Juan Manuel de Rosas y Gabriel García Moreno
ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS
(Por Luis Robalino Dávila, historiador ecuatoriano)
Sumario
Introducción
La lectura hecha últimamente de algunos libros de Historia Argentina
entre los cuales Levente, Gálvez y Pereyra, me ha determinado a hacer
algunas consideraciones sobre estos dos personajes que tanto ocuparon y
siguen ocupando la atención de historiadores y escritores argentinos y
ecuatorianos.
Si bien Rosas nació en 1793 y García Moreno
en 1821, puede considerárseles contemporáneos por la acción que
ejercieron en sus respectivos países, de 1819 a 152 el primero, y de
1846 –cuando periodista político- a 1875, el segundo.
Rostro de singular belleza el de Rosas. Para calificarla –dice Manuel Gálvez-
uno piensa en estos adjetivos: soberbia, egregia brillante. Cierta
palidez, mirada fuerte, caladora. Cuello vigoroso. Manos de gran señor,
finas de largos dedos, siempre pulcras. Habla en tono levantado.
¿No es el retrato de García Moreno?
Las analogías de carácter son mayores: ambos dos son amigos del
orden, enemigos de todo cuanto lo altere. Rapidez en la concepción;
firmes en las órdenes; implacables en la represión.
Cuando la lucha con Francia, a Rosas se le llama "El Gran Americano". A
García Moreno, aplicándole una antigua frase sobre un Mariscal de
Francia, el publicista francés Luis Veuillot, califica a García Moreno
de "Hombre que honra al hombre".
Y nuestro compatriota fue, ante todo, una vigorosa planta humana;
una alta inteligencia y una voluntad poderosa y rara en estas
latitudes; un hombre del Renacimiento por el instinto vital, el fuego
interior y las pasiones violentas; de la talla de los grandes
dominadores, fuerte enérgico, ambicioso.
La voluntad de Rosas es un torrente que es imposible resistir.
"Voluntad monstruosa" la llamó el historiador francés Jacques Duprey.
Tales voluntades tienen que conducir fatalmente al "despotismo":
fusilamientos en masa, prisiones, destierros, torturas, del uno;
Maldonado, Juan Borja, Jambelí, Viola, del otro.
Pero hubo una gran diferencia entre los dos hombres: poco
instruido Rosas, mente cultivadísima la de García Moreno. El primero no
se interesó por la instrucción pública; el segundo fundó la Escuela
Politécnica, el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela de Bellas
Artes: trajo de Europa religiosas y Hermanos Cristianos para las
escuelas, encargó a los Jesuitas la enseñanza secundaria.
En la primera presidencia de Don Juan Manuel comienza un
extraordinario progreso que durará hasta su caída. Dicta la ley de
aduana proteccionista. El establecimiento metalúrgico de Juan Beriso,
fundado meses antes de la ley, llega a construir no solo numerosas
embarcaciones pequeñas, sino cuatro buques de alta mar. A la caída de
Rosas habrá dos fábricas; 743 talleres. Y para la ciudad de cincuenta
mil habitantes de entonces, hay en Buenos Aires
la fabulosa cifra de 2,008 casas comerciales. Se introduce la primera
máquina de vapor; se crea la primera fábrica de fundición y mecánica; se
inaugura la primera línea de cabotaje del Atlántico Sur…
García Moreno fue el gran constructor; la Carretera del Sur, su
amada carretera; el comienzo del ferrocarril para unir el Puerto de
Guayaquil con la Capital de la República; aliento, facilidades para
empresas industriales…
Los padres de Rosas son de familia argentina y descienden de
familias nobles, los Ortiz de Rosas – verdadero apellido de la familia
paterna -, ennoblecidas durante el reinado del infante Don Pelayo.
Los de García Moreno, así su padre, hidalgo español de encumbrada alcurnia, como la madre guayaquileña de alto linaje.
Para acostumbrarle al valor, y dado que el niño Gabriel sentía
miedo ante los cadáveres, el padre le encerró cierta noche en una
habitación oscura donde se hallaba un muerto. Siendo casi una criatura,
Juan Manuel fue encarcelado en un cuarto; pero el muchacho se vengó del
castigo levantando las baldosas del piso. La madre de Rosas es mujer de
carácter y energía. Todos convienen en que la madre de García Moreno lo
fue igualmente.
Dr. Santiago Viola, enemigo de Rosas fusilado por García Moreno
El Dr. Santiago Viola
Fue periodista con Mitre y con otros personajes. Fundaron "El Iniciador"
contra Rosas. Este dispone que una red de espionaje sutilmente montada,
que le hace depositario de los secretos más íntimos de la población.
Se halla obligado Viola a dejar su patria, y se dirige a Guayaquil
donde ejerce con éxito su profesión de abogado. Escribe cierta vez a un
enemigo de García sobre asuntos judiciales que le han sido encargados.
Mas, las sospechas del Gobernante ecuatoriano son vehementes sobre
participación de Viola en la política. Le hace llamar y le pregunta:
- ¿Conoce Vd. Esta letra?
- Fácilmente, es la mía.
- ¿Y qué pena merece un extranjero que se mezcla en asuntos políticos del país que le da hospitalidad?
- Según el criterio de Vd., señor Presidente, la pena de muerte.
