jueves, 31 de octubre de 2019
MIENTRAS EL REBAÑO SE
DIVIERTE, LO MANDAN AL MATADERO…; PERO TIENE SUERTE SI LO ALOJAN EN UN SANATORIO
PSIQUIÁTRICO.
El artículo que
publicaré a continuación, expone un tratamiento muy efectivo, psicopolítico
extremo, ¡CIENTÍFICO! utilizado en la URSS, para domeñar a los bolcheviques con
iniciativas propias. que demuestren algún indicio de disconformidad con el
régimen. Pero antes de continuar con el artículo, unas palabras del blog como
introducción.
En todo el
mundo moderno se aplican habitualmente diversos métodos para defenestrar
opositores; que nacieron de la mano de la guillotina democrática, fraterna e
igualitaria. Se los puede asesinar para eliminarlos físicamente; o se los
calumnia para eliminarlos social y políticamente; y también se los puede recluir
en sanatorios para dementes, para librarse de su presencia. Todos estos
sistemas son muy efectivos, todos perversos e inhumanos. Se llegó a un extremo
donde el odio domina todas las relaciones sociales, para aplastar al opositor o
al disidente, con un afán inescrupuloso de obtener fama. poder y dinero.
Jean Madiran
en “Nosotros los perros”, por ejemplo, denuncia como eclesiásticos
progresistas, denigran sistemáticamente a sacerdotes y fieles católicos, con el
propósito maligno de desacreditarlos injustamente, excluyéndolos hasta tratar
de extinguirlos.
Igualmente
sucede en el campo político. En el hipócrita
y muy democrático occidente liberal y progresista, el reino mentiroso de los
“derechos humanos”, donde nosotros estamos inmersos. al Régimen generalmente le resulta suficiente
la TVBasura, como principal instrumento para tener domeñado a todo el pueblo. Este
es un método más sutil e inadvertido que el soviético, pero más profundo, con
un mensaje que, mientras difunde mentiras, entretiene y condiciona; y
divirtiendo acaba, al fin, con el sentido común y el criterio propio; reduciendo
al hombre al estado de pelele. Tal cual se comprueba a nuestro alrededor. Es un método para globalizar el pensamiento
del ser humano.
El Padre
Castellani aclara en el siguiente párrafo el estrago causado por la infamia
política calumniadora : Se puede matar
con la lengua: con una calumnia, con una difamación, con una contumelia: y el
que lo hace con la lengua no es menos homicida que el que lo hace con las
manos; ni menos digno del castigo de los homicidas. Se puede llamar “loco” a
uno ligeramente y aún tal vez amistosamente; pero la contumelia, el insulto
grave lanzado a la cara, no menos que la calumnia, puede ser pecado mortal:
porque puede tener efectos mortales: y por de pronto rompe la convivencia, lo
cual es grave. Los moralistas estoicos decían: “No hagas caso de las lenguas de
los hombres, déjalos que digan lo que quieran; con la lengua no se puede romper
ningún hueso…”. Son cuentos: con la lengua se pueden ocasionar daños enormes y
permanentes, irreparables a veces; y se puede romper un corazón. Ojo con las
“palabras irreparables”.
Pero es allí
donde reina el Capitalismo de las multinacionales tampoco se descarta la
violencia física, aplicada sistemáticamente. Escribió, por ejemplo, el profesor
Alberto Falcionelli, sobre el escandaloso asesinato de miles de patriotas nacionalistas
por los salvadores de la democracia y la libertad durante la postguerra: “El camino es corto para las proscripciones
sociales, las exclusiones profesionales, la inscripción en el libro negro de la
indignidad nacional a expensas de los no conformistas. Camino poco original,
por lo demás, pero de todos modos perpetuamente vuelto a pavimentar en
previsión de cualquier oportunidad. Esto hicieron la Cruzada común de las
democracias, sus gorilas y acompañantes de la mafia intelectual: Giovanni Gentile,
asesinado por la espalda, sin que su compañero de juventud Benedetto Croce lo
encontrara demasiado escandaloso; Ezra Pound, encerrado en una jaula para que
los ilustrados MP del “ejército” yanqui lo cubrieran de escupitajos, antes de
que lo encerraran durante catorce años en un manicomio (y que Carter se
escandalice por la existencia de hospitales psiquiátricos para disidentes en la
URSS); Roberto Brasillach, fusilado por “traidor”; Charles Maurras, condenado a
la celda con segregación por “inteligencia con el enemigo”; Maillot, despachado
a martillazos, final lógico para un escultor; Montherlant, Morand ¡y cuántos
más! obligados a buscar refugio en el extranjero; centenares de miles de rusos
anticomunistas entregados a Stalin por orden expresa de Truman y Churchill;
pero ¿Cómo se llama el financista que sufrió algún contraste por haber
contribuido a la construcción del Muro del Atlántico? No lo busquen. Está
haciendo opíparos negocios en la URSS y en China popular, aun cuando sepa que,
allá, el trabajo esclavo es la fuente principal de la plus-valía que el
comparte con el gang del Partido”. (artículo en Verbo, Nº 176, 1977).
