras estatales.
La segunda generación se puede fijar a
finales de la edad media, con la proliferación del mosquete y la
aparición de las primeras armas de retrocarga y se cerraría con las
primeras ametralladoras y la noción del “fuego indirecto”.[1]
El arquetipo de la tercera generación
sería la “blitzkrieg” durante la invasión alemana a Francia, y se basa
en la velocidad y la maniobra, ya no se trata de “líneas” formadas una
frente a otra sino de maniobra, contando además con la infantería
mecanizada y la proliferación del apoyo aéreo; la Guerra de Corea y
Vietnam serían los ejemplos más clásicos – no los únicos –. Sin embargo,
Vietnam deviene el prólogo de un cambio conceptual, si bien aún se
denomina técnicamente “guerra” y sin dudas lo fue.
Veamos ahora con algún detalle que
entendemos con “Conflictos de Cuarta Generación” y por qué se podría
hablar de una Quinta Generación (lo que implica que se ha producido un
cambio cualitativo que lo justifica).
Nuevamente volvemos a William Lind y su trabajo: “Understanding Fourth Generation War” publicado en enero de 2004 (www.antiwar.com);
pero será Thomas X. Hammes – un coronel de la infantería de marina –
quien profundiza en el tema, con un libro que se hace bestseller entre
los estudiosos: “The Sling and the Stone” (traducido libremente como La
Hondera y la piedra).
Esta idea de “cuarta generación” aplicada a nuestro hemisferio se ve con mucha claridad en un trabajo de Max Manwaring[2] “Venezuela as an exporter of 4th generation warfare instability
En síntesis apretada, se puede decir que
Lind y Hammes presentan “conflictos post modernos” y que la idea de
descentralización cobra un importante protagonismo, particularmente si
recordamos los conflictos férreamente centralizados que anteceden y
suceden a la segunda guerra mundial.
Lo más importante a destacar es que las
líneas entre la política, el combate, los combatientes y las fuerzas no
estatales se hacen muy borrosas, en un panorama donde el “estado
nación” comparte su centralidad con los ahora denominados “actores
violentos no estatales”.
“…Los conflictos de cuarta generación
(4GW) utilizan todas las redes disponibles –políticas, económicas,
sociales y militares—para convencer a los decisores políticos que sus
objetivos estratégicos son o bien inalcanzables o bien demasiado
costosos en relación con el beneficio que se percibiría… Es una forma
evolucionada de insurgencia, con raíces en el concepto que una voluntad
política superior, bien empleada, puede derrotar a un poder
político-económico mayor… a diferencia de las generaciones previas no se
trata de triunfar derrotando a las fuerzas militares enemigas… las
guerras de cuarta generación son prolongadas, se miden en décadas más
que en meses o años…”[3]
Vale la aclaración que cuando Hammes
utiliza el concepto de “redes” no se está refiriendo a las redes tal y
como las entendemos hoy (recordemos que su libro se publica en 2006 o
sea que pasaron 12 años). De todas maneras lo que él puntualiza es que
es la utilización conjunta de recursos “políticos, económicos, sociales y
militares” mantiene absoluta validez, lo que varió es el vehículo y su
utilización.
Existe un consenso general que los antecedentes de lo que denominamos
4GW aparecen antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, pero será
Mao TseTung quien primero desarrolle y ejecute este concepto a su
llegada al poder reescribiendo la estrategia del Partido Comunista en su
lucha contra los nacionalistas primero, los japoneses luego y otra vez
contra los nacionalistas hasta su triunfo (1949)
Estos conflictos (4GW) tienen la
peculiaridad de que en su marco coexisten las confrontaciones armadas
tradicionales: La Guerra de Corea, el conflicto Árabe-Israelí de 1967 y
1973, la guerra por las islas Malvinas (Falkland para los Británicos) o
la guerra entre Irán e Iraq; con conflictos irregulares y guerra de
guerrillas: La revolución comunista en China –como antecedente – las
guerras de Argelia; los movimientos guerrilleros en Brasil, Uruguay,
Argentina, Chile, Colombia, o en Centroamérica el Movimiento Sandinista
en Nicaragua, y ya en los 80 la invasión soviética a Afganistán. Esto
sin dejar de recordar los movimientos terroristas que asolaron Europa:
ETA en España, IRA en Irlanda, Brigadas Rojas en Italia, Acción Directa
en Francia por mencionar solo unos ejemplos.
DE LA CUARTA A LA QUINTA GENERACION
Por qué hablamos de una transición entre los conflictos de Cuarta a Quinta generación?
En forma sintética podemos decir que la
diferencia substancial está en que en el primer caso la confrontación
armada, regular o irregular es central –si bien no excluyente — no así
cuando pasamos al terreno de la Quinta Generación.
Para explicar lo que estimamos es el
pasaje a una nueva generación debemos comenzar por señalar que para
hacerlo es necesario dividir (al mero efecto del análisis) el tema en
dos “capítulos”. El primero es el más “técnico” y estaría dedicado al
análisis de los cambios tanto en las estrategias, cuanto en las
tecnologías “bélicas” y en aquellas que, sin serlo, se emplean directa o
indirectamente en los conflictos que se desarrollan en todo el globo.