- Vd. Ha dictado su propia sentencia.
Y lo hace fusilar en la Sabana de Guayaquil, a pesar de la
intervención de varias personas a favor de Viola, inclusive su
respetable madre.
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Cuando la lucha con Francia, la fama de Rosas
se extiende por todo el Continente Americano. "La Gaceta del Ecuador",
periódico oficial del Gral. Flores en sus dos períodos administrativos,
como en el de Rocafuerte, publica noticias del Río de la Plata. Además
García Moreno, solía leer periódicos europeos llenos de informaciones
sobre Rosas. ¿Las leyó García Moreno? ¿Conoció así al "Gran Americano"?
¿Qué impresión le causó? ¿Tuvieron alguna influencia sobre su espíritu
los procedimientos del Gobernador de Buenos Aires?… Muy difícil saberlo.
La Cancillería Argentina, en la época de Rosas, solía escribir a la
ecuatoriana, como a las demás de Hispanoamérica,
sobre los asuntos que suponía interesaban al Continente. Esas notas
reposan en el Archivo de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores.
Entre otras hay las siguientes:
El 27 de Enero de 1834, en Canciller Tomás Guido pide al Gobierno
ecuatoriano mantener la independencia americana y rechazar las
pretensiones españolas de restablecer la Monarquía.
En una Circular de la Cancillería Argentina del "Mes de América"
(Marzo), Año 28 de la Libertad y 8º de la Confederación Argentina,
encabezada por la divisa "¡Viva la Federación!", el nuevo Canciller
Felipe Arana, comunica al Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador
que la República Argentina
está en guerra con el Gobierno del General Santa Cruz y sus
Sostenedores. Manda un impreso sobre el hecho, que por desgracia no
existe en el Archivo.
El propio ministro Arana envía a Quito un cuaderno impreso, que tampoco
existe, y que comprende –según dice Arana- las notas oficiales y cartas
particulares relativas al estado actual del asunto que ha motivado el
bloqueo de los puertos argentinos por el Excmo. Sr. Contralmirante,
Comandante en Jefe de la Escuadra de S.M. el Rey de los franceses, en
estadía en el Brasil y en los mares del Sur.
Un acontecimiento tan destituido de motivo justificado como de
autorización, ha debido llamar la atención de todos los gobiernos y
pueblos, y muy especialmente de los gobiernos y pueblos americanos.
Y pide elevar a conocimiento del Presidente del Ecuador (lo era Rocafuerte) la nota y sus antecedentes.
El 18 de Mayo de 1838 remite el propio Arana un cuaderno impreso
(no existe tampoco) con la continuación de la correspondencia particular
del Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia con
S.E. el Señor Contralmirante de la Escuadra Francesa en estación en el
Brasil y en los mares del Sur.
El 21 de mayo de 1838, el Ministro Felipe Arana avisa recibo de la nota del Ministro de R.R.E.E. del Ecuador de 13 de Septiembre de 1837 en la que "agradece
la bondadosa hospitalidad que recibió en Buenos Aires el Señor Larrea
(sin duda Don José Modesto Larrea, Marqués de San José), Encargado de
Negocios del Ecuador ante S.M. el Rey de los franceses, en tránsito para
su destino".
En nota de Buenos Aires del 5 de Marzo de 1842, el Ministro
Felipe Arana envía una copia autorizada, en texto francés y español, de
la Convención de Paz con Francia,
celebrada el 29 de Octubre de 1840 con el Ministro Plenipotenciario de
Francia de S.M. el Rey de los franceses, Par de Francia, Barón de
Mackau, Gran Oficial de la Orden Real de la Legión de Honor, ratificada
el 15 de Octubre último por aquel Soberano: "Al Gobierno Argentino
–dice Arana- le asiste la lisonjera esperanza que el Excmo. Señor
Presidente de la República del Ecuador hallará en este documento
importante una prueba clásica, no menos de la política elevada, honor e
ilustración de S.M. el Rey de los franceses, que de la justicia,
moderación y dignidad del Encargado de las Relaciones Exteriores de la
Confederación Argentina y de su espíritu cordialmente amistoso y
fraternal de los Estados Americanos".
La convención de Paz fue firmada por Felipe Arana y el Barón de Mackau. La ratificación por Juan Manuel de Rosas
y Manuel Insiarte, Ministro de Hacienda, el 31 de Octubre de 1840.
Reconoce la Convención las indemnizaciones debidas a los franceses que
hubiesen experimentado pérdidas o sufrido perjuicios en la Argentina. Queda por determinarse la suma de tales indemnizaciones que se arreglará en el término de seis meses.
Será levantado el bloqueo de los puertos argentinos y evacuada
por las fuerzas francesas la Isla de Martín García, en los ocho días
siguientes a la ratificación de la Convención por el Gobierno de Buenos Aires.
El material de armamento de las Isla Martín García será repuesto tal como estaba el 10 de Octubre de 1838.
Los dos Buques de guerra argentinos capturados durante el
bloqueo, u otros do de la misa fuerza y valor, serán puestos en el mismo
término con su material de armamento completo, a la disposición del
Gobierno Argentino.
