LA GRAN Y PERSISTENTE HEREJÍA DE MAHOMA (HILAIRE BELLOC) - Parte 1
VIOLENTA Y POTENTE EXPANSIÓN
A
cualquier observador de los acontecimientos ocurridos durante los
primeros años del Siglo VII – digamos desde el 600 al 630 – le hubiera
parecido que, habiendo ocurrido solamente un gran ataque principal a la
Iglesia Católica – el arrianismo y sus derivados – y habiéndose repelido
dicho ataque con una Fe victoriosa, la Iglesia se hallaba asegurada por
tiempo indefinido. Era obvio que la Iglesia tendría que pelear por su
vida contra elementos externos no-cristianos, esto es: contra el
paganismo.
Los
adoradores de la naturaleza de la alta civilización persa en el Este
nos atacarían por las armas y tratarían de sojuzgarnos. El paganismo
salvaje de las tribus bárbaras escandinavas, germánicas, eslavas y
mongoles, en el Norte y Centro de Europa también atacarían al
cristianismo tratando de destruirlo. Las poblaciones de Bizancio
continuarían haciendo desfilar concepciones herejes como una pantalla de
sus reclamos. Pero, al menos, el principal esfuerzo de herejía había
fracasado – así parecía. Su objetivo, el deshacer una civilización
católica unida, no había sido alcanzado. De allí en más no había por qué
temer que surgiera alguna herejía mayor; menos aún la consecuente
interrupción de la Cristiandad. Para el 630 toda la Galia era católica
desde hacía largo tiempo. El último de los generales arrianos y las
guarniciones en Italia y España se habían vuelto ortodoxos. Los generales y las guarniciones de África del Norte habían sido conquistadas por los ejércitos ortodoxos del Emperador.
Y
fue justo en ese momento, un momento de aparente universal y permanente
catolicismo, que cayó un golpe inesperado de inaudita magnitud y
potencia. De pronto surgió el Islam.
Vino
del desierto y avasalló a la mitad de nuestra civilización. El Islam –
la enseñanza de Mahoma – conquistó inmediatamente por las armas. Los
conversos árabes de Mahoma invadieron Siria y vencieron allí en dos
grandes batallas; la primera sobre el Yarmuk, al Este de Palestina en
las tierras altas arriba del Jordán, y la segunda en la Mesopotamia.
Continuaron invadiendo Egipto y empujaron más y más hacia el corazón de
nuestra civilización cristiana con toda su grandeza de Roma. Se
establecieron por todo el Norte de África; incursionaron en el Asia
Anterior – aunque no se establecieron allí todavía. Ocasionalmente
llegarían a amenazar a la propia Constantinopla. Al final, después de
una larga generación posterior a las primeras victorias en Siria,
cruzaron el Estrecho de Gibraltar y comenzaron a inundar Europa
Occidental a través de España. Llegaron incluso tan lejos como el mismo
corazón de Francia del Norte, entre Poitiers y Tours, menos de cien años
después de sus primeras victorias en Siria del año 732. Finalmente
fueron rechazados hacia los Pirineos, pero continuaron manteniendo toda
España, excepto la región montañosa del noroeste. Dominaron toda el
África romana, incluyendo Egipto y toda Siria. Dominaron la totalidad
del Mediterráneo oriental y occidental: ocuparon sus islas, saquearon y
dejaron asentamientos fortificados hasta en las costas de Galia y de
Italia. Se expandieron poderosamente más allá del Asia Anterior,
dominando la región persa. Se convirtieron en una creciente amenaza para
Constantinopla. En menos de cien años una parte sustancial del mundo
romano había caído bajo el poder de esta nueva y extraña fuerza surgida
del desierto. Nunca antes había habido una revolución comparable. Ningún
ataque anterior había sido tan súbito, tan violento ni tan
permanentemente exitoso. En apenas un par de años después del primer
asalto en 634, se perdió todo el Levante Cristiano: Siria, la cuna de la
Fe, y Egipto con Alejandría, la poderosa sede cristiana. Dentro de una
generación, la mitad de la riqueza y casi la mitad del territorio del
Imperio Romano Cristiano estaba en manos de los gobernantes y
funcionarios mahometanos, y la masa de la población estaba siendo
afectada cada vez más por este nuevo fenómeno. El gobierno mahometano y
su influencia tomaron el lugar del gobierno cristiano y su influencia; y
la mayor parte del Mediterráneo, al Este y al Sur, comenzó a ser
mahometana. A continuación, seguiremos los avatares de este
extraordinario fenómeno que aún hoy se llama Islam, es decir: “La
Aceptación”, de la moral y las simples doctrinas que Mahoma había
predicado.