Es tan exhaustivo
el lavado de cerebros por medio de la propaganda, que los televidentes aborregados,
infaman y excluyen social y políticamente, inclusive a parientes y amigos, cuando
se declaran nacionalistas, insultándolos con el agravio: nazi o loco, entre
otros epítetos, como sucede en nuestra Patria, (y en USA, según denuncia T.
Molnar). Algunos resisten la afrenta, aunque quedando paralizados políticamente
y despreciados socialmente. En definitiva, los enemigos del Régimen desaparecen.
Este es el
método aplicado hasta estos días en nuestro país, desde la época en que los
unitarios propalaban desde Montevideo, en la época de Don Juan Manuel, infamias
escandalosas contra la vida privada de honorables personajes federales, para
abrir cancha, en definitiva, a la invasión extranjera. Pues estaban, estos sí,
en “inteligencia con el enemigo”. Cuando era necesario, el Régimen culminaba su
obra con el asesinato de los caudillos federales.
Pero no está
de más advertir que, seguramente en cualquier momento, el Régimen demo/liberal
que nos impulsa, como a una manada de cerdos hacia el abismo, siguiendo órdenes
del “1º mundo”, aplicará entre nosotros también
el método psicopolitico para conformarnos “científicamente” al Mundo
globalizado. El Poder mundial no tendrá escrúpulos para aplicarlo.
Quizá sea sorprendente la similitud entre los
métodos soviéticos y los yanquis, en cuanto a declarar insanos a los que
sobresalen, a las élites, según el testimonio de Solyenitsyn que inserto abajo.
Métodos dispares, resultados semejantes.
¡Agarráte Catalina! ¡LA QUE SE VIENE!
A continuación reproduzco los párrafos del
artículo que considero más concluyentes:
PSICOPOLÍTICA,
O COMO REDUCIR ESPÍRITUS REBELDES..
(revista VERBO, Nº 151, 1975).
A principios de septiembre de 1971 finalizó en México el V Congreso Mundial de Psiquiatría, que por primera vez se desarrolló en un país latinoamericano. Concurrieron al mismo alrededor de 4000 especialistas provenientes de 52 países del mundo y se presentaron 1300 trabajos de renombrados psiquiatras, tales como Erich Fromm y Karl Meninger. Pero lo que causó más sensación fue la denuncia que formuló el propio presidente del evento, doctor Ramón de la Fuente, cuando dijo que se habían recibido documentos “que informan que en algunos lugares del mundo se ha hecho uso indebido de los hospitales psiquiátricos, para acallar las voces disidentes y castigar a los opositores al Estado, dándole tratamiento de perturbados mentales”. Fue significativo que luego de estas palabras la delegación soviética abandonara la sala, y que un grupo de profesionales comunistas de otros países declararan que se trataba de “una campaña antisoviética para favorecer intereses imperialistas”. El presente informe, redactado por un médico soviético, se apoya en los testimonios de dos personas que han sufrido tales tratamientos en carne propia: Víctor Fainberg y Shorés Medvedev.
“La
vigilancia y la represión son omnipotentes”, decía allá por los años treinta la
poetisa Anna Ajmatova. En aquella época, o después, entre los años 1949 y 1952, los marussias negros, los camiones llevando
racimos de gente hacia la prisión de Lubianka, se habían convertido en parte
del paisaje cotidiano de los amaneceres de Moscú. Hoy, las formas de esa
represión han cambiado totalmente. Un inventario completo de los nuevos
métodos, con lujo de detalles, fechas, lugares y nombres, pueden hallarse
bimensualmente en Crónica de Acontecimientos, periódico del Movimiento de
Defensa de los Derechos Humanos en la URSS, editado clandestinamente en Moscú
desde hace cuatro años, mediante el procedimiento denominado samizdat.
Así, en su veintena de páginas –a veces, la quinta o
sexta y casi ilegible copia al carbónico y escrito a máquina a mano –hay una
palabra que se repite casi como una pesadilla: spertzbolnitza, que es la
abreviatura de spetznialni y bolnitza, o sea “hospital especial” en
su traducción literal, y “hospital psiquiátrico” en la eufemística versión
oficial. En la descripción de los spetzbolnitza
se puede hallar la nueva versión de aquella “vigilancia omnipresente” de que
hablaba la Ainatova años ha.
Según la Crónica de
Acontecimientos, es imposible determinar la cantidad de personas retenidas
ilegalmente en lo spetzbolnitza.
Además, el término “ilegal” es impropio: de acuerdo con los estatutos de los
establecimientos hospitalarios soviéticos y en virtud de disposiciones que
rigen desde la época de Jruschov, lo que ocurre dentro de un hospital no es de
la competencia del aparato judicial. Las querellas contra los médicos o los
directores de hospital no se resuelven en los tribunales, sino que son
elevadas, en circuito cerrado y de oficina en oficina, hasta el ministerio de
Sanidad.
