Sed de dólares
Autor: Claudio Chiaruttini
La sed de dólares puso en alerta al Gobierno de Cristina Fernández.
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Y
era hora que eso ocurriera, dado que, en lo que va de los últimos 15
meses, la Presidente de la Nación apostó a una estrategia, que luego
abandonó (salir a colocar deuda en el exterior); y fracasó en todos los
intentos por sumar divisas a las alicaídas reservas del Banco Central,
hoy sostenidas por préstamos contingentes, bonos y asientos de
contabilidad creativa.
Desde que fue reelegida hace 2 años y medio, Cristina Fernández
comenzó a restringir la circulación de dólares. Creó el cepo importador,
el “dólar turista”, el “dólar trajeta” para compras en el exterior, el
cepo cambiario, el “dólar ahorro”, “desdolarizó” el negocio inmobiliario
en forma compulsiva, obligó 2 veces a los bancos a desprenderse de sus
tenencias en dólares, fijó cupos para la venta de dólares y, ahora, sacó
del mercado a los monotributistas de las categorías más bajas; compró
juicios en el CIADI, negoció con el Club de París, cedió ante Repsol y
salió a ofertar Vaca Muerta, en una virtual privatización encubierta.
Nada alcanzó, dado que la desconfianza en el Gobierno se agrava
semana a semana y la dolarización de ahorro y carteras, para sacarlos
del circuito, del país o atesorarlos, más la virtual expoliación de los
activos del Banco Central que hace la Casa Rosada para “dibujar” un
déficit fiscal menor al real, han terminado por reducir, aún más, las
bajas reservas que había en Noviembre de 2011, cuando comenzó la sed de
dólares, llevando hoy las estimaciones del “dólar convertible” a $17, lo
que impulsa al blue.
Pero cada uno de los eslabones en la cadena de medidas para contener
la fuga de divisas tuvo el efecto contrario, aceleró la fuga; y cada
medidas para seducir a los inversores extranjeros y locales para que
ingresen sus dólares no hizo más que generar más desconfianza. Palabras y
acciones nunca fueron juntas, es más, fueron contradictorias.
De esta forma, a 32 meses de haber comenzado con este proceso, no
sólo la Argentina no alcanza a exportar para satisfacer la demanda de
dólares, sino también, se gastan más dólares que nunca en importaciones
de combustibles y no se logra tentar a los inversores para que tomen por
asalto los activos potenciales que tiene el país.
En este tiempo, el Gobierno intentó obtener un préstamo swap de
Brasil. Fracasó. Insinuó buscar otro swap con Rusia. Nunca avanzó de
insinuación. Se firmó uno swap con China (2009-2012), que nunca se
gattilló. Ahora otro swap con China, pero los chinos no quieren
concretarlo, aunque parece que el presidente del Banco Central, Juan
Carlos Fábrega, podría lograr un canje “testimonial” y, por fin,
salieron a la casa de fondos contingentes del BIS (Banco Internacional
de Pagos, con sede en Basilea, Suiza, y donde odian a la Argentina por
trastadas ocurridas durante los días K). Todo ese despliegue
diplomático-financiero para “maquillar” las reservas del BCRA.
Y es hora de que el Gobierno reconozca que se equivocó. Pero no lo
hará porque no está en el ADN kirchnerista aceptar sus falencias y
debilidades; en especial porque afectaría sus bases ideológicas, sus
mitologías políticas, el “relato” y la realidad que han dibujado para la
historia. En ese sentido, Cristina Fernández no quiere cometer los
errores que tuvieron Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo
Duhalde; que los dejó fuera del poder en forma anticipada. Carlos Saúl
Menen es el modelo para permanecer reteniendo el máximo poder hasta el
final.
El mismo Gobierno que no tuvo problema en ceder ante el Club de
París y Repsol se “planta” frente a los holdouts para intentar alinear a
su propia tropa, oxigenar la gestión y recuperar fortaleza política. El
costo es correr detrás de los chinos por un swap y por préstamos para
unas represas que sólo Dios sabe si alguna vez se construirán o volar a
Basilea para recibir un No a un préstamo contingente, a diferencia de lo
que ocurrió en medio de la crisis del 2002.
Por una supuesta ideología (¿ideología?), el Gobierno enfrenta al
campo, en vez de incentivarlos para que sea fuente inagotable de
dólares. Pero por ideología (¿?), ya no alcanza con las retenciones a
las exportaciones, ahora se quiere poner chips de GPS en las vacas y en
los silobolsas para tener ubicados los activos del sector agropecuarios y
expropiarlos. Hacia eso vamos. Una Administración desesperada hasta
tener reacciones propias del grotesco criollo, género atribuido a
Armando Discépolo, a quien siempre se rescata en estas situaciones que
parecen ocurrir al final de cada década.
El error en el diagnóstico es una de las claves de la actual
decadencia del kirchnerismo. Por ejemplo, se eleva el sueldo mínimo para
comprar divisas a $8.800, deja afuera a los monotributistas clase B, C y
D; pero 92,5% de los que compran “Dólar Ahorro” son personas con
relación de dependencia y sólo 2,2% es monotributista, lo que confirma
la inutilidad de las nuevas limitaciones establecidas.
El mismo Gobierno que fracasó con los “Precios Cuidados” para
contener la inflación apuesta ahora a una rejuvenecida Ley de
Abastecimiento, en la creencia que el poder del Estado puede doblegar
las leyes de la Economía. Ese mismo Estado que fracasa al contener el
dólar blue con la Gendarmería y prefiere debilitar el patrimonio de los
bancos antes que frenar el aumento del Gasto Público o la emisión de
moneda.
Desde hace casi 2 años, Cristina Fernández ha decidió que el costo
económico del ajuste los hagan los privados, mientras el Estado suma
ministerios, secretarías, empleados, funciones, instituciones y
derechos.