El Gobierno Argentino ofrece conceder permiso de volver al
territorio patrio a los argentinos proscritos, si abandonan la actitud
hostil en que se hallan contra el Gobierno de Buenos Aires, en el término de un mes después de la ratificación de la Convención.
Queda entendido que el Gobierno de Buenos Aires seguirá considerando en estado de perfecta independencia a la República Oriental del Uruguay.
Mientras se arregle la conclusión de un Tratado de Comercio entre
Francia y la Confederación Argentina, los ciudadanos franceses en
territorio argentino y los ciudadanos argentinos en el de Francia, serán
considerados y tratados en ambos territorios, en sus personas y
propiedades, como lo son o lo podrán ser los súbditos o ciudadanos de
las demás naciones, aún las más favorecidas.
Las ratificaciones serán canjeadas en París en el término de ocho
meses o antes si fuere posible, por intermedio de un Ministro
Plenipotenciario de Argentina que será acreditado a este efecto.
Hecha a bordo del Bergantín parlamentario francés, la Boulonaise, el días 29 de Octubre de 1940. –Felipe Arana. Barón de Mackau.
Como se ve, el triunfo de Juan Manuel de Rosas fue rotundo.
Una bella proclama de Vicente Rocafuerte
Cuando ocurrió la guerra entre Chile, Buenos Aires y la Confederación Perú-Boliviana, dirigida por Santa Cruz, y comunicada al gobierno ecuatoriano; el 25 de Octubre de 1837,Vicente Rocafuerte, Presidente entonces del Ecuador, dirigió una bella proclama a sus conciudadanos, anunciándoles dicha guerra, "penetrado del más profundo dolor". Recordó la mediación ofrecida por su Gobierno ene l conflicto, por desgracia sin éxito y añadió:
"Os queda todavía una obligación sagrada, y es la de
conservar, en esta solemne ocasión, la perfecta neutralidad que ha
decretado la representación nacional. Haced brillar vuestro civismo en
vuestra justicia y humanidad con los beligerantes; mostraos siempre
dispuestos a servirlos y dad las pruebas de vuestro desinterés y de
vuestra sincera amistad, trabajando para que termine esta contienda lo
más pronto posible y del modo más honroso y más satisfactorio para
todos". ("Gaceta del Ecuador".- Quito, sábado 4 de Noviembre de 1837).
Las noticias extranjeras publicadas en este periódico oficial de
la época de Rocafuerte, eran numerosas e importantes. Llegaban
periódicos extranjeros y se tomaban también noticias de cartas
particulares. Alguna vez, artículos moralizadores y contra el alcohol.
Insertaba biografías, disertaciones científicas, son el afán de ilustrar
a los lectores en diversas materias.
El primer gobierno de Rosas
Fue nombrado por cinco años Gobernador de Buenos Aires
el 8 de Diciembre de 1829. La Sala (la Cámara) acordada al nuevo
mandatario la suma del poder público. Fue el aniquilamiento del sistema
republicano hasta entonces imperante, pese al plebiscito personal pedido
por Rosas. Era tal el cúmulo de poderes depositados en su persona, que
Rosas consideró necesaria la ratificación de la ley por los habitantes
de Buenos Aires. El plebiscito favoreció casi únicamente a Rosas.
Cuando presentó García Moreno a la Convención de 1869 la famosa
Carta Política elaborada por él y análoga a la célebre de Portales para Chile; como asustado de sus rígidas disposiciones, hizo también que un plebiscito lo aprobará.
Inmediatamente de hacerse cargo del poder Rosas, comenzaron las
destituciones en masa: civiles, militares y eclesiásticos, fueron
separados de sus cargos, como suelen hacer siempre los Dictadores para
gobernar acorde su voluntad… El motivo alegado por Rosas era simplemente
el de la "poca fidelidad a la causa de la Federación".
El teatro fue empleado como instrumento de propaganda. El 29 de Septiembre de 1835, se estrena "El Buen Gobernador de las Leyes". Rosas concurrió a la función.
Cosme Argerich, profesor de la Universidad, quedaba separado para
siempre, "por haber traicionado la causa de la Federación". Al Obispo
se le solicito la separación de su curato de un sacerdote. La lista más
nutrida fue al día siguiente de haber asumido Rosas el mando. Dio de
baja a 11 Coroneles, 18 Mayores, 20 Capitanes ya otros de menor
graduación en número de 75. Y así a todos los ramos de la administración
llegó la mano implacable de Rosas.
Y con el afán de uniformarlo todo, llegó a ordenar que las notas
oficiales deberían ser encabezadas con las palabras: "¡Viva la
Federación!", además de la fecha y los años de la Federación, de la
Libertad y de la Independencia. Y todo ello se ponía igualmente en las
notas oficiales dela Cancillería a la Cancillerías extranjeras.
La divisa, del cintillo punzó se impuso como obligatoria a los
preceptores, empleados y niños de las escuelas públicas y privadas. Se
trataba de orientar a toda una generación destinada a sostener la
Federación y la Dictadura.
La Iglesia, desde el Obispo hasta el Cura de la Parroquia más
humilde, tributaban elogios al Gobernador. Como si no bastaran las
muestras de adhesión verbal con que los sacerdotes terminaban sus
sermones, todos los templos exhibían los retratos de Rosas.
