SACRIFICI UMANI
CHIESA VIVA N° 475 – OCTUBRE 2014
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Nunca
hubiera escrito este artículo si no hubiera sucedido un hecho, que tuvo
lugar unos meses antes de la muerte de Don Luigi Villa. Estábamos en su
estudio discutiendo las extrañas circunstancias que surgieron en torno
al séptimo intento de asesinato, que el Padre había sufrido, pocos meses
después de la publicación del número especial sobre el Templo Satánico
dedicada al Padre Pío.
La
conversación se focalizaba en desentrañar quién estaría tirando de
los hilos de esta trama, como única solución ante la imposibilidad de
refutar el contenido explosivo de la edición especial de “Chiesa viva”.
Dada
la detallada información en posesión del Padre, hablamos de un prelado
que sabíamos que pertenecía a la masonería y que mantenía estrechas
relaciones con el Papa reinante. Revisamos todos los acontecimientos que
tuvieron lugar en los últimos años, incluyendo artículos y números
especiales publicados en el simbolismo satánico de la principal insignia
litúrgica del Papa Benedicto XVI, cuando en un impulso, me volví hacia
el Padre, preguntándole: “¿Pero entonces … él era el director? “.
Me
miró fijamente, como si quisiera asegurarse de mi total atención, y
bajó y subió lentamente la cabeza tres veces, haciéndome un triple y
serio signo de asentimiento.
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