UNA NUEVA LOCURA.
Todas las decisiones de internación en un hospital
psiquiátrico –especialmente aquellas de tipo político- son
adoptadas por un solo organismo: el Instituto de Medicina Legal Serbski, cuyo director es
el doctor Gregory Morozov. Las consultas son supervisadas por el doctor Dimitri
Luntz. El Instituto Serbski, con sede en Moscú envía “expertos consultores” a
los distintos hospitales psiquiátricos de las repúblicas, con lo cual se
asegura el poder decidir, sobre todo el territorio de la Unión Soviética,
cuáles ciudadanos son “normales” y cuáles no. A tal efecto, estos “expertos
consultores” han realizado una curiosa simplificación de la psiquiatría.
El método de los psiquiatras del Instituto Serbski
consiste en pronunciar diagnósticos seguros y ciertos –generalmente seguidos de
internación y tratamiento- apoyándose, no en los síntomas, como es tradicional
en medicina, sino en síndromes (conjunto de síntomas que pueden ser observados
en diferentes enfermedades, y que no permiten determinar la naturaleza de la
enfermedad) y pródromos (signos precursores). Esta especie de psiquiatría
anticipada” descansa, a su vez, en una nueva definición de los “signos precursores”.
Una reciente circular del ministerio de Sanidad determina
que cuando los médicos estudian manifestaciones mórbidas que presentan un
peligro real para la sociedad, no deben perder de vista que esas
manifestaciones pueden estar acompañadas en el enfermo, de “comportamiento
exterior correcto y simulación”. Si el enfermo da pruebas de estar en posesión
de todos sus medios , si es buen esposo y excelente amigo, si, sobre todo,
posee una inteligencia brillante, es muy posible, según los expertos, que “esté simulando un estado normal”.
Esa extraña combinación de pródromos-síndromes-simulación
a conducido a aquello que Solvenitsyn describía en su carta abierta en junio de
1970:”…psiquiatras complacientes o perjuros que, en un mezclarlo todo,
califican de problemas mentales la atención sobre problemas sociales, el exceso
de ardor, el exceso de sangre fría, las cualidades sorprendentes o muy
molestas…” .
En los textos de observaciones sobre enfermos firmadas o
visadas por el profesor Luntz, dos expresiones se repiten con insistencia:
“esquizofrenia de evolución lenta” y “delirio reformador paranoico”, que a
menudo van juntas, y en realidad, están calificando toda manera de pensar o
expresarse que se aleje de la ortodoxia. “Delirio reformador” es una de las más
notables adquisiciones médicas del Instituto Serbski. Otras adquisiciones son igualmente notables:
“El enfermo habla mucho y con pasión. Trata de probar su punto de vista e
imponerlo al interlocutor… Trata de ser distinto, lleva barba, se muestra
activo. Había logrado reunir un montón de gente ante al cual gritaba que iba a
combatir por la democracia y la verdad”.
OTROS TIEMPOS.
Durante la época de Stalin no se buscaba una “cobertura
médica”. Hablar mucho, reunir una multitud y gritarle que se iba a combatir por
la democracia conducía en forma directa al pelotón de fusilamiento o a los
campos de trabajos forzados en Siberia. Nadiedja Iakovlevan, esposa del poeta
Ossip Mendelstam, decía en sus memorias que: “… la idea de saboteador había
hecho su aparición y a través de ella eran justificados todos los excesos y
todos los errores.
Los órganos de la represión actuaban con seguridad y
exactitud. Perseguían múltiples objetivos: la exterminación de testigos, la
implantación de la uniformidad en las ideas, la preparación del advenimiento
del reino milenario”. En aquella época
los valores eran tenidos por eternos y los valores eran infalibles. Se actuaba
en grande, y la eficacia hacía la ley. Esa eficacia que en 1920 permitía a
Evgeny Zamiatin, en su novela de ciencia ficción Nosotros, anunciar minuciosamente el devenir de la represión de los
heterodoxos: en la sociedad que él escribía , ya se había hallado la fórmula
matemática de la felicidad, y la más pequeña duda era calificada de “demencia”.
En defensa del interés general esa duda era operada
quirúrgicamente, sin más complicaciones que una vulgar apendicitis. Una especie
de angioma era extraído del cerebro; el dolor desaparecía; todo retornaba a su
lugar habitual. El “yo” se confundía de nuevo orgánicamente con el “nosotros”.
Actualmente, justo
en el centro de Moscú, a un costado del edificio del Presidium del Soviet Supremo, un inmenso
cartelón tendido de un costado a otro de la calle Mojovaia, grita a los cuatro
vientos: “Nosotros aprobamos la política del Partido y del Gobierno”. Del
“nosotros” de Zamiatim a este “nosotros” indistinto hay algo así como una
encarnación imaginaria… […]. *