Rivera Indarte, que más tarde dijera: "Es acción santa matar a Rosas", le dedica entonces el "Himno de los Restauradores", repleto de lugres comunes y de insultos contra los unitarios.
Las artes plásticas tampoco estuvieron ausentes de este concurso.
Varios malos retratos del Dictador contenían leyendas como ésta: "Héroe digno y justo –a quien la libertad, el pueblo augusto- sus destinos, su suerte ha confiado". A la izquierda del retrato, la palabra "Federación": a la derecha, "Federación o Muerte".
Desde que pisó las gradas del palacio, García Moreno trazó las
línea y se encaminó a la meta.
En 1861, en su corto discurso (todo en él era breve como la acción e
instantáneo como el genio –dice Crespo Toral-, presentó los capítulos de
su programa que no los variaría jamás: "Restablecer el imperio de la
moral, sin que el orden no es más que tregua o cansancio y fuer de la
cual la libertad es engaño y quimera; moralizar al país en que la lucha
sangrienta del bien y del mal… h durado por espacio de medio siglo, y
moralizarlo por la represión enérgica del crimen y por la educación
religiosa de las nuevas generaciones; respetar y proteger la Santa
Religión de nuestros mayores y pedir a su influencia la reforma que las
leyes y los gobiernos no pueden conseguir por si solos; fomentar el
desarrollo de los intereses de nuestra empobrecida sociedad,
removiéndolos obstáculos que l falta de conocimientos y de vías de
comunicación aponen a la industria, comercio y agricultura; sustituir
las conquistas pacíficas del trabajo y de la riqueza a las peligrosas y
absurdas teorías, que en la juventud extravían el patriotismo;
arreglar la hacienda pública sobre la triple base de la probidad, la
economía y el creidito nacional; cuidar de que el ejército sea el escudo
y la gloria de la República… En una palabra lanzar al Ecuador, con mano vigorosa, en la senda del progreso". Y lo cumplió como lo dijo, en sus dos gobiernos.
Rosas igualmente tuvo un programa análogo, excepto en lo que se refiere a la educación de la juventud que la descuidó.
Otro de los anhelos del gran Magistrado ecuatoriano, fue su pasión por la justicia, "pasión de almas superiores, pasión casi divina". Ante la impunidad, iba contra los jueces. Caía sobre los logreros (usureros) para hacerles restituir granjerías; "limpió de agiotistas (especuladores) las gradas de palacio y lanzó el rayo sobre la usura".
Fue un hombre veraz; nunca mintió; nunca aduló a nadie; jamás una
palabra indigna en busca de popularidad, menos al Ejército a cuyos
miembros calificara antes de "sanguijuelas galoneadas del Erario".
En esto igualmente, si bien con menos fuerza, fue análogo el proceder de Juan Manuel de Rosas.
Los graves desacuerdos con Francia
Según ley del 1º de Abril de 1821, los extranjeros son más de dos
años de residencia fija en las Provincias del Río de la Plata y los que
fueren propietarios, tenderos, artesanos y profesores en ejercicio,
estaban obligados a servir en la Guardia Nacional.
El Marqués de Vins de Paysac, Cónsul de Francia, reclamó contra esta ley, alegando que sus disposiciones eran contrarias a los principios vigentes en su patria.
Anchorena, Ministro de Rosas, contestó en nota del 8 de noviembre
de 1830, que el extranjero residente no puede equipararse al
transeúnte, pues mientras este conserva todos sus derechos propios, como
extraño al país en que se encuentra de modo accidental, el residente es
miembro de la comunidad cuyo seno había elegido libremente para
establecer su domicilio, con ánimo de no abandonarlo, y que al adquirir
de este modo ciertas ventajas permanentes y fundamentales, que el Estado
bien pudiera negar si quisiese, como la de poseer bienes raíces, la de
ejercer un arte o profesión, la de explotar una industria; en cambio se
le pedía prestar sus servicios como Guardia Nacional, únicamente para la
defensa del orden.
El Cónsul General era hombre prudente. A su muerte, quedó
encargado de los asuntos consulares el Señor Aimé Rogers, mozo de pocos
años, empleado subalterno, sin experiencia ni autoridad, ni aptitudes.
Se abrogó carácter diplomático y todo lo embrolló, haciendo pedidos
inconsultos, no solo sobre franceses, sino sobre suizos.
El historiador Carlos Pereyra, en su libro "Rosas y Thiers",
cita un artículo de la Revue des Deux Mondes, aparecido en aquel
tiempo, denigrant6e para las Provincias Argentinas. Pereyra se ensaña
contra el gobierno francés y llega a calificar a Thiers de gnomo que en
el sentido francés significa personaje sobrenatural, pequeño y deforme.
El bloqueo francés, las tropelías francesas, irritaron a los
argentinos. La actitud firme y valerosa del Gobernador salvó de mayores
desastres. Azotado el país por la sequía de 1836, sufrió mucho con el
bloqueo "pacífico" –por poco se dice "amistoso", apunta Pereyra-. Las
entradas de aduana bajaron enormemente. Era el sitio por hambre. ¿Cómo
no cayo Rosas? Se mantuvo firme. El mérito no es todo suyo, el pueblo
argentino supo solidarizarse con su Gobierno.