En esta área –la técnica – caen las
diversas generaciones de material ligado a la robótica, que tanto
evolucionó en la última década y que no se limita a todas las variables y
modelos de “drones” sino que se proyecta, cada vez más, a la evolución
de la aplicación de la Inteligencia Artificial (AI), esto sin siquiera
comenzar a mencionar todas las tecnologías aplicadas a las
comunicaciones, o los desarrollos en el área de los diversos tipos de
satélites y la evolución de lo que hace específicamente a los
armamentos.
Un elemento que no podemos obviar es
cómo una impresionante cantidad de estas tecnologías avanzadas, que
supieron estar exclusivamente en manos de los Estados Nación, ahora, no
solo están al alcance de particulares, sino más específicamente lo están
del crimen organizado, narcotráfico y grupos terroristas, que no tienen
inconveniente en pagar por ellas.
A lo dicho debemos sumarle el dato que,
las facetas violentas a la que aludimos serán eminentemente urbanas,
paradójicamente, el “campo” de batalla, pierde relevancia como tal y
serán los ámbitos mayoritariamente urbanos los puntos donde la violencia
armada tiene lugar.
El que podemos llamar “capítulo dos” de esta arbitraria división, es paradójicamente el más importante: La batalla cultural
Comencemos por decir que la Batalla
Cultural se plantea centralmente como una confrontación
político-filosófica en su nivel más alto de abstracción; es
primordialmente una “batalla por la mente” y se libra en y por las
redes.
Es desde ese nivel
(político-filosófico) que el análisis debe ir descendiendo, a lo
estratégico, luego a lo táctico y de allí a lo “operativo”, reflejado
este en los diversos tipos de violencia, la que va desde las
demostraciones callejeras a las acciones armadas tipo guerrilla, a las
que se suma la violencia criminal organizada, tal y como la vemos en
nuestro hemisferio, tanto con las “maras”, como con los grupos armados
tales como las FARC de Colombia, o Primeriro Comando y Comando Vermelho
de Brasil, por mencionar unos ejemplos nada más.
En definitiva nos encontramos con una
profunda confrontación entre visiones opuestas respecto de lo que es el
mejor futuro posible para el ser humano. Esta confrontación, qué tiene
una sutil continuidad con la que conocimos en la década del 60/70, la
emprenden los “hijos no reconocidos” de las ideas del viejo
Marxismo-Leninismo, Maoísmo, ahora vestidas con diversas ropas que van
desde los políticamente correctos, pasando por los diversos matices de
los populismos más o menos violentos y donde además las ideas que
desarrollara Antonio Gramci, adaptado su lenguaje a las demandas de las
redes, mantienen plena vigencia.
Siempre tendrán al sistema republicano y
a la libertad como enemigos, aun cuando no lo reconozcan abiertamente
en algunos casos. Posiblemente el más interesante en la región, sea el
llamado Socialismo Para el Siglo XXI “nacido” en la Venezuela de Hugo
Chavez.
La figura de los líderes carismáticos
sigue siendo relevante; en nuestro hemisferio, los hermanos Castro en
Cuba, Chavez-Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Lula da
Silva en Brasil, Dessi Bouterse en Surinam, por mencionar los más
conocidos; ellos se auto asumen como representante de las necesidades
de todo el pueblo, y al hacerlo colocan como “enemigo del pueblo” a
quien plantea un proyecto político diferente.
La idea pergeñada en los 60/70 de acceso
al poder por la vía armada (que a su vez se nutre del concepto de
“levantamiento de las masas”) pasa a un borroso segundo plano, como
asimismo sucede con la organización celular que a partir del 2000 deja
paso a la llegada de las “redes” que hoy ocupan el espacio más
significativo.
Pero lo que hace a este conflicto
substancialmente diferente de otros conflictos a lo largo de la
historia, es que, parafraseando a Mario Vargas Llosa, vivimos en la
“Civilización del Espectáculo” [4]
Para
el año 2000 la computadora personal, la PC se había convertido en algo
común, luego se hizo “portátil”, y más adelante se convierte en
“Tablet”, esto sin siquiera analizar la proliferación de los teléfonos
celulares, ahora convertidos en mucho más que meros teléfonos, y la
digitalización y la red se hacen parte de nuestra vida cotidiana. El
mundo se verá sobrepoblado de “pantallas”, pantallas por todas partes y
de todos los tamaños, en la calle, en casa, en el avión, en el auto y
por supuesto en el bolsillo. Pantallas que ahora incorporan “ojos”
listos para registrar todo movimiento o acción que emprendemos, y
potencialmente “subirla a la red”.
Es por eso que se puede decir que el más
relevante “campo de batalla” donde se libra esta confrontación son los
medios audiovisuales y las redes; a esto se agregan las universidades y
colegios.
