¡Belgrado se libera! – por Israel Shamir
El avance implacable del terror por el coronavirus se ha roto. Los
serbios recalcitrantes se rebelaron contra su presidente cuando se les
ordenó volver al arresto domiciliario. Después de dos días de batallas
callejeras con docenas de policías hospitalizados, los resistentes
manifestantes ganaron; las autoridades se rindieron[1]
y abandonaron sus planes de someter nuevamente Belgrado a cuarentena.
Las tiendas, bares y restaurantes de Belgrado tendrán un toque de queda
nocturno, pero es mucho mejor que el cierre total que pretendían
imponerles. La primera ministra, Ana Brnabic, se quejó de que no podía
entender por qué su pueblo estaba protestando. Debe ser muy lerda, esta
señora, si después de dos días de protestas no puede entender que la
gente rechaza el confinamiento.
“Es un raro cambio en las autoridades”,
dijo el corresponsal de la BBC en Belgrado, lo cual es un eufemismo al
puro estilo inglés. Creo que constituye un precedente.
Hasta ahora, había países que habían evitado totalmente el
confinamiento (Japón, Suecia, Bielorrusia), pero no había ningún país en
el que la gente exigiera y luego obtuviera su libertad. Serbia es el
primero. Este pequeño país (7 millones de habitantes) de los Balcanes
tiene una larga historia de resistencia: lucharon contra los turcos
durante siglos; resistieron a la Alemania nazi más tiempo que Francia;
tuvieron el movimiento guerrillero más fuerte fuera de Bielorrusia, y
sí, lucharon contra la poderosa OTAN durante bastante tiempo. Los
alemanes bombardearon Belgrado en abril de 1941, seguidos poco después
por Estados Unidos (ayudados por los británicos, por supuesto). En 1944,
el domingo de Pascua, seiscientos bombarderos americanos atacaron
Belgrado, destruyendo sus palacios, teatros, estaciones de tren y
hospitales. Ese fue el regalo pascual de América a los serbios.
En 1999, Bill Clinton bombardeó Belgrado de nuevo, durante tres
meses, matando a muchos serbios y causando una inmensa destrucción. El
presidente serbio fue capturado y asesinado en las celdas subterráneas
del Tribunal de La Haya. Amigos americanos, si están de humor para
disculparse, pueden “arrodillarse” ante los serbios, por crímenes más
recientes y más tangibles que los horrores del siglo XVIII de sus
antepasados. EE.UU. eligió tirar bombas sobre los serbios por una buena
razón: los serbios no se rinden fácilmente. Estos gigantes de fuerte
voluntad tienen pelotas, más que el resto de los Balcanes juntos. Sin
duda, hoy en día muchos de los genios malvados del Cuartel General del
Coronavirus lamentan que Serbia no haya sido completamente borrada de la
faz de la tierra, para que no se convirtiera en un ejemplo tan
problemático en este mundo poblado de gente bastante dócil y maleable.
Pero es demasiado tarde; hemos asimilado la lección. La única manera
de evitar un nuevo encierro es un levantamiento popular, pues nada menos
convencerá a nuestras autoridades de que dejen de encerrarnos. Como un
niño que descubre el frasco de los caramelos: no pueden evitar meter
mano hasta el fondo. El confinamiento hace la vida demasiado fácil a
nuestros gobernantes: los súbditos se quedan en casa; temerosos, sólo se
aventuran afuera para ir de compras; son obedientes; están en el paro y
por lo tanto dependen de la buena voluntad del Estado. El desempleo
aumenta constantemente con cada semana de encierro. Las pequeñas
empresas quiebran. Sólo los gigantes digitales sobrevivirán al diluvio.
La gente es desechable, son una carga para la economía. Ni siquiera la
mano de obra es imprescindible ya. Pronto, la gente independiente y
trabajadora será reemplazada por una nueva especie que dependa
enteramente de los subsidios del gobierno y que sólo pida más
entretenimiento; una versión moderna de la turba que sólo reclamaba panem et circenses (pan y circo) masa a la que los orgullosos romanos habían sido reducidos, como escribiera Juvenal alrededor del año 100 D.C.
¿Por qué el gobierno serbio decidió volver a imponer el confinamiento
a su pueblo? Aparentemente, es por unas 13 muertes “vinculadas” al
Covid. Trece muertes son demasiadas, recitó piadoso el
presidente. Tengan en cuenta que cientos de personas mueren cada día en
un país de millones de habitantes como Serbia, y que esto es
perfectamente normal. ¿Qué tienen de particular 13 personas que murieron
de neumonía y que pudieron haber sido portadoras de un nuevo
coronavirus? Apenas unos años atrás, fueron miles de serbios los que
lucharon y murieron por su libertad; en todo caso, para eso es por lo
que luchaban. Ahora, sus gobernantes ya no piensan tanto en la libertad.