Don Juan Manuel disminuyó los gatos públicos, aumentó las
contribuciones y promovió colectas. La riqueza se movilizó
espontáneamente y el Gobierno pudo recibir los fondos de un empréstito.
Los suscriptores no solicitaron garantías ni admitieron intereses.
Lo propio hizo Gabriel García Moreno en circunstancias igualmente difíciles.
Y terminó la intervención francesa con la Convención de Paz
que ya conocemos. ¡Triunfo inmenso de Rosas! Amigos y enemigos lo
reconocen. Entusiasmo febril en Buenos Aires. Homenajes de todo
género al Gobernador. La Legislatura le nombra Gran Mariscal creando el
cargo con el título de "Excelencia"; un sueldo de seis mil pesos
anuales, una escolta de treinta hombres, dos ayudantes y un oficial.
Nadie más contento con el triunfo de Rosas que el Libertador San Martín. Aunque cada vez más enfermo y viejo, le escribe desde Francia: "Como
argentino, me llena de un verdadero orgullo el verla popularidad, la
paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuesSan Martín
tra querida Patria". Le felicita por tantos bienes realizados en medio
de circunstancias tan difíciles. Le desea salud completa y que, "al
terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo
argentino".
No pudo saber que a Rosas se le recompensó con un odio "denso y
bajo" –anota un historiador-. Murió en Boulogne-Sur-Mer el 17 de Agosto
de 1850. Pero le legó su sable. La clausula respectiva del testamento,
dice: "El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la
Independencia de la América del Sur, le será entregado al General de la
República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas,
como un prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver
la firmeza con que ha sostenido el honor de la República, contra las
injustas pretensiones de los extranjeros que tratan de humillarnos".
Mientras la Patria vuelve a la anarquía
Pobreza, ancianidad y muerte.
La caída de Rosas se verifica así: El Brasil,
tradicional enemigo de la Argentina porque teme su sombra –según
aseveración del historiador Gálvez- conquista al General Urquiza y a
otros militares argentinos, y todos los enemigos de Rosas se preparan a
la lucha.
Urquiza avanza con muchos miles de hombres. Apenas se combate. Rosas no
es ya el hombre de siempre. Urquiza, con alguna caballería y dos o tres batallones argentinos, instala su Cuartel General en Palermo.
Rosas se ve vencido y abandona el combate. Está herido de bala en
el pulgar de la mano derecha. A Caballo, acompañado de su asistente,
deja el Hueco de los Sauces; se apea, y bajo un árbol y sobre su rodilla
escribe con lápiz su renuncia en un papel que le pasa el asistente.
Saca una copia. Monta de nuevo, disimulase con el poncho y el gorrete
del asistente, y se dirige no a su casa, sino a la del Encargado de
Negocios de Inglaterra,
Robert Gore, que ha sido trasladado de Montevideo. Manda el asistente
su casa para que informe a Manuelita y lleve a la caballeriza su
montura. Según cuenta la hija, pide un baño tibio, y mientras calientan
el agua, se recuesta y se duerme. Así le encuentra Gore que le informa
sobre la efervescencia de la ciudad; han abierto las puertas de la
cárcel y la vida del Vencido corre peligro. Rosas le contesta que
"confía en la bandera inglesa. Aquí no vendrán –añade. No es el pueblo
el que me ha vencido. Son los brasileros". Y manifiesta a Gore su deseo
de embarcarse esa misma noche.
A media noche del 3 de Febrero de 1852, el General Rosas, vestido de
negro y dando el brazo al Encargado de Negocios Gore, acompañado de su
hija y del Secretario de la Legación Inglesa, dirígese hacia el bajo
donde le espera el bote que le conducirá a la fragata Centaur de S.M.
Británica.
Y así, sin mostrar a nadie su dolor –el dolor de haber sido
traicionado, vencido y abandonado- se aleja de la Patria en el Conflict,
buque de guerra inglés. No tienen recursos ni él ni su hija Manuelita.
Ella confía en la Providencia Divina, y se declara resignada. El
Todopoderoso le h concedido la vida a su adorado padre, su Tatita, como
ella le dice. Ella le hará llevadero su destierro.
El viaje es lento, y un día ocurre que la descomposición de la
máquina, hay que navegar a vela y los vientos son contrarios. El viaje
se alarga. El 23 de Abril llegaban a Davenport y horas después a
Plymouth. Enteradas las autoridades militares de que en el buque viene
Don Juan Manuel de Rosas, una salva de cañón lo saluda.
El cañonazo tiene eco en el Parlamento inglés. Es interpelado el
Ministro de Negocios Extranjeros. Responde éste que no se decretaron
honores ni hubo propósito político alguno, y que Rosas, mientras
gobernó, trató con distinción y generosidad a los ingleses, y celebró
convenios de importancia con la Gran Bretaña.
El Primer Ministro, Duque de Northumberland, declara que todos
los Almirantes británicos tienen orden de salvar la vida a los
personajes que se encuentren en el caso de Rosas. Este agradece a la
Reina Victoria y pide permiso par vivir en Inglaterra. Se le contesta
que no necesita permiso y que "puede establecerse donde quiera, y vivir en perfecta seguridad bajo la protección de las leyes inglesas".