La batalla cultural en las universidades
la está ganando la izquierda en todo el hemisferio, desde Canadá a
Tierra del Fuego con muy pocas excepciones.
Esto no sucede de un día para el otro,
se pueden ver hitos (marcadores) que se remontan a 15 o 20 años atrás,
hitos que primero son casi imperceptibles y a los cuales prácticamente
no se les presta atención. Donde primero se percibe es en los
departamentos de Historia, Filosofía, Periodismo, Ciencia Política o
Derecho, lugares donde se forma el “pensamiento” de lo que luego será la
clase dirigente.
A medida que transcurre el tiempo,
ciertos temas y docentes van siendo eliminados, y reemplazados por
otros, aquello que puede ser adverso a la versión del relato de la
izquierda será atacado en forma constante, tanto temas como personas;
particularmente claros y feroces serán los ataques a las personas vistas
como opositores a la línea “progresista” o a la “revolución
bolivariana”. El objetivo será infundir miedo en lo personal, miedo que
paralice cualquier acción política.
Esto es un dato muy significativo, los
ataques llamados “ad hominem”, a la persona con nombre y apellido, que
recibe todo tipo de acusaciones descalificantes, no importa si reales o
imaginarias. Las redes a su vez cumplen con la tarea de multiplicar las
mismas y darle orígenes diversos con los cual se logra la apariencia de
consenso, esto se convierte en una real “demonización” de una persona,
al punto que sus ideas no serán siquiera escuchadas, esta descalificado
“a priori”…
En buen número de universidades, tanto
públicas como privadas, se viene produciendo un fenómeno de
“unificación” del pensamiento, hay un solo pensamiento políticamente
correcto y se basa en las múltiples facetas que presenta la izquierda en
el Hemisferio.
A lo largo del tiempo se desarrollan
“grupos cerrados” donde quien no es parte del mismo, ya sea alumno,
asistente o docente, tiene casi nulas posibilidades de ser promovido.
Instituciones educativas enteras se presentan en forma monocolor
repitiendo, con algunas variantes los mantras propios de la izquierda
regional.
Se forman verdaderas “redes” que
trascienden lo académico y es imprescindible entender como estas redes
operan por cuanto estamos acostumbrados a pensar este accionar en
términos jerárquicos, pero lo que sucede hoy es que son “redes” las que
capturan las estructuras tanto políticas como educativas. Lo dicho
implica que hay “hubs” con mayor centralidad, y otros secundarios, y
deja de tener sentido concentrar esfuerzos en dilucidar quién o dónde
está la cabeza, justamente porque cuando hablamos de “redes” estamos
señalando estructuras que no se basan en la verticalidad.
Lo dicho, no implica la clara existencia
de objetivos estratégicos comunes y aún de tácticas muy similares y
esto es particularmente visible ante cualquier tema controversial, donde
las “redes” se activan y ejercen un efecto multiplicador, tal que para
el observador no alerta parece que solo un punto de vista, solo una
perspectiva, es la correcta y quien se opone, lo hace por alguna
siniestra razón. Simultáneamente habrá ciertos temas que desaparecen de
la currícula, o se enseñan de manera parcial, así, por ejemplo, no se
tocarán temas como los crímenes de Lenin o Stalin, o los gulags, o las
ejecuciones masivas dirigidas por el “Che” Guevara; nada de eso será
mencionado
El funcionamiento y activación de las
redes que la izquierda generó, merecen un tratamiento por separado,
baste decir que a hoy son más de 1100 páginas web, tan solo en el mundo
de habla hispana, que directa o indirectamente coordinan sus contenidos y
se enlazan y promueven unas a otras de forma tal de multiplicar el
efecto de un determinado tema, lo que hace que el lector desprevenido de
por “bueno” un contenido, atento a que parece ser una “verdad aceptada”
por sitios en geografías muy diversas.
En la segunda parte de este trabajo nos
centraremos en el “funcionamiento” de la Batalla Cultural, cual es el
papel que hoy juegan las redes (más allá de las llamadas redes sociales)
y cual el rol de los Estados, centrándonos geográficamente en nuestro
hemisferio, estados que como Cuba, Rusia, China, Venezuela, Nicaragua o
Irán participan activamente (cada uno con sus objetivos particulares,
pero coincidiendo en el objetivo general ) que es llevar a la mayor
cantidad de seres humanos que sea posible al convencimiento que el
sistema que denominamos democracia representativa carece de futuro.
……………………………………………………..
[1] Para un estudio más detallado de las dos primeras generaciones. Cfrs. Hammes, Thomas, The Sling and the Stone, Zenith Press, 2006. P.16 y ss
[2]Manwaring, Max, Venezuela as an exporter of 4th generation warfare instability, Strategic Studies Institute, Carlisle, PA.2012.
[3]Hammes, Thomas X. The sling and the Stone, Zenith Press. 2006.
[4]Vargas Llosa, Mario. La Civilización del Espectáculo. Prisa Ediciones, Buenos Aires, Argentina. 2012