Lo bueno es que el pueblo (a diferencia de sus gobernantes) está hecho
de otro temple.
Los serbios con los que hablé no creen que ésta haya sido una
decisión independiente de su presidente, sino una orden enviada desde
algún oscuro Cuartel General del Covid, probablemente a través de la
OMS. Hay una oscura mano encubierta que diseña nuevas dificultades y
presiona a los gobiernos para que bloqueen las economías y encierren a
las personas. Las autoridades están naturalmente dispuestas a volver al
confinamiento. Es la inercia, la gran fuerza de la inercia. Después de
promulgar, junto con tantos burócratas, la cultura global del
coronavirus, instaurar la educación basada en la aplicación digital
ZOOM, pintar puntos en el suelo cada dos metros, ordenar millones de
cubrebocas con una ganancia nada despreciable, entrenar a un ejército de
funcionarios y disciplinar a la gente, obviamente no van a renunciar al
plan tan fácilmente. Ahora están acostumbrados y gozando de sus frutos.
Peter Hitchens escribió sobre esto en su columna[2]:
“Cuando esta locura comenzó, me comporté como si una nueva y fanática
religión se estuviera extendiendo entre nosotros. Pensé que debía ser
educado y tolerante. Puede ser algo loco y perjudicial, pero con el
tiempo desaparecerá. Ahora está claro que una nueva fe, basada en el
miedo a lo invisible y bastante inmune a la razón, se ha apoderado del
país. Y resulta ser una de esas creencias que no muestra mucha
tolerancia con los que no la comparten. Sus evangelistas no nos dejarán
andar sueltos ni a ti ni a mí, sino que buscan constantemente forzarnos a
adoptar su religión. Por eso hago tanto alboroto con la exigencia de
hacernos llevar bozales a todos. No es una cuestión de salud, sino de
poder y libertad, y cada vez tiene menos que ver con el Covid-19. Esta
obsesión por decirnos qué ponernos, y convertirnos de humanos normales
en animales de rebaño sumisos y sin boca, todos tapados con un uniforme
obligatorio, forma parte, en mi opinión, de un asalto sin precedentes
contra nuestra libertad personal en general. Quédense en casa. Dejen de
trabajar. No vean a sus amigos o familiares. Sométanse, sométanse,
sométanse. Acostúmbrense a que les digan qué hacer. Parece que nos hemos
convertido de verdad en una nación de masoquistas rendidos”.
En EE.UU., una nueva ola de la supuesta pandemia de Covid pretende derrocar al presidente Trump, después de que el RussiaGate y el fiasco del impeachment fracasaron en lograrlo. Fabricaron la nueva ola sin tener que “volver a inocular” al país (como sugirió Larry Romanoff[3]),
sólo bastó recurrir a la cobertura periodística. “Los nuevos casos en
EE.UU. pasan de los 68,000, un récord devastador” – gritó el New York Times.
No te dicen que este número no significa nada. Los nuevos casos no son
casos de gente enferma: son en su mayoría gente perfectamente sana que
por métodos defectuosos y dudosos fueron declarados portadores de Covid.
Cuanto más tests de un virus se apliquen, más resultados positivos se
obtendrán. George Floyd era portador del nuevo virus; aún así estaba lo
suficientemente fuerte como para luchar contra la policía.
Ya lo dijo un virólogo ruso: si hiciéramos pruebas a personas sanas
para detectar cualquier virus de la gripe, obtendríamos una enorme
cantidad de “infectados”. Todo el mundo es portador de algún virus, sea
el que sea. Pero antes nunca examinábamos a las personas sanas porque
nunca, hasta ahora, habíamos tenido la necesidad de crear la ilusión de
una pandemia. En el año 2020, la necesidad de tal ilusión se hizo
primordial, ya que los operadores del Covid pretenden destruir la
economía mundial, romper nuestra resistencia y desbancar a Trump. Es
preocupante el hecho de que Texas y Florida, anteriormente bastiones de
Trump, cedieron y comenzaron a exigir los cubrebocas debido a estas
pruebas espurias.
La enfermedad no tiene nada de nuevo. El primer marido de Scarlett
O’Hara, Charles Hamilton, murió de neumonía, y nadie le hizo un chequeo
para detectar un nuevo coronavirus. Posiblemente si hubieran revisado
la presencia del virus en el ejército de Sherman, nunca habría llegado a
Atlanta, ni mucho menos a Savannah[4].