Quedan los desterrado un día en Plymouth y luego va a Southampton.
En Buenos Aires
El 20 de febrero entra Urquiza
en la ciudad por la calle Florida, en un caballo de Rosas, y de poncho
blanco, sombrero de copa alta y cintillo punzó. Cerca de una esquina se
abre la ventana de una casa, asoma la cabeza una mujer y sacando fuera
el brazo, le grita al triunfador: "¡Asesino! ¡Asesino!". Es la
madre del Coronel Paz, degollado en Vences.
A pesar de haber fusilado a todo el regimiento de Aquino, Urquiza trata
con magnanimidad a los hombres de Rosas y hasta se rodea de ellos. Pero
no asume el poder. Queda en Palermo como Jefe del Ejército y nombra
Gobernador provisional a Don Vicente López que ensalzara a Rosas en
verso y durante cuya Administración fue alto funcionario judicial.
Urquiza decretó la devolución de los bienes de Rosas. Un pariente
de este hizo vender la estancia "San Martín" del antiguo Gobernador, y
después de pagar algunas deudas pudo mandarle cosa de cien mil pesos.
Pero la nueva revolución de Septiembre impidió la venta de los demás
bienes, y el Gobierno que se estableció después del trastorno, compuesto
por los peores enemigos, los confiscó otra vez.
En Buenos Aires ya no hay orden ni paz. El General vencedor
fusila a un regimiento entero. Y se destierra, se encarcela, se
persigue, se prohíbe ejercer la profesión a los enemigos. En el campo,
los gauchos maltratados por haber sido fieles a Rosas. La situación de
desorden es cada día peor. Se detiene a ilustres ciudadanos, se apalea,
se destituye, se registran las casas a cualquier hora…
Año de crueles alternativas para Rosas el de 1852. La
confiscación significaba la miseria o el recurrir a la caridad de los
amigos que le quedaban.
Se le va a enjuiciar en Buenos Aires. Se le declara "reo de lea patria" y hasta se llega a decir que el Dictador traicionó "en muchos casos a la independencia de su patria cuya libertad y cuyas glorias sacrificó a sus ambiciones personales".
Mientras la causa sigue su curso, redacta Rosas una protesta, la
hace traducir al francés y al inglés y la publica. Niega a la Provincia
el derecho de juzgarle, pues su Gobierno fue nacional, Su juicio compete
a Dios y a la Historia. Afirma que no pueden convertirse en jueces los
enemigos ni los amigos del General Rosas, ni los que se dicen sus
victimas.
Ha ido a Londres por unos días, donde es invitado a una reunión
social por el Cónsul de la Confederación Argentina. Entre las personas
presentes se halla el Dr. Juan Bautista Alberdi, "el culpable de la intervención francesa",
según un historiador argentino; el redactor de "El Nacional", el
enemigo implacable que desde Montevideo y Valparaíso combatió durante
tantos años a Don Juan Manuel.
Se dan la mano sin sequedad ni acritud, retiranse a un lugar apartado del salón, y allí conversan largamente.
Alberdi relatará más tarde esta entrevista histórica a la que accedió "como protesta contra el proceso de Rosas, verificado sin discernimiento ni derecho alguno".
Rosas –refiere Alberdi- le ruega decir al General Urquiza que le
está "intensamente agradecido por su conducta recta y justa hacia él;
que si algo poseía hoy para vivir, a él se lo debía".
Esta entrevista inicia una amistad entre los dos hombres.
Por esos años arrienda Rosas Burgess Street Farm, cerca de
Southampton. La chacra tiene 60 hectáreas, allí trabaja para ayudarse en
sus gastos. Se le ve a caballo, aunque padece de gota.
Vive solo. Manuelita le ha dejado "con inaudita crueldad, cuando más
necesitaba de sus consuelos". Se casó con Terrero, antiguo Secretario de
su padre.
Las malas noticias de la Patria ensombrecen su espíritu y le entristecen. Es dueño de la Argentina Bartolomé Mitre, uno de los más enconados enemigos de Rosas.
Han transcurrido 10 años desde su caída. No ha habido en la
Argentina ni orden ni paz. El resumen es pavoroso: dos guerras civiles,
varias revoluciones, atentados contra la vida de Urquiza, dictaduras
sangrientas, fusilamientos en masa, invasiones de indios a las
provincias de Córdoba y Buenos Aires,
inseguridad absoluta en los campos, asesinato de dos Gobernadores,
destierros y prisiones de centenares de personas distinguidas,
sometimiento al Brasil, fomento de una revolución en el Uruguay, y comienzo de la entrega del país a la voracidad del capitalismo (hecho que se repetiría en el Ecuador en la época de Alfaro). "Estos 10 años –afirma Manuel Gálvez- superan en horrores y en barbarie al Gobierno de Rosas".
La causa criminal que comenzó hace cinco años, terminó en 1862.
El Fiscal acusa a Rosas de los fusilamientos de San Nicolás y del
Salto; de los sucesos de los años 40 y 42; del fusilamiento de los
prisioneros del Quebracho y otros lugares, de los cuatro sacerdotes
unitarios y de muchos otros atentados.