Y el trabajador lo paga con menor poder adquisitivo del salario, las
empresas con menor rentabilidad y las provincias con mayor déficit
fiscal.
Desde que juró por 2da. vez como Presidente de la Nación, las
acciones de Cristina Fernández, bajo el lema “Vamos por todo”, lo único
que ha logrado es sumar enemigos. El efecto del lema “Patria o Buitre”
se está evaporando. La paciencia del establishment se agota. La división
entre sindicatos comienza a desparecer. Por eso el Gobierno apuesta al
“Pago Soberano” para recrear ideología, a la nueva Ley de Abastecimiento
para someter a los empresarios y productores agropecuarios y a la caja
para evitar la reunificación de las centrales gremiales. La Casa Rosada
ve que cada vez son más lo que están “en la vereda de enfrente”, y lanza
la teoría de que vamos a un Diciembre caliente, con alta conflictividad
social.
“Más vale prevenir que curar”, dicen en el Gobierno en forma
cómplice.
En el camino, ya van señalando potenciales culpables de una
situación social que se enrarece cada vez más, con un sindicalismo cada
vez menos amigo y una izquierda muy movilizada, que usa las
suspensiones, los despidos y los cierres de empresas como hitos para
crear un clima “pre- revolucionario”, tan caro a sus sentimientos.
Hoy, Cristina Fernández, que ha hecho uso y abuso de los derechos
humanos durante toda su carrera política y su Presidencia, depende de la
información de inteligencia que le acerca el Jefe del Ejército, César
Milani; mantiene el control de la calle gracias al viceministro de
Seguridad, Sergio Berni; y cuenta con la Gendarmería como la fuerza de
seguridad fiel, blindada, dispuesta a la acción. Una de las tantas
contradicciones que ha exhibido la Presidente de la Nación en su
decadencia.
Pero, al mismo tiempo, ese Gobierno consigue hacer en el Senado una
demostración de fuerza que tampoco tiene: la banca del Frente para la
Victoria en pleno, más media docena de aliados, aprobó las leyes de
“Pago Soberano” y “de Abastecimiento”.
Pero para alcanzar esos logros, tuvo que incluir París en las sede
de pago y sumar 12 modificaciones en la 2da. de las normas, además de
dar de baja la Ley de Hidrocarburos no convencionales y liberar el giro
de dólares a Mendoza y Buenos Aires para que hagan frente al pago de sus
deudas externas en las próximas semanas. Sin estas concesiones, los
votos patagónicos, bonaerenses y mendocinos nunca hubiesen estado.
¿Cuánto le costará a la Casa Rosada obtener el mismo resultado en
Diputados?
En el peronismo, la debilidad es madre de cambios políticos
profundos. Por eso, Daniel Scioli pudo reunir en la semana a un grupo de
Gobiernadores, muchos de ellos ultrakirchnerista, para hablar del
futuro post Cristina Fernández.
Todos estaban desesperados revisando encuestas. La derrota se
sospecha masiva.
El encuentro, un logro pírrico para el gobernador de Buenos Aires y
sus planes presidencialistas, una demostración que, a partir de 2015,
vuelve la “Liga de los Gobernadores” como poder político y una
confirmación del “fin de ciclo” que niega la Casa Rosada.
Es cierto que a los gobernadores les preocupan la crisis económica,
la debilidad del Gobierno, la falta de diálogo con la Presidente de la
Nación y los proyectos políticos de Sergio Massa y Mauricio Macri. Pero,
en especial, todos están muy inquietos por la posibilidad de “quedar
pegados” en las investigaciones que comienzan a desnudar el entramado de
corrupción del kirchnerismo.
Amado Boudou es un problema para reunir al Senado, pero más por las
denuncias que pueden gatillarse si avanzan varias de las investigaciones
en curso (por eso en la reunión que citó Daniel Scioli estuvo Gildo
Insfran, gobernador de Formosa, ultrakirchnerista confeso). También el
acorralamiento a Norberto Oyarbide puede generar terremotos destructivos
entre los funcionarios peronistas que pueden “salpicar” a los
Gobernadores. Y ni hablar las investigaciones que avanzan contra el
ministro de Planificación, Julio de Vido. Fortunas se llevarán sus
abogados.
El kirchnerismo en retirada es un peligro para el peronismo y los
Gobernadores peronistas saben que, cualquiera sea el resultado de las
elecciones en 2015, el Frente para la Victoria puede tener una fuerte
presencia en el Senado y en Diputados, si no se “reconvierten” al
peronismo a partir de los procesamientos judiciales inevitables que
ocurrirán.
Entonces, combinando las circunstancias (decadencia kirchnerista,
poder residual del Frente para la Victoria y fin de ciclo), los
Gobernadores ya hablan de desdoblar las elecciones en sus distritos, con
el fin de retener o recuperar la mayor cantidad de poder a nivel local y
fortalecer sus posiciones, en vista de la atomización del poder que se
avecina.
Y, de esta forma, mientras Juan Carlos Fábrega busca dólares en
Suiza y China; Sergio Berni controla las calles, César Milani aporta
inteligencia, Axel Kicillof divisa ballenas en Puerto Madryn, los holdin
rechazan el “Pago Soberano”, los gremios preparan su reunificación, los
empresarios ya piensan en el poskirchnerismo, la recesión avanza, los
precios suben y el consumo se derrumba; Cristina Fernández busca, hoy,
soluciones a problemas que debería haber solucionado hace meses o años.
¿Y nosotros? Estamos solos, como siempre. Esperando que en medio del
“Juego del Poder”, alguien piense en solucionar nuestros problemas. Por
que los políticos piensan en soluciones para sus problemas, no para los
nuestros.