miércoles, 6 de noviembre de 2019

MIENTRAS EL REBAÑO SE DIVIERTE, LO MANDAN AL MATADERO…; PERO TIENE SUERTE SI LO ALOJAN EN UN SANATORIO PSIQUIÁTRICO.

jueves, 31 de octubre de 2019



MIENTRAS EL REBAÑO SE DIVIERTE, LO MANDAN AL MATADERO…; PERO TIENE SUERTE SI LO ALOJAN EN UN SANATORIO PSIQUIÁTRICO.



El artículo que publicaré a continuación, expone un tratamiento muy efectivo, psicopolítico extremo, ¡CIENTÍFICO! utilizado en la URSS, para domeñar a los bolcheviques con iniciativas propias. que demuestren algún indicio de disconformidad con el régimen. Pero antes de continuar con el artículo, unas palabras del blog como introducción.


En todo el mundo moderno se aplican habitualmente diversos métodos para defenestrar opositores; que nacieron de la mano de la guillotina democrática, fraterna e igualitaria. Se los puede asesinar para eliminarlos físicamente; o se los calumnia para eliminarlos social y políticamente; y también se los puede recluir en sanatorios para dementes, para librarse de su presencia. Todos estos sistemas son muy efectivos, todos perversos e inhumanos. Se llegó a un extremo donde el odio domina todas las relaciones sociales, para aplastar al opositor o al disidente, con un afán inescrupuloso de obtener fama. poder y dinero. 

Jean Madiran en “Nosotros los perros”, por ejemplo, denuncia como eclesiásticos progresistas, denigran sistemáticamente a sacerdotes y fieles católicos, con el propósito maligno de desacreditarlos injustamente, excluyéndolos hasta tratar de extinguirlos.                                                                                                                                                                                                                            
Igualmente sucede en el campo político.  En el hipócrita y muy democrático occidente liberal y progresista, el reino mentiroso de los “derechos humanos”, donde nosotros estamos inmersos.  al Régimen generalmente le resulta suficiente la TVBasura, como principal instrumento para tener domeñado a todo el pueblo. Este es un método más sutil e inadvertido que el soviético, pero más profundo, con un mensaje que, mientras difunde mentiras, entretiene y condiciona; y divirtiendo acaba, al fin, con el sentido común y el criterio propio; reduciendo al hombre al estado de pelele. Tal cual se comprueba a nuestro alrededor.  Es un método para globalizar el pensamiento del ser humano.
El Padre Castellani aclara en el siguiente párrafo el estrago causado por la infamia política calumniadora : Se puede matar con la lengua: con una calumnia, con una difamación, con una contumelia: y el que lo hace con la lengua no es menos homicida que el que lo hace con las manos; ni menos digno del castigo de los homicidas. Se puede llamar “loco” a uno ligeramente y aún tal vez amistosamente; pero la contumelia, el insulto grave lanzado a la cara, no menos que la calumnia, puede ser pecado mortal: porque puede tener efectos mortales: y por de pronto rompe la convivencia, lo cual es grave. Los moralistas estoicos decían: “No hagas caso de las lenguas de los hombres, déjalos que digan lo que quieran; con la lengua no se puede romper ningún hueso…”. Son cuentos: con la lengua se pueden ocasionar daños enormes y permanentes, irreparables a veces; y se puede romper un corazón. Ojo con las “palabras irreparables”.

Pero es allí donde reina el Capitalismo de las multinacionales tampoco se descarta la violencia física, aplicada sistemáticamente. Escribió, por ejemplo, el profesor Alberto Falcionelli, sobre el escandaloso asesinato de miles de patriotas nacionalistas por los salvadores de la democracia y la libertad durante la postguerra: “El camino es corto para las proscripciones sociales, las exclusiones profesionales, la inscripción en el libro negro de la indignidad nacional a expensas de los no conformistas. Camino poco original, por lo demás, pero de todos modos perpetuamente vuelto a pavimentar en previsión de cualquier oportunidad. Esto hicieron la Cruzada común de las democracias, sus gorilas y acompañantes de la mafia intelectual: Giovanni Gentile, asesinado por la espalda, sin que su compañero de juventud Benedetto Croce lo encontrara demasiado escandaloso; Ezra Pound, encerrado en una jaula para que los ilustrados MP del “ejército” yanqui lo cubrieran de escupitajos, antes de que lo encerraran durante catorce años en un manicomio (y que Carter se escandalice por la existencia de hospitales psiquiátricos para disidentes en la URSS); Roberto Brasillach, fusilado por “traidor”; Charles Maurras, condenado a la celda con segregación por “inteligencia con el enemigo”; Maillot, despachado a martillazos, final lógico para un escultor; Montherlant, Morand ¡y cuántos más! obligados a buscar refugio en el extranjero; centenares de miles de rusos anticomunistas entregados a Stalin por orden expresa de Truman y Churchill; pero ¿Cómo se llama el financista que sufrió algún contraste por haber contribuido a la construcción del Muro del Atlántico? No lo busquen. Está haciendo opíparos negocios en la URSS y en China popular, aun cuando sepa que, allá, el trabajo esclavo es la fuente principal de la plus-valía que el comparte con el gang del Partido”. (artículo en Verbo, Nº 176, 1977).
Es tan exhaustivo el lavado de cerebros por medio de la propaganda, que los televidentes aborregados, infaman y excluyen social y políticamente, inclusive a parientes y amigos, cuando se declaran nacionalistas, insultándolos con el agravio: nazi o loco, entre otros epítetos, como sucede en nuestra Patria, (y en USA, según denuncia T. Molnar). Algunos resisten la afrenta, aunque quedando paralizados políticamente y despreciados socialmente. En definitiva, los enemigos del Régimen desaparecen.
Este es el método aplicado hasta estos días en nuestro país, desde la época en que los unitarios propalaban desde Montevideo, en la época de Don Juan Manuel, infamias escandalosas contra la vida privada de honorables personajes federales, para abrir cancha, en definitiva, a la invasión extranjera. Pues estaban, estos sí, en “inteligencia con el enemigo”. Cuando era necesario, el Régimen culminaba su obra con el asesinato de los caudillos federales.
Pero no está de más advertir que, seguramente en cualquier momento, el Régimen demo/liberal que nos impulsa, como a una manada de cerdos hacia el abismo, siguiendo órdenes del “1º mundo”,  aplicará entre nosotros también el método psicopolitico para conformarnos “científicamente” al Mundo globalizado. El Poder mundial no tendrá escrúpulos para aplicarlo.
Quizá sea sorprendente la similitud entre los métodos soviéticos y los yanquis, en cuanto a declarar insanos a los que sobresalen, a las élites, según el testimonio de Solyenitsyn que inserto abajo. Métodos dispares, resultados semejantes.  ¡Agarráte Catalina! ¡LA QUE SE VIENE!                                                                                                                                                                                
A continuación reproduzco los párrafos del artículo que considero más concluyentes:

PSICOPOLÍTICA,

O COMO REDUCIR ESPÍRITUS REBELDES..
(revista VERBO, Nº 151, 1975).


A principios de septiembre de 1971 finalizó en México el V Congreso Mundial de Psiquiatría, que por primera vez se desarrolló en un país latinoamericano. Concurrieron al mismo alrededor de 4000 especialistas provenientes de 52 países del mundo y se presentaron 1300 trabajos de renombrados psiquiatras, tales como Erich Fromm y Karl Meninger. Pero lo que causó más sensación fue la denuncia que formuló el propio presidente del evento, doctor Ramón de la Fuente, cuando dijo que se habían recibido documentos “que informan que en algunos lugares del mundo se ha hecho uso indebido de los hospitales psiquiátricos, para acallar las voces disidentes y castigar a los opositores al Estado, dándole tratamiento de perturbados mentales”. Fue significativo que luego de estas palabras la delegación soviética abandonara la sala, y que un grupo de profesionales comunistas de otros países declararan que se trataba de “una campaña antisoviética para favorecer intereses imperialistas”. El presente informe, redactado por un médico soviético, se apoya en los testimonios de dos personas que han sufrido tales tratamientos en carne propia: Víctor Fainberg y Shorés Medvedev.

“La vigilancia y la represión son omnipotentes”, decía allá por los años treinta la poetisa Anna Ajmatova. En aquella época, o después, entre los años 1949 y 1952, los marussias negros, los camiones llevando racimos de gente hacia la prisión de Lubianka, se habían convertido en parte del paisaje cotidiano de los amaneceres de Moscú. Hoy, las formas de esa represión han cambiado totalmente. Un inventario completo de los nuevos métodos, con lujo de detalles, fechas, lugares y nombres, pueden hallarse bimensualmente en Crónica de Acontecimientos, periódico del Movimiento de Defensa de los Derechos Humanos en la URSS, editado clandestinamente en Moscú desde hace cuatro años, mediante el procedimiento denominado samizdat.
Así, en su veintena de páginas –a veces, la quinta o sexta y casi ilegible copia al carbónico y escrito a máquina a mano –hay una palabra que se repite casi como una pesadilla: spertzbolnitza,  que es la abreviatura de spetznialni y bolnitza, o sea “hospital especial” en su traducción literal, y “hospital psiquiátrico” en la eufemística versión oficial. En la descripción de los spetzbolnitza se puede hallar la nueva versión de aquella “vigilancia omnipresente” de que hablaba la Ainatova años ha.
Según la Crónica de Acontecimientos, es imposible determinar la cantidad de personas retenidas ilegalmente en lo spetzbolnitza. Además, el término “ilegal” es impropio: de acuerdo con los estatutos de los establecimientos hospitalarios soviéticos y en virtud de disposiciones que rigen desde la época de Jruschov, lo que ocurre dentro de un hospital no es de la competencia del aparato judicial. Las querellas contra los médicos o los directores de hospital no se resuelven en los tribunales, sino que son elevadas, en circuito cerrado y de oficina en oficina, hasta el ministerio de Sanidad.
UNA NUEVA LOCURA.
Todas las decisiones de internación en un hospital psiquiátrico –especialmente aquellas de tipo político-  son  adoptadas por un solo organismo: el Instituto  de Medicina Legal Serbski, cuyo director es el doctor Gregory Morozov. Las consultas son supervisadas por el doctor Dimitri Luntz. El Instituto Serbski, con sede en Moscú envía “expertos consultores” a los distintos hospitales psiquiátricos de las repúblicas, con lo cual se asegura el poder decidir, sobre todo el territorio de la Unión Soviética, cuáles ciudadanos son “normales” y cuáles no. A tal efecto, estos “expertos consultores” han realizado una curiosa simplificación de la psiquiatría.
El método de los psiquiatras del Instituto Serbski consiste en pronunciar diagnósticos seguros y ciertos –generalmente seguidos de internación y tratamiento- apoyándose, no en los síntomas, como es tradicional en medicina, sino en síndromes (conjunto de síntomas que pueden ser observados en diferentes enfermedades, y que no permiten determinar la naturaleza de la enfermedad) y pródromos (signos precursores). Esta especie de psiquiatría anticipada” descansa, a su vez, en una nueva definición de los  “signos precursores”.
Una reciente circular del ministerio de Sanidad determina que cuando los médicos estudian manifestaciones mórbidas que presentan un peligro real para la sociedad, no deben perder de vista que esas manifestaciones pueden estar acompañadas en el enfermo, de “comportamiento exterior correcto y simulación”. Si el enfermo da pruebas de estar en posesión de todos sus medios , si es buen esposo y excelente amigo, si, sobre todo, posee una inteligencia brillante, es muy posible, según los expertos, que  “esté simulando un estado normal”.
Esa extraña combinación de pródromos-síndromes-simulación a conducido a aquello que Solvenitsyn describía en su carta abierta en junio de 1970:”…psiquiatras complacientes o perjuros que, en un mezclarlo todo, califican de problemas mentales la atención sobre problemas sociales, el exceso de ardor, el exceso de sangre fría, las cualidades sorprendentes o muy molestas…” .
En los textos de observaciones sobre enfermos firmadas o visadas por el profesor Luntz, dos expresiones se repiten con insistencia: “esquizofrenia de evolución lenta” y “delirio reformador paranoico”, que a menudo van juntas, y en realidad, están calificando toda manera de pensar o expresarse que se aleje de la ortodoxia. “Delirio reformador” es una de las más notables adquisiciones médicas del Instituto Serbski.  Otras adquisiciones son igualmente notables: “El enfermo habla mucho y con pasión. Trata de probar su punto de vista e imponerlo al interlocutor… Trata de ser distinto, lleva barba, se muestra activo. Había logrado reunir un montón de gente ante al cual gritaba que iba a combatir por la democracia y la verdad”.
OTROS TIEMPOS.
Durante la época de Stalin no se buscaba una “cobertura médica”. Hablar mucho, reunir una multitud y gritarle que se iba a combatir por la democracia conducía en forma directa al pelotón de fusilamiento o a los campos de trabajos forzados en Siberia. Nadiedja Iakovlevan, esposa del poeta Ossip Mendelstam, decía en sus memorias que: “… la idea de saboteador había hecho su aparición y a través de ella eran justificados todos los excesos y todos los errores.
Los órganos de la represión actuaban con seguridad y exactitud. Perseguían múltiples objetivos: la exterminación de testigos, la implantación de la uniformidad en las ideas, la preparación del advenimiento del reino milenario”. En aquella  época los valores eran tenidos por eternos y los valores eran infalibles. Se actuaba en grande, y la eficacia hacía la ley. Esa eficacia que en 1920 permitía a Evgeny Zamiatin, en su novela de ciencia ficción Nosotros, anunciar minuciosamente el devenir de la represión de los heterodoxos: en la sociedad que él escribía , ya se había hallado la fórmula matemática de la felicidad, y la más pequeña duda era calificada de            “demencia”.
                
En defensa del interés general esa duda era operada quirúrgicamente, sin más complicaciones que una vulgar apendicitis. Una especie de angioma era extraído del cerebro; el dolor desaparecía; todo retornaba a su lugar habitual. El “yo” se confundía de nuevo orgánicamente con el “nosotros”.
Actualmente, justo en el centro de Moscú, a un costado del edificio  del Presidium del Soviet Supremo, un inmenso cartelón tendido de un costado a otro de la calle Mojovaia, grita a los cuatro vientos: “Nosotros aprobamos la política del Partido y del Gobierno”. Del “nosotros” de Zamiatim a este “nosotros” indistinto hay algo así como una encarnación imaginaria… […]. *