El Juez le condena a pena de muerte, con calidad de aleve, y a la
restitución de los bienes "robados" a los particulares y al Fisco. Y
considerándolo como "uno de aquellos criminales famosos quienes las
naciones cultas no prestan asilo", pide que se solicite al Gobierno
inglés su entrega.
El final
Las dificultades económicas acosan a Rosas. A una de sus hermanas le escribe en 1864: "Sigo
pobre, muy verdaderamente pobre, trabajando en el campo cuando puedo
sin omitir esfuerzo alguno para tener algo que comer, unos pobres
ranchos en que vivir y en qué tener a mi lado mis numerosos e
importantísimos papeles que son mi único consuelo en la adversidad de
mis penosas circunstancias".
A una amiga le dice: "No fumo, no tomo rapé, vino ni licor
alguno, no asisto a comidas, ni hago visitas ni las recibo, no paseo, no
asisto a teatros ni diversiones de clase alguna. Mi ropa es la de un
hombre común. Mi comida es un pedazo de carne asada y mi mate. Nada más".
La pobreza es tan grande, que ha debido humillarse ante Urquiza quien le
señala mil libras esterlinas por año. Pero las libras no llegan.
Aparecen en Buenos Aires dos libros que disgustan a rosas: las "Memorias Póstumas" del General Paz y la "Historia de Rosas" de un chileno Manuel Bilbao. Y repite estas palabras que son como su leitmotiv: "No
pueden escribir la historia de Rosas ni ser jueces los amigos ni los
enemigos, las víctimas que se dicen, ni los que pueden ser tachados de
complicidad". Cree que su historia verdadera será la que se haga en lo futuro. "El juicio corresponde a Dios
y a la Historia verdadera, porque solamente Dios y la Historia
verdadera pueden juzgar a los pueblos que facultaron a Rosas con la suma
del poder, por la ley".
El año 1868 comienza una época de muertes, una de sus hermanas,
uno de sus queridos cuñados, y al otro año su hijo. En 1870 es asesinado
Urquiza. Además del dolor que tales muertes le producen, significa
también mayor pobreza, pues eran contribuyentes a sus necesidades.
Manuelita, que ha cumplido 54 años en 1870, va a ver a su padre un o dos
veces por año, pues ella también pasa pobrezas y su marido está
enfermo.
Sin duda para atar el tiempo, ha vuelto a su pasión epistolar.
Escribe larguísimas cartas. Y sus observaciones sobre los pueblos de
Europa y la política de los gobiernos de entonces son, a veces, muy
notables y revelan su penetrante inteligencia y aún su portentosa
intuición: "En Prusia –escribe a Terrero- todo conciudadano se pone
en línea de silencio, y se hace soldado, como si fuera una costumbre de
educación doméstica o de la enseñanza primaria". Afirma que "Prusia, es el enemigo más formidable del sistema constitucional". Acusa a Guillermo de Prusia y a Bismarck de haber faltado "a sus palabras solemnes ate el mundo al empezar la guerra franco-prusiana". En otra carta de 1871: "La
organización militar de Prusia es una amenaza constante a la
independencia y a la libertad constitucional de las demás naciones". El 2
de Febrero de 1871 anuncia nada menos que la Liga de las Naciones.
Habla de "la imperiosa necesidad de la erección de un Congreso, Tribunal
de las Naciones, con la suma del poder y del bien armado, el cual se
ocuparía de un Código Internacional en el que se consignaría con
explícita claridad, el equilibrio entre ellas y las garantías seguras
para las libertades, soberanía y derecho de los débiles".
García Moreno igualmente, en sus cartas desde Europa, se ocupó con clarividencia de los asuntos del Viejo Continente.
En 1868, Don Juan Manuel agrega un codicilo a su testamento.
Nombra albaceas a Manuela y a Máximo, pues ha muerto Lord Palmerston,
designado antes. El cadáver del antiguo Gobernador de Buenos Aires,
según su voluntad, quedará en Southampton hasta que en su "Patria se reconozca y acuerde por el Gobierno la justicia debida a mis servicios". Entonces será enviado y colocado "en
una sepultura moderada, sin lujo ni aparato alguno". Y cuando sea
llevado al cementerio de Southampton, dos días después de su muerte,
"será acompañado solamente de un coche con tres o cuatro personas".
Dispone pequeños objetos para el médico, para las viejas criadas y
declara lo que aún debe.
En una de las clausulas del testamento, habla del Diccionario y
Gramática de Lengua Pampa que tiene escritos. Los deja a su hija. Y
parece que Ernesto Renán, no se sabe si en vida de Rosas o después, lo
examinó y hubo de prologarlo.
En marzo, Don Juan Manuel ha cumplido 80 años.
En 1873 el desterrado recibe la visita del Dr. Ernesto Quesada,
adversario suyo. Sin embargo, después de la entrevista, aconsejó a su
hijo que le acompañaba, escribir lo que Rosas ha dicho. El adolescente
guarda esos apuntes más de 30 años; los publica sin retocarlos después
que su padre, con sus libros notables, ha puesto uno de los más sólidos
jalones en la obra de la rehabilitación de Rosas.