La única novedad es la insistencia de los promotores del virus. Las
imágenes simbólicas de los adeptos del Covid se vuelven cada vez más
militares. “El anillo de acero”: así es como los australianos describen
con orgullo la cuarentena impuesta alrededor de Melbourne. Uno creería
que sus muertos yacen en las calles, ¡pero nada de eso! Es la misma
amenaza del tipo “nuevos casos”, que no significa nada en absoluto –
pero es suficiente para obligar a los australianos a aceptar esta
tiranía.
Yo estaría abatido y quebrado, si no fuera por el levantamiento de
Belgrado. Lo que los serbios pueden hacer, nosotros también, todos,
podemos aspirar a hacerlo. Hay una necesidad urgente de rebelión contra
la dictadura del coronavirus, la necesidad de rebelarnos hasta
liberarnos.
A mis hermanos espiritualmente libres les diré: no temas a nadie más que a Dios[5].
Desconfía de los medios de comunicación porque venden miedo. Inventaron
la “homofobia” para que los homosexuales teman a la gente normal y se
precipiten a los brazos de su Tío Sam. Inventaron el “machismo” y las
“esposas maltratadas” para que las mujeres teman a sus hombres y busquen
refugio en la aprobación del gobierno. Inventaron el “racismo” para que
cada minoría étnica pudiera refugiarse bajo la tutela de Big Brother.
Crearon el mito de los “niños abusados” para que las esposas desconfíen
de sus maridos. Estos son mitos. No hay tal “homofobia” – realmente nos
importa un bledo lo que hagas en tu dormitorio, siempre y cuando no
asustes a los vecinos. Los hombres son naturalmente protectores de los
niños y caballerosos con las mujeres. A los blancos les gusta que los
negros sean alegres y toquen su banyo, siempre y cuando no sea durante
toda la noche. Les digo: todos somos minorías aparte, pero juntos somos
El Pueblo. Nos llevamos muy bien juntos sin la sobrevigilancia opresiva
de Big Brother. El miedo al Covid ha sido fabricado para inocularnos el miedo a todos los seres humanos, y debemos rechazarlo.
Y a los creyentes en el Covid les diré: ¡no te desesperes! Éste no es
el último desastre del que seremos testigos. Todavía quedan más plagas,
langostas, asteroides, eventos de Carrington, y nuevas y mejores
enfermedades. Todavía hay posibilidades de que la humanidad marche sobre
las huellas de los dinosaurios y desaparezca en el olvido. ¡No tengas
tanta prisa!
P.S. El confinamiento no lleva a ninguna parte, como descubrieron los
israelíes. Velocistas por naturaleza, los israelíes son famosos por
brincar obstáculos, llegar a la meta antes que los demás y presumir de
sus hazañas ante sus amigos, saper le-hevre, en hebreo. Los israelíes fueron los primeros en imponer el confinamiento; pensaron que ganarían por blitzkrieg[6]
como lo hicieron en la guerra de 1967. Celebraron su victoria (ya que
tuvieron muy pocas muertes), pero muy pronto descubrieron que no hay
ninguna victoria posible, ningún triunfo sorpresa, contra un virus
omnipresente. Es una campaña de larga duración, y el confinamiento es un
dispositivo apocalíptico: ésta es la conclusión de los israelíes que lo
intentaron. ¡A quién se le ocurre desplegar el arma de último recurso
mientras se pueda sobrevivir sin ella!
Israel Shamir, 11 Julio 2020
*
Siguiente artículo: Israel, la anexión de Cisjordania y la segunda ola.
Traducción y publicacion original en espanol: Red internacional; traducido por Daniel Osuna
Contacto del autor Israel Shamir: adam@israelshamir.net
IDEAL COMPORTAMIENTO: DIGNO A IMITARSE POR UN SUREÑO PAIS DE AMERICA DEL SUR ALGUNA VEZ LLAMADO "ARGENTINA"
https://elquijotesiglo21.blogspot.com/
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NOTAS
[1] Disponible en inglés: https://www.bbc.com/news/world-europe-53353854
[2] Disponible en inglés: https://hitchensblog.mailonsunday.co.uk/2020/07/peter-hitchens-weve-all-turned-from-normal-humans-into-muzzled-masochists.html
[3] Disponible en inglés: https://www.unz.com/lromanoff/china-reseeded-with-covid-20/
[4]
Nota del Traductor: el autor hace referencia aquí al general
estadounidense William Tecumseh Sherman, comandante del Ejército de la
Unión durante la Guerra Civil Estadounidense.
[5] Artículo del autor disponible en inglés: http://www.israelshamir.net/English/Satanic.htm
[6]
Nota del Traductor: término del alemán “guerra relámpago”, popularizado
como técnica militar por los nazis durante la segunda guerra mundial.