Stephen Hawking niega que haya milagros, pero afirma un milagro para negar a Dios
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER EL ARTICULO
El científico británico Stephen Hawking se ha convertido
nuevamente en noticia este fin de semana al negar tajantemente la
existencia de Dios en un encuentro en un diario digital: “En
el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que
Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más
convincente”. Y añade: “no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia”
Hawking afirma que el Universo se creó a sí mismo de la nada
Después de leer estas líneas, uno se puede quedar con la duda: ¿qué “explicación más convincente” ofrece la ciencia sobre el origen del universo?
Obviamente, todos hemos oído hablar de la teoría del Big Bang, que
incluso siendo la más consistente de las teorías científicas sobre el
origen del universo, no deja de ser eso: una teoría, un modelo
científico para intentar explicar y describir algo sobre lo que no
tenemos experiencia. Por otra parte, incluso aceptando la teoría
del Big Bang llegamos a un punto en el que nos asomamos nuevamente al
misterio: ¿qué o quién provocó el Big Bang? ¿Existía algo antes de ese primer estallido de materia? ¿Cómo es posible que se produjese ese estallido de la nada?
Hawking contestó esa pregunta hace cuatro años afirmando que el universo “se creó de la nada”, con motivo de la presentación de su libro “The Grand Design”. El científico razonó su tesis de esta forma: “Porque existe una ley como la gravedad, el Universo puede y podría crearse por sí mismo de la nada. La creación espontánea es la razón por la que es redundante el papel de un creador del mismo.”
Antes de la publicación de este libro, Hawking había escrito que, de
acuerdo con las leyes de la Física, no es muy difícil creer que Dios
intervino en el Big Bang: “Si desciframos la teoría completa se
descubrirá el último triunfo de la razón humana. Hasta entonces debemos
tener en cuenta la importancia de Dios.”
¿Es una explicación científica decir que algo puede aparecer de la nada?
En términos científicos y filosóficos encuentro más coherente al Hawking de hace cuatro años que al del pasado fin de semana. Si
entonces dejaba la puerta abierta a un postulado filosófico como es la
existencia de un primer motor o “causa causarum”, en palabras de Marco
Tulio Cicerón, ahora la cierra de un portazo y apela a su ateísmo como justificación.
El problema es que el postulado ateo afirmado por Hawking el pasado
fin de semana, sobre la base de su teoría de la creación espontánea, colisiona con un principio científico y filosófico: el principio de causalidad, según el cual todo hecho tiene una causa.
En la filosofía ha habido pensadores que, a diferencia de Cicerón,
negaban la existencia de una primera causa y afirmaban en una sucesión
infinita de causas y efectos. Pero eso no es dar una respuesta racional
al origen del universo, sino aplazar la respuesta. A su vez, Hawking convierte la “nada” en esa “causa causarum”, y lo hace, además, incurriendo en tremendas contradicciones.
Para empezar, afirmar que algo puede surgir de la nada es una
afirmación que uno puede hacer desde cualquier ámbito, pero no desde el
científico, a menos que quiera constatar que las leyes científicas
elaboradas por los hombres no consiguen explicar hechos que no se
ajustan a las mismas, lo que llamamos comúnmente milagros. Por otra
parte, es ilógico atribuir a la nada una ley física como es la ley de la
gravedad. Las leyes físicas se dan en el universo existente.
Atribuírselas a algo desconocido y de lo que no tenemos experiencia, a
lo que llamamos “nada”, es algo del todo gratuito desde el punto de
vista científico, y que podrá sostenerse como una hipótesis filosófica, pero sin constituir ningún tipo de demostración científica.
¿Debemos creer en los milagros sólo para darle la razón a Hawking?
En el fondo, con su teoría sobre la creación espontánea Hawking
está afirmando un milagro desde el punto de vista científico, como es
que aparezcan cosas de la nada y que el universo se crease a sí mismo.
Me parece un error que la Física especulativa se adentre en terrenos
propios de la filosofía y que lo haga en forma de afirmaciones tajantes
sobre hechos de los que no tenemos experiencia, pero resulta del
todo absurdo que se afirmen la existencia de leyes científicas para
negar los milagros mientras se apela a uno para negar la existencia de
Dios. En este sentido, no resulta extraño que con una fe no ya
religiosa, sino casi sectaria, algunos ateos apelen a las afirmaciones
de Hawking afirmando, sin más rodeos, que ha demostrado la inexistencia de Dios. Hay que recordar que probar o demostrar la inexistencia de algo es un imposible lógico.
Frente a este imposible lógico, muchos ateos afirman que somos los
cristianos los que debemos demostrar la existencia de Dios, y que el
hecho de que no lo hagamos es la demostración implícita de que no
existe.
Para respaldar esta negación, que no tiene nada de científica, el
ateísmo niega sin más toda validez a documentos históricos como los
Evangelios y a los fenómenos inexplicables, milagros, que ha vivido la
humanidad durante siglos, muchos de ellos constatados por científicos
(cuya participación requiere la Iglesia cuando llega la hora de probar
los milagros necesarios para canonizar a alguien). Desde el punto de
vista científico y filosófico, encuentro más honrada la posición de los agnósticos -que no creen en Dios y no consideran asequible su conocimiento, pero que no niegan su existencia- que
la de los ateos, que niegan con radicalidad a Dios y la trascendencia
otorgando a esa negación un carácter de demostración científica del que
carece por completo. Desde luego, es una pena que un científico
de la talla de Hawking haya decidido pasarse al segundo grupo,
intentando revestir con ropajes científicos unas opiniones personales
que rebasan por completo el ámbito de la ciencia. Y es que, aunque
algunos los vean como seres incapaces de cometer errores, los
científicos no son inmunes ellos ni a vicios tan humanos como la
soberbia.