Quesada reproduce las palabras que le oyera: "Al asumir el
poder, encontré al país en la anarquía, sin organización nacional, sin
tesoro ni finanzas. En un día no podían modificarse los hábitos
anárquicos. Era preciso primero gobernar con mano fuerte para garantizas
la seguridad, establecer el régimen de orden. Para eso él dedicó su
vida al servicio del país. Los que suponen que gozaba con los
sensualismos del mando, son malvados. Si ha cometido errores, él es
responsable".
García Moreno, en el último mensaje, pidió perdón a sus compatriotas de sus errores y faltas.
Según un teólogo, hay cuatro grados en el amor de Dios: 1º Egoista, el anhelo del cielo; 2º Moralista, duro consigo mismo y con los otros; 3º servidor de Dios, 4º amigo de Dios.
Gabriel García Moreno estuvo en el 2º grado: moralista, duro consigo mismo y con los otros. Rosas fue también moralista, duro con los otros pero no consigo mismo.
Al final de su vida el primero llegó al ascetismo, Rosas no.
Parécenos que los 25 años de sufrimientos de Rosas: soledad,
pobreza, injurias – "Mi sueldo", decía de ellas el Mandatario
ecuatoriano- fueron una expiación mayor que la rápida muerte de este en
el alevoso asesinato del 6 de Agosto de 1875.
El reproche de no haber dado una Constitución, parécele a Rosas fútil. Era preciso antes "preparar al pueblo para ello, creando hábitos de orden y de gobierno". Si no acabó de constituir el país, fue porque los unitarios no le dejaron respirar. Con todo, a su descenso del poder, "el
país se encontraba quizá parcialmente preparado para un ensayo
constitucional, A pesar de eso, hubo de pasar 10 años en la lucha entre
porteños y provincianos. Sin su sacrificio, aún duraría la anarquía como
todavía se puede observar en otras naciones de América". Su ideal
de gobierno le parece al autócrata paternal, inteligente, desinteresado,
infatigable, enérgico y resuelto a hacer la felicidad de su pueblo sin
favoritos ni favoritas. El buscó ese ideal la época de transición en que
le tocó gobernar. Otorgar una constitución era asunto secundario. "Lo principal era preparar al país para ello; y esto lo creo haber hecho".
A García Moreno se le oyeron más de una vez palabras análogas.
Después de esa visita que fue como un oasis, penetra Rosas en el
desierto. Ahora comienza aquel Sahara de soledad, aquel silencio casi
absoluto que son los últimos años del Desterrado. ¡Cuán tremenda
expiación la suya! 20 años gobernó y 25 padece, resignado, solitario,
pobre, y durante épocas, enfermo, quien fuera el poderoso Señor de la
Pampa, el Restaurador de las Leyes, el Dictador de la Confederación
Argentina, el Defensor de la soberanía e independencia de su patria.
Pero poco le queda por sufrir. El 22 de Marzo, en que Manuelita,
anciana también, pues cuenta con 61 años, se encuentra sola, pues su
marido se ha marchado a Buenos Aires para gestionar la devolución de sus
bienes, es llamada desde Swathling por el Dr. Wibblin. Acude pronto a
su padre y lo encuentra gravemente enfermo. Sin preocuparse del frío
invernal, el 8, Don Juan Manuel salió por la tarde a caballo para
dirigir el encierro de unos animales. Volvió a la casa de la chacra con
tos. AL otro día arrojó sangre y le sobrevino fatiga. A la noche tenñia
fiebre. El médico diagnosticó una congestión pulmonar, gravísima en un
hombre de 84 años. Cuando ese día 12 llega Manuela, su padre está
moribundo. Ella escribe a su marido: "¡Pobre Tatita! Estuvo tan feliz cuando me vio llegar".
No obstante su gravedad, el enfermo dispone el turno de los que
han de cuidarle. El martes reacciona un poco. Charla con Manuela y con
el Médico; ordena a su hija que vaya a descansar y que le cuiden las
criadas Mary Ann y Alice.
Es el 14 de Marzo de 1877. A las 6 de la mañana Alice avisa a
Manuela que su padre está muy mal. Salta ella de la cama, se instala en
la cabecera de su padre y le besa muchas veces como hacía siempre.
Siente su mano helada. "¿cómo te va Tatita?", él la mira con la
mayor ternura y le contesta: "No se, niña". Y la niña de 61 años sale
para ordenar que llamen al Médico y al Confesor. Cuando vuelve, ya su
padre no vive.
Su entierro es muy sencillo y pobre, un solo coche y unas pocas
personas. Pero sobre el féretro va algo que da al sepelio la grandeza de
un héroe: la bandera argentina y la espada de San Martín.
Ante su tumba no se ha pronunciado ningún discurso. Mas, pocos
meses más tarde, Juan Bautista Alberdi escribe unas bellas palabras que
son como una oración ante sus restos:
"Mientras se levantan altares a San Martín, su espada está en
Southampton, sirviendo de trofeo monumental a la tumba de Rosas, puesta
en ella por la manos mismas del Héroe de Chacabuco y Maipo" y agrega:
"Su conducta en Europa no ha sido inferior a la de San Martín"
...Pero allá en su patria lejana donde gobiernan hombres pequeños, casi nadie opina como Alberdi.
Los parientes de Rosas mandan celebrar una misa por su alma, sin pompa alguna, sin invitaciones. Y el "liberal" Gobierno de la Provincia prohíbe la misa...