lunes, 4 de noviembre de 2019

SI NO ES MUCHO PEDIR




Por Mauricio Ortín
La Prensa - Opinión
2 de noviembre de 2019

La más flagrante violación de los derechos humanos se comete día a día en la Argentina desde hace por lo menos 18 años. Para ponerle una fecha cierta, podríamos decir que se inició cuando la mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia (la resultante después del golpe de Estado dado a la anterior por Néstor Kirchner) habilitó, con su voto, la venganza legal contra miles de argentinos. Otra fecha digna a considerar sería la aprobación de la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que el mismo Congreso había consagrado durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín.


Lo cierto es que el kirchnerismo en el poder ejecutivo, manipuló a los dos restantes para dar inicio -y continuar hasta hoy- a esta verdadera caza de brujas que se dio en llamar "política (de Estado) de derechos humanos". El gobierno de Cambiemos y, en general, todo el arco político y periodístico, fue y es (como veremos) cómplice por acción y omisión.

DENUNCIA CLARA
El 29 de octubre próximo pasado, monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de la República Argentina, presentó (nada menos que en la sede del Vaticano) una denuncia-ponencia clara, expresa y categórica sobre la situación de los derechos humanos en la Argentina que se viene sustanciando en las últimas dos décadas. En su escrito tuvo frases como: * "Desafortunadamente, es muy frecuente que las malas condiciones con las que se enfrentan los detenidos y, en general, las violaciones de sus derechos, sean el resultado de actos intencionales y deliberados". * "Todos sabemos y estamos de acuerdo que nunca el fin justifica los medios. Y querer justificar acciones por violaciones a los derechos humanos, violando esos mismos derechos es un contrasentido". * "Sería muy largo contar tantos testimonios que fui recogiendo en estos años. Tristes y dramáticos testimonios. Personas mayores que fueron detenidas durante más de 9 años, en una prolongada prisión preventiva sufriendo todo lo que ese estado les ha significado. Fueron y son calificados de genocidas y, a pesar de ello, algunos fueron absueltos. Peor aún, están siendo juzgados con leyes técnicamente retroactivas, alejadas de los principios fundamentales del derecho penal, nacional e internacional". * "No podemos permanecer callados cuando se priva a los acusados del derecho fundamental del debido proceso". * "¿Podemos hablar de derechos humanos con 10 años de prisión preventiva, es decir sin condena?".
ESTUPOR
Pues bien, ante semejante denuncia (hecha en el lugar en que se hizo), dada la nula reacción de los actores sociales nacionales e internacionales, no cabe otro sentimiento que el estupor. Literalmente, ni un solo político acusó recibo. La Conferencia Episcopal Argentina la escuchó como quién escucha llover (ah, si hubiera tenido actitud parecida a la que tuvo con el caso de Santiago Maldonado.) La prensa, salvo excepciones, tampoco le dio entidad. Ni qué hablar de la organización internacional Human Rights Watch (HRW, Observatorio de Derechos Humanos), en cuya portada de la página dedicada a la Argentina, dice: "Argentina continúa logrando avances (...) en las causas penales para juzgar abusos cometidos durante el terrorismo de estado (1976-1983), aunque en algunos casos se han producido demoras preocupantes". Señor José Miguel Vivanco, Director, División de las Américas de Human Rights Watch, ¡advierta usted que la entidad a la que pertenece (en virtud de la denuncia de monseñor Olivera) es cómplice de la violación de los derechos humanos de miles de argentinos! (ahora está avisado).
ANIQUILAMIENTO
Cada vez que alguien señala como genocida a una persona o a una institución que no merece tal cargo, tácitamente, está solicitando su aniquilamiento. No importa si éste se hace efectivo por el asesinato directo o la agonía de la prisión. La izquierda y las ONG de derechos humanos, en su amplia mayoría, estigmatizan a las FF.AA. y a las Fuerzas de Seguridad con ese indigno mote. Siguen así, por otros medios, con la política setentista de las bandas subversivas. No se hacen cargo de sus crímenes aberrantes pero siempre atentos a la paja en el ojo ajeno. En fin, siguen al pie de la letra el manual de Lenin, donde la mentira y el terror son dos caras de la misma moneda; la cobardía de los demás hace el resto. Finaliza monseñor Olivera su imputación diciendo: "Hace poco supe decir que, dentro de unos años, muchos deberemos pedir perdón por tanto silencio". ¿Dentro de muchos años.? Hay familias destruidas por inocentes que se pudren en las cárceles Y no sólo pidan perdón, mejor ¡exijan justicia! Y, si no es mucho pedir, ¡comiencen ya!